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¿El "progresismo" junto a los trabajadores?

Debate sobre el memorial de Jaime Guzmán y su «legado político»

Fuentes: Clase contra Clase

Hace algunos meses, y particularmente estas últimas semanas hemos venido viendo en la prensa el agitado debate político que se ha generado en torno al memorial y al homenaje a quien fuera uno de los ideólogos más encarnizados de la dictadura pinochetista. Lejos de «homenajear a un senador asesinado en democracia» como sugería Longueira, senador […]

Hace algunos meses, y particularmente estas últimas semanas hemos venido viendo en la prensa el agitado debate político que se ha generado en torno al memorial y al homenaje a quien fuera uno de los ideólogos más encarnizados de la dictadura pinochetista. Lejos de «homenajear a un senador asesinado en democracia» como sugería Longueira, senador de la UDI, organizador del acto y uno de los viejos discípulos de Guzmán, se trata de un verdadero homenaje de la derecha y los empresarios al legado y la trayectoria de un político duro de la patronal chilena, impulsor y defensor acérrimo de la dictadura anti-obrera y anti-popular de Pinochet. Pero no solo eso, sino hemos visto el debate generado en la Concertación tras la invitación a Bachelet y la presencia de Estado con algunos de sus ministros. Llamativamente, el ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade, el supuesto  «amigo y ministro de los trabajadores» ha ido al homenaje, aduciendo una «deuda personal» con el ex senador. Esto pinta de cuerpo entero al ministro Andrade y a los progresistas de la patronal. Si por una «deuda personal» ha acudido al homenaje de quien fuera uno de los intelectuales más duros de la dictadura pinochetista ¿pueden los trabajadores confiar en él, como plantea por ejemplo el PC?  
 
Jaime Guzmán y su «legado político»

Guzmán desde se juventud promovió la creación de un movimiento oposicionista a los sectores de izquierda y a la clase obrera y el pueblo pobre. Estudiando derecho en la Universidad Católica, creó el Movimiento Gremial Universitario y llegaron a la presidencia de la Federación de Estudiantes el año 68, justo en el año que el mundo empezaba a presenciar un ascenso de la lucha obrera y popular y empezaba la lucha por la reforma universitaria en Chile.

Fue un férreo opositor al gobierno de Allende y amigo de la organización Patria y Libertad, que en esos momentos funcionaba como fuerza de choque de la derecha y la burguesía imperialista contra las luchas de los trabajadores y el pueblo pobre que empezaban a radicalizarse. Siguió su carrera como profesor de Teoría Política y Derecho Constitucional en la misma universidad, bastión de la derecha reaccionaria y golpista, y desde allí, siguió su papel de oposición a la Unidad Popular y garante de los intereses patronales.

Fue uno de los promotores e ideólogo de la dictadura pinochetista en todo momento, y encabezó junto a otros, de la comisión que se encargaría de crear la nueva Constitución Política, la decretada en 1980 bajo un referéndum profundamente anti-democrático e ilegal, y 7 años después del inicio de los asesinatos, torturas y exilio a miles de luchadores obreros, populares y de la izquierda. En resumidas cuentas, todo tipo de violación a los derechos humanos. Pero el golpe no solo fue eso, sino el laboratorio del neoliberalismo a escala mundial, en que los ataques a la clase obrera vinieron con la desmantelación de todas las conquistas de años de luchas y organización sindical, estudiantil y popular. La instauración de un código laboral al servicio de la patronal, un aparato político anti-democrático que hasta el día de hoy se mantiene, la entrega de los recursos naturales a los capitales privados, la privatización de empresas, etc.

Bajo todo argumento justificó y promovió profundamente un golpe militar anti-obrero y anti-popular que venía a garantizar el derecho a la propiedad privada de los empresarios y demostraba cómo la patronal y sus políticos defienden con garras y dientes su régimen cuando se ve amenazado por la lucha de clases.

Ya en los primeros días de la dictadura se encontraba emitiendo una carta a la junta militar de Pinochet con los peligros que se darían si se dejaba de tener mano dura:

«El éxito de la Junta está directamente ligado a su dureza y energía, que el país espera y aplaude. Todo complejo o vacilación a este propósito será nefasto. El país sabe que afronta una dictadura y lo acepta. Sólo exige que ésta se ejerza con justicia y sin arbitrariedades. Véase si no la increíble pasividad con que se ha recibido por el estudiantado la intervención de las universidades, medida que en todas partes ha suscitado violenta resistencia. Transformar la dictadura en ‘dicta-blanda’ sería un error de consecuencias imprevisibles. Es justamente lo que el marxismo espera desde las sombras» (destacados nuestros).

Es así como este férreo defensor de los derechos y ganancias empresariales y de la derecha chilena, justificaba la dictadura que terminó con uno de los períodos mas grandes de la lucha de clases en Chile y donde los trabajadores, tomando fábricas bajo su control como fueron con los cordones industriales y con los sectores oprimidos empezaban a cuestionar, desbordando la legalidad burguesa, el régimen de explotación y opresión que mantenían los sectores de la patronal y los políticos.

La derecha rinde tributo a su maestro mostrando una vez más su carácter anti-obrero, anti-popular y defensor de las ganancias y los negocios patronales

Desde el asesinato a Jaime Guzmán el año 91 a manos de un comando del FPMR, la derecha de distintos modos rinde homenajes a su difunto «intelectual» y fundador de la UDI. Cada año en el congreso se recuerda a Guzmán con la intervención de todas las bancadas y en 1993, en pleno gobierno de Alwyn y con el visto bueno de la Concertación, se aprobó el proyecto de ley que autorizaba la creación del memorial de Guzmán.

Este domingo 09 de Noviembre, será el lanzamiento en que la derecha y la fundación Jaime Guzmán -en la que se encuentran un sin número de arquitectos, abogados, periodistas, analistas y otros servidores de la patronal chilena- rendirán homenaje a este personaje de la obra y la dictadura pinochetista, de la «reestructuración nacional».

En este homenaje, se verá la muestra donde aparecen distintos recuerdos de Jaime Guzmán, de sus diarios de viaje -financiados obviamente por la dictadura-, de la promoción del movimiento de la derecha en la universidad, de su rol en la redacción de la Constitución del 80, etc. En definitiva, se levantará una verdadera apología de uno de los personajes más importantes en el diseño y la implementación del laboratorio neoliberal chileno -el puro memorial será de más de 6 metros de alto-.

La derecha muestra una vez quienes son: los defensores de los privilegios empresariales y los políticos al servicio de la patronal. Al mismo decir de Hernán Larraín, senador de la UDI y ex presidente del partido de Guzmán,  refiriéndose al homenaje del «personaje» de la dictadura, Chile «debe rendirle homenaje a gente que ha caído en servicio, en consecuencia con sus ideas y, por tanto, un reconocimiento institucional suprapartidista es, me parece a mí, completamente necesario», y «constituye un hito cultural por su belleza, por su calidad para nuestra ciudad». (Chilevision. 09 octubre).

Incluso, últimamente en varias cartas al director del diario de la derecha pinochetista, el Mercurio, José Antonio Kast y Gonzalo Rojas, vienen entablando una serie de discusiones con personeros de la Concertación defendiendo la obra de la dictadura y de Jaime Guzmán. Refiriéndose a un argumento que el propio Guzmán utilizaba para justificar el golpe, el «Derecho de Rebelión» dicen lo siguiente:

«Justo por eso mismo podían invocarse en septiembre de 1973, ya que el 22 de agosto la Cámara de Diputados de la democracia chilena afirmó que «el Gobierno (de Allende) no ha incurrido en violaciones aisladas de la Constitución y de la ley, sino que ha hecho de ellas un sistema permanente de conducta». Listo: desde esa fundamentación, le guste o no a Cristi, podía operar el derecho de rebelión fundado en Gaudium et Spes y en Populorum Progressio» (Cartas. El Mercurio. Viernes 07 de Noviembre del 2008)

Según Guzmán y estos hijos legítimos de su obra, el golpe estaba justificado en la necesidad de rebelarse contra la vulneración a la legalidad y de los derechos -patronales claro está-. Esa justificación, fundada en el progreso del pueblo, sería la ligitimidad del golpe mismo y su obra.

Y es más, descaradamente dicen que «Ni Guzmán actuaba desde las ideologías ni creía en las dictaduras. ¿Cuántos textos pueden citarse en abono de nuestra tesis? Todos los de Guzmán».

 
La Concertación y el gobierno no se quedan atrás.

Una serie de dichos y opiniones se han vertido entre la Concertación y la Derecha con respecto al memorial y la visita que Bachelet en un primer momento habría confirmado a los personeros de la UDI.

En estos últimos días, se conoció que Bachelet no iría «por respeto a la historia». «El carácter de homenaje al legado y a la trayectoria política de Jaime Guzmán que se imprimió al acto de inauguración del memorial al fundador de la UDI fue la razón que definitivamente llevó a la Presidenta Michelle Bachelet a rehusar la invitación que le cursara el senador Pablo Longueira, con varios meses de anticipación, para participar en esta ceremonia» (La Nación. 08 de Noviembre).

En un primer momento la presidenta habría aceptado porque se rendiría homenaje a un senador asesinado. Pero claro está. Hubiera ido a prestar ese homenaje sin importar el conjunto de la política que llevó a cabo Guzmán con la dictadura. Pero eso hubiera significado distintos roces -y para qué quieren más- que se empezaron a dar en la Concertación, y con distintas críticas desde la izquierda. La misma Agrupación de familiares de Detenidos Desaparecidos emitió una carta contra la ida de la presidenta al memorial.

Ir al memorial, en aras de la «presidenta de todos los chilenos» hubiera significado no delimitarse de la misma política que utilizó toda la concertación en los 90: que ellos eran la democracia, y la derecha la dictadura. Pero aún más, hacerlo significaría desgastar y debilitar el rol que han venido jugando desde la «transición»: el rol de falsos amigos del pueblo. Porque han mantenido la obra de la dictadura y la profundizaron, pero haciéndose pasar por los amigos del pueblo.

No han cambiado lo sustancial la obra de la dictadura: privatizaron aún mas los recursos naturales, los fondos previsionales (que ahora acumulan enormes pérdidas por la crisis económica), mantuvieron el sistema binominal, profundizaron la subcontratación y los bajos salarios mientras todos estos años los empresarios han tenido millonarias ganancias, hicieron el Transantiago, un ataques hacia los trabajadores y el pueblo pobre, etc.

Pero este rol se viene debilitando. Aún más, para posar como falsos amigos del pueblo, no dejan entrever su rol de políticos al servicio de los empresarios, por «La Moneda va a estar representado por el ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma, y su par de la Presidencia, José Antonio Viera-Gallo, lo que «el propio Longueira reconoció como un gesto». (La Tercera. 07 Noviembre).

Es decir, la propia derecha a través de su organizador y presidente de la corporación pro-memorial de Jaime Guzmán reconoció el gesto del gobierno.

Incluso, el mismo Jorge Burgos, vocero de la Democracia Cristiana, y Adolfo Zaldívar, presidente del senado, ex DC y actual presidente del PRI, irían al memorial y estarían junto a la derecha de Piñera.

Todo lo sólido se desvanece en el aire: «El ministro de los Trabajadores» también se hace presente.
 
Osvaldo Andrade, Ministro del Trabajo y quien se ha caracterizado y lo han denominado el alma «progresista» de la concertación, en alusión a su sensibilidad de buscar el diálogo con la CUT, sindicatos y dirigentes sindicales, se haría presente a «modo personal» en el homenaje a Guzmán y memorial.

«El secretario de Estado explicó su asistencia al acto debido a una «deuda personal» con el ex senador Guzmán. «En la época que yo era estudiante de la Universidad Católica y fui expulsado después del golpe militar, él hizo una gestión para que no se materializara y eso me permitió terminar mis estudios», recordó. Sin embargo, Andrade dijo que esta deuda de carácter personal no significa «que no tenga un reproche político severo de lo que fue la actuación de Jaime Guzmán como arquitecto institucional de la dictadura militar». (La Tercera. 07 de Noviembre)

Andrade, intenta justificar su ida al homenaje a Guzmán (ideólogo y promotor de la dictadura pinochetista) con la «deuda personal» que tenía con él. Terminará compartiendo sitial y homenaje con toda la derecha reaccionaria, anti-obrera y anti-popular.

Si bien Andrade encarna la «sensibilidad progresista» en la Concertación, y se delimita de los políticos de la derecha y del ala neoliberal mas «ortodoxa» de la concertación (Velasco), no sirve más que para jugar falsamento mejor el rol de amigos del pueblo de la Concertación, y flanquear su lado izquierdo. Como dice el dicho: «cuando se va con la derecha, gana la derecha», y con este no es un caso diferente.

Posando más a izquierda a los trabajadores, Andrade ha mostrado con su práctica que sirve a los intereses de la patronal y es un político patronal. Lo demostró siendo garante y promotor de la reforma previsional que no cambian nada el negocio privado de las previsiones de los trabajadores y asegurando las millonarias ganancias a sus empresarios -y ahora, las AFP descargando las pérdidas que han tenido sobre los hombros de los trabajadores-. Comparte -junto a los grandes empresarios- la necesidad de flexibilidar (precarizar) el trabajo, instalando la idea de que mediante la negociación colectiva se flexibilice.

Andrade no ha servido más que para cubrir el lado izquierdo, «progresista» de la Concertación, conteniendo la lucha de los trabajadores y el pueblo pobre, y legitimando el rol de los falsos amigos del pueblo

Ahora, directamente va al memorial del político que más encarna las ideas de la dictadura pinochetista, los miles de asesinatos, torturas y destierros que dejó para construir la obra neoliberal y cargar contra las conquistas de años de luchas obreras y populares.

Esto demuestra una vez más para qué sirven estos políticos.

El Partido Comunista, una y otra vez ha llamado a confiar y apoyar al ministro Andrade. Como decía Cuevas el 1 de mayo -acto al cual asistió Andrade y Cristián Cuevas y Arturo Martínez llamaban a construir una «nueva mayoría progresista»- «los trabajadores están orgullosos de contar con un ministro como usted». También otros dirigentes como Pedro Marín, que durante el primer semestre, junto a diversos dirigentes sindicales, acudieron a respaldar a Andrade.

Pero ¿podemos confiar en un ministro que no tiene reparos en rendirle un homenaje al ideólogo de la derecha antiobrera?  

Nuevos tiempos se vienen. La crisis económica, los patrones y sus políticos echarán nuevos golpes sobre los trabajadores, y ya lo empiezan a hacer. Andrade y los «sectores progresistas» no han hecho más que permitir las ganancias empresariales y apoyando la inyección millonarias a los bancos y las Pymes cubriendo el lado izquierdo del gobierno para posar una vez más como amigos del pueblo.

¿Es realmente posible frenar a la derecha haciendo acuerdos y alianzas con los políticos patronales progresistas? Ese es el argumento del PC. Y dice que no hacerlo es hacerle el juego a la derecha. ¿Es realmente así? Pensando en los progresistas, ¿no les permite esta confianza que se deposita en ellos  presentarse (falsamente) como amigos del pueblo? Pensando en la derecha: ¿acaso no se invitó a personeros menores de la derecha a integrar el Parlamento Social y Político, o a actos de la CUT?

Y más de fondo: ¿acaso los llamados a votar a la Concertación, las propuesta de pactos parlamentarios, los apoyos múltiples, sirvieron en algo en todos estos años para frenar a la derecha? Es evidente que no.

Por eso es que hace falta construir un partido de trabajadores revolucionario, por lo que lucha Clase contra Clase, que se guíe por una política de clase independiente de toda variante patronal. Que no deposite confianza en ningún político patronal, ni derechista ni progresista. Una alternativa que se proponga acabar con la subcontratación, un salario mínimo de $350.000 y móvil según la inflación. Que frente a la crisis luche por ningún despido ni suspensiones. Que se plantee recuperar la CUT al servicio de la lucha obrera. Y una Asamblea Constituyente basada en la movilización de los trabajadores y el pueblo pobre, en la que tengan cabida los representantes de la clase trabajadora, para avanzar a cuestionar esta democracia para ricos y a un Gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre, una República de los Trabajadores. Para todo esto será necesario construir un Partido Revolucionario de Trabajadores como el que construye  Clase contra Clase.