El deporte más popular del mundo, que ha sido definido como «religión de laicos» y «opio del pueblo», tiene una historia alternativa poco conocida y deliberadamente omitida, que tiene una faceta que lo vincula a formas organizativas de la clase trabajadora y a manifestaciones de resistencia y rebeldía. He aquí algunas de ellas: Glasgow: fútbol, […]
El deporte más popular del mundo, que ha sido definido como «religión de laicos» y «opio del pueblo», tiene una historia alternativa poco conocida y deliberadamente omitida, que tiene una faceta que lo vincula a formas organizativas de la clase trabajadora y a manifestaciones de resistencia y rebeldía. He aquí algunas de ellas:
Glasgow: fútbol, política y religión
A Glasgow, una de las principales ciudades escocesas, arribó a lo largo del siglo XIX una gran migración de irlandeses católicos que huían de la pobreza. En 1888, la colonia irlandesa en la ciudad funda un equipo de fútbol para recolectar fondos con el fin de financiar obras benéficas para los niños pobres. Es así que nace el Celtic.
Un obispo protestante, para contrarrestar la popularidad que adquiría el nuevo equipo, funda el Rangers, que se proclama con una adscripción religiosa y política. Pronto la rivalidad entre los dos equipos polarizó la ciudad, ya que el Celtic representa a los descendientes de los inmigrantes irlandeses, a los nacionalistas, a los pobres y a los católicos, mientras el Rangers es la escuadra de los protestantes, de los unionistas británicos y de la élite.
A tal nivel llegó la polarización, que la directiva del Rangers determinó como política no contratar jugadores católicos. Esta actitud excluyente favoreció al Celtic, que con una postura pluralista, se hizo en sus filas con los mejores jugadores de la ciudad. A los pocos años, el Rangers debió retractarse de su actitud.
En 1967 fue el mejor momento del Celtic, que conformando un equipo de sólo jugadores nacidos en Glasgow, ganó la liga escocesa, la copa de Glasgow y la copa de Europa, siendo el primer club británico en obtener el más importante título de clubes europeo. Este conjunto se caracterizó por jugar un fútbol ofensivo, creativo y estéticamente atractivo.
Al lograr el título, este conjunto fue bautizado «los leones de Lisboa» por la heroicidad mostrada en la final, disputada en la capital portuguesa frente al Inter de Milán, que practicaba el tradicional esquema ultradefensivo italiano. Los interistas se fueron arriba a los siete minutos de juego con un penalti inexistente. De ahí en adelante los experimentados jugadores italianos defendían a muerte el resultado, pero el Celtic logró empatar a los 18 del segundo tiempo, y consiguió el gol de la victoria apenas a seis minutos del final. Este histórico capítulo perdura en la memoria colectiva de la hinchada católica.
El clásico de Estambul: Europa contra Asia, ricos contra pobres
La histórica capital turca se extiende sobre las costas del estrecho de Bósforo, que divide la ciudad en dos orillas, cada una en un continente distinto. El clásico o derby de Estambul es disputado por los históricos equipos de Galatasaray y Fenarbahce, y es uno de los que más rivalidad despiertan en el mundo del fútbol europeo.
Galatasaray nació y tiene su sede en el lado europeo de Estambul y es el equipo de la aristocracia. Fue fundado en el seno del Liceo Galatasaray, un prestigioso colegio fundado en 1481 donde estudian los hijos de las familias más acaudaladas del país, lo que le da una carga tradicionalista y elitista.
Por su parte, el Fenerbahce nació «en la calle», tiene asiento en la orilla asiática de Estambul y es el equipo de la clase trabajadora y de los humildes. Además tiene un origen particular, pues en 1907, cuando se creó el club, regía una ley que prohibía el fútbol, así que el Fenerbahce nació en la clandestinidad en el distrito del mismo nombre, que en turco quiere decir «faro del jardín» («fener» significa faro y «bahce» jardín).
Ambos equipos están en la misma ciudad, pero están en dos orillas y dos continentes distintos. La rivalidad estalló en 1934, cuando en un partido «amistoso» los jugadores de ambas escuadras se destacaron por la violencia con la que lo disputaron, lo que desencadenó una batalla campal entre las dos hinchadas. Este incidente causó la ruptura de las relaciones entre ambos clubes. Desde ése momento hasta hoy, cuando se enfrentan estos dos equipos, generalmente hay disturbios y desórdenes callejeros. Cuando hay clásico, los hinchas del Fenerbahce reciben a sus rivales con la sentencia: «bienvenidos al infierno«, y el estadio, literalmente, arde.
El futbolista maoísta
En la década de 1970 hubo un futbolista que era seguidor de Mao Tse Tung y la revolución cultural china. Ese jugador era el alemán Paul Breitner, quien como muchos jóvenes de Alemania y el mundo en los setenta, era seguidor de Mao y la Revolución China. Breitner pertenece a la generación de mayo del 68, partidario de Ho Chi Minh, lector del Libro Rojo y admirador del Che Guevara.
Llegó a ser jugador profesional en 1970, jugando de lateral izquierdo. Con apenas 22 años y luciendo el famoso «afro», fue campeón mundial con la selección de la República Federal de Alemania, anotando el gol en la final ante Holanda, la sorprendente naranja mecánica. Pese a esto, no tuvo nunca una buena relación con la selección nacional, llegando a renunciar tres veces.
Breitner pasó a jugar en el medio campo al ser fichado por el Real Madrid, cuya llegada al club merengue era equivalente a la de un marciano. ¡Un maoísta en el club de Franco! Encontrándose allí dio muestra de su rebeldía al dar medio millón de pesetas como donativo a obreros metalúrgicos de la fábrica Standard que se encontraban en huelga. Su oposición al capitalismo, encarnado en los dirigentes del Real Madrid, le valió que el club lo declarara «jugador conflictivo» y cancelara su contrato, regresando a su club de origen: el Bayern de Munich.
Breitner fue campeón de la copa mundo en 1974, subcampeón mundial en 1982, campeón de la copa Europa de naciones y campeón de la copa de Europa de clubes, logrando también varios títulos nacionales. Por su excelente rendimiento futbolístico y su potencia fue calificado como el mejor centrocampista alemán. Se dijo de él que era un futbolista «capaz de pensar y poner en práctica con las piernas lo que concebía con la cabeza«. Todo en 13 intensos años de carrera futbolística, retirándose en 1983 por una lesión. Un año antes, el Partido Comunista Chino había abandonado oficialmente el maoísmo.
La democracia corinthiana
En Brasil, al iniciar la década de 1980, la dictadura militar (1964-1985) perseguía a los movimientos democráticos que pedían «direitas já» (elecciones). Sócrates, el mítico jugador del Corinthians, capitán del club y de la selección nacional, propone un movimiento interno en el equipo para adherir a la campaña política contra la dictadura, y empiezan a jugar con un brazalete amarillo, color que identificaba al movimiento político de oposición.
Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira, que era llamado «El Doctor» por haber estudiado medicina, utiliza su talento con la pelota para crear conciencia y denunciar los problemas sociales de su país. Comenzó promoviendo la lucha contra la pobreza y proponiendo dar techo a los marginados, y terminó siendo un líder carismático del pueblo pidiendo el fin de la dictadura. Se hizo célebre por su barba, su melena y su rebeldía dentro y fuera de la cancha.
En el ámbito deportivo, Corinthians instaura un método de asamblea interna permanente para conseguir un sistema de juego que los llevara al campeonato, luego de veinte años sin conseguir el título. Así mismo, todas las decisiones importantes del club se decidían colectivamente, y todos tenían derecho al voto. Fue la famosa democracia corinthiana, donde el director técnico, Atilson Monteiro Alves, era una especie de secretario de la puesta en marcha del debate colectivo promovido por Sócrates y las demás figuras del club, que se regía al estilo de una cooperativa. No en vano Alves era sociólogo y ex militante universitario. Otro de los jugadores destacados fue Wladimir, por entonces abanderado del Sindicato de Jugadores Paulistas y, aún hoy, militante de izquierda.
«La democracia corinthiana estaba revolucionando el modo de gobernar a los clubes, y además era combustible para las masas que peleaban por derrumbar a la dictadura«, declaró Juca Kfouri, director de la revista deportiva Placar en ésa época, publicación que apoyó las propuestas del Corinthians.
Con su revolucionario método de organización interna y una postura política clara, Corinthians volvió a salir campeón, contra viento y marea, y contribuyó a poner fin a la dictadura, que se derrumbaba poco a poco. La consigna política fue abrazada con enormes banderas amarillas por la «torcida» corinthiana, banderas que pasaron a flamear, desafiantes del régimen militar, a todos los estadios de Brasil en las manos de otras hinchadas que adhirieron.
La democracia corinthiana fue el tema central de un libro de Jorge Amado que lleva ése mismo nombre, y fuente de inspiración de una canción del cantante Gilberto Gil. También fue filmado un documental sobre la vida de Sócrates, realizado por los cineastas Fernando José da Silva y Reinaldo Volpato.
Comunistas y fascistas en Italia
Livorno es una ciudad obrera, puerto industrial y cuna del Partido Comunista Italiano. Por esto, ser de Livorno y ser de izquierda es algo natural. Allí nació Cristiano Lucarelli, un niño que soñaba con ser futbolista. Su padre era cargador portuario, afiliado al sindicato y militante del partido. El niño Cristiano estuvo rodeado desde nacer por banderas rojas del PCI y del Livorno, el equipo de la ciudad.
A los 22 años llegó a la primera división, jugando con el Perugia. Luego pasó por Cosenza, Padua y Atalanta. Su fructífera carrera como delantero hizo que fuese fichado por el Valencia de España. Volvió a Italia donde pasó por el Lecce y el Torino. Al finalizar la temporada 2002-2003, el equipo de su ciudad natal, el Livorno ascendió a la segunda categoría. Este hecho marginal para el fútbol italiano cambiaría el rumbo del joven Lucarelli, quien quería volver a su casa natal, donde nunca había jugado. El Livorno no podía pagarle más que un modesto salario, pero Lucarelli aceptó, rechazando ofertas millonarias y la fama y comodidad de otros clubes. Este hecho es relatado en el libro «Quédense con sus millones».
En la temporada 2003-2004 Lucarelli fue el goleador del campeonato, logrando el milagro de cumplir el sueño de los livorneses: ganar la liga y ascender a primera categoría. No sólo ganó el campeonato, el titulo de goleador y la capitanía del equipo, sino también el cariño y simpatía de toda la ciudad, pues Cristiano Lucarelli siempre se ha declarado izquierda, de la clase trabajadora, y ha llegado a apoyar, recurriendo incluso a su bolsillo, obras benéficas y huelgas de obreros.
Lucarelli había jugado en la selección italiana sub `21 en 1997, con la cual anotó diez goles en la misma cantidad de partidos. El gol que anotó frente a Moldavia lo celebró mostrando la camiseta con la efigie del Che Guevara que portaba por debajo de la oficial, imagen que se vio televisada en directo, y lo que le valió la censura de los dirigentes del calcio, quienes presionaron para evitar nuevas convocatorias de Lucarelli en los seleccionados nacionales. Solo hasta 2005 volvería a lucir la azzurra.
Con su debut en primera con Livorno Lucarelli se proclamó máximo goleador del campeonato 2004-2005, luciendo el número 99, año de fundación de las Brigadas Autónomas Livornesas (BAI), la barra del club toscano. Sus goles, que festeja con el puño izquierdo en alto, garantizaron que el equipo izquierdista permaneciera en primera categoría, algo que nadie esperaba. Y más aún, se clasificó a la copa UEFA, campeonato en el cual, con un equipo luchador y compacto, llegó a rondas finales.
En octubre de 2005, el alcalde de Livorno organizó el encuentro de Lucarelli con la hija del Che, Aleida Guevara, quien visitaba Italia para recoger fondos para el hospital pediátrico cubano donde trabaja. Entre un entrenamiento y otro, el jugador comunista sacó tiempo para entrevistarse con ella, quien también se reunió con líderes de las BAI, que usan banderas con la imagen del comandante cubano-argentino. Aleida aseguró que «ese rostro es un símbolo de lucha. Espero que no se quede sólo en un mito, sino que sea un emblema para crear un mundo mejor«.
Pero si la izquierda tiene a Livorno y a Lucarelli, la derecha tiene a Lazio y a Paolo Di Canio, fascista confeso que llegó a ser penalizado por realizar el saludo fascista durante la celebración de un gol. Di Canio es el ídolo de los hinchas de Lazio, de marcada tendencia ultraderechista. Estas adhesiones hicieron que el juego Livorno-Lazio fuera todo un clásico con tintes políticos, donde se jugaba más que el resultado.
En julio de 2007 Lucarelli termino su ciclo en Livorno y partió al fútbol ucraniano, no sin antes hacer una promesa: invertir la mitad de su sueldo anual de cuatro millones de euros en un diario local de la ciudad para la creación de nuevos empleos. Fiel a su ideología y a su hinchada, cumplió con ello.
Nacionalismo catalán en la cancha
Oleguer Presas Renom, nacido en Cataluña en 1980, es defensa central del FC Barcelona desde el 2002. Oleguer se ha declarado de izquierda, independentista catalán y partidario de la condonación de la deuda externa de los países del tercer mundo. Ha participado en manifestaciones contra la guerra de Irak, contra los skinheads neonazis de Sabadell y contra la globalización capitalista.
Por su militancia política se ha convertido en uno de los ídolos de la afición del Barcelona, equipo definido por Manuel Vázquez Montalbán como «el ejército simbólico desarmado de la catalanidad». Presas ha recibido así mismo numerosas críticas en otros sectores. En abril de 2006 publicó, junto a su amigo Roc Casagran, el libro «Camí d’Ítaca» (Camino a Ítaca), en el cual da a conocer sus reflexiones sociales y políticas.
Oleguer Presas Renom. Al fondo, pancarta invitando a boicotear a Kelme.
En febrero de 2007, el jugador azulgrana publicó un artículo de opinión donde se refiere a la situación del militante etarra De Juana Chaos, en huelga de hambre durante meses en protesta por la prolongación de su encarcelación tras cumplir su condena de 18 años. En el artículo, Presas critica el funcionamiento del estado de derecho español y su sistema judicial, lo que generó una aguda polémica y provocó que la marca deportiva Kelme cancelara el contrato de patrocinio que le vinculaba. La firma deportiva lo justificó diciendo que «contrata futbolistas y no políticos«. Diarios independentistas e hinchas de Cataluña y el País Vasco iniciaron una campaña a favor del jugador catalán y una iniciativa de boicot a Kelme.
Es apenas el más reciente episodio de pugna político-deportiva en el estado español, que en su haber tiene: la clausura del campo del Barça en la década de 1920 por el dictador Primo de Rivera, alegando la catalanidad de su hinchada; el fusilamiento por los franquistas de su presidente al iniciar la guerra civil; la gira por Europa y América de una escuadra del Barça para buscar apoyo y recolectar fondos para la resistencia republicana; la pretensión de convertir el estadio de Barcelona en parqueadero de tanques al iniciar la dictadura franquista; y la reivindicación de la nacionalidad catalana en las tribunas del Camp Nou.
Los rebeldes antifascistas del norte
El puerto de Hamburgo (Alemania) ha sido tradicionalmente una ciudad obrera y popular. Uno de sus distritos, el Sankt Pauli, es hogar de jóvenes y trabajadores, y se ha caracterizado por ser un lugar inquieto, descomplicado y rebelde, refugio de punks y okupas. Todo un gueto en medio de la estrictez alemana.
El equipo del distrito, el FC Sankt Pauli, es una de las muestras de su particularidad. Sus emblemas son los de los piratas, y es un equipo proclamadamente antifascista, antirracista, antisexista y antihomofóbico, postura consagrada en los estatutos del club. Su hinchada se declara de izquierda y utiliza logos antifascistas. En 1977, al llegar a primera división, entró a la élite del fútbol en pleno apogeo del movimiento punk, convirtiéndose en todo un símbolo social y cultural. Su pequeño estadio, Millerntor, se atesta de hinchas mujeres y homosexuales. El St. Pauli abre sus partidos de local con «Las campanas de los infiernos» de la banda AC/DC, y muchos músicos alemanes y europeos se han declarado hinchas del «equipo pirata».
Su filiación le ha traído conflictos con hinchas neonazis, como la rivalidad surgida con el Hansa Rostock en la década de 1990, debido al gran número de neonazis hinchas del Hansa. Así mismo, se ha agudizado el hostigamiento con el rival de patio, el Hamburgo, el que también cuenta con grupos de hinchas neonazis.
El St. Pauli también ha sido activo en acciones benéficas y humanitarias. En 2005 el club, el equipo y los hinchas iniciaron la campaña Viva con agua de Sankt Pauli, con la que se recaudó dinero para dispensadores de agua para escuelas en Cuba. También fue anfitrión de la Copa Mundial FIFI en el 2006, un torneo alternativo de selecciones nacionales no reconocidas por la FIFA como Groenlandia, el Tíbet y Zanzíbar. El club participó con el nombre de República de St. Pauli.
En mayo de 2007 ganaron su liga, logrando el ascenso a la segunda categoría del fútbol alemán. El campeonato fue logrado con un empate a dos goles ante el Dynamo Dresde. Al final del encuentro se produjeron enfrentamientos en el estadio y los alrededores. Al anochecer, unas 35.000 personas se congregaron en el barrio rojo de Hamburgo para celebrar hasta altas horas de la madrugada el ascenso del equipo.
Como el St. Pauli, decenas de hinchadas del fútbol en varios países se han proclamado antifascistas, como las del Rayo Vallecano de España, Universidad de Chile, Fenerbahce turco, Celtic escocés, entre muchas otras.
Fuentes:
Diarios de fútbol. www.diariosdefutbol.com
Enric González. El sueño de un niño de Livorno. Historias del calcio y otros mundos. 13 de diciembre de 2004.
Manuel Vásquez Montalbán. «Fútbol: una religión en busca de un dios». Barcelona, Debolsillo, 2006.
Nacho Levy. «Militancia social, pelota al pie». Página/12, 10 de julio de 2007.
Oleguer Presas Renom. «Buena fe», traducido y publicado en: www.20minutos.es