Recomiendo:
0

Marxismo versus izquierda verde

Fuentes: Rebelión

«Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía de éstas. […]

«Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar:1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el transito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases».

Carta de Marx a J. Weydemeyer el 5 de Marzo de 1852

La tergiversación de la historia y de sus acontecimientos es un arma poderosa, que la burguesía y sus acólitos y mercachifles a sueldo han utilizado de forma miserable durante las últimas décadas para desprestigiar al marxismo. Desde las filas de la reacción se trata de inculcarnos que la lucha de clases ha pasado a mejor vida, que Carlos Marx está muerto y enterrado y con él su doctrina, y que el capitalismo ha triunfado. Es la teoría del fin de la historia y de las ideologías. Lo más lamentable de todo no es que esto venga de la mano de la burguesía, lo cual es de esperar. Lo lamentable es que esta teoría viene avalada desde ciertos sectores autodenominados de izquierda, lo que ha dado lugar a un nuevo espacio político, la «izquierda verde».

Esta nueva izquierda parte de la base de que hay que superar la lucha de clases, que el comunismo es algo obsoleto e incluso grotesco, y a lo que debemos aspirar es a gestionar el sistema capitalista para dotarlo de un rostro más humano. Esta nueva forma de oportunismo político, con la que la burguesía se frota las manos, utiliza los diferentes colores del arco iris para referirse a diferentes ámbitos de intervención: el violeta para la igualdad de género, el blanco para el pacifismo, el verde para el ecologismo, el rosa para la liberación sexual,… Esta izquierda reformista, por norma general, suele ser también muy pro-nacionalista, aunque desde sus filas trate de teñir esas veleidades nacionalistas con un ropaje de «federalismo progresista». Tal es el caso de Ezker Batua gobernando con el PNV en Euskadi, de Iniciativa per Catalunya de la mano de ERC y de Maragall, y de otras corrientes y federaciones de Izquierda Unida.

Esta izquierda tan colorida y chachi-guay no es que no sea comunista, es que por regla general suele ser anticomunista, y por consiguiente no se le debería catalogar como izquierda. Porque se puede ser de izquierda sin ser comunista, pero lo que no se puede es ser de izquierda siendo anticomunista.

Recordemos aquella famosa frase de Felipe González, alias Sr. X, pronunciada allá por 1979 (si mal no creo recordar) cuando para renegar del marxismo proclamó aquello de que «hay que ser socialista antes que marxista». Pues bien, ante los postulados oportunistas y arribistas de la izquierda verde, los comunistas en particular y la izquierda anticapitalista y antisistema en general, debemos alzar nuestra voz para decir que ser ecologista, ser feminista, ser pacifista y ser patriota sin enmarcar todo ello en la lucha de clases, es decir, sin ser marxista, supone ir a la zaga de la burguesía y del sistema capitalista. La liberación sexual, la igualdad de género, la auténtica paz y el verdadero patriotismo (que no nacionalismo, ya que no es lo mismo) vendrán de la mano del socialismo o no vendrán. Y digo no vendrán, porque en el marco de la sociedad capitalista a lo único a lo que podemos aspirar es a reformas, de las que no hay que renegar ya que caeríamos en el izquierdismo más sectario, pero que la mayoría de ellas suponen pan para hoy y hambre para mañana. El problema de la igualdad de género no se soluciona teniendo un consejo de ministros donde la mitad son mujeres, ni elaborando listas electorales con amplia presencia femenina. De la misma forma que, en lo que al medio ambiente se refiere, la solución a los grandes desastres ecológicos y el desarrollo sostenible no pasan porque cada uno de nosotros utilicemos los folios por las dos caras. Así mismo a la única paz a la que podemos aspirar en el marco del capitalismo, es a la mal llamada paz social con los empresarios y sus organizaciones.

Hoy esta «izquierda» ha ocupado el espacio vacante dejado por la socialdemocracia al pasarse esta al campo del liberalismo económico. A pesar de ello la alternativa sigue siendo reforma o revolución, socialismo o barbarie. No existe una tercera vía o una solución intermedia. La disyuntiva que se da entre derecha e izquierda parlamentaria, todas ellas catalogadas de demócratas, supone una alternancia en el poder y en el sistema, pero nunca una alternativa al propio sistema. La izquierda parlamentaria (socialdemócrata y reformista) es otra garante más del sistema capitalista. Por ello, se hace más necesario y urgente que nunca dotar a la clase obrera de un partido revolucionario fiel a los principios del marxismo-leninismo, independiente de las organizaciones burguesas y reformistas, y hostil hacia sus posiciones ideológicas.

En definitiva, la clase obrera necesita de su vanguardia, ya que sin ella es un barco a la deriva en un mar infestado de tiburones capitalistas y reformistas. Como siempre, las clases capitalistas dirigirán todos sus esfuerzos para malograr la construcción de ese partido como hicieron en su día con el PCE. Y que ha nadie le sorprenda que en esa Santa Cruzada, la ya mencionada izquierda verde ejerza de escudera y espadachín a sueldo de los inquisidores burgueses. Por ello, no podemos permitir la penetración de ideologías burguesas ya que de hacerlo, correremos la misma suerte que corrió el PCE, hoy en el campo de la izquierda parlamentaria reformista, debido a sus concesiones: renuncia a la República, impunidad del Rey franquista incluida en la Constitución, aceptación de la economía de mercado, reconciliación nacional,… etc.

El abandono de los principios marxistas-leninistas supuso un aliciente extraordinario para la consecución por parte de la burguesía de sus fines. Ante una clase obrera debilitada y desorientada ideológicamente la burguesía se crece, y no desperdicia las posibilidades que se le presentan de preservar su poder político y económico, e incluso de aumentarlo.

Que los traidores reformistas de la izquierda verde se queden con sus poltronas y sus coches oficiales. Los comunistas permaneceremos fieles al marxismo al lado de la clase obrera.