Este diciembre proyecta, junto al cierre de un año internacional complicado y difícil, momentos fundamentales para la propia continuidad de la vida de nuestra especie sobre el planeta. Los sistemas de explotación y sus prácticas injerencistas y violentas nos han llevado a tamaña encrucijada, en la cual incluso las soluciones signadas por la más elemental […]
Este diciembre proyecta, junto al cierre de un año internacional complicado y difícil, momentos fundamentales para la propia continuidad de la vida de nuestra especie sobre el planeta.
Los sistemas de explotación y sus prácticas injerencistas y violentas nos han llevado a tamaña encrucijada, en la cual incluso las soluciones signadas por la más elemental sensatez son puestas en juego por quienes insisten en que sus locos intereses son los únicos valederos.
El cercano día siete, por ejemplo, deberán reunirse en Copenhague, la capital de Dinamarca, los estadistas de buena parte del orbe para enfrentar la ríspida discusión acerca de evitar una catástrofe climática.
Se argumentaba que la capital danesa sería el centro donde quedaría confeccionado un nuevo acuerdo mundial sobre emisiones de gases de efecto invernadero, los cuales por su presencia en demasía en la atmósfera están produciendo sensibles cambios de temperatura con peligrosísimas consecuencias a escala global.
Sin embargo, todo parece indicar -y lo han dicho explícitamente líderes de las principales potencias intoxicantes– que Copenhague apenas será otra discusión más, donde pueden quedar pendientes aún las cuotas de reducción de gases malsanos para cada estado. También los montos de las contribuciones de los ricos para que los empobrecidos puedan asumir políticas beneficiosas para el medio ambiente.
¡Como si quedara mucho tiempo en un planeta que hace casi cuatro décadas perdió su capacidad natural de revertir el peso de la contaminación!
Por otra parte, para este cinco de diciembre debería firmarse el acuerdo ruso- norteamericano para la reducción de los arsenales nucleares, sustituto del conocido como START 1, que vence precisamente ese día.
Se trata de una negociación de primer orden entre los más grandes poseedores de armas atómicas, pero que no ha estado exenta de tirantez.
De hecho, un gran obstáculo para la prolongación de las conversaciones hasta esta fecha ha sido la pretensión norteamericana de desplegar en Europa del Este elementos de su titulado «escudo antimisiles», lo cual amenazaba directamente la seguridad rusa.
Para muchos analistas semejante engendro, en que Washington viene trabajando por décadas obedece a su intento de propinar el primer golpe atómico con la seguridad de no recibir respuesta de los oponentes.
Si bien la Casa Blanca suspendió el anunciado despliegue en Polonia y la República Checa, no ha renunciado a proseguir adelante con ese sistema de detección y destrucción, y al parecer no desea incluirlo en las negociaciones con Rusia, según informes de Moscú.
De manera que el cierre de 2009 contiene riesgos y decisiones fundamentales, y habrá que ver si es la cordura o si son las ambiciones de poder las que finalmente signan la llegada a la primera década del siglo XXI.