A punto de cumplir treinta y ocho años de muerto, el Che comienza a ser un tema del futuro inmediato. La posteridad de los grandes revolucionarios siempre es difícil. Tienen cualidades que les faltan a muchos, en grados desmesurados, y las mantienen; hacen propuestas demasiado avanzadas y ponen su vida en la balanza; son como […]
A punto de cumplir treinta y ocho años de muerto, el Che comienza a ser un tema del futuro inmediato.
La posteridad de los grandes revolucionarios siempre es difícil. Tienen cualidades que les faltan a muchos, en grados desmesurados, y las mantienen; hacen propuestas demasiado avanzadas y ponen su vida en la balanza; son como imanes que atraen, y su ejemplo es subversivo. Son ajenos al sentido común y a la vida «normal», y retan el orden establecido. Así fue el Che en grado sumo, y pagó el precio de serlo. Ha enfrentado el olvido y la negación, y el vaciamiento de su significado histórico. Tenaz como la esperanza popular, el Che al fin ha regresado, y resiste a pie firme la trivialización y los intentos de convertirlo en un mito inocuo.
Hay señales de que comienza una nueva etapa en América Latina, en la cual crece el rechazo a la aceptación resignada de la miseria material y moral en que el capitalismo actual ha sumido a las mayorías. Uno de los hechos más importantes en ese sentido es la emergencia de movimientos populares combativos, que reivindican identidades y exigen demandas propias, pero saben ver y avanzar más allá de esas dos determinaciones. Ellos llenan hoy gran parte del vacío dejado en las dos últimas décadas por la conjunción de las consecuencias de las grandes represiones y la conservatización impuesta de las sociedades de la región, las derrotas políticas e ideológicas del campo popular, y sus errores, la subordinación y expoliación parasitaria de los países y la liquidación de sus posibilidades de desarrollo por parte de un imperialismo recolonizador, el fin de los regímenes llamados socialistas y el destierro de toda idea de que es posible realizar cambios que favorezcan al pueblo y defiendan la soberanía de los países. Transición democrática, ajuste, flexibilización del trabajo, deuda, década perdida, corrupción, intervención humanitaria, forman parte de la neolengua dirigida a controlar las mentes, los valores y los sentimientos, para prevenir resistencias y rebeldías.
Numerosos movimientos populares ya tienen notables experiencias de lucha y de organización, educan a su gente para la libertad y la justicia, hacen propuestas económicas y políticas, lanzan o apoyan campañas en defensa de los recursos, los derechos al trabajo, la tierra y la ciudadanía, la soberanía, las políticas sociales, la diversidad, el estado de derecho. Presionan, exigen y negocian con las autoridades, y han llegado a derribar gobiernos insoportables. Estas organizaciones practican la solidaridad, y en ellas se eleva la conciencia política y se prefiguran proyectos superiores de sociedad, incluidos los proyectos socialistas. Ante el cierre de los caminos dentro del sistema de dominación, el desastre social que se vive, el desgaste y descrédito de los regímenes políticos y la opresión, soberbia y agresividad del imperialismo, los movimientos populares combativos son un vehículo del crecimiento de acciones liberadoras en América Latina. En ese camino se encuentran al Che y se tornan seguidores de su ejemplo, les sirve como santo y seña para el cambio de sí mismos que es imprescindible, y toman ideas suyas para ayudarse a reflexionar acerca de qué sociedad y qué vida quieren construir, y para profetizar el tiempo que vendrá.
El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil es ejemplar entre esos movimientos, por sus logros en luchas y en convivencia, sus tácticas originales y sus análisis de las situaciones, su sagacidad política, su democracia interna, su mística, su arte de ser a la vez local, brasileño e internacionalista. En un país que en el 2000 tenía un 48% de pobres, un15% de desempleo y un 25% de informales en su población económicamente activa y un 25% de viviendas precarias,1 el MST lleva veintiun años de combate por la reforma agraria, caminando cuesta arriba, siempre hostigado y con decenas de mártires, exigiendo y construyendo. Hoy cientos de miles de personas viven en sus asentamientos o en la fase previa de campamentos, y el MST goza de un inmenso prestigio nacional.
Hoy culmina la semana de solidaridad y de trabajo voluntario que el MST dedica al Che Guevara, celebrada en todo el país. En el bello folleto O legado de Che Guevara se explica el sentido de la Jornada y por qué se dedica al Che, se sugiere qué hacer cada día del 3 al 9 de octubre, se exponen ocho puntos acerca de la naturaleza del trabajo voluntario y los modos de hacerlo, dos cartas del Che y una selección de 117 pensamientos suyos acerca de la organización, los campesinos, el imperialismo, el espíritu de sacrificio, la juventud, el trabajo voluntario, el internacionalismo, los cuadros y el hombre nuevo. También ofrece su biografía, escrita por el Centro de Estudios Che Guevara, de Cuba, y textos sobre Guevara de Ademar Bogo, Julio Cortázar, Eduardo Galeano, Aleida Guevara y Nicolás Guillén. «Para homenajear la memoria del Che» -dice la presentación– «es preciso seguir sus pasos, buscando cada día ser mejor en el trabajo, la práctica militante, los estudios y la convivencia con los compañeros».
En la programación de la semana, el día 3 se dedica a reuniones en los núcleos de familia, para conocer el contenido del folleto, y en las escuelas del MST, donde los niños escriben y pintan aspectos de la vida del Che. El día 4, trabajo colectivo en cada comunidad, iniciado con una mística sobre el tema de la solidaridad y el himno del MST. Los niños plantan árboles. El 5, limpiar y embellecer los asentamientos; en las escuelas, tratar el tema de la belleza. El 6, trabajo voluntario externo, en plazas públicas, limpieza de ciudades, donar sangre y alimentos, visitar creches y asilos. Los niños visitarán escuelas de las ciudades y compartirán sus experiencias. El 7, plantar el máximo posible de árboles, para defender la naturaleza y la vida; los niños, canteros de flores. El 8, estudio y reflexión sobre el Che en cada asentamiento, charlas y recuerdo de su último combate, ver videos y filmes para conocer y asimilar las virtudes del Che. Los niños pueden asistir y debatir. El día 9, jornada socialista, por brigadas. Poner un busto del Che en la plaza de cada asentamiento, o frente a la escuela, o que un pintor o pintora dibujen el rostro del Che sobre concreto, o al menos escribir sobre el concreto una frase que lo recuerde. En el lugar, un cantero de flores perenne, mantenido con trabajo voluntario de todos, y la bandera del MST. Se hará la ceremonia en todo Brasil, a la 1pm, la hora en que cayó el Che. En cada campamento se hará lo mismo, pero se preverá, al hacer el monumento, que puede cambiar de lugar cuando se constituya el asentamiento.
Escojo algunas frases de las sugerencias a los miembros del MST, que nos ilustran acerca de esta organización. «Ante todo, el trabajo voluntario es un valor socialista… su contribución mayor es mejorarnos, porque hace una revolución dentro de nosotros». «Para no errar, lo mejor siempre es sentarse y planear. ¡Octubre es la referencia del mes, pero no podemos ser voluntarios sólo una vez!». La jornada socialista es «para recordar todo lo que ya hemos hecho y lo que falta hacer para emancipar al ser humano (…) la reflexión colectiva nos lleva a pensar en nuestra lucha y en la lucha de otros pueblos (…) eliminar de la convivencia los aspectos menores que nos alejan a unos de otros (…) pensar la sociedad que queremos y por un instante imaginarla y construirla (…) y también porque el socialismo es nuestra esperanza.»
Las jornadas socialistas y de solidaridad pueden hacerse varias veces al año, en días de conmemoración o en cursos del MST. ¿Cómo hacerlas? En el folleto se sugiere, con claridad, organización y muchos detalles, cómo llevarlas a cabo. Todo estará allí: la mística y las comidas -«que nadie sienta hambre»–; las charlas, la música, la poesía, el teatro y los filmes, dedicados al socialismo; los símbolos del trayecto de luchas, el recuerdo de los mártires, muchas flores, los instrumentos de trabajo, que irán al museo del asentamiento. Y también plantar árboles en el bosque de la solidaridad y del socialismo, diversiones y deportes en colectivo -«el socialismo es una sociedad alegre»–, distribución de semillas que cada quien traerá, cierre, evaluación y sugerencias para las próximas jornadas, cantar el himno y despedirse.
Ya viene el Che. Lo traen los que luchan y sueñan, los que viven la felicidad de combatir, los que están guiados por grandes sentimientos de amor. Los que no se conforman ni se rinden, los creadores que no esperan a que llegue una época favorable para cambiarse a sí mismos, para cambiar su entorno y para luchar por cambiarlo todo, derribar todas las opresiones del capitalismo y todas las dominaciones de unas personas sobre otras. Los que cada vez en mayor número, y más decididamente, son como el Che.
1 Brasil de Fato núm. 134, Sao Paulo, 22/28 setembro 2005, p. 6.