Hurgarse las narices en presencia de propios y de extraños es, probablemente, un acto lamentable que denota, amén de otros conceptos, muy poca educación. Lo que propios y extraños no valoran es que algunos nos hurguemos la narices cuando podemos hurgarnos la memoria.
Hurgarse las narices en presencia de propios y de extraños
es, probablemente, un acto lamentable que denota, amén de otros conceptos, muy poca educación.
Lo que propios y extraños no valoran es que algunos nos hurguemos la narices cuando podemos hurgarnos la memoria.