La palabra ética viene del griego ethos, que significa costumbre y la palabra moral viene del latín mos, moris que también significa costumbre. Ética y moral etimológicamente significan lo mismo. Las dos palabras se refieren a las costumbres. Por lo que la definición nominal de ética sería la ciencia de las costumbres. Sin embargo, la […]
La palabra ética viene del griego ethos, que significa costumbre y la palabra moral viene del latín mos, moris que también significa costumbre. Ética y moral etimológicamente significan lo mismo. Las dos palabras se refieren a las costumbres. Por lo que la definición nominal de ética sería la ciencia de las costumbres. Sin embargo, la ética como disciplina filosófica tiene como objeto de estudio la moral. Esto es una distinción fundamental, porque si bien es cierto todos los pueblos han tenido su moral, es decir, ese conjunto de costumbres que rigen la vida de una sociedad o comunidad, no todos los pueblos han reflexionado sobre la Ética porque esta nace con la Filosofía en el sentido estricto del término.
Lo que le interesa a la Ética es estudiar la bondad o maldad de los actos humanos, sin interesarse en otros aspectos o enfoques. Por lo tanto podemos determinar que su objeto material de estudio son los actos o costumbres humanas y su objeto formal es la bondad o maldad de dichos actos. Con esto podemos dar una definición real de la ética como la rama de la filosofía que estudia la bondad o maldad de los actos humanos.
Ahora bien la historia de la Ética está íntimamente relacionada con la historia de la Filosofía, ya que es común que los planteamientos éticos se ajusten a determinadas concepciones del mundo, de la historia u ontologías. Así como encontramos planteamientos éticos en la antigüedad en Platón o Aristóteles, también encontramos desarrollos en la Ética Medieval o en la Modernidad con Kant o con Hegel. De esta forma también es posible hablar de una ética marxista, basada en los planteamientos del Materialismo Histórico y Dialéctico, junto a la teoría del Socialismo Científico.
Esta ética marxista como parte de todo el cuerpo teórico desarrollado por Marx y Engels, tiene como criterio fundamental impulsar la transformación revolucionaria de la sociedad capitalista por una sociedad comunista. Impulsar y orientar al sujeto histórico revolucionario (las clases explotadas por el capitalismo, fundamentalmente la Clase Obrera) para que este cumpla satisfactoriamente su tarea.
En la tesis 11 sobre Feuerbach (1845), Marx ya expresa que no basta con interpretar o explicar al mundo, sino que a su vez, este debe transformarse con la praxis revolucionaria. Esto debe entenderse, porque los planteamientos marxistas no son sólo teóricos, sino también prácticos, esencialmente políticos y éticos, herramientas para la lucha del proletariado contra la burguesía y sus aliados. La ética marxista al estar orientada como el conjunto de la teoría marxista a la praxis transformadora, pudiese ser denominada como ética de la praxis, tal como Gramsci denominó al Marxismo: Filosofía de la Praxis.
En pocas palabras lo bueno o lo malo, lo correcto o lo incorrecto de una acción humana estará determinado por su orientación revolucionaria o reaccionaria frente a la contradicción Capital-Trabajo, la contradicción social fundamental de la sociedad contemporánea, la cual expresa que mientras la producción material y espiritual es cada vez más social (hoy mundializada), la apropiación del producto de la riqueza es privado, cada vez se concentra en menos manos; que las 7 fortunas más grandes del mundo concentre la riqueza dispersa en los 600 millones de seres humanos más pobres no es una ficción (Millet, Toussaint 2005.). Veamos lo que nos dice uno de los dirigentes históricos del Partido Comunista de Venezuela, Eduardo Gallegos Mancera:
«… Tenemos una moral revolucionaria que se distingue radicalmente de la moral contrarrevolucionaria, edificada ésta durante centurias… y cimentada básicamente en la defensa de la «sacrosanta» propiedad privada, en el derecho a la explotación y al lucro sin límites.»
«Nosotros somos idealistas en la medida en que abrigamos ideales de justicia, paz y solidaridad. Y no vacilamos -o no debemos titubear- en sacrificar nuestra existencia en aras de que esos postulados imperen sobre el planeta…»
La ética marxista se desenvuelve en las tres acepciones como se entiende la ética: como rama filosófica que se encarga del estudio de la moral de una sociedad (en el caso del marxismo la moral burguesa y la nueva moral proletaria); como disciplina que establece un conjunto de valores y formas de acción moral deseables para un proyecto de sociedad (la Sociedad Comunista), en este caso una ética normativa; o una ética como modo de vida, que en el caso de los marxistas establecen una serie de criterios que deben caracterizar la conducta y el accionar de los revolucionarios y las revolucionarias (el Hombre Nuevo).
La Ética en la Praxis Revolucionaria del Che Guevara
Habiendo descrito brevemente algunas de las características fundamentales de la Ética Marxista, pasaremos a revisar algunos de los planteamientos y desarrollos aportados por Ernesto Che Guevara en su devenir como dirigente revolucionario, oportunidad especial cuando estamos en el mes de su natalicio, 80 aniversario del nacimiento del ícono fundamental de las luchas revolucionarias en América Latina.
Toda la concepción y accionar revolucionario del Che, su lectura crítica y creativa de los clásicos del Marxismo Leninismo, está atravesado trasversalmente por una intención permanente de forjar al Hombre Nuevo, de construir la nueva moral comunista. Veamos lo que dijo Guevara en una entrevista:
El socialismo económico sin moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación… Si el comunismo descuida los hechos de conciencia puede ser un método de repartición, pero deja de ser una moral revolucionaria. (Tablada 2006, p. 17)
Para el Che la Revolución Comunista no es parafraseando a Rosa Luxemburgo un problema de cuchillo y tenedor, sino implica ante todo un radical (de raíz, y la raíz del hombre es el hombre mismo nos recordará Marx) cambio de civilización. De esta forma el Che confrontaba esas posiciones economicistas y mecanicistas que imperaban en algunas interpretaciones del marxismo, de acuerdo a la cual las revoluciones se producían por el solo choque del desarrollo de las fuerzas productivas y el estado de las relaciones de producción. El Che repicaba que la Revolución Comunista ciertamente implicaba profundas transformaciones económicas (como la supresión de la propiedad privada sobre los medios de producción) y políticas (como la supresión gradual del Estado), pero fundamentalmente la Transición al Comunismo se iba a dar ante todo por un inusitado desarrollo de la conciencia, de una nueva moral caracterizada por la solidaridad y la cooperación. En su texto Algunas reflexiones sobre la transición socialista (2007) nos dice lo siguiente:
El comunismo es un fenómeno de conciencia, no se llega a él mediante un salto en el vacío, un cambio de la calidad productiva, o el choque simple entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. El comunismo es un fenómeno de conciencia y hay que desarrollar esa conciencia en el hombre, de donde la educación individual y colectiva para el comunismo es una parte consustancial a él. (p. 14-15)
O también en el famoso ensayo el Socialismo y el Hombre en Cuba nos expresará que:
Para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo.
De allí que sea tan importante elegir correctamente el instrumento de movilización de las masas. Este instrumento debe ser de índole moral, fundamentalmente, sin olvidar una correcta utilización del estímulo material, sobre todo de naturaleza social.
Estas ideas del Che tienen mucha importancia porque ubican el comienzo de la Revolución Comunista en la actualidad inmediata, es decir, desde el propio momento del inicio de la lucha revolucionaria ya deben irse prefigurando los caracteres de la nueva sociedad que se quiere construir, sin obviar por supuesto los diversos pasos que se deben cumplir para realizar la transición, como son: la toma del Poder, transición al Socialismo, y el Socialismo como transición al Comunismo.
Por esta razón el Che insiste mucho en las cualidades morales que deben caracterizar a los revolucionarios, la vanguardia, al partido de la Clase Trabajadora, al nuevo Estado Socialista de Transición porque en ellos debe cristalizarse las nuevas relaciones sociales y la nueva moralidad que caracterice la sociedad futura, la Sociedad Comunista. Con respecto a los revolucionarios se referirá de la siguiente manera en su artículo El Partido Marxista Leninista:
El marxista debe ser el mejor, el más cabal, el más completo de los seres humanos pero, siempre, por sobre todas las cosas, un ser humano; un militante de un partido que vive y vibra en contacto con las masas;… un trabajador incansable que entrega todo a su pueblo; un trabajador sufrido que entrega sus horas de descanso, su tranquilidad personal, su familia o su vida a la Revolución, pero nunca es ajeno al calor del contacto humano.
En su ensayo El Socialismo y el Hombre en Cuba el Che también expresa lo siguiente:
… el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizás sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apasionado una mente fría y tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un músculo. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos, a las causas más sagradas y hacerlo único, indivisible. No pueden descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita.
En este orden de ideas, para el Che el Partido Revolucionaria o la Vanguardia Organizada, debe promover entre su militancia este tipo de hombres y mujeres, de revolucionarios, los cuadros. Para pertenecer a este Partido deben requerirse una serie de actitudes, que den cuenta de la calidad humana y el compromiso revolucionario de sus integrantes, esto es importante sobre todo para los dirigentes más importantes, los cuales deben enseñar y ganarse el prestigio sobre todo con el ejemplo de sus actos, de ahí se explica la insistencia del Che en el ejercicio del sacrificio desinteresado y en su exigencia de que los dirigentes se pusiesen siempre al frente de las tareas y las batallas de toda índole. En Partido Marxista Leninista se expresa lo siguiente:
Será en esta etapa un partido de cuadros, de los mejores, y éstos deberán cumplir su tarea dinámica de estar en contacto con el pueblo, transmitir las experiencias hacia las esferas superiores, transmitir a las masas las directivas concretas y ponerse en marcha al frente de éstas. Primeros en el estudio, primeros en el trabajo, primeros en el entusiasmo revolucionario, primeros en el sacrificio; en todo momento los más buenos, más puros, más humanos que todos los otros, deben ser los cuadros de nuestro partido.
El Che tenia la conciencia que para lograr estos objetivos históricos la sociedad debía poner todos los medios a su disposición para crear al Hombre Nuevo. La nueva moral comunista, esta debía ser impulsada tanto por los revolucionarios y revolucionarias, el Partido Revolucionario y el Estado, todos parte de una unidad indivisible. El Estado constituiría la principal herramienta institucional para impulsar las transformaciones revolucionarias en lo económico, lo político, lo cultural entre otros. De hecho parte de los problemas inherentes al Estado como son el burocratismo y la corrupción solo serían superados para el Che si se profundizaba en la construcción de la moral comunista y si se reforzaba el compromiso revolucionario de los funcionarios. En su clásico Contra el Burocratismo, Guevara nos expresará lo siguiente:
La intención del Gobierno Revolucionario es convertir nuestro país en una gran escuela, donde el estudio y el éxito de los estudios sean uno de los factores fundamentales para el mejoramiento de la condición del individuo, tanto económicamente como en su ubicación moral dentro de la sociedad, de acuerdo con sus cualidades.
Por ejemplo en materia económica una de las medidas impulsadas por el Che, para desarrollar la moral comunista y al mismo tiempo incrementar la producción material de bienes y servicios en el contexto de las dificultades de los primeros años de revolución, sumado al bloqueo económico impuesto por EEUU, fue promover con intensidad el Trabajo Voluntario. En discurso Una actitud nueva frente al trabajo se afirma lo siguiente:
… el trabajo voluntario no debe mirarse por la importancia económica que signifique en el día de hoy para el Estado, el trabajo voluntario fundamentalmente es el factor que desarrolla la conciencia de los trabajadores más que ningún otro.
Y más adelanta resalta:
El trabajo voluntario es una escuela creadora de conciencia, es el esfuerzo realizado en la sociedad y para la sociedad como aporte individual y colectivo, y va formando esa alta conciencia que nos permite acelerar el proceso del tránsito hacia el comunismo.
En otro orden de ideas, para ya ir concluyendo, debemos recordar que el Che fue un internacionalista en todo el sentido de la palabra, protagonista privilegiado de las luchas de liberación nacional y descolonización llevadas a cabo durante los años 60, en la cual el Bloque Socialista jugó un papel determinante. El Che combatió y murió en Bolivia por la sencilla razón que estaba convencido en su más profundo ser de que al imperialismo hay que combatirlo donde quiera que esté, que era necesario iniciar «uno, dos, tres o más Vietnam», Che estaba convencido de que el Socialismo para triunfar debía mundializarse, y frente a la internacionalización de la explotación imperialista debía internacionalizarse la lucha de los pueblos.
Pero lo más resaltante de todo esto, es que Guevara asume el sacrificio por los más pobres en cualquier lugar, porque consideraba como una exigencia moral para todos los revolucionarios sentir el dolor del sufrimiento del cualquier ser humano en cualquier lugar del planeta, y tener la fortaleza de trasladarse a cualquier lugar para luchar por su redención. El Che decía que la Revolución no debe llevarse en la boca para vivir de ella, sino levarla en el corazón para morir por ella.
Y él como era el polo antagónico a cualquier forma de demagogia y charlatanería, él actuaba como pensaba, y hacía lo que decía, teoría y praxis eran en el Che unidad indisoluble, todo su planteamiento ético lo vivió y murió por el. Pensamos que este es el mejor legado que nos dejó, su ejemplo de lucha, constancia y valor.
No es casual que afirmase que «el Socialismo es la ciencia del ejemplo».
Estas palabras sintetizan de buena forma su concepción:
El comunismo es una meta de la humanidad que se alcanza conscientemente; luego, la educación, la liquidación de las taras de la sociedad antigua en la conciencia de las gentes, es un factor de suma importancia, sin olvidar claro está, que sin avances paralelos en la producción no es puede llegar nunca a tal sociedad. (Guevara 2006, p. 75)
Bibliografía
Gallegos Mancera, E. (1988). «En vivo y directo: Las cualidades del dirigente». Disponible en: http://www.tribuna-popular.org/index.php?option=com_content&task=view&id=2941&Itemid=1 (consulta junio 2008)
Guevara, E. (2007). Apuntes Críticos a la Economía Política . Ocean Sur. Bogotá-Colombia. p. 431
Guevara, E. (2006). El Gran Debate. Sobre la economía en Cuba. Ocean Press. La Habana-Cuba.
p. 370
Guevara, E. El Partido Marxista Leninista. Disponible en: http://www.jg.nuevaradio.org/articulo.php?p=89&more=1&c=1 (consulta junio 2008)
Guevara, E. Una actitud nueva frente al trabajo. Disponible en:
http://www.jg.nuevaradio.org/articulo.php?p=91&more=1&c=1 (consulta junio 2008)
Guevara, E. Contra el Burocratismo. Disponible en: http://www.marxists.org/espanol/guevara/03_63.htm (consulta junio 2008)
Guevara, E. El socialismo y el hombre en Cuba. Disponible en: http://www.marxists.org/espanol/guevara/65-socyh.htm (consulta junio 2008)
Millet, D.; Toussaint, E (2005). 50 Preguntas 50 respuestas sobre la deuda, el FMI y el Banco Mundial. Ediciones Luxemburg. Buenos Aires-Argentina.
p. 270
Tablada, C. (2006). El pensamiento económico de Ernesto Che Guevara. Monte Avila Editores. Caracas-Venezuela.
p. 276