Tras haber sido expulsada de El Aaiun por el gobierno de Marruecos, la activista saharaui Aminatu Haidar inició ayer una huelga de hambre en Lanzarote para forzar su regreso al Sáhara Occidental ocupado. De paso, ha denunciado al gobierno español por complicidad en la operación. Hace tiempo que para el Estado español los saharauis son, como los […]
Tras haber sido expulsada de El Aaiun por el gobierno de Marruecos, la activista saharaui Aminatu Haidar inició ayer una huelga de hambre en Lanzarote para forzar su regreso al Sáhara Occidental ocupado. De paso, ha denunciado al gobierno español por complicidad en la operación. Hace tiempo que para el Estado español los saharauis son, como los palestinos, los perdedores de un juego en el que deben ser sacrificados ante intereses más elevados.
Denuncia de Aminatu Haidar del acuerdo pesquero entre la Unión Europea y Marruecos. Nunca recibirá el premio Sajarov. Fuente: Western Sahara Resources Watch.
La simpatía explícita hacia la monarquía alauí por parte de los sucesivos gobiernos socialistas contrasta con la actitud más hostil del Partido Popular, bajo cuyo gobierno se buscó un acercamiento con Argelia (Agag mediante). Pero el oportunismo del PP en la cuestión saharaui no debería engañar a nadie: durante ocho años de aznarismo el referéndum amparado por Naciones Unidas languideció sin que en ningún momento el gobierno español apostara de manera decisiva por la defensa de los saharauis, a los que nunca recibió.
En Coalición Canaria, partido que en Canarias gobierna con el PP, tampoco faltan los oportunistas. La presidenta de dicho partido, Claudia Morales, se dejó ver en Lanzarote para hacerse la foto con Haidar y reclamar explicaciones al gobierno español, cuando políticos y empresarios de su partido mantienen excelentes relaciones con las autoridades marroquíes.
Tanta hipocresía se explica por el fuerte apoyo popular que en España y en Canarias continúa teniendo el movimiento saharaui, pese al apagón informativo que la irrupción de la insumisa Aminatu ha desbaratado. Dejo un comunicado de la plataforma ciudadana Asamblea por Tenerife:
«Asamblea por Tenerife exige la inmediata liberación de Aminatou Haidar y que se le permita regresar a su casa en El Aaiún. Así mismo quiere dejar patente su más enérgica repulsa a la represión que ejercen las autoridades marroquíes en los territorios ocupados del Sahara Occidental y a la más que evidente complicidad de los gobiernos español y canario, y el lobby pro marroquí en el Archipiélago, por lo que hacemos un llamamiento a la comunidad internacional para que ponga fin a estos crímenes de lesa Humanidad.
La justa lucha del pueblo saharaui por la autodeterminación de su territorio, derecho garantizado por la Carta de las Naciones Unidas y recogido en el Plan Baker, ha sido respondida desde la firma del Acuerdo Tripartito en 1974 con crueles episodios de represión y muerte por el ejército y la policía de Marruecos, país que ocupa ilegalmente los territorios de Saguia al Hamra y Río de Oro.
La vergonzosa abstención del gobierno de Zapatero en una resolución de la 61 sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas que reafirma que «el Sáhara Occidental es un asunto de descolonización» y que requiere la aplicación de la resolución 1514 , es decir, que la solución pase inexcusablemente porque el pueblo saharaui ejerza su derecho inalienable a la autodeterminación, confirma no ya la pasividad de anteriores gobiernos, sino la apuesta decidida de los socialistas españoles por apoyar a la «monarquía hermana» de Marruecos. El secuestro de Aminatou Haidar, como ha calificado su abogada la acción de la Guardia Civil que la retiene en el Aeropuerto de Lanzarote impidiéndole regresar a su tierra, no es sino un ejemplo más de la íntima relación de las monarquía borbónicas y alauita. Queremos pensar que esta antidemocrática respuesta del gobierno español no sea una represalia por las declaraciones de la activista saharaui en las que afirmaba que el ejecutivo del presidente José Luis Rodríguez Zapatero la ha «decepcionado» porque, según Haidar, hay una «diferencia abismal entre lo que piensa el pueblo español y la actuación del gobierno».
Por otro lado, a pesar de que Claudina Morales, presidenta de Coalición Canaria (CC), intente culpabilizar al gobierno de Zapatero en exclusiva, la obscena relación de la monarquía alauita con el gobierno y la oligarquía canaria no ha hecho sino intensificarse en los últimos años. Ya no sólo fomentan el silencio cómplice, sino que defienden abiertamente los intereses de esa sanguinaria «mafia real» con la que hacen negocios en los territorios ocupados: Binter, una compañía aérea canaria, vuela hasta El Aaiún; las cámaras de comercio canarias operan financiadas por el gobierno de Canarias; empresas canarias pertenecientes a los sectores de hostelería y comercio, especialmente de pescado, operan en la zona; algunas constructoras trabajan en el sur de Marruecos y los territorios ocupados; la Naviera Armas ha abierto una línea entre Puerto del Rosario (Fuerteventura) y el saharaui de Tarfaya…
José M. Soria, vicepresidente del Gobierno de Canarias y presidente del Partido Popular, además de agente del lobby pro marroquí, en el que prestan sus servicios los ex presidentes Felipe González y Adán Martín y al que también pertenecen, entre otros, el alcalde de Las Palmas, Jerónimo Saavedra o el periodista Ángel Tristán Pimienta, ex director de La Provincia, anunciaba este verano que el gobierno de Canarias invertiría 4,3 millones de euros de fondos Feder de la UE en suelo saharaui. A pesar de que el Frente Polisario le recordó que «ninguna zona ocupada del Sáhara Occidental es susceptible de invertir ni un sólo céntimo para hacer negocios sin el consentimiento de los representantes del territorio», Soria, en un ejercicio de cinismo y de manifiesto rechazo al Derecho Internacional, afirmó que el Sahara Occidental forma parte del reino marroquí. «Yo no le llamo zona ocupada -dijo-, le llamo: en todo Marruecos». Esta es una muestra al más alto nivel de cuál es la actitud del gobierno autónomo y coloca en su verdadero lugar actos para la galería como las declaraciones de la presidenta de Coalición Canaria.
La Laguna, 15 de noviembre de 2009″
A principios de noviembre la secretario de Estado norteamericana Hillary Clinton, de visita en Marruecos, elogió a Mohamed VI y defendió tanto su política de derechos humanos como su plan de autonomía para el Sáhara. Seguro del apoyo estadounidense, el régimen marroquí ya había detenido en octubre a ocho saharauis miembros de organizaciones sociales que venían de visitar los campos de refugiados en Tinduf (Argelia), continuando la escalada represiva que comenzara en 2005. Poco más tarde, y con motivo del trigésimo cuarto aniversario de la invasión marroquí del Sáhara Occidental, Mohamed VI pronunció un combativo discurso en el que, por si quedaba alguna duda, excluye cualquier tipo de negociación con los representantes de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) sobre la descolonización:
«Con toda responsabilidad, afirmamos que ya no hay lugar para la ambigüedad y la duplicidad: o el ciudadano es marroquí, o no lo es. Se acabó el tiempo del doble juego y del escapismo. Llegó la hora de la claridad y el deber asumido. O se es patriota o se es un traidor. No se puede disfrutar de los derechos de la ciudadanía y al mismo tiempo renegar de los mismos conspirando con los enemigos de la patria«.
Sustitúyase la palabra marroquí por español y podremos apreciar mejor una interesante genealogía, la de la España franquista que hermanó a las monarquías alauí y borbónica. El franquismo dejó huella en los territorios de Marruecos y, lógicamente, del Sáhara Occidental. Antes de que la emprendieran contra «los rojos», los rebeldes rifeños pudieron comprobar en sus propias carnes el sentido de la patria de los generales africanistas españoles y una doctrina del enemigo que en los últimos años ha renacido bajo otros hábitos. Otra genealogía pasa también por el Rif: la del petainismo francés. No hay que olvidar que fueron tropas franco-españolas, comandadas respectivamente, por el mariscal Pétain y un joven general Franco, las que en 1925-26 gasearon a los rifeños, y fue Pétain el primer embajador francés que presentó credenciales al gobierno de Franco el 20 de marzo de 1939, poco antes de que finalizara la guerra civil. Formalmente, el petainismo acabó con el final de la Segunda Guerra Mundial y el franquismo con una ley sobre el destino del Sáhara. Formalmente, insisto. Sabemos cómo se metamorfosearon después.
En esta tradición reaccionaria, los derechos ciudadanos no son sino una emanación de la soberanía nacional que encarna el monarca (o el Estado, en general). Una concesión del soberano, que tanto puede ser otorgada como retirada si es necesario. Y el vínculo con el soberano se establece mediante la nacionalidad. «Marroquí, patriota, ciudadano» se opone de este modo a «extranjero, traidor/enemigo, no ciudadano/sin derechos«. En España el razonamiento opera de manera similar: el enemigo, encarnado principalmente por la figura del «terrorista» -aunque no sólo por ella-, se considera un cuerpo extraño, extranjero, o por lo menos no español, o no lo suficientemente español, en el caso del País Vasco. En estos casos, el reconocimiento de derechos se puede cuestionar con mayor facilidad, en una jerarquía que ya no es explícitamente racial aunque en ocasiones lo parezca: en la polémica acerca del secuestro del Alakrana no faltaron quienes rechazaron la intervención del gobierno español por el hecho de que el barco ondeaba supuestamente una ikurriña en lugar de una bandera rojigualda, mientras que a la mayoría de los tripulantes -que carecían de nacionalidad española- apenas si se les prestó atención alguna.
Una semana después del discurso de Mohamed VI, el 13 de noviembre la activista Aminatu -o Aminetu- Haidar fue expulsada de Marruecos con la colaboración del gobierno español, tras la retirada de su pasaporte. Desde entonces se encuentra en el aeropuerto de Lanzarote, donde continúa una huelga de hambre, pese a su precario estado de salud. Mientras, los gobiernos español y marroquí tratan de despolitizar el asunto reduciéndolo a una mera cuestión administrativa en la que Haidar -como los rebeldes saharauis, como los palestinos- es quien no quiere atender a razones. La todavía Comisaria de Relaciones Exteriores Benita Ferrero-Waldner comparte la misma opinión. Y, teniendo en cuenta las declaraciones precedentes de Hillary Clinton, no hace falta indagar más acerca de la posición del gobierno estadounidense. Consenso euroatlántico, pues, en torno a las dos principales asignaturas pendientes de la descolonización, Palestina y el Sáhara Occidental: el problema es quien resiste.
Por su parte, el gobierno canario no ha tardado en quitarse el problema de encima remitiéndose a la responsabilidad del gobierno central. Pero antes del «incidente Haidar», parece que la plana mayor del establishment político-cultural canario tenía previsto reunirse la semana que viene en la ciudad marroquí de Tarfaya, a dos pasos del Sáhara Occidental, en un gran Festival sobre el diálogo de culturas (sic) organizado por empresarios canarios con la colaboración de las autoridades marroquíes y la lamentable participación de las dos universidades canarias con cientos de estudiantes. La lista de invitados canarios que han confirmado asistencia, según el sitio web del evento, es extensísima, e incluye a ex presidentes autonómicos, alcaldes, jueces, catedráticos, pintores, ingenieros, rectores, y Juan Fernández López Aguilar, que pertenece a una categoría aparte. ¿Se atreverán a asistir mientras Aminatu Haidar agoniza?
Mientras, Aminatu espera, y recibe a quien quiera escucharla en el aeropuerto de Lanzarote, ante la mirada perpleja de los turistas. Afortunadamente, son muchas las personas y organizaciones que en Canarias y en otras partes están recordando que la espera de Aminatu es la de un pueblo. Y que no necesitamos al soberano o a la administración para ser humanos y ciudadanos.