Emitida en Radio Guiniguda (Canarias) fm 105.9 en enero de 2007
Catherine: Heinz, hay mucha expectativa respecto a lo que está sucediendo en Venezuela y en el conjunto de América Latina; Chávez comienza su nuevo período presidencial con una carga de profundidad, de avance en el desarrollo de líneas ideológicas más fuertes producto del trabajo que se ha venido realizando hasta ahora y producto de las condiciones locales y regionales que se están dando en este momento. En ese marco comienza a hablarse cada vez con mayor intensidad del socialismo del siglo XXI, sin embargo parece un concepto que a veces se nos queda un tanto etéreo. Siendo tú, desde hace ya 10 años uno de los artífices de tal concepto, nos gustaría que nos explicaras en qué consiste este proyecto.
Heinz Dieterich: Mucha gente se da cuenta que el sistema de la economía de mercado y del parlamentarismo burgués no resuelve los grandes problemas de la humanidad. Una sociedad es un vehículo que de debe llevar a un estado de bienestar aceptable y a una existencia con sentido de vida. Si el vehículo no lo hace, si te falla constantemente, tú empiezas a pensar en sustituirlo. Necesitas otro vehículo para llegar al futuro, es decir, un nuevo proyecto histórico más allá de la sociedad pos-capitalista. El socialismo del siglo XXI es un nombre para ese nuevo vehículo de la humanidad del futuro, otro nombre es la democracia participativa o directa. Todos esos términos expresan dos anhelos de la humanidad: justicia social y democracia real de los ciudadanos. Estos son las dos banderas del socialismo del siglo XXI.
¿Por qué se está hablando de socialismo del siglo XXI en Venezuela?
Lo que hemos vivido en el pasado es parte del pasado y, en muchos aspectos, no sirve para el futuro. El socialismo del siglo XX en la Unión Soviética y en la Alemania socialista nos dan pautas de lo que se puede hacer y lo que no se debe hacer, pero hoy no tendrían éxito en generar un movimiento de masas con un partido único, etcétera. Esa vía está agotada. Y lo mismo vale para la socialdemocracia. Recuerda que el movimiento obrero se dividió hace un siglo en dos grandes corrientes: la de los bolcheviques de Lenin y la de la socialdemocracia. Me parece que ambos caminos se han agotado.
Para el Socialismo del siglo XXI necesitamos algo que se nutra de las experiencias positivas del pasado, pero que sea diferente de la socialdemocracia actual y del socialismo histórico. En la época contemporánea la alternativa se reduce a un capitalismo del siglo XXI o un socialismo del siglo XXI. El capitalismo ha terminado, a mi juicio, su ciclo de vida productivo (en el sentido de Marx), lo que le impide resolver las cosas. El socialismo del siglo XXI es, por lo tanto, el único proyecto histórico que tenemos a nuestra disposición para resolver de manera pacífica y razonable los grandes problemas de la transición postcapitalista, que Einstein calificaba en su famoso ensayo de 1949, «Why socialism», de «extremadamente complejos».
En ese sentido, ¿qué condiciones se están dando en América Latina para que estemos hablando de Socialismo del siglo XXI con tanta intensidad? ¿qué condiciones han de darse para que este modelo social germine?
En América Latina se juntan cinco condiciones: 1. un modelo económico capitalista fracasado, el neoliberalismo, y una amplia miseria socio-económica; 2. la voluntad política de llegar a una sociedad postcapitalista, principalmente en Hugo Chávez; 3. una larga tradición de lucha; 4. un ascenso en la lucha de masas, y, 5. una amplia divulgación de la nueva teoría socialista.
El director del FMI, Rodrigo Rato, dijo recientemente que los nuevos gobiernos de izquierda en América Latina son el resultado del desastre económico del neoliberalismo. Este factor existe también en África, pero África está tan destruido por el imperialismo, que es extraordinariamente difícil generar una resistencia continental con un proyecto postcapitalista. La última esperanza, África del Sur, se ha esfumado.
En el mundo árabe, el imperialismo estadounidense-europeo y el sionismo han logrado exitosamente destruir a los Estados seculares, las ideas panarábicas y a los conceptos socialistas, sustituyéndolos por la guerra fratricida y la teocratización integrista. A propósito, en América Latina, la teocratización clerical fascista está progresando también, con los mismos fines.
En el Primer Mundo las mayorías siguen con alto nivel de vida y en Asia imperan dos grandes coyunturas económicas, China e India, que estabilizan los modelos existentes. En una perspectiva comparativa, América Latina ofrece las mejores condiciones objetivas y subjetivas para avanzar el nuevo proyecto. Es la región del mundo donde más esperanza se está gestando para un futuro diferente.
La divulgación de la teoría es otro factor. La mayor divulgación del socialismo del siglo XXI se ha logrado en América Latina, particularmente, por la adaptación de este Nuevo Proyecto Histórico por parte de Hugo Chávez. Europa empieza a moverse lentamente también en este sentido. La vanguardia de este debate es, hoy día, Alemania, no solo por su enorme tradición teórica, sino porque la discusión está vinculada a la formación del nuevo Partido de Izquierda que tiene alrededor del nueve por ciento de votos. Escocia, por el gran trabajo de Paul Cockshott y Allin Cottrell, sigue a Alemania y lentamente están despertando algunos intelectuales en España.
¿Puedes profundizar un poco más sobre América Latina?
Tenemos grandes tradiciones en América Latina, iguales que en Europa, Europa ha aportado la ilustración, la revolución francesa, el marxismo, etc., pero América Latina ha tenido la teología de la liberación, al Che, ha tenido a Cuba, etcétera, es decir, tiene una gran reserva de visión teórica, estratégica, que ha desparecido en Europa por razones fácilmente explicables. Aparece en América Latina otro elemento: la primera gran reacción a escala sub-continental contra el neoliberalismo se da en América Latina. Se manifiestan en las luchas de las mayorías que obligan a ciertos presidentes neoliberales, como Fernando de la Rúa en Argentina, Carlos Andrés Pérez en Venezuela, y Yamil Mahuad en Ecuador, a renunciar e irse corriendo. Cuando esos movimientos de masas se encauzan con líderes de probada honestidad, en los cuales la gente tiene confianza, organizan sus energías hacia la vía electoral y ganan gobiernos y Estados que se vuelven más progresistas.
Hay una serie de factores casi insólitos en América Latina, pero dos son muy importantes: el ascenso de la lucha de clases, de la lucha indígena, campesina y urbana, y la aparición de líderes honestos, líderes de muy diferente trasfondo. Chávez es un militar profesional, un teniente coronel, Evo Morales es un pequeño campesino de un cultivo satanizado por occidente, la hoja de coca. Rafael Correa es un economista profesional. Kirchner es un político peronista profesional. Lula es un trabajador metalúrgico cristiano. Pero, independientemente de su procedencia es gente que se manifiesta por un proyecto de transformación, moderado en algunas cosas, más profundo en Venezuela con el Socialismo, y que tiene una base social y concuerda entonces en la integración de la Patria Grande, es decir, en la formación del Bloque Regional de Poder (BRP) y en el estado regional. Concuerdan en varios elementos, por ejemplo, recuperar el bienestar de la gente con el desarrollismo dentro de la economía de mercado y dentro del estado burgués, pero al mismo tiempo, aparece un componente que amenaza con trascender el capitalismo actual: el Socialismo del siglo XXI.
Has hablado del Bloque Regional de Poder, refiriéndote a los gobernantes de las naciones más progresistas en este momento en América Latina, y nos queda conocer en qué consiste y cómo se compone el Bloque Regional de Poder Popular (BPPP) que suponemos está más centrado en los movimientos sociales de base.
Sí, sin duda. Cuando hablo del Bloque Regional de Poder me refiero a lo que Bolívar llamaba la Patria Grande, es decir, la integración a nivel de los Estados. Esto está avanzando relativamente bien. Lo que estaba muy atrasado era la integración efectiva de los movimientos sociales. Por eso formamos en octubre del 2006 el Bloque Regional de Poder Popular, en el Primer Encuentro de Pueblos y Estados por la Liberación de la Patria Grande, en Sucre, en la vieja capital política Chuquisaca (así se llamaba en la colonia), de Bolivia.
¿Por qué lo hicimos? Hay dos razones principales. Una tesis central mía desde hace años es, que los gobiernos bolivarianos solos no le van a ganar la batalla a la oligarquía latinoamericana y al imperialismo europeo-estadounidense, y que los movimientos sociales de América Latina solos tampoco van a poder derrotar a ese enemigo. Para neutralizar a la alianza estratégica entre oligarquías e imperialismos necesitamos una segunda alianza estratégica: la de nuestros gobiernos progresistas con nuestros movimientos populares. Esta a mi juicio es la única fuerza que puede parar la subversión de los gringos, de los europeos y de las oligarquías.
¿Cuál fue la segunda razón?
Hacia agosto del 2006, altas esferas del gobierno boliviano expresaron la necesidad de construir una red internacional de apoyo a la Revolución Boliviana, porque ya se preveía la subversión de la oligarquía, que de hecho había organizado para el once de octubre un golpe de Estado. Reunimos rápidamente una serie de auténticos líderes sociales e intelectuales de la Patria Grande en La Paz y decidimos organizar un gran congreso en octubre. A petición de los compañeros bolivianos se planeó para Sucre, pese a las enormes dificultades logísticas que esto implicaba. Hicimos una especie de milagro logístico porque en apenas unas cinco semanas organizamos un gran encuentro de tres días con unos 4.000 invitados bolivianos y unos 800 invitados latinoamericanos. Y allá, en el Coliseo de Sucre, bajo la consigna «Primer Encuentro de Gobiernos y Estados Progresistas por la Liberación de la Patria Grande», se constituyó el Bloque Regional de Poder Popular (BRPP). Es la concreción de la idea, de que los dos sujetos colectivos, los movimientos sociales en bloque y los gobiernos bolivarianos, junten fuerzas en una alianza estratégica capaz de derrotar a las oligarquías y a los imperialismos.
¿Hay una diferencia entre el BRPP y los Foros Mundiales?
Sí, hay varias. Muchos de los foros sociales regionales y mundiales son de otra naturaleza. La mayoría son sectoriales, por ejemplo, las organizaciones indígenas, las organizaciones campesinas, las confederaciones sindicales, los intelectuales, las feministas, los economistas, etcétera. El BRPP no tiene esa estructura. Otra diferencia es que la mayoría de esos Foros es hegemonizada por corrientes ideológicas del liberalismo, de la socialdemocracia y del cristianismo moderado, lo que dificulta enormemente la evolución de posiciones de vanguardia. Su economía política, que se caracteriza por los financiamientos que vienen de algunos Estados latinoamericanos y europeos, de las grandes iglesias y ONG´s europeas y de algunas empresas transnacionales, los empuja en la misma dirección que su software ideológico.
Algunos rechazan querer ser políticos, como el Foro Social Mundial (FSM), lo que es obviamente ridículo; como si fuera posible ser apolítico en una sociedad de clases. Cumplen un papel de conducción y niegan hipócritamente que lo tienen, tanto el FSM como el Subcomandante Marcos y otros institutos de este tipo. Se niegan a discutir el papel de la vanguardia, que es imprescindible en todo proceso de liberación, coqueteando con una humildad que no es más que fachada. En fin, son mercados ideológicos controlados por oligarquías que pregonan la habitual ideología del libre mercado. Finalmente, algunos foros son intelectuales orgánicos colectivos de los Estados, burgueses o no, que discuten los temas en las formas y tiempos que sus Estados patrocinadores definen. Es decir, les falta independencia genuina.
El BRPP reconoce abiertamente su naturaleza política y reflexiona sobre el papel necesario de una vanguardia colectiva para la destrucción de la Doctrina Monroe y la construcción de una Patria Grande. Además, abrazo abiertamente el Nuevo Proyecto Histórico del Socialismo del Siglo XXI. De la misma manera, se asume como un ente republicano con conciencia republicana frente a los gobiernos. El BRPP no contempla un trato asistencial de parte de los gobiernos. La supervivencia de los gobiernos depende de las mayorías, y la supervivencia de los movimientos depende del apoyo de los gobiernos. Ergo, somos entes iguales. Y si somos iguales, tiene que mostrarse en la praxis.
De ahí nació una gran demanda en Chuquisaca; la de plantear una discusión pública por televisión con los presidentes de la integración latinoamericana para discutir cuatro puntos con ellos, a saber: 1. que expliquen en un debate televisivo por qué siguen pagando la deuda externa; 2. hasta cuándo van a tolerar bases militares de los gringos en América Latina; 3. cuándo van a presentar un megaproyecto de reindustrialización y salvación del campo de América Latina, y, 4. cuándo van a presentar un plan de unidad civico-militar latinoamericana. Es decir, ese gran encuentro no terminó con un catálogo de innumerables demandas, sino con una demanda central: reconozcan ustedes, gobernantes, que somos iguales los movimientos y que tenemos el derecho de dialogar públicamente con ustedes sobre aspectos centrales de su política que atañen nuestra vida.
Este primer debate televisivo efectivamente se hizo, ¿cómo valoran ustedes el resultado?
Es un primer paso de aprendizaje mutuo, y ahí tenemos que agradecer primero al presidente Evo Morales y al vicepresidente Álvaro García Linera, quienes en su agitada agenda encontraron un momento para este debate, que se dio en la cumbre de los presidentes sudamericanos en Cochabamba, el 9 y 10 de diciembre.
Por cierto, esa cumbre de Presidentes de Cochabamba tuvo unos planteamientos bastante diferentes respecto a todo lo que estamos comentando.
Sí, la cumbre de Cochabamba era esencialmente un evento protocolario. Solo Daniel Ortega y Hugo Chávez fueron con Evo al gran evento de las cuatro de la tarde en el estadio de Cochabamba, pero los demás presidentes no tenían tiempo o no le dieron la importancia. La gran idea de Evo de hacer confluir y hacer visible esa cercanía de la razón del Estado, de los presidentes, y del poder popular, de los movimientos en ese estadio, finalmente no se cumplió.
En cambio, el debate televisivo del que veníamos hablando fue fructífero, con la participación de Evo Morales y Álvaro García Linera
Sí, eso fue muy interesante porque habíamos pensado en los cuatro puntos que anteriormente referíamos. Pero en un buen debate preparatorio que tuvo el Bloque Regional de Poder Popular en La Paz, apareció la idea de discutir con los presidentes la cuestión de los apoyos materiales, porque un compañero decía: «Hay algo que es paradójico en la política latinoamericana. Mientras los gringos financian abiertamente con millones de dólares a la subversión en Venezuela; mientras la oligarquía y la embajada gringa apoyan a los grupos que quieren tumbar el gobierno legítimo de Evo Morales, los gobiernos de la integración no le apoyan en nada materialmente a sus movimientos. Un purismo realmente inconcebible. Si eres el gobierno legal y legítimo y los gringos financian con millones de dólares a la subversión, entonces lo más lógico es que el gobierno apoye con diferentes tipos de ayuda a los movimientos sociales que lo sostienen.
Porque en Argentina, en Paraguay, en Perú, muchas veces los campesinos no se pueden reunir porque no hay cien dólares para rentar un autobús. Esto es absurdo. Es absurdo, que nuestra base social, que da la cara por los gobiernos, que llena los estadios, que va a las manifestaciones, que arriesga la vida durante los golpes de Estado, como en Venezuela, es absolutamente absurdo que los gobiernos no financien en parte esos movimientos que son el único pilar real que tienen, mientras la derecha sí lo hace descaradamente con sus columnas subversivas. En este debate en La Paz se planteaba si este tipo de medidas iba a fomentar el clientelismo, pero la mayoría de los compañeros presentes estaba a favor de agregar el punto a los cuatro acordados en Sucre.
De tal manera que en la discusión televisiva con Evo y Álvaro debatimos este punto. Ambos mostraron su preocupación por el peligro del clientelismo. Pero, a mi juicio, ese peligro siempre existe, en cualquier medida de bienestar del Estado. Para contrarrestarlo hay que reforzar la ética, la justicia y la conciencia teórica.
Pero, Catherine, te voy a decir otra cosa. En los últimos treinta años ni un solo movimiento social o partido político progresista ha llegado al gobierno en América Latina, sin apoyo de otros gobiernos o del empresariado. Esos apoyos venían del Bloque Soviético, de Asia, y del mundo árabe, entre otros. Era correcto hacerlo. Washington y las oligarquías financiaban, a su vez, a los golpistas, los contras, los saboteadores, los dictadores militares, y los sicarios. Arabia Saudita, Corea del Sur, Paquistán, Taiwán, etc., fueron las fuentes, entre otras. Tenemos que ser realistas. Se pueden tener diferentes criterios sobre esto, pero no podemos caer en una actitud de falso purismo y dejar de apoyar teóricamente, éticamente y materialmente a los movimientos que dan la vida por el gobierno, mientras la derecha lo hace descaradamente.
Había otro punto que era la deuda externa y le preguntábamos, por ejemplo, a Evo por qué se sigue pagando El dijo, entre otras cosas, que hay al menos tres posiciones diferentes entre los presidentes, y por eso es muy difícil organizarlos en una posición común. Y así estuvimos debatiendo durante ochenta minutos, y esto fue el gran primer paso adelante porque Álvaro y Evo se prestaron a ese debate público. Creo que se genera un precedente, cuando un presidente y un vicepresidente reconocen que los movimientos sociales tienen un derecho de públicamente presentar sus preguntas sobre su praxis política.
Si pensamos en el respaldo también desde el punto de vista material a los movimientos sociales, es preciso tener en cuenta de dónde provienen los recursos, y en ese sentido, la soberanía económica de los Estados es clave. En ese marco de la soberanía sobre los recursos nacionales, recientemente se ha hablado de la nacionalización de las industrias y empresas básicas en Venezuela: CANTV, gas, incluso Banco Central, ¿cuál es tu opinión al respecto?
Creo que se trata de una modernización o «efientización» del Estado y de la economía venezolana. Sabemos que el Estado estaba pésimo, que la burocracia, además de ser políticamente reaccionaria y sabotear el gobierno del Presidente, era absolutamente ineficiente porque esa era la cultura política que había creado el bipartidismo anterior. Las nacionalizaciones no son socialismo, pero tienen un lugar racional dentro de una economía de mercado, cuando tienen efectos desarrollistas, de financiamiento del Estado de bienestar y de seguridad nacional.
¿Qué papel juega América Latina en este momento en el marco de las relaciones internacionales?
Bueno, yo creo que lo que estamos viendo, y lo que se llama la creación de una estructura multipolar del sistema mundial que Hugo Chávez ha propuesto hace cinco años, va a tener profundas repercusiones en el primer mundo, en el tercero también, pero en el primer mundo más, por lo siguiente. La política de los partidos de centro-izquierda o de la socialdemocracia en Europa se basan en el Estado de bienestar social. Esta política solo es posible, mientras la riqueza mundial esté concentrado en un casi 90% en el Primer Mundo.
Eso va a cambiar porque China y la India, y si América Latina se une, también, conquistarán su parte del plusproducto mundial y no hay manera de impedirlo. Es decir, casi la mitad de la humanidad va a requerir su parte de la riqueza mundial y la materia prima, y alguien tiene que ceder esto. Es decir, el nivel de vida de Europa no va a poder mantenerse, por lo tanto, estos partidos de social-democracia no pueden seguir con su programa político por mucho tiempo más. Solo tienen dos caminos abiertos: el capitalismo neoliberal fascista o el Socialismo del siglo XXI.
De ahí que la multipolaridad del sistema mundial generará un cambio total en las formas y calidades de vida en el primer y en el tercer mundo. Es un fenómeno que como un gran sismo va a mover todo lo que existe hoy día.