El tráfago de los pasados días me ha hecho casi pasar por alto el hecho de que Gonzalo Pontón, el fundador y director de Editorial Crítica, ha sido jubilado forzosamente por Planeta, el grupo editorial propietario actual del sello. Pero ahora me encuentro con una carta del propio Gonzalo Pontón, quien espero me perdone por […]
El tráfago de los pasados días me ha hecho casi pasar por alto el hecho de que Gonzalo Pontón, el fundador y director de Editorial Crítica, ha sido jubilado forzosamente por Planeta, el grupo editorial propietario actual del sello.
Pero ahora me encuentro con una carta del propio Gonzalo Pontón, quien espero me perdone por sacarla a la luz pública:
Quizás ya sepas por la prensa que Planeta ha decidido jubilarme como consejero delegado de CRÍTICA, la editorial que fundé en 1976 y que he dirigido ininterrumpidamente durante 33 años.
Todas mis negativas a la jubilación que se me impone (es cierto que acabo de cumplir 65 años), así como la propuesta alternativa que he dirigido a Planeta para comprar sus acciones (es el socio mayoritario de CRÍTICA) han sido inútiles. Planeta ha tomado una determinación innegociable. Sin embargo, no me doy por vencido y seguiré tratando de recuperar mi editorial por todos los medios incluidos los legales o, alternativamente, exigiré la venta de mis acciones a Planeta (estoy obligado a ello por un contrato entre socios que firmé hace diez años), ya que sus directivos me han expresado personalmente que, aun reconociendo que CRÍTICA siempre ha obtenido beneficios, a su juicio pueden incrementarse mucho cambiando la línea editorial.
Como podrás comprender, no deseo sancionar con mi presencia, ni como asesor (que se me ha ofrecido) ni como accionista, una línea editorial que nada tenga que ver con lo que CRITICA ha venido ofreciendo a la cultura de lengua española desde el fin de la dictadura hasta hoy. La buena noticia es que por el momento Planeta ha reconfirmado en su cargo a Carmen Esteban como directora editorial de CRITICA.
Nunca he tenido relación profesional con Crítica, más allá de reseñar alguna obra suya en la prensa, de modo que mis palabras inmediatas no las moverá ningún interés directo. Por decirlo rápidamente: debo a la Editorial Crítica algunos de los mejores momentos intelectuales que me ha deparado la lectura en los últimos años, en áreas muy variadas.
La edición es un oficio muy personal, por desgracia o (como en este caso) por suerte. Sería incomprensible la existencia del fondo de Crítica sin su forjador, así como resulta difícil pensar en que se mantenga la línea editorial sometida a más presiones económicas.
El grupo Planeta se ha caracterizado por adquirir numerosos sellos y luego cambiarlos y desvirtuarlos hasta el extremo de que uno se pregunta que para qué los compró… Su política de sustituir a los editores por responsables de sello recuerda poderosamente lo que André Schiffrin llamó La edición sin editores. Con esas operaciones no sólo se pone en riesgo la evolución natural de una línea editorial, el futuro, sino también la preservación de un fondo creado a lo largo de décadas: el pasado.
Ojalá se logre encontrar alguna fórmula que permita la preservación del sello.
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