El aporte profundamente revolucionario que la Alternativa Bolivariana para las Américas ha contribuido al progreso de la humanidad, es de haber insistido de una manera categórica y práctica sobre la dimensión moral de la política económica. Ningún esquema capitalista habría podido desarrollar una insistencia en créditos accesibles, o en programas de salud y educación […]
El aporte profundamente revolucionario que la Alternativa Bolivariana para las Américas ha contribuido al progreso de la humanidad, es de haber insistido de una manera categórica y práctica sobre la dimensión moral de la política económica.
Ningún esquema capitalista habría podido desarrollar una insistencia en créditos accesibles, o en programas de salud y educación como Misión Milagro y Yo Sí Puedo, o en complementar políticas de seguridad energética y energía sostenible con una garantía de seguridad alimentaria. Si las y los estrategas del ALBA lo han hecho es porque han descartado el modelo anti-humanitario capitalista para recuperar de nuevo las bases políticas y morales del humanismo.
Y si una cosa queda claro de la respuesta de los países ricos la crisis económico que sus mismos gobiernos y élites engendraron, es que su respuesta prioriza las élites por encima de sus pueblos. Tiene que ser así. El capitalismo concentra el poder y control de recursos en las manos de unas pocas corporaciones y la élite que las controla. Los planes de rescate en Estados Unidos y en Europa protegen primero y masivamente a los grandes bancos y solo después, como un addendum, dirigen su atención a la economía real, a los trabajadores, a las familias.
El economista Paul Craig Roberts, veterano del gobierno de Ronald Reagan, ha notado que mientras Secretario de la Tesorería Henry Paulson aprueba setecientos billones para los bancos, niega ayudar con 25 billones a familias en riesgo de perder sus casas. Así es que muchas economistas han comentado que es absurdo esperar que las instituciones financieras internacionales, más que todo el Fondo Monetario Internacional, podrían funcionar adecuadamente para manejar los recursos necesarios para mantener el equilibrio en la economía global. El FMI responde a sus amos en la Tesorería estadounidense.
Pocos admiten que el fracaso no es meramente un fracaso de la ideología del neoliberalismo sino del sistema capitalista como tal. El mercado libre no existe, jamás ha existido y nunca existirá. El argumento verdadero es sobre cuáles deben de ser los objetivos de la regulación de los mercados.
Si uno lee los documentos del Banco Mundial, de la Organización por Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), del Fondo Monetario Internacional, o, quizás en menor grado, del CEPAL – la impresión dominante es que el sufrimiento de millones de seres humanos es de una importancia secundaria. Todas estas instituciones expresan sus criterios como si hubiera una capa de realidad teórica que tenga prioridad sobre la vida humana. Un corolario de esta mentalidad es una aparente falta absoluta de un sentido histórico en estas organizaciones.
Por ejemplo, si uno lee la publicación «Perspectivas Económicas para América Latina 2009» de la OCDE, su enfoque es sobre el papel de las estructuras fiscales en relación al desarrollo. Los autores notan que los ingresos fiscales para los gobiernos en América Latina son menores en proporción a los de los países del OCDE – 23% contra 42% respectivamente. Adentro del documento se nota de paso, sin mayor comentario, que este hecho se debe a la pobreza de la mayoría de la población. Se nota que, «Se necesita un cambio de enfoque si los gobiernos latinoamericanos van a explotar plenamente el potencial de las políticas fiscales como una herramienta para el desarrollo.»
No se menciona para nada el papel que las imposiciones de los países ricos, por diversos medios, han jugado en negar a los países de América Latina el desarrollo que sus pueblos tanto necesitan. Las suposiciones de los autores todavía surgen del Consenso de Washington que ha sido el sostén ideológico de este tipo de documento por casi 20 años. Una cosa que sorprende es que el colapso del sistema capitalista desde julio de 2007 aparentemente no ha impactado todavía en el pensamiento teórico de la clase gerencial que dirige las instituciones financieras internacionales.
Afuera de las instituciones dominadas por los países ricos del Bloque Occidental, hay otra dinámica que podría convergir con el desarrollo del ALBA. Después de participar en el cumbre de los países de la Cooperación Económica de Asia y el Pacífico (ACP) el 22 y 23 de noviembre en Lima, Presidente Medvédev de Rusia visitará Brasil y Venezuela. Antes de la cumbre de APC el Presidente de China está visitando a Cuba, Costa Rica y Perú. La coincidencia de estas visitas durante la peor crisis económica por muchas décadas no puede ser un accidente. Seguramente tiene una fuerte relación con un problema fundamental que tiene China y, en menor grado Rusia, por motivo de la hegemonía de la moneda estadounidense.
Tanto China como Rusia tienen altas reservas de la moneda estadounidense que está perdiendo valor de una manera acelerada a raíz de las políticas desesperadas de las autoridades monetarias y financieras de Estados Unidos para impedir el colapso de su sistema financiero y su economía. China y Rusia tienen que comprar dólares en la forma de deuda estadounidense, porque si no lo hacen sus propias monedas aumentarán en valor de una manera negativa para su comercio, haciendo caras sus exportaciones y baratísimas las importaciones de Estados Unidos.
El problema para los dos países es como gastar esas grandes reservas de dólares de una manera que fomenta el desarrollo de sus propias economías. Una manera es por medio de significativas inversiones en los países de América Latina y de África. En el caso de China, esto garantizaría los recursos vitales para su economía por medio de la cooperación. En el caso de Rusia – y de China también, por supuesto – abriría nuevos mercados de exportación.
Ese tipo de inversión podría ser especialmente beneficiosa para las economías latinoamericanas ahora. Como lo demás del mundo, América Latina podría ser cada vez más afectada por la renuencia de los grandes bancos estadounidenses de soltar dólares en los mercados financieros internacionales. Economistas en China ya han insistido públicamente – hay que encontrar una alternativa al dólar como moneda global.
Economistas progresistas en Estados Unidos, como Dean Baker y Mark Weisbrot del Centro de Investigaciones Económicas y Políticas destacan dos aspectos imprescindibles como respuesta a la crisis. En general Baker argumenta que se debe correr un deficit para promover inversión en capital productiva y en infraestructura. El ejemplo de China refuerza el argumento de Baker. China últimamente ha declarado que invertirá casi US$600 mil millones en su economía interna.
Para Estados Unidos Baker argumenta, » El verdadero impulso para alentar la economía a corto plazo tendrá que ser grandes cantidades de estímulo fiscal. Habrá que dar una gran dosis de estímulo (alrededor de 2% o 3% de PIB) para sostener la economía estadounidense a corto plazo. A más largo plazo el dólar tendrá que caer para cerrar más el déficit comercial. La caída del dólar implica una reducción en los niveles de vida. Pero, si la economía logre crecer de una manera saludable, el impacto será relativamente limitada (p.ej. una disminución en el nivel de vida de 2% o 3% debido a una caída del dólar equivaldría a alrededor de dos años de crecimiento).»
Por supuesto la situación en cada uno de los países de América Central y el Caribe o de los países andinos es diferente. Pero es impresionante que ALBA ha priorizado precisamente ese tipo de inversión aún antes de la crisis en los países ricos que ahora amenaza a todo el mundo. El motivo de esa previsión de parte de los países del ALBA parece ser sencillo. Las regiones que han beneficiado del ALBA ya habían estado en crisis, precisamente por haber sido víctimas de las políticas perennes de los países ricos. El tema de un manejo adecuado de la balanza de pagos es otro área en que los países del ALBA ya tienen planificado una respuesta poderosa por medio del Banco del ALBA y, si se le quiten las trabas, en el Banco del Sur.
El colega de Dean Baker, Mark Weisbrot argumenta, «Será importante a corto plazo para los países del ALBA, junto con tantos otros como posible, a coordinar sus respuestas a la crisis financiera actual y a la caída de actividad económica. A más largo plazo será necesario para ellos construir y extender las instituciones capaces de fomentar la integración y desarrollo regional. Algún acuerdo sobre como compartir las reservas financieras podría ser muy importante en el futuro cercano. En términos de coordinar su respuesta a la situación en que estamos, podría ser que existe un potencial para organizar su propio esfuerzo colectivo para tomar préstamos de los países que poseen excedentes (p.ej. los productores del petróleo o China) quienes tienen reservas que sobran. Eso crearía una alternativa al esfuerzo de Estados Unidos y el Reino Unido de canalizar fondos para ese propósito por medio del FMI. Es posible que podrían usar también el Fondo de Reserva para América Latina.»
Está claro que mientras existen las condiciones y espacio para maniobrar estos criterios de Baker y Weisbrot y otros economistas con respecto a la crisis económica global son muy útiles. Pero el tiempo corre. Estamos todavía en una etapa temprana de la recesión profunda que se está desarrollando a nivel mundial. Lo más probable es que las opciones van a ir cerrándose de una manera acelerada en el primer trimestre de 2009. Los poderes imperialistas de Norte América y Europa buscarán explotar las crisis políticas en América Latina en este contexto económico para recuperar la influencia que han perdido en los últimos años. Es un desafío para ALBA en que la humanidad entera exige otra victoria más.