A Ino y a Marian Cuando le tenía por occiso, luego de varias lunas, recibí una epístola de Don Dextrógiro Diestro Recto que, por su interés, reproduzco. Dice así: «Caro amigo Jon: Iré al grano, pues sé que eres más sintético que analítico y de ahí tu lado femenino para compensar tus brutales blasfemias, venablos […]
A Ino y a Marian
Cuando le tenía por occiso, luego de varias lunas, recibí una epístola de Don Dextrógiro Diestro Recto que, por su interés, reproduzco. Dice así: «Caro amigo Jon: Iré al grano, pues sé que eres más sintético que analítico y de ahí tu lado femenino para compensar tus brutales blasfemias, venablos y dicterios sin cuento. Corren tiempos de disipación y nula episteme. Le dicen `pensamiento único’, pero yo lo llamaría `pensamiento uno’ (porque no habría dos ni tres). A lo que voy. Cuando por fin la izquierda abertzale haya condenado de una santa vez la violencia etarra, etista o etazoide, podremos hablar de los temas que verdaderamente incumben a la plebe y las masas.
Por ejemplo, muchos cristianos piensan que la doctrina fundamental del cristianismo con respecto a la supervivencia individual en el más allá es la inmortalidad del alma. Craso error. La doctrina fundamental es la de la resurrección de los muertos. Jesucristo, como los fariseos, la defiende en contra de los saduceos y sus célebres trampas. Pero aquí empiezan los problemas que deberían aquejar a la humanidad. Uno de los que más preocupó a los doctores de la Iglesia es la suerte que corren los elementos materiales devorados por los caníbales. No es cuestión bizantina. San Agustín considera que estas partes regresarán a su propietario original en el cielo (si se salva, claro). Santo Tomás también analiza el inesquivable problema de los intestinos. Parece, a priori, que los cuerpos resucitarán sin intestinos, pero la respuesta correcta es que lo harán como los otros miembros y no estarán vacíos -recuerda, Jon, el proverbial horror vacui de los escolásticos-, pero tampoco llenos de inmundicias, sino de fluidos nobles. Por el contrario, residuos que la naturaleza rechaza, como la orina, el sudor y el pus no resucitarán. ¿Me sigues?
¿Qué me dices de la geografía del cielo? ¿Es un lugar o un estado o, como se dice ahora, una `situación’? Es crucial saber esto Para Jesús es un lugar: `en la casa de mi Padre hay muchas moradas’ (Juan, XIV). Para algunos teólogos modernos es una… manera de estar. Pero no se puede obviar que la presencia del cuerpo implica la espacialización del cielo (la gente, en el cielo, reclamaría sus derechos y fundaría sindicatos y Marx-Satán se frotaría las manos). No sólo el cuerpo resucitará con todos los órganos que poseía durante su vida, sino que también recibirá los que podían haberle faltado ya sea por defectos corporales, mutilaciones o lesiones cerebrales por ver «Escenas de matrimonio». San Agustín admite una excepción: las huellas de los suplicios en los cuerpos de los mártires no serán borradas. Esas cicatrices, lejos de ser desagradables, serán marcas de dignidad. Algo así como las heridas de guerra de Millán Astray (manco y tuerto) que, por supuesto, estará en las regiones celestiales como buen cristiano -y cruzado- y hombre de bien, como también lo es, qué duda cabe, José Bono.
Voy acabando. Tanto para San Agustín como para Santo Tomás, los hombres resucitarán a la edad perfecta, en su plenitud física y moral, o sea, a los 30 años. Así, los niños (bautizados, claro) resucitarán con el cuerpo que habrían tenido si hubiesen llegado a la madurez. ¿Irán los elegidos vestidos o desnudos? Irán en bolas porque no hará frío ni habrá concupiscencia. ¿Qué idioma se hablará? El que se quiera, pero el hebreo será la lengua de trabajo principal. Podría extenderme pero es suficiente. De esto hay que hablar, Jon, y no de tantas condenas y tanta hostia (ya me expreso igual que un zafio como tú). Vale».
Menos mal que quedamos todavía dos iluminados.