Traducido para Rebelión por Daniel Escribano
Entre las bondades que tenía la nueva constitución que el presidente Hugo Chávez presentó a los venezolanos, una de las principales era la reducción de las horas de trabajo. El presidente de Venezuela quería reducir por ley la jornada laboral de ocho a seis horas diarias. Como explicó bien Chávez, con la medida los trabajadores tendrían más tiempo para la vida familiar y social, también para cursar estudios; con la reducción de la jornada laboral, además, las empresas necesitarían más trabajadores para mantener la producción y, en consecuencia, se crearían más puestos de trabajo en el país que tiene la tasa de paro más alta. La propuesta, beneficiosa desde la perspectiva de los trabajadores, se quedó en eso, porque en el referéndum la mayoría de votantes votó contra la nueva constitución. Chávez no ha aclarado si mantendrá ese proyecto.
Con la misma explicación se aprobó en Francia, en la época del primer ministro Lionel Jospin, el establecimiento de la semana de 35 horas de trabajo, la medida a que quiere dar fin el presidente actual, Nicolas Sarkozy, como anunció en época electoral y confirmó en la rueda de prensa-show de anteayer. Y como quiera que las medidas económicas que anunció en la campaña y ya ha puesto en marcha no han hecho reactivar la economía francesa, de nuevo nos ha presentado las 35 horas como la madre de todos los males ─y, por tanto, de necesaria eliminación.
Al lema trabajar menos para que trabajen más se le ha impuesto en Francia el lema trabajar más para ganar más. Y, en España, con la propuesta de retrasar cinco años la jubilación de manera voluntaria. No se han atrevido, empero, a decir trabajar más para vivir mejor. Si los franceses dejan que pongan fin así a una inveterada e importante victoria de los trabajadores… Berria, 10 de enero de 2008 * Koldo Aldabe es columnista habitual del diario Berria. [email protected]