«Los hombres han sido siempre victimas necias del engaño y de la quimera, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir cuáles son los intereses de clase, que se ocultan detrás de las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales». (Lenin, Obras Completas, tomo XIX, edición en francés).Al estilo de las barras […]
«Los hombres han sido siempre victimas necias del engaño y de la quimera, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir cuáles son los intereses de clase, que se ocultan detrás de las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales». (Lenin, Obras Completas, tomo XIX, edición en francés).
Al estilo de las barras bravas del fútbol carioca, un hincha del presidente Venezolano ha dicho que Hugo Chávez se «ha puesto a la cabeza de la Revolución Mundial al definir como una necesidad teórica-práctica mundial la invención del socialismo del siglo XXI» (Heinz Dieterich, Rebelión, 03/03/2005). El mismo barrista, anota que «la larga noche de la teoría revolucionaria antiburguesa duró tres lustros hasta que el revolucionario Hugo Chávez la rehabilitó públicamente y le devolvió su status emancipador, no solo en defensa de la humanidad, sino en pro de su liberación definitiva». (1).
Es justo de algún modo sostener a Chávez sí éste tuviera actitudes progresistas y cuando de alguna manera podría estar enfrentando la política de los Estados Unidos, pero de ahí decir que la revolución mundial pasa por él resulta una exageración que pone en duda la seriedad del inventor de esta idea y la de sus acólitos. Pero es justo también mirar a Chávez y su gobierno de otro ángulo político, y ser críticos e indagar con seriedad (no con actitudes de hinchas fanáticos de fútbol) el verdadero carácter de clase de un régimen que se llama antiimperialista y que aboga por un «socialismo del siglo XXI», pero que al mismo tiempo suscribe un tratado internacional (2) para «combatir el terrorismo» en Latinoamérica y a nivel mundial, cuyos alcances políticos en nada puede envidiar al plan antiterrorista internacional que viene ejecutando criminalmente el gobierno de George Busch. Es peor aún, cuando uno de los firmantes de este acuerdo antiterrorista (Cumbre cuatripartita de Venezuela) ha sido Álvaro Uribe Vélez, presidente de Colombia y ejecutor del » Plan Colombia » elaborado y sostenido por los americanos cuyo objetivo es liquidar sangrientamente la lucha armada en este país. Resulta rídiculo hablar del » socialismo del siglo XXI » mientras los terratenientes de Venezuela siguen matando impunemente a decenas de campesinos pobres de este país. Desde el 2001 a la fecha, 130 campesinos han sido asesinados por los sicarios de los latifundistas que el gobierno deja actuar con toda libertad. (3).
El «socialismo del siglo XXI», como todos los «socialismos» no doctrinarios y construidos con retazos del populismo burgués, se describen como una repetición de viejos conceptos adversos a los principios fundamentales del marxismo. Existe un nexo objetivo entre la invención de todos los pretendidos » socialismos pos marxista » y la ofensiva ideológica de las clases dominantes y el imperialismo estructurado en torno a la crisis del socialismo y la inutilidad de la ciencia marxista a la que declaran obsoleta y contraria a los tiempos modernos. Esta campaña tuvo su maximo apogeo en 1989 cuando cayó el muro de Berlín y la destrucción de la Unión Soviética alcanzó su pico culminante. Como se recordará, a partir de esta época los países ricos, y en particular los Estados Unidos, desplegaron una gigantesca campaña anticomunista a nivel mundial que se resumió en la frase: «el comunismo ha muerto «.
Desde que surgió el socialismo científico en la mitad del siglo XIX no una sino mucha veces, se han «inventado» disímiles socialismo y otro tipo de sociedades, no para reafirmar la necesidad del socialismo y de la liberación de los pobres, sino más bien para negarlos. Por mencionar algunos ejemplos cercanos. En 1928 cuando el imperialismo norteamericano estaba en plena expansión en Latinoamérica, Víctor Raúl Haya de la Torre, un reconocido anticomunista que durante toda su existencia política repitió que el » comunismo no era el mejor camino para la nueva emancipacion de nuestros pueblos «, «inventó» un caricaturesco sistema social que denominó, «cooperativo de democracia funcional» y que presento como superior al socialismo marxista (4). En el periodo 1968 y 1975, el «gobierno revolucionario» acaudillado por el general Juan Velasco Alvarado, declaró que su gobierno se inspiraba en principios «libertarios, socialistas y cristianos» (5) y que construía una sociedad «no capitalista ni comunista», pero sin embargo los pobres fueron más pobres y las grandes transnacionales, no dejaron de obtener inmensas ganancias en base a la brutal explotación de los trabajadores. Más cerca aún, Alan García Pérez (aprista y ex presidente del Perú 1985-1990), habla de la «crisis terminal del marxismo» (6) y señala que «hay que elevar la humanidad al inmortal mensaje espiritual de Cristo y a la simplicidad humilde de Ghandi», y que el proyecto «antiimperialista del aprismo se expresa en una sociedad democrática y cooperativa, y en un proceso continuo de libertad y producción», contrario por supuesto al socialismo propugnado por la ciencia marxista (7).
Todos los «socialismos», de raíces cristiana, humanista, pequeño burguesa o populista, son fabricados bajo falaciosas concepciones idealistas y están concebidas como parte de la estrategia de dominacion burguesa dirigida a retrazar el camino histórico de la lucha por el socialismo. Su discurso es predominantemente efectista y publicitario, y esta construido con trozos y residuos de los planteamientos politicos de los partidos de derecha e izquierda, e incluso adopta formas evagélicas bajo el propósito de manipular la conciencia de un pueblo creyente y desesperado por el hambre y la miseria. Demagogicamente sustenta su programa en las reivindicaciones económicas sociales históricas de las masas pobres. En apariencia es redentora y antiimperialista, pero en los hechos concretos hace todo para reafirmar el sistema de explotación y salvar la hegemonia de los grupos de poder. Hay que situar las invenciones socialistas en determinados momentos historicos cuando la lucha de clases se agudiza al extremo y la confrontación pobres y ricos llega a niveles de explosión social. Sobre todo hay que ubicarlo en etapas que las luchas populares se presentan amenazantes para el Estado y los intereses de los grupos de poder.
La esencia anti socialista del » socialismo del siglo XXI «.
A pesar que este tipo de » socialismo » esta construido en el aire y en la espuma de la demagogia (no tiene ningún asidero programatico ni filosófico), su propósito fundamental es hacer creer que se puede llegar al socialismo, sin violentar el sistema y mediante la aplicacion de reformas en el Estado y de la propiedad capitalista. En América Latina no es la primera vez que se pretende concebir el socialismo en términos de reformas burguesas y pacificamente. Un caso bastante conocido fue Chile cuando en 1970 Salvador Allende asumió el gobierno de este pais mediante elecciones. Incluso hubieron algunos (nunca faltan los hinchas) que teorizaron sobre la » vía chilena » como algo absoluto para las luchas populares en el continente. Así, para el brasileño Darcy Ribeiro, Chile resultaba «el primer ejemplo de un régimen en transición evolutiva a un socialismo de orientación marxista, surgido de elecciones libre en la que se planteó abiertamente una opción entre el sistema vigente y el socialismo «. (8). Si se toma en serio la cuestion del » socialismo del siglo XXI «, estariamos viviendo una reedición de la nefasta tesis políticas sobre la «vía pacifica» y el uso parlamentario para llegar al socialismo que puso de moda Nikita Krushov que tanto daño hizo al movimiento revolucionario en la década del 60 y 70 cuando diversos partidos y organizaciones de izquierda pretendieron alcanzar un supuesto socialismo sin rasguñar el Estado y sin salirse un milímitro de las reglas políticas y jurídicas impuestas por los opresores.
Otro aspecto extremo de esta inventiva » socialista » se refiere a negar un elemento fundamental de la teoría marxista respecto a la necesidad de la organización revolucionaria para dirigir una revolución triunfante. Se vulnera el cimiento ideológico-político de la revolución proletaria, y de un tajo se desconoce el rol histórico de los trabajadores como clase dirigente de la revolución socialista. A decir del marxismo, la única clase capaz de dirigir el enfrentamiento definitivo contra la burguesia, los terratenientes y el imperialismo. Así resultaría que para llegar al socialismo, no hay necesidad ni de la clase obrera como vanguardia ni de su partido revolucionario. Bastaría un movimiento pluriclasista, amorfo, y sin doctrina de clase, para conducir por decreto la lucha por el socialismo. En lo fundamental, este tipo de » socialismo » fabricado en las nubes, induce a las masas a depositar todas sus esperanzas en los celestiales y democráticos procesos electoral, de donde se le dice, brotará el socialismo como un milagro caído del cielo.
La concepción socialista como doctrina social (primera fase de la sociedad comunista) surge de una violenta revolución por el poder político del Estado, y solamente puede establecerse bajo la dictadura del proletariado. El socialismo no surge en el aire y solamente puede establecer (construirse) a condición de que el viejo Estado sea destruido completamente. Es falso pensar que el socialismo resulta de una evolución pacifica (de derecha a izquierda) del viejo Estado y la sociedad burguesa. El Estado, por naturaleza clasista e histórica, es un aparato de opresión, y resulta equivocado creer que sus reformas o modificaciones (algunos la llaman «estructurales») pueden realizarse a favor de los pobres. Cualquier reforma o modificación del Estado burgués-terrateniente, es para reforzarlo como instrumento de dominación de la clase dominante. La teoría marxista y la experiencia de la lucha social prueban que salvo el proletariado, ninguna otra clase de la sociedad capitalista es portadora del sistema socialista. El campesinado, la pequeña burguesía y la burguesía nacional, aliados fundamentales de la clase obrera en la revolución democrática popular, no constituyen fuerzas sociales capaces de transformar revolucionariamente la sociedad y conducir victoriosamente un proceso de lucha por el socialismo. A decir de Lenin, hay una unidad indisoluble entre socialismo, clases y dictadura proletaria. (9).
Notas:
1. Heinz Dieterich: «La Revolución Mundial pasa por Hugo Chávez», revista Rebelión, 3 de marzo 2005 (I. parte)
2. Declaración de la Cumbre cuatripartita de Venezuela: «Los Presidentes manifestaron su voluntad y firme compromiso para combatir el terrorismo, y reafirmaron que éste, en todas sus formas y manifestaciones, cualquiera sea su origen o motivación, no tiene justificación alguna . Afirmaron además, que el terrorismo y el problema mundial de las drogas constituyen graves amenazas para la seguridad, la democracia y al Estado de Derecho….Asimismo, expresaron su decidido compromiso para fortalecer la cooperación internacional que permita reprimir, combatir y sancionar todo acto terrorista de conformidad con la ley internacional pertinente, coordinando acciones conjuntas entre las autoridades nacionales de cada uno de los cuatro países, garantizando el respeto de sus soberanías. Se comprometieron a intensificar las acciones para dar estricto cumplimiento a las disposiciones de los diversos instrumentos internacionales vigentes, en particular el Convenio Internacional para la Represión de la Financiación del Terrorismo y la Resolución 1373 del Consejo de Seguridad, los cuales brindan las herramientas necesarias para hacer frente al terrorismo de manera eficaz y castigar a quienes cometen tales actos…..Al tiempo que respaldaron lo expresado por el Presidente Álvaro Uribe Vélez en relación con la necesidad de alcanzar la equidad social como requisito fundamental para combatir la pobreza». (Declaración conjunta de los presidentes de la República bolivariana de Venezuela, del gobierno del reino de España, de la República Federativa de Brasil y de la República de Colombia, Ciudad Guayana (Venezuela), 29 de marzo de 2005).
3. Denuncia de Emeterio Gómez, dirigente del Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora (Venezuela), publicado por la revista Rebelión, marzo 2005.
4. Víctor Raúl Haya de la Torre, El Antiimperialismo y el APRA, mayo 1928.
5. Juan Velasco Alvarado, La Voz de la Revolución; Tomo 1, Lima Perú 1972.
6. Alan García Pérez, Modernidad y Política en el siglo XXI, Globalización con justicia social, Lima-Perú, mayo 2003.
7. Alan García Pérez, El Futuro Diferente, Lima-Perú, 1987.
8. Darcy Ribeiro, El Dilema de America Latina, estructuras del poder y fuerzas insurgentes, 1971.
9. Lenin, Economía y política en la época de la dictadura del proletariado.