El 17 de Febrero de este año falleció Alejandro Gascón Mercado; los últimos días de su vida los ocupo en escribir este texto que fue publicado en el Número 4 de la Revista Unidad Comunista. Gascón Mercado fue un cuadro revolucionario que participo de la dirección del los siguientes partidos: Partido Popular Socialista, Partido del Pueblo Mexicano, Partido Socialista Unificado de México, Partido de la Revolución Socialista y al momento de morir era militante del Partido de los Comunistas. Fue Diputado Federal en tres ocasiones, Presidente Municipal de Tepic Nayarit, y en 1975 gano la gubernatura de Nayarit, de la que fue despojado por un fraude electoral orquestado por el gobierno a favor del PRI.
Armando Hart, quien ha sido Ministro de la Cultura de Cuba, ha publicado en los últimos tiempos, juicios sobre Stalin que son los mismos que el imperialismo utilizó para derrocar al régimen socialista en la Unión Soviética y en los demás países europeos donde existió. Se cobija para hacer estos juicios en su calidad de participante de los primeros años de la Revolución Cubana. Pero no es el primer revolucionario que involuciona desde el punto de vista ideológico; muchos han llegado a la traición. Todos sabemos que en un tiempo la burguesía fue revolucionaria en su lucha contra el feudalismo y que cuando se sentó en el poder se volvió conservadora y hasta reaccionaria para construir y mantener su régimen de explotación. Así pasa también con los individuos que se quieren tanto a sí mismos, que cuando los acontecimientos no coinciden con sus ideas, los combaten por razones temperamentales.
La lucha contra Stalin ha quedado clara. No ha sido provocada por sus defectos, por sus crímenes, por su manera de ser, sino porque simbolizó durante algún tiempo la construcción del régimen socialista y ya está claro que, cuando nuestros enemigos tumbaron los monumentos a Stalin, siguieron con los de Lenin y después con los de Carlos Marx hasta reestablecer el capitalismo en la URSS y demás países que vivían en la esfera del socialismo.
Exagerar los errores y minimizar los aciertos de Stalin supuestamente por espíritu autocrítico o por el análisis aparentemente científico del desarrollo de la sociedad, es caer en el juego del imperialismo.
Antes había duda pero ahora está muy claro: Después de que los comunistas abandonaron la teoría y la práctica del Marxismo-Leninismo y que los cuadros de dirección se convirtieron en gerentes y dueños más tarde de las empresas del Estado socialista, se aliaron con los enemigos históricos del socialismo.
En este trabajo de Hart, se manejan exageraciones y datos falsos que es necesario comentar: Dice que su trabajo es un homenaje a los revolucionarios que sufrieron la derrota en la Unión Soviética, llegando a afirmar que mientras no se haga un examen riguroso de lo acontecido en la URSS, el marxismo no tiene porvenir ni autoridad, ¿qué tiene que ver la filosofía marxista con el fracaso y la traición de los llamados comunistas en la URSS?
Hemos dicho que cuando se cae un puente no es responsabilidad de las matemáticas sino de los ingenieros que lo construyeron. En la URSS no fracasó el materialismo dialéctico o histórico, fracasaron quienes lo aplicaron mal o traicionaron estas ideas. El Marxismo-Leninismo sigue vigente para organizar la lucha revolucionaria en cualquier parte del mundo a condición de que sea bien interpretada la teoría y se realice una práctica consecuente con la realidad.
En la lucha revolucionaria se obtienen victorias parciales y también fracasos circunstanciales, pero es claro que la humanidad camina hacia el progreso y construye los sistemas de la vida social, que mejoran la vida del hombre de manera progresiva, por eso va a triunfar el socialismo de manera universal, independientemente de los tropiezos que se tengan.
Un verdadero homenaje a los comunistas es ofrendarles solidaridad en su lucha, no buscar argumentos para desilusionarlos o amargarlos. El problema no es Stalin, el problema somos los militantes actuales de la causa del comunismo. Stalin ya está enlistado en la historia junto con Espartaco, Alejandro Magno y Napoleón Bonaparte, entre otros, quienes fueron brazos que liquidaron sistemas para construir nuevos regímenes sociales.
Querer destruir a Stalin es tirarle al viento en un ejercicio de espiritismo político que de verdad no tiene sentido. Ya los historiadores del futuro se encargarán de los hechos históricos de hoy, no los militantes. Lo que tenemos que hacer es recapitular nuestra propia actividad para volver a la lucha concreta.
Hart nos habla de cómo influyen los valores subjetivos de manera positiva y negativa y dice que Stalin es el ejemplo de lo más negativo que se ha dado desde el punto de vista subjetivo en el siglo XX. No cabe duda que lo subjetivo es muy importante pero no es lo determinante. Lo determinante es lo objetivo. Si bien es cierto que entre el contenido y la forma hay una relación estrecha, no tienen la misma importancia. El contenido de las cosas es lo fundamental. Objetivamente, Stalin es un ejemplo de tenacidad, de capacidad de dirección, de proyección histórica porque fue el elemento decisivo en la construcción del régimen más avanzado que ha habido en la sociedad humana: El régimen socialista.
Si la Comuna de París, que duró 70 días aproximadamente ha influido en la vida de los hombres, la Unión Soviética sigue como un ejemplo de lo que será el futuro para nuestros pueblos. Este sistema es un ejemplo de creación sin límite porque desarrolló a la Unión Soviética, que en muchos lugares era un país muy atrasado, hasta niveles elevados de carácter tecnológico y científico.
Stalin es un ejemplo de una gran capacidad de dirección política, de creación organizativa, de dirección, porque no hubo pedazo de la Unión Soviética que no se desarrollará extraordinariamente, creando una gran potencia de carácter económico, militar, que durante mucho tiempo garantizó la paz mundial.
Se dice de manera inventada que bajo la dirección de Stalin a la Unión Soviética sólo le preocupaba el desarrollo económico y que se abandonó, el debate de las ideas; nada más falso. En la URSS, durante este período, hubo un gran desarrollo científico y tecnológico en todas las ramas del saber y nunca como en ninguna parte, se publicaron enormes cantidades de libros sobre cultura general y sobre filosofía. El pueblo masivamente recibió durante este período educación socialista. Claro que no era una cultura de especulación, como lo es tradicionalmente la cultura burguesa, donde los intelectuales son verdaderos masturbadores mentales y no gentes de trabajo. El arte floreció como en ninguna otra época. Pueden o no gustarnos las manifestaciones artísticas de estos pueblos, pero su desarrollo fue masivo: la pintura, la escultura, el ballet y la literatura con temas surgidos del pueblo. Lo que probablemente extrañan los intelectuales burgueses, es la literatura intranscendente y frívola elaborada por desadaptados sociales que no es la típica de un país socialista. Aún en el socialismo hay quienes ponen por encima las llamadas libertades individuales frente a la necesidad de construir una nueva sociedad sin explotadores ni explotados.
Se dice en el escrito de Hart, que en el período Stalinista se olvidaron las cuestiones éticas y jurídicas. No. Es que las cuestiones éticas y jurídicas como superestructuras, son diferentes en el socialismo. No es lo mismo la ética burguesa que la ética proletaria, y no es lo mismo el andamiaje del sistema de propiedad privada al sistema de propiedad social.
En la URSS todo era nuevo en este sentido, se tuvo que crear, no había que tomar ejemplo de nada ni de nadie. Se creó una nueva modalidad y una nueva sensibilidad artística. Ahí no había ricos influyentes, los influyentes eran los héroes del trabajo. Todo el pueblo los veía con admiración y con respeto. Eran otros valores. Ellos, los héroes del trabajo, tenían preferencia en los medios de transporte, en los espectáculos y en las atenciones del pueblo. El Che patrocinó como Ministro de Industria de Cuba el trabajo voluntario, rodeándolo de privilegios similares. Por eso, decir que se olvidaron las cuestiones éticas, es recurrir simplemente a una calumnia irresponsable.
Hart dice que el feudalismo, la dominación imperialista y el régimen monárquico de los zares fue el escenario que nutrió la formación política de Stalin, desde luego, influido también por el leninismo , que lo recepcionó con las limitaciones culturales antes aludidas; que Stalin era un revolucionario pero no pudo alcanzar la dimensión de un dirigente socialista cabal; que a diferencia de Lenin y de otros bolcheviques, Stalin nunca vivió ni viajó por otros países del viejo continente ni se nutrió de la sabiduría revolucionaria de otras regiones del mundo; que desde luego, recibió la influencia de Lenin, no debemos negarlo porque es parte componte del drama, pero lo hizo sobre el fundamento de la vieja cultura rusa a la cual, aún oponiéndosele, nunca pudo extraer consecuencias socialistas válidas para el mundo de su época.
En este mismo escenario se formó Lenin, pero Hart dice que Stalin no llegó a superarse porque no viajó a distintos países, ni conoció el pensamiento de otros revolucionarios. Pienso por el contrario que cuando un hombre tiene tal poder como el que tuvo Stalin dispone de una información de primera mano y sus conocimientos se multiplican extraordinariamente. Para adquirir cultura no se necesita obligadamente ir a la escuela con pantaloncitos cortos y bien peinado. La cultura fundamental de los hombres revolucionarios se adquiere en su propia lucha, ya no digamos cuando se tiene la responsabilidad de la dirección más alta de un movimiento. Probablemente no sean exquisitos, a lo mejor no hablan varios idiomas, pero cultura general la adquieren aunque no quieran, por sus propias necesidades de dirección. Con este criterio de Hart, Raúl Castro no tendría cultura porque ha salido muy poco de su país cuidando la seguridad del Estado cubano.
Los hombres revolucionarios no son parásitos de la cultura, pero sí tienen cultura universal. Fidel Castro fue a la universidad pero sus conocimientos fundamentales de hoy no los adquirió ahí, los adquirió en la lucha revolucionaria. En México, Lázaro Cárdenas tampoco fue a la universidad y ha sido, con Benito Juárez, el mejor presidente de nuestro país. Era un hombre de una preparación muy amplia que se reflejaba en la vida cotidiana.
A estas alturas todo el mundo entiende bien la tesis de Lenin del desarrollo desigual de los pueblos y se sabe que cada país puede avanzar hacia el socialismo por distintos caminos y en diferentes circunstancias. La vida llevó a la Unión Soviética a adquirir responsabilidades sobre el desarrollo de otros pueblos que no eran los suyos. En los países que fueron liberados del fascismo por la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial se reconstruyó su vida económica, social y política y se cometieron desatinos pero hay que hablar de su reconstrucción total. En Polonia, la URSS reconstruyó Varsovia, su capital, de las cenizas. En este país había muy pocos comunistas y el clero católico era determinante. En la época de Stalin, Polonia fue gobernada por el partido comunista y el clero. El cardenal más importante de ese tiempo formaba parte de las determinaciones y de los actos de gobierno. Se reconstruyó su industria y se cometió el error de reestablecer la propiedad privada en el campo, todo esto en nombre de las particularidades de cada país. En el parlamento polaco, había el partido campesino, el partido democrático, el partido católico además del partido comunista.
En el documento de Hart se dice que la política seguida por Stalin durante la gestación de la Segunda Guerra Mundial , su pacto con Hitler, es uno de los procesos más turbios de su larga carrera. El nazismo era rechazado por los pueblos y en particular por las fuerzas progresistas y socialistas, que este pacto colocó a estas fuerzas en una posición bien difícil incluso en Alemania.
Los calumniadores de la Unión Soviética sacan a relucir el pacto Molotov-Ribbentrop del año de 1939 que firmaron los soviéticos y los nazis. La Unión Soviética como país proletario no tenía ningún compromiso con ningún país burgués y estaba defendiendo sus propias decisiones. Este pacto le permitió un espacio para pertrecharse y dos años más tarde enfrentarse al fascismo hasta derrocarlo con el ejército rojo, que tomó Berlín.
Siempre hay la confusión de que la política de un Estado debe coincidir con las responsabilidades concretas de los militantes de un país determinado o de aquellos que desde el exterior simpatizan con tal Estado. Aquí en México vivimos una confusión de este tipo, cuando Salinas de Gortari tomó posesión como presidente de México, los que se llamaban comunistas y otros de la llamada izquierda, que hoy están muy integrados al sistema burgués, protestaron violentamente porque el comandante Fidel Castro asistió como invitado a tal evento, diciendo que esto era una traición a los comunistas de México; confundían la estrategia del Estado cubano en su lucha contra el imperialismo, con la estrategia de quienes participan políticamente en México. No es que Fidel Castro tuviera la ideología de Salinas ni que cuando recibió al Papa se hubiera vuelto católico, sino que estaba defendiendo la soberanía del Estado socialista cubano, restándole enemigos y evitando su aislamiento. No siempre se hace lo que se quiere, sino lo que se tiene que hacer.
Un testimonio sobre este Pacto que firmó Stalin con Hitler lo dio en su tiempo el propio partido comunista alemán, que desde el clandestinaje declaró:
«el pueblo alemán saluda el pacto de no agresión entre la Unión Soviética y Alemania porque quiere la paz y porque ve en este Pacto un afortunado acto pacífico por parte de la Unión Soviética. Saluda el Pacto porque éste no es, como la alianza de Hitler y Mussolini y los militares japoneses, un instrumento de la guerra y del atropello imperialista contra otros países, es un Pacto para el mantenimiento de la paz entre Alemania y la Unión Soviética«.
Se dice en el documento que comento que «la guerra concluyó con la victoria sobre el fascismo, pero, a su vez, se suscribieron los acuerdos de Yalta y Postdam y se crearon así las condiciones para la división del mundo en 2 grandes esferas de influencia. Ello no resultó positivo para el socialismo… En los años subsiguientes en que se desencadena la guerra fría, ni Stalin ni sus sucesores pudieron comprender las formas y posibilidades que le hubiera brindado la alianza entre las sociedades del Tercer Mundo y el socialismo porque para ello se necesitaba una concepción universal de fundamentos culturales de los que ellos carecían».
El socialismo en la Unión Soviética impulsó las condiciones para el desarrollo de los pueblos de Asia, África y América Latina. La Unión Soviética dedicó más del 50% de su presupuesto para apoyar a los pueblos en lucha. Para los cubanos en especial resultó muy positivo la creación del socialismo a nivel mundial, porque pudieron tener solidaridad plena para su revolución. Ignorar todo esto es un acto de maldad extrema.
Se habla de los crímenes de Stalin, también se puede hablar de los crímenes de Juárez que mandó fusilar a Maximiliano; de los crímenes de todos nuestros héroes de la patria y, por ese camino, de los crímenes de Fidel Castro, porque también el Estado Cubano ha sentenciado a muerte a delincuentes que atentaron contra su revolución y su pueblo. Por ese camino, todos los revolucionarios del mundo son asesinos, salvo aquellos que no tuvieron oportunidad de enfrentarse en la lucha armada contra sus enemigos.
En el escrito se dice que el dirigente soviético sustituyó la idea de Marx acerca de que la violencia es la partera de la historia, por aquella de que es la madre de la historia… «El refinamiento intelectual para entender la sutileza de la definición de Marx estaba, en mi opinión, más allá de las posibilidades culturales de Stalin…
Precisamente, el error fundamental de la política revolucionaria en el siglo XX , en última instancia condicionada por Stalin, estuvo en que marchó divorciada y separada de la cultura, incluso en el caso de la URSS, como se sabe, llegó a los extremos más dramáticos. En Cuba, -como señalábamos- tuvimos la inmensa suerte de contar con la sabiduría del más grande político revolucionario y el más grande intelectual del siglo XIX, que fue José Martí. La enseñanza singular de la revolución cubana en estos dos siglos y en la actualidad consiste, precisamente en haber planteado y enriquecido esta relación. En ella está la singularidad de Martí y de Fidel Castro. Sobre este fundamento hizo una contribución singular al convocar a la guerra necesaria, humanitaria y breve contra el dominio español y, a la vez, no generar odio contra los que se oponían a este altísimo propósito. Esta es una contribución que debiera estudiarse en el mundo por aquellos que lanzan calumnias contra quienes aspiran a transformaciones radicales y también para los que se proponen alcanzarlas con procedimientos extremistas. La única manera de hacerlos triunfar está en promover la cooperación entre los humanos y garantizar su plena libertad y dignidad. Esta es la forma de ser consecuentemente radical.»
El oportunismo de los intelectuales no tiene límite. Los mexicanos admiramos mucho a José Martí y valoramos su papel como inspiración de la revolución cubana por su pensamiento y sus luchas, pero no estamos dispuestos a verlo como caricatura y toda exageración es una caricatura, en el dibujo y en las ideas. Decir que Martí es el intelectual más grande del siglo XIX es hacer a un lado a Carlos Marx y a Federico Engels, que sintetizaron todo el pensamiento cultural de toda la historia de la humanidad, formulando nuevas teorías que no sólo interpretan la realidad sino que sientan las bases para su transformación. Estos son los intelectuales más grandes del siglo XIX y de todos los siglos. La grandeza de Fidel y del Che Guevara no está determinada por la destrucción de Stalin, sino por su propia obra. Cuba tiene de por sí un papel extraordinario en el movimiento comunista internacional, hoy más que nunca. Fidel es el militante comunista más destacado de nuestro continente y ocupa ya un lugar en la historia universal.
Decir que se tienen juicios de Martí muy reveladores para juzgar la política de Stalin, es un acto de brujería muy poco serio de alguien que se dice revolucionario.
«Stalin –dice Hart– no alcanzó estos objetivos con relación al socialismo. Ni pudo alentar la revolución socialista en Europa y en el mundo ni tampoco consolidarla en la URSS. En Rusia se volvió al capitalismo 7 décadas después de la Revolución de Octubre en condiciones nuevas y radicalmente diferentes y ese retroceso está marcado, entre otros factores, por los graves errores de Stalin a quien faltó la estatura y la visión histórica necesarias… Si Stalin pertenece a la categoría de los déspotas revolucionarios, habrá que extraer la lección de que con ellos no es posible abrirle camino de forma perdurable a una sociedad socialista que necesita del amor y de la cultura para edificarse.»
¿Qué responder a todo esto?. Simplemente que las revoluciones no son combates florales y que el jefe de la revolución está muy lejos de comportarse como una simpática y amorosa reina del carnaval.
Si el gobierno de cuba no para estas desviaciones, a la muerte de Fidel no faltarán los que lo juzguen como a Stalin. ¿Por qué razón? Porque los mediocres viven de juzgar a los hombres que han cambiado la historia.
Este documento de Hart que estamos comentando está lleno de ideas pequeño burguesas y de un troskismo trasnochado.