En Ginebra, Suiza, ya comenzaron las labores preparatorias de los representantes de países que coordinan las comisiones con vistas a la 61ª sesión de la Comisión de Derechos Humanos. La reunión de los 53 países miembros se iniciará el 14 de marzo próximo y se extenderá hasta el 22 de abril. Cualquier desprevenido podría pensar […]
En Ginebra, Suiza, ya comenzaron las labores preparatorias de los representantes de países que coordinan las comisiones con vistas a la 61ª sesión de la Comisión de Derechos Humanos. La reunión de los 53 países miembros se iniciará el 14 de marzo próximo y se extenderá hasta el 22 de abril. Cualquier desprevenido podría pensar que si las deliberaciones van a girar sobre los derechos humanos, se discutirá sobre las torturas de soldados norteamericanos contra presos en la cárcel de Abu Ghraib y los bombardeos contra Fallujah. Error. Washington quiere condenar a Cuba alegando derechos que George Bush es el primero en desconocer.
LOS PRELIMINARES
La administración Bush comenzó, apenas asumido su segundo mandato, su campaña para tratar de condenar al gobierno de Fidel Castro en la comisión de la ONU que tiene asiento en Suiza. Tal intención marca una contradicción pues el texano invadió Irak en marzo de 2003 haciendo caso omiso a las advertencias de la organización mundial. Quiere decir que cuando le conviene, la utiliza como trampolín de lanzamiento de sus peores políticas. Y cuando no, la ignora olímpicamente.
Decimos que el operativo de condena comenzó temprano porque en su audiencia de confirmación ante el Senado, el 18 de enero, Condoleezza Rice fustigó a la isla socialista como una de las «tiranías» que deben ser depuestas. La secretaria de Estado hablaba de ese modo por boca de su marido, perdón, del presidente Bush.
Esos preparativos para montar una trampa en la CDH no son algo secreto sino que van dejando huellas en diversas partes del mundo. Uno de los escenarios del crimen es Buenos Aires, donde la derecha mediática -especialmente el diario La Nación- y sectores del gobierno de Néstor Kirchner alimentaron el llamado «caso Molina». Una médica que renunció a su trabajo, cometió irregularidades administrativas, se quedó con algunos vueltos, sirvió a la Sección de Intereses de Norteamérica (SINA) y brindó información falsa a las mafias de Miami sobre la salud cubana favoreciendo el bloqueo estadounidense contra su país, tiene una restricción para salir del mismo.
Discutible o no, esa medida es un asunto interno de Cuba. Pero la horda mediática que tan bien conduce Lino Gutiérrez desde la embajada estadounidense en el barrio de Palermo, calificó esa restricción legal como una horrible violación a los derechos humanos. Obviamente el diario de los Mitre-Saguier no le preguntó al embajador por los derechos de los 600 prisioneros afganos y árabes que EE.UU. tiene secuestrados ilegalmente desde 2001 en la base militar de Guantánamo. Esos presos no tienen abogado, juez ni causa. El secretario de Justicia, Alberto Gonzales, había justificado que se les torture.
Por eso muchos dirigentes políticos y sociales argentinos ven como insuficiente la abstención anunciada por el gobierno para el próximo abril. Ellos querrían que Argentina vote claramente contra EE.UU. en Ginebra para evitar que la CDH sea desnaturalizada por quienes prohijaron las dictaduras de Augusto Pinochet y Jorge Rafael Videla.
LA PELEA DE FONDO
La pelea de fondo será entre el 14 de marzo y el 22 de abril. Allí arreciarán los embates estadounidenses sobre las delegaciones, extorsionando en particular a las más débiles económica y políticamente, para asegurarse votos. Cuando se acaban los argumentos, y éstos escasean en la representación enviada por Washington, empiezan las amenazas y la compra de votos a cambio de supuestos créditos, inversiones o favores. Esta no es ninguna novedad: algunos gobernantes centroamericanos cotizaron en dólares su sufragio para la expulsión de Cuba de la OEA en 1961.
La exasperación del Departamento de Estado se debe a que las dos últimas compulsas, en 2003 y 2004, fueron extremadamente parejas. La del año pasado terminó con una victoria pírrica para el imperio pues el conteo arrojó 22 votos para sí y 21 votos para La Habana, con diez abstenciones. Desde el punto de vista del número de población de las naciones que sufragaron por la isla, ésta ganó claramente. Es que la defendieron China, India, Rusia, Egipto, Congo, Ucrania, Zimbabwe, Pakistán y otros socios tercermundistas, frente al Primer Mundo y gobiernos satélites que votaron la moción de Bush.
Esa enumeración de los sufragios por uno y otro dejó a trasluz las quejas del jefe de la delegación cubana, Juan Antonio Fernández, sobre la manipulación de que era objeto la CDH. La cancillería de Felipe Pérez Roque lamentó que el organismo fuera digitado por un reducido grupo de países poderosos y actuara como «una suerte de tribunal inquisidor» no sólo en contra suya sino también de los países del Sur
La buena noticia respecto la sesión de este año es que Cuba fue elegida como miembro del grupo de once naciones latinoamericanas y del Caribe, junto a Argentina, Brasil, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Paraguay y Perú. Esto dará al embajador Iván Mora mayores posibilidades de argumentar que en la mayor de las Antillas se defienden los derechos humanos de los once millones de ciudadanos.
La mala noticia es que el coordinador regional será México, que en 2004 -si bien no patrocinó la moción, dejando el rol de Judas a Honduras- la votó con las dos manos. Vicente Fox es uno de los aliados más disciplinados de su poderoso vecino pese a que la mayoría de los mexicanos mantiene la opinión del refrán: «Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de EE.UU.»
Así fueron las cosas en la 60ª sesión de la CDH, donde Washington se salió con la suya por apenas un sufragio. Si uno de los gobiernos que sintonizan la onda del TLC se hubiera abstenido, por caso México o Chile, o bien uno de los que se abstuvieron, como Argentina o Brasil, hubieran apoyado a Cuba, el resultado habría sido distinto. ¿Qué pasará este año?
¿DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO?
Si la Comisión de Derechos Humanos estuviera interesada en debatir la problemática de esos derechos en el mundo no podría menos que citar a declarar al presidente norteamericano e imputarle los crímenes de 200 mil iraquíes en dos años de ocupación militar del país árabe.
A ese mismo imputado cabría interrogarlo sobre cuántas muertes provocó en el globo, sobre todo desde la cintura del mismo hacia el sur, la deuda externa fomentada por el FMI y la banca comercial privada. Estos instrumentos del Departamento del Tesoro y otras tesorerías del «Grupo de los 7» hicieron que Latinoamérica pagara su deuda externa de los años ´80 unas siete veces y pese a ello aún debe cinco veces lo que en ese momento, 30 mil millones de dólares.
Un estudio reciente de la ONU a cargo del economista norteamericano Geofrey Sachs -que debía puntualizar la forma de cumplir con las metas del Milenio fijadas en 1990- insistió en que hay mil millones de seres humanos con hambre e iletrados. Para atenuar ese drama, el economista reclamó mayor ayuda al desarrollo de parte de los países más poderosos de la Tierra, que en 1970 habían comprometido un aporte del 0,7 por ciento de sus opulentos PBI. Pero 35 años más tarde se confirma que ese compromiso está roto y EE.UU. es el que menos cotiza: 0,15 de su producto bruto.
Cuba no viola los derechos humanos sino que los asegura desde antes de nacer pues ha logrado que la mortalidad infantil descendiera en 2004 al 5,8 por mil de nacidos vivos. Esta marca es mejor incluso que la de Washington y otras capitales del Primer Mundo.
Podrá o no gustar el gobierno y el sistema político adoptado por Cuba. Por ejemplo, desde el imperio y gobernantes afines se le reprocha la no existencia de muchos partidos políticos. Pero la creación de varias agrupaciones no es sinónimo de democracia y menos aún de solución a los problemas de los pueblos. Caso contrario Argentina tendría que ser un modelo por registrar 500 partidos reconocidos y de ellos casi 50 con actuación nacional. Sin embargo ese modelo llevó al derrumbe de diciembre de 2001.
Los cubanos modestamente aclaran que, para su situación concreta, el pluripartidismo fue pluriporquería. Así califican el régimen existente hasta 1959, año de la revolución. A partir de allí, con el partido único revolucionario cubano -idea legada por el prócer Martí- los isleños comenzaron a superar la corrupción, la represión y el neocolonialismo. Ellos están convencidos de que encontraron un camino propio, soberano y democrático; sobre todo participativo: el próximo 17 de abril están convocados a votar para elegir los miembros de las Asambleas Municipales del Poder Popular. En esos comicios, que se hacen cada dos años y medio, como en los generales, cada cinco, participa más del 95 por ciento de los electores.
¿Acaso los fraudes de George Bush en 2000 en La Florida y en 2004 en Ohio le dan autoridad moral para cuestionar esa democracia cubana? ¿O alguien cree que el republicano Bush y el demócrata John Kerry representaban dos modelos antagónicos?