«La forma de propiedad en los medios de producción no tiene mayor importancia para la realización del principio de equivalencia para una primera fase en la transición hacia la economía equivalente. Sin embargo, en la medida en que la economía equivalente venza la economía de mercado, desaparecerá la ganancia y la propiedad privada de los […]
«La forma de propiedad en los medios de producción no tiene mayor importancia para la realización del principio de equivalencia para una primera fase en la transición hacia la economía equivalente. Sin embargo, en la medida en que la economía equivalente venza la economía de mercado, desaparecerá la ganancia y la propiedad privada de los medios de producción perderá su base, se eliminará por sí sola».
Entrevista a Arno Peters. Recogida en «El socialismo del S. XXI. Heinz Dieterich Estefan» (1)
Recientemente, el profesor alemán Heinz Dieterich se congratulaba por la decisión del Comité Central del Partido Comunista de Cuba de incluir entre las prioridades de investigación social de este país la teoría de «El socialismo del S. XXI», de la que él mismo es autor. En un polémico artículo, Dieterich se quejaba también de que, hasta el momento, su obra no hubiese sido publicada en la isla caribeña y aventuraba que esto podía deberse a una conjunción de «dogmatismo» y falta de valor para impulsar una «renovación creadora» por parte de la «vanguardia intelectual» de este país. Sus palabras provocaron la respuesta de dos de sus colegas cubanos, Darío L. Machado Rodríguez y Felipe de J. Pérez Cruz, que se sintieron directamente aludidos. El primero de ellos -ex Director del Centro de Estudios sobre América- sugirió, además, ciertas críticas a los planteamientos del profesor germano, que le contestó a su vez con una dura contrarréplica. El segundo, afirmó categóricamente que Dieterich había dado «una falsa noticia a los lectores de Rebelión». (2)
En cualquier caso, y más allá de las formas concretas que haya adoptado, la polémica suscitada se refiere a problemas y conceptos de la mayor importancia sobre los que merece la pena reflexionar. Por evidentes limitaciones de espacio no resultaría factible intentar analizar aquí, sistemáticamente, la obra «El socialismo del S. XXI». Nuestra intención es, tan solo, la de exponer brevemente algunos de los planteamientos contenidos en dicho libro, que podrían ayudar a comprender las razones del desencuentro entre su autor y los científicos sociales cubanos.
Además de leer con la debida atención sus numerosos trabajos, tuvimos la oportunidad de escuchar al Sr. Heinz Dieterich – hace unos pocos años – durante la visita que realizó a la isla de Gran Canaria. El profesor llegaba al Archipiélago investido por la aureola de ser uno de los intelectuales que -supuestamente- más influía en el presidente venezolano Hugo Chávez. El propio Dieterich no desaprovechó la oportunidad para referirse, durante el curso de un seminario que impartió en Las Palmas de GC., a sus relaciones con «Hugo» y también con el presidente cubano Fidel Castro. Quizá como consecuencia de esas presuntas intimidades políticas, caló -entre la mayoría de los asistentes al curso- la convicción acrítica de que éste debía ejercer una extraña suerte de dominio sobre las claves del «entendimiento universal». El peso de la secular creencia de que «doctores tiene la Iglesia, cuyas razones difícil es alcanzar», se impuso una vez más, como si nada se hubiese aprendido de la dramática experiencia que sufrimos el pasado siglo XX. Sucumbía así aquella rotunda máxima, «omnibus dubitandum» – hay que dudar de todo-, tan apreciada por Karl Marx.
Por su parte, Heinz Dieterich dejó pronto bien claro que no se había desplazado hasta este perdido rincón del atlántico para aceptar que se cuestionase su nueva «teoría científica», sino para continuar una labor de apostolado allende los mares. Con el formato de la «clase magistral», el profesor alemán expuso los fundamentos de esta teoría y realizó arriesgados augurios sobre el futuro inmediato de Latinoamérica, que el curso de los acontecimientos no tardaría en refutar. En medio de un auditorio proclive al amén y el asentimiento, los pocos asistentes que se atrevieron a poner en duda sus palabras se enfrentaron a una actitud que osciló – según el humor del ponente – entre el desdén y la amonestación. No faltó, siquiera, el intento de descalificación personal, cuando éste trató de desarmar a los discrepantes, insinuando que podían ser «dogmáticos trotskistas», «afines» al sociólogo estadounidense James Petras.
Ya en aquella ocasión, Heinz Dieterich auguró un incierto futuro para la revolución cubana, si sus dirigentes no eran capaces de adoptar las estrategias globales y los métodos por él defendidos. Por ello, y teniendo en cuenta la peculiar manera de concebir el «debate» del profesor alemán, puede entenderse el desagrado con el que Darío L. Machado Rodríguez afirma -en su réplica a Dieterich- que según el profesor de la UNAM no habría que discutir sobre el socialismo, sino sobre lo que «él denomina socialismo del siglo XXI» . (3)
Para Heinz Dieterich, el empeño por circunscribir la discusión al marco de su obra se encontraría plenamente justificado por el carácter auténticamente revolucionario de sus aportaciones. Porque, tal y como puede leerse en su libro, éstas no se limitarían a ser una ampliación, mejora o revisión del anterior conocimiento social de inspiración revolucionaria, capaz de adaptarlo a las características y necesidades del recién estrenado siglo. Este tipo de enriquecimiento, en el marco de lo que el profesor alemán llama «socialismo teórico clásico», es el que habrían realizado «Vladimir I. Lenin, Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci y otros próceres». Aunque ninguno de ellos fuese capaz de «proporcionar a la teoría del socialismo revolucionario nuevas fuerzas teóricas… comparables a las de los nuevos paradigmas de la física o la biología». (4) Como consecuencia de este estancamiento del socialismo teórico clásico iniciado por Marx y Engels – y siempre según el Sr. Dieterich – cualquier intento de emancipación social ensayado hasta el momento estaba condenado previa e irremediablemente al fracaso.
Sólo partiendo de esta creencia, puede entenderse la importancia conferida por Heinz Dieterich a «la teoría científica del socialismo del siglo XXI». Para él, ésta sería al viejo «socialismo teórico clásico», lo que la teoría de la relatividad, la física cuántica y la teoría de los quarks a la física clásica de Isaac Newton. (5) Nos encontraríamos, por tanto, ante un nuevo paradigma teórico contemporáneo, superador (6) de toda la teoría social elaborada hasta nuestros días para contribuir a la transformación radical de la sociedad. Únicamente con la aparición de este nuevo paradigma desarrollado por el profesor germano, y otros autores como Arno Peters, habría logrado la humanidad – en su opinión- la teoría imprescindible para construir el socialismo. Por su parte, el libro «El socialismo del S. XXI» tendría «la función política» – como «documento constitutivo del Nuevo Proyecto Histórico»- «de dar a conocer a las diferentes clases y actores sociales la nueva concepción del mundo; en este caso la concepción de la sociedad global postburguesa». (7)
La promesa no es pequeña, desde luego, y si resultara cierta Heinz Dieterich tendría razones para perder la paciencia con quienes – según sus propias palabras – estarían adoptando «la posición de los obispos católicos ante la nueva cosmovisión de Galileo Galileí: negar lo obvio e innegable» (8). Su intento de fundamentar tan ambiciosa pretensión, empero, difícilmente podrá satisfacer al lector crítico familiarizado con el funcionamiento de las instituciones y mecanismos que rigen nuestras sociedades.
«Imposibilidad histórica del proyecto», es el significativo título del epígrafe de su obra, en el que Dieterich explica tanto su concepción fatalista sobre la historia pasada, como los «descubrimientos científicos» que configuran su nuevo paradigma. Marx y Engels – recuerda el profesor – «determinaron correctamente, siguiendo a Ricardo, la teoría del valor», según la cual «el valor objetivo del producto» se determina por «la cantidad promedia de trabajo abstracto invertido en la producción de la mercancía».
Pero – continúa aclarando Heinz Dieterich – en tiempos de Marx y Engels no existían «las computadoras ni la matemática avanzada para calcular en la práctica el valor de un producto…Es por eso, que todas las economías de los países socialistas se han basado en cálculos de unidades monetarias… y esa incapacidad objetiva de fundamentar la economía de la nueva sociedad sobre una base cualitativamente diferente a la de la economía nacional de mercado hizo imposible el salto cuántico del sistema y permitió la involución de la Unión Soviética…». (9)
El estrecho determinismo cientificista (10) del profesor Dieterich, que le conduce a afirmar que todo esfuerzo por construir el socialismo en el pasado estaba indefectiblemente destinado a naufragar, porque el insuficiente desarrollo de la técnica impedía objetivamente ese «salto cuántico», impregna también su Nuevo Proyecto Histórico:
«Apenas hoy, el problema matemático operativo (del cálculo del valor-trabajo) se resuelve a través del genio de Arno Peters que tendrá el mérito histórico-científico de haber aportado el eslabón faltante en la cadena de evolución hacia la sociedad sin clases». (11)
Arno Peters habría manifestado su genio – según Dieterich – desarrollando una matriz para medir el valor-trabajo objetivo de cualquier producto. Gracias a su aportación, y a la de otros como el propio Heinz Dieterich, Paul Cockshott o Allin Cottrell, la economía de mercado podría ahora sustituirse progresivamente por una «economía de equivalencias», en la que el salario equivaldrá, exactamente, al tiempo de trabajo invertido. Nada se podría objetar a semejante avance científico, que haría factible técnicamente el viejo lema «a cada cual según su trabajo», si no fuera por el carácter utópico del proyecto político con el que Dieterich confía en que esta economía llegue a imponerse definitivamente.
Para Heinz Dieterich, como para Arno Peters, la transición hacia la «economía de equivalencias» -hacia el Socialismo del S. XXI- podría realizarse sin ningún problema respetando la propiedad privada de los medios de producción. Sobre la opinión del segundo resulta suficientemente expresiva la cita con la que encabezamos el presente artículo: «En la medida en que la economía equivalente venza la economía de mercado, desaparecerá la ganancia y la propiedad privada de los medios de producción perderá su base, se eliminará por sí sola» (12). Esto y no otra cosa defiende también Heinz Dieterich quien, reforzando en su libro las afirmaciones de Peters, propone el «intercambio equivalente» como vía alternativa a la «estatización de los medios de producción, propia del «socialismo histórico». (13)
Resulta comprensible, pues, que dentro de su «programa de transición latinoamericana al nuevo socialismo», Dieterich conceda un papel fundamental al desarrollo de grandes Transnacionales en la región, sin problematizar el hecho de que fortalecer a estos poderes económicos no redundaría, precisamente, en favor de un proyecto que pretende construir una sociedad de libres e iguales. Durante su mencionada estancia en Gran Canaria, Heinz Dieterich respondió a las objeciones que pudimos realizarle a este respecto, asegurando que una vez instaurada la «economía de equivalencias» el propietario de una fábrica debería contentarse con recibir su correspondiente salario como gestor de la misma. Desconocemos – ya que ningún esfuerzo por nuestra parte logró obtener mayores explicaciones – si la previsible resistencia del patrón a renunciar a «sus» ganancias, podría resolverse esgrimiendo ante él la «matriz de Peters», y apelando con firmeza a su racionalidad científica.
No es nuestra intención mostrar aquí las evidentes coincidencias que existen entre las ilusiones que subyacen al Proyecto publicitado por Heinz Dieterich, y las que alentaron en el pasado «compromisos históricos» «eurocomunismos» o «vías pacíficas al socialismo». Y, menos aún, aventurar juicios de valor sobre la convicción con la que el profesor alemán defiende su teoría sobre la construcción de un socialismo que, más que «creación heroica», cotidiana y siempre incierta, parece poder inferirse con exactitud formal de descubrimientos científicos y cálculos matemáticos.
Sí nos interesa subrayar, en cualquier caso, que un verdadero debate sobre los procesos políticos en curso en Latinoamérica, sobre lo que fue el llamado «socialismo real», o sobre una hipotética sociedad emancipada, debería establecerse siempre con la suficiente modestia como para aceptar que las contribuciones propias puedan ser cuestionadas -o rechazadas – por algún contradictor. Y ello, sin que semejante ‘osadía’ deba conducirle, inexorablemente, a caer en desgracia «aislándose del torrente mundial». (14)
Defendemos, en suma, el derecho a «dudar de todo», siempre que esta actitud se vea acompañada por un esfuerzo constante de formación y estudio. Y a dudar, sobre todas las cosas, de supuestas respuestas «obvias e innegables» a los grandes problemas que afronta la humanidad. Respuestas que podrían satisfacer nuestra necesidad de sentirnos seguros sólo al impagable precio del autoengaño. Porque la verdad, con minúscula, sigue siendo revolucionaria, aunque nunca acabemos de alcanzarla. Notas y referencias bibliográficas:
(1) «El Socialismo del Siglo XXI». Heinz Dieterich Steffan. Sobre la economía planificada de equivalencias. Pág. 43
(2) Felipe de J. Pérez Cruz afirma en su respuesta a Heinz Dieterich («Donde la falsa noticia no es lo peor: A propósito de Dieterich»), que es falso que «el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) decidiera que entre las prioridades de investigación en las Ciencias Sociales y Humanidades para el periodo 2007/2010 se integrara el «Socialismo del Siglo XXI». Pérez Cruz sugiere, además, tres posibles lecturas de «esta pifia informativa»: «La fuente de información que Dieterich tiene sobre Cuba lo engaña. El interés por demostrar sus aseveraciones sobre el proceso revolucionario cubano, ya se está convirtiendo para esta persona en una vocación enfermiza. O Dieterich concientemente miente y tergiversa la realidad cubana».
(3) «En respuesta a Heinz Dieterich». Darío L. Machado Rodríguez. Rebelión
(4) «El Socialismo del Siglo XXI». Heinz Dieterich Steffan. Estancamiento histórico del proyecto. Pág. 38
(5) Ibídem. Pág 39. En un ilustrativo cuadro, el profesor Heinz Dieterich especifica esta analogía, situando a los autores de la «teoría del Socialismo del S. XXI» a la misma altura que Einstein, Plank o Heisenber en el terreno de la Física; o Crick y Watson – descubridores de la estructura del ADN – en el campo de la Biología.
(6) En el sentido dialéctico de superar conservando.
(7) «El Socialismo del Siglo XXI». Heinz Dieterich Steffan. 3.1. Los proyectos históricos: motor de la historia. Pág. 33
(8) «El Partido Comunista de Cuba aprueba investigación sobre el Socialismo del Siglo XXI». Heinz Dieterich. Rebelión
(9) «El Socialismo del Siglo XXI». Heinz Dieterich Steffan. 3.3. Imposibilidad histórica del proyecto. Pág. 36.
(10) La obra «El socialismo del S.XXI» reproduce – de manera especialmente ingenua – la vieja creencia de que el desarrollo científico-técnico, por sí sólo, podrá resolver todos los problemas y contradicciones de nuestra sociedad. Utilizamos el término ‘cientificismo’ para referirnos a esta fe en la fuerza milagrosa de la ciencia, que trata de convertirla en un nuevo fetiche capaz de proporcionar el mismo tipo de seguridad «espiritual» que las religiones o las grandes construcciones metafísicas. No debe leerse en nuestra alusión, pues, ningún menosprecio irracionalista al conocimiento aportado por las ciencias positivas, en el que debe fundarse cualquier proyecto político que se pretenda revolucionario.
(11) «El Socialismo del Siglo XXI». Heinz Dieterich Steffan. 3.3. Imposibilidad histórica del proyecto. Pág 36.
(12) Ibídem. 4.1. La economía planificada de equivalencias. Pág. 43
(13) Ibídem. Pág. 46 y 47 * No es posible entrar a debatir ahora las diferencias entre «estatización» y «socialización» que no merecen, al parecer, la atención del profesor Dieterich
(14) Según Heinz Dieterich, Cuba tiene sólo dos alternativas: «o se integra al naciente debate mundial sobre el Socialismo del Siglo XXI o se quedará aislada de este torrente mundial, con un alto costo teórico y político para la Revolución». Tan alto, en realidad, que -en su opinión – si «la vanguardia intelectual cubana» no tiene «la capacidad renovadora y el valor de evolucionar del socialismo histórico hacia el Socialismo del Siglo XXI permitirá que el paradigma del pasado liquide a su gran obra revolucionaria». «El Partido Comunista de Cuba aprueba investigación sobre el Socialismo del Siglo XXI». Heinz Dieterich. Rebelión