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Ética y medios de comunicación en Chile

Fuentes: Reflexión y Liberación

Recientemente Crónica Digital entregó su premio anual al destacado economista y ex ministro del presidente Allende, José Cademartori. Buena ocasión para compartir algunos tópicos éticos sobre los medios de comunicación hoy en Chile. Sin duda que fue acertado entregar la distinción Premio Augusto Olivares a José Cademartori, prestigioso académico, economista al servicio de las cusas […]

Recientemente Crónica Digital entregó su premio anual al destacado economista y ex ministro del presidente Allende, José Cademartori. Buena ocasión para compartir algunos tópicos éticos sobre los medios de comunicación hoy en Chile.

Sin duda que fue acertado entregar la distinción Premio Augusto Olivares a José Cademartori, prestigioso académico, economista al servicio de las cusas populares, ministro del presidente Salvador Allende y, fiel defensor de la solidaridad y la autodeterminación de los pueblos. Todas estas cualidades relevantes hicieron que el Premio, entregado en el «Café Crónica Digital» ubicado frente a la Plaza Brasil, adquiriera ribetes de camaradería, emoción y memoria histórica.

José Cardemartori recibió el Premio con sencillez y sus palabras fueron una verdadera clase sobre nuestro pasado reciente y una certera mirada política al Chile de hoy en que recién comienza un gobierno de marcada tendencia de derecha, dirigido nada menos que por un exitoso empresario neoliberal y férreo defensor del libre mercado como único regulador de todo comportamiento humano y ajeno a los desajustes sociales que produce este modelo en especial en desmedro de los sectores más pobres.

En estas circunstancias es recomendable revisar cual es el rol que hoy están cumpliendo los medios de comunicación social (MCS). Lo primero que hay que decir es que el país está dominado por un potente monopolio unilateral en materia de prensa e información, eso de por sí afecta tanto la credibilidad de esos medios, como por el derecho vulnerado de los ciudadanos a acceder a una información pluralista y libre de los grandes consorcios económicos y financieros.

Otro tópico importante que se debe tener en cuenta es una especie de autocensura en que incurren no pocos profesionales de la prensa. Es sabido que en cualquier momento un periodista ve trastocado su trabajo al no publicarse tal o cual nota de prensa o reportaje, simplemente porque el editor de turno considera poco «adecuada» o «imprudente» para algún avisador o personaje del ámbito económico o político. Es decir, pueden más los poderes fácticos que la conciencia y la ética periodística.

Estos ejemplos nos deben hacer meditar seriamente sobre el rol que están y deben cumplir nuestros MCS. Cuando un director o editor de un medio duda si publicar o no una información que obtuvo respecto de una conducta indebida de un militar, empresario, religioso o político, está enfrentando un problema de ética periodística. Y, cuando un profesional de la prensa es contratado por el gobierno, pero sus trabajos o despachos pasan por el filtro del censor oficial, se está también ante la pregunta ética de lo que se debe o no se debe decir o publicar como periodista.

Hoy, todos los expertos coinciden en que la razón del periodismo es el servicio a la verdad informativa, esa es una cuestión y un principio indiscutible. Otra cosa sería sin más ni menos, mera entretención -hoy farandulismo- o propaganda premeditada. Y es aquí en donde llegamos a lo medular de lo que es la ética periodística, considerando que toda actividad profesional implica un compromiso con la sociedad a la cual quiere servir, vemos que el periodismo es una actividad doblemente exigente, ya que en el servicio hacia la opinión pública están en juego los grandes valores de la sociedad.

Lamentablemente en Chile, hoy más que nunca, sufrimos los embates de un periodismo mediocre, ignorante, sin sentido humanista, falto de creatividad y con tendencia al escándalo y morbo de personajes de dudosa calidad moral. Basta ver los noticieros de televisión, los reality o las portadas de los matutinos para comprobar lo que el destacado periodista británico Paul Johnson identificó como los siete pecados capitales del periodismo en ambientes de fuerte sello capitalista: «la distorsión, las imágenes falsas, el hurto de la privacidad, asesinar la reputación, explotación del sexo, envenenamiento de los niños y abuso de poder». Eso es lo que, en gran medida, vemos a diario en nuestro país por medio de las grandes cadenas periodísticas y de televisión dominadas por el capital.

Por estas contundentes razones, celebramos el Premio periodístico a José Cademartori. Están allí otros principios muy diferentes a lo que nos ofrece, por ejemplo, el menú mercurial o el mal llamado «canal de todos los chilenos». Hay que cuidar y apoyar a tantos medios de comunicación alternativos, libres de los poderes fácticos y distantes de la codicia sin límite que pregonan los neoliberales de distinto cuño.

Chile puede y debe hacer esfuerzos por construir un periodismo sano, veraz consecuente y comprometido con la democracia, la justicia social, los derechos humanos, la paz y la solidaridad entre los pueblos. De esta forma, veraz y creíble, el periodismo del siglo XXI estará ayudando a cimentar los fundamentos del bien común.