El próximo viernes 15 de enero se cumplen tres años del inicio del gobierno de la «revolución ciudadana». Tiempo suficiente para una evaluación de lo realizado a la luz de lo ofrecido. Incluso, es el momento para avizorar la futura evolución de este proceso de cambio, en especial de sus principales propuestas que generaron muchas […]
El próximo viernes 15 de enero se cumplen tres años del inicio del gobierno de la «revolución ciudadana». Tiempo suficiente para una evaluación de lo realizado a la luz de lo ofrecido. Incluso, es el momento para avizorar la futura evolución de este proceso de cambio, en especial de sus principales propuestas que generaron muchas expectativas y esperanzas, ratificadas en sucesivos triunfos electorales.
Es preciso reconocer que son muchos los hechos y las acciones impulsadas desde entonces. Hay avances notables en varios campos. Sin embargo, no faltan contradicciones e incluso flagrantes incoherencias en relación con lo que se planteó inicialmente. También afloran situaciones preocupantes derivadas de un estilo de gobierno personalista, que no ha permitido consolidar las bases de una real participación ciudadana. Esta forma de gobernar no ha posibilitado aún la consolidación de un Estado democrático, tal como lo establece la Constitución de Montecristi, que logró plasmar esos anhelos de cambio, fundando otra forma jurídica basada en los derechos y las garantías.
Todo lo anterior, sin embargo, no puede minimizar el hecho de que la sociedad ecuatoriana ha sido sacudida por la «revolución ciudadana». Por lo tanto, no es posible permanecer impasibles frente a lo que está aconteciendo. Para bien o para mal, dependiendo mucho del ángulo desde el que se miren las cosas, hay que reconocer que Ecuador está en movimiento. Muy pocas veces antes, sobre todo desde el inicio del proceso constituyente, que aún no concluye, se han discutido con tanta intensidad tantos temas trascendentales para la vida nacional.
Para esa necesaria reflexión valorativa de estos tres años, como otro insumo para la discusión de toda la ciudadanía, partidaria o no del gobierno del presidente Rafael Correa, considero pertinente revisar el Plan de Gobierno de Alianza País 2007-2011, elaborado durante gran parte del año 2006.
En este Plan se sintetizan centenares, por no decir miles de opiniones, comentarios, sugerencias y críticas recogidas a lo largo y ancho del país, expresadas a través de múltiples vías, como una tarea participativa que se enriqueció de manera sostenida con aportes individuales y colectivos. Hay varios campos en los que apenas se enunciaron propuestas, mientras que en otros se avanzó con más profundidad. Éste es, sin duda, el resultado del esfuerzo de muchísimas personas con espíritu crítico comprometidas con la transformación radical que requería y requiere aún el Ecuador, de personas que ejercieron su derecho a proponer y a construir. Es también una demostración práctica de la democracia del diálogo y del consenso que alentamos inicialmente en Alianza País. En suma, es un trabajo en permanente construcción de pensadores y no de seguidores dóciles, tal como reza la presentación de este Plan.
Quién tenga interés en ver la amplitud de la convocatoria en términos de autores y autoras del Plan puede revisar al final del documento una lista detallada de personas naturales y organizaciones sociales que participaron en este esfuerzo de construcción colectiva.
Esta tarea continuó luego con la elaboración de dos planes de desarrollo por parte de la SENPLADES y, sobre todo, con la amplia discusión nacional que llevó a la expedición y aprobación popular de la Constitución de Montecristi. El contenido de dichos planes e incluso el de la misma Constitución se nutren de muchas de las reflexiones plasmadas en el documento Plan de Gobierno 2007-2011 anexo (Versión del 21 de noviembre de dicho año).
De todas maneras, tenemos que aceptar que quienes elaboramos el documento en mención no éramos los únicos portadores de esta propuesta de cambios revolucionarios. Nosotros apenas continuamos las marchas de tantas mujeres y hombres, indígenas, afroecuatorianos, cholos, montuvios, mestizos, jóvenes, estudiantes, trabajadores, sindicalistas, campesinos, maestros, jubilados, emigrantes, ecologistas, amas de casa, empleados, profesionales, comunicadores sociales, artesanos, pescadores, artistas, investigadores, incluso empresarios. Por lo tanto no podemos ignorar esta valiosa acción que se nutrió de la memoria acumulada en tantas jornadas de lucha popular en las cuales destacaron muchas organizaciones sociales, que hoy aparecen marginadas de los debates y de la acción política.
Nuestro compromiso era y es con el país, con su gente, con el futuro. Eso nos obliga a reflexionar sobre lo realizado, a discutir sin miedo sobre éxitos y errores. Con este esfuerzo queremos dar fuerza a la esperanza. En el momento que la perdamos seremos nuevamente víctimas perfectas de nuestros perpetuos verdugos. Por lo tanto, es preciso que las fuerzas sociales comprometidas con el cambio rescaten las tesis planteadas entonces en tanto resultado de una serie de luchas populares que hicieron posible este proceso histórico de «revolución ciudadana».
Por esa razón, con el fin de volver a las raíces, para disputar el sentido histórico del proceso y recuperar las propuestas básicas de este Plan, sea para apoyar su ejecución o para exigir rectificaciones, propongo una lectura comprometida de las visiones, propuestas y programas del Plan de Gobierno de Alianza País 2007-2011. Esta lectura deberá darse a la luz de las complejas condiciones externas, aquéllas que nos condicionan y están más allá de nuestras voluntades, aunque no por ello estamos absueltos de intuirlas, pensarlas y buscar alternativas. También habrá que considerar aquellas realidades internas, inherentes a nuestras voluntades, a nuestras maneras de pensar y actuar en la política, a las formas de ejercer el poder.
Este ejercicio de debate democrático debe darse en el marco del respeto y el reconocimiento al otro, garantizando su libertad, comprometidos en una permanente búsqueda ética de la libertad, la igualdad, la equidad y la justicia.
¡Todo para la patria, nada para nosotros!
Alberto Acosta es economista, ex presidente de la Asamblea Constituyente de Ecuador, fundador de Alianza País y ex ministro de Energía del gobierno de Correa
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Para consultar el «Plan de Gobierno de Alianza País 2007-2011»:
http://www.latinreporters.com/equateurRafaelCorreaPlandeGobiernoAlianzaPAIS.pdf
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.