Recomiendo:
0

El documentalista valenciano Pau Soler explica su experiencia en África y América Latina

«La cámara es mi metralleta»

Fuentes: Rebelión

Nicaragua, 1988. El huracán Mitch causa estragos entre la población y grandes desperfectos materiales. Pau Soler se halla en este país centroamericano y consigue una cámara para dar testimonio de los hechos. El resultado será su primer documental («Más allá del huracán Mitch»). Y el descubrimiento de la virtualidad de la cámara. «Es una gran […]

Nicaragua, 1988. El huracán Mitch causa estragos entre la población y grandes desperfectos materiales. Pau Soler se halla en este país centroamericano y consigue una cámara para dar testimonio de los hechos. El resultado será su primer documental («Más allá del huracán Mitch»). Y el descubrimiento de la virtualidad de la cámara. «Es una gran herramienta. Hoy la gente es muy televisiva», explica Pau. Y remata con ironía: «es mi metralleta».

Gracias a aquella primera experiencia comprendió las penalidades del «free-lance» social. «Muchas veces hemos de autofinanciarnos u ofrecer a las ONG el producto a precio muy barato. Siempre que se tocan los intereses de grandes empresas resulta difícil salir adelante», explica.

Pau Soler (Denia, 1972) estudió derecho y un máster en Cooperación al Desarrollo. A partir de aquí, su vida se vincula a la cámara de vídeo. Siempre con las ideas muy claras: «busco dar voz a los que no la tienen». Aunque matiza: «me interesa que salgan las dos partes, también los poderosos», y que «mi trabajo sirva para la resolución de los conflictos».

Conoce bien América Central. Después de viajar a Nicaragua, se adentra en la realidad de Guatemala («El Plan Puebla-Panamá» y «Guatemala. Tierra Arrasada») y el zapatismo («El color de la tierra). De la estancia en las comunidades de Chiapas conserva los mejores recuerdos: «la seriedad, coherencia y dignidad de su revolución. De aquí pueden venir muchas respuestas a las luchas sociales en todo el mundo».

El año 2004 marca un punto de inflexión en la trayectoria de Pau (no se puede hablar de «carrera profesional» porque, como aclara rápidamente, «intento que el dinero no dirija mi vida; por ahí nunca he estado dispuesto a pasar»). Ese año inaugura la tarea de denuncia de «toda la especulación y el ecocidio que ha sufrido el País Valenciano en la última década).

Tres documentales le sirven para «defender la tierra -el País Valencià– y prestar apoyo a los movimientos sociales». «Reflexiones sobre el urbanismo en la Marina Alta»; «Green Paradise. La California europea» y «Pesadillas en el paraíso».

A pesar de que representan el testimonio de un problema tan candente como desgarrador, estos trabajos no consiguieron financiación. «Y eso que no eran radicales en el enfoque. Salían afectados por programas urbanísticos, ecologistas, alcaldes, consejeros autonómicos, entre otros». «Buscaba como siempre la objetividad».

Antes de partir hacia Angola y Mozambique (2007) para reflejar la tragedia africana, del coraje de Pau nacen otros dos documentales: «Al fondo de la bahía», sobre la contaminación de una ría cántabra por vertidos ilegales; y «Fibromalgia. La enfermedad invisible», encargado por una asociación de la comarca de la Marina con un fin de sensibilización.

Ahora bien, ¿Cuáles son las conclusiones de esta intensa tara de denuncia? Pau afirma que la «gran lucha» está en el norte, «donde se halla el gran mostruo y se toman las decisiones importantes». «No hace falta irse a Améria Latina o África». No oculta, sin embargo, su escepticismo cuando afirma que esta lucha «esta muy verde todavía».

La respuesta más visible y contundente sería el «boicot al consumo» y «acciones muy duras» contra las multinacionales que violen los derechos humanos. Recuerda el documentalista, en este sentido, que un cambio en la opción de compra de un 3% de los consumidores puede modificar la estrategia de las grandes empresas.

«como consumidores tenemos un gran potencial de denuncia. Ocurre, no obstante, que el ciudadano medio está muy acomodado. Su actitud insolidaria y egoísta le hace cómplice de la explotación del Sur».

Esta lucidez en el análisis hace imposible reducirlo a hombre de acción. Hace falta reflexión y una motivación muy firme para continuar en la batalla. Y tener muy claro, como parece tenerlo Pau, «que el neoliberalismo no es indestructible. Que no se trata de la única vía posible. De hecho, con la actual crisis económica tenemos una gran oportunidad».

La pausa para la reflexión no impide hablar de nuevos proyectos. El documentalista valenciano prepara un trabajo sobre el general Ríos Montt, presidente de Guatemala en la época álgida del genocidio contra el pueblo maya, y sobre una planta medicinal, la ayahuasca, «de efectos muy beneficiosos para la salud y el alma de las personas, que te ayuda a mirar el pasado y reencontrarte contigo mismo. Es una de las plantas más poderosas del mundo».

Podría parecer retórico preguntar a Pau por otras inquietudes, tan definida como tiene su vocación. Pero el hecho es que las tiene. Manifiesta mucho interés en el arte, las marionetas y la figura del payaso. Incluso por el teatro, «que puede llegar a ser más revolucionario que el documental. Es posible que por alguno de estos caminos transite mi futuro».

De una manera u otra, siempre ha tenido clara su posición al lado de los movimientos sociales. No está de más, por tanto, escuchar alguna de sus advertencias extraídas de la práctica: «habríamos de estar más unidos y no actuar cada uno de manera individual ni perdernos en batallas sectarias». Una reflexión abierta que deberíamos anotar.