Curioso título para la obra, porque resulta que el término ha tenido muchas acepciones a lo largo del tiempo. Proviene de la época de la Constitución de 1812, en que se denominaba así a los liberales, a los republicanos… hoy diríamos que a los rojos. Pero se ha transformado en el tiempo y, si bien […]
Curioso título para la obra, porque resulta que el término ha tenido muchas acepciones a lo largo del tiempo. Proviene de la época de la Constitución de 1812, en que se denominaba así a los liberales, a los republicanos… hoy diríamos que a los rojos. Pero se ha transformado en el tiempo y, si bien durante la dictadura fascista en España tuvo todas las acepciones peyorativas que se les pudiese ocurrir a aquella gentuza, hoy vuelve a ser una forma de designar a la gente más avanzada, pero también, ser de los de la cáscara amarga, ha venido a englobar a los que son homosexuales. En general, podríamos asumir que son todas aquellas personas que están fuera de «las normas que mandan los cánones sociales». Interesante, desde luego.
Hasta hace unas semanas no conocía nada acerca del trabajo de estas chicas, de Pombo Teatro, pero me interesó acercarme a ver la divertida producción que lleva por título Matar x Matar, y al cabo de un par de semanas estaba viendo su siguiente montaje, Cáscara Amarga.
Entre ambas ha mediado poco tiempo, para mí, claro, esto lleva más tiempo para ellas, pero el contraste y la comparación son buenos, porque me ha permitido ver cómo son capaces de trabajar en distintos registros, manteniendo un estilo muy propio. Y esto atañe tanto a la creación de la obra, como al montaje y la interpretación, donde han marcado impronta y han sabido diversificarse de una a otra, lo suficiente como para interesar al público, sea el propio como el nuevo.
Si en la anterior perdía algo de peso el contenido, para inclinarse sobre la puesta en escena, en este ambas facetas están a la par, y tengo que decir que me ha parecido muy interesante el tema tratado, la forma de hacerlo, el desarrollo y la actuación de las tres intérpretes. Así que, al igual que en la anterior hay que recalcar el trabajo de equipo, pero aquí se ve un trabajo más de fondo, que permite ver, por comparación, que se ha aportado la experiencia previa para poder avanzar en otras líneas.
El tema de fondo podría sintetizarse en la dificultad de ser mujer y lesbiana que aún hoy puede convertirse en un añadido a la marginación propia del sexo, aunque en este caso, toda la obra se desarrolla entre mujeres y los varones se quedan en meras referencias de ciertos casos. La realidad es que todo viene tratado en clave de humor de principio a fin y, sin darnos cuenta, los personajes van trazando una trama que acabará en un final inesperado casi hasta el último momento.
Pese al tono general ligero del humor de esta pieza, suelta una y otra vez ciertas cargas que analizadas son de peso, ya sea en cuanto a las relaciones de amistad, como a la automarginación y autocensura que muchas mujeres se imponen por la presión social y familiar. El drama social ofrece dos vías y dos formas de tratarlo que corresponden a dos edades diferentes, pero que al final tendrán una convergencia en el conflicto de la obra.
Por una parte, canciones y alguna coreografía específicas para la obra, que inciden en la forma que tienen las componentes de la compañía, de reírse de todo, hasta de sus mismos personajes. Por otra parte, una forma interesante de llevar a cabo una de las escenas, doblando al personaje materno, con la intimidad de sus problemas, frente a lo que le expresa a la hija, todo a la vez, sin necesidad de volver atrás en la historia para retomarlo, lo que favorece que se sienta directamente el conflicto del personaje.
Humor en el desarrollo, seriedad en el planteamiento y calidad en la ejecución, es la sensación que ofrece al público Pombo Teatro, una compañía joven compuesta mayoritariamente por mujeres que dan la talla.
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