Una compañera de nuestro colectivo presentó hace unas semanas en una universidad de Francia una tesina que se llamaba «La deconstrucción del cine dominante en la práctica revolucionaria de Vídeo nas Aldeias». Algunas de sus ideas ejes las debatió con nosotros y por eso seguimos su trayectoria para ver qué pasaba. No es nuestro interés […]
Una compañera de nuestro colectivo presentó hace unas semanas en una universidad de Francia una tesina que se llamaba «La deconstrucción del cine dominante en la práctica revolucionaria de Vídeo nas Aldeias». Algunas de sus ideas ejes las debatió con nosotros y por eso seguimos su trayectoria para ver qué pasaba. No es nuestro interés hacer una generalización sobre «la universidad», que sería iluso, pero sí comentar ciertos aspectos concretos de jóvenes universitarios, alumnos, que están vinculados a nuestro proyecto y que piensan con cierta autonomía esto que llamamos cine.
El asunto fundamental del trabajo de esta amiga era demostrar que en el proyecto Vídeo nas Aldeias de Brasil, en su larga práctica, hay un cine verdaderamente revolucionario porque ha podido superar incluso las claves de lo que se planteó en los 60 como un cine revolucionario, sobre todo en Latinoamérica, rompiendo con las prácticas habituales del cine hegemónico a la hora de hacer sus películas. Algo que para quienes leemos, o mejor, releemos el cine desde un hacer y hacemos desde una relectura de su historia y sus mecanismos, nos resulta más que obvio.
El panel del «tribunalcito académico» estaba compuesto por tres personas: dos profesoras brasileñas (con trabajos en sociología, cine y arte sobre dicho país) y un geógrafo.
El material a debatir en la defensa era, obviamente, su tesis de 100 páginas, más una decena de películas sobre las que se había hecho parte del análisis.
De las tres personas, las dos mujeres habían leído la tesis mientras que el geógrafo, había leído las primeras páginas y solo ojeado el resto. Ninguna de las personas del tribunalcito habían visto ningún film. Ninguno conocía el proyecto de Vídeo nas Aldeias más que de nombre (las dos profesoras de aquel país)
Y se desató el problema. Dos de estas personas consideraron «inadmisible y lamentable» su primera parte, dado el maniqueísmo de su planteamiento: la afirmación de que existe un cine dominante, un imperialismo audiovisual que ha provocado un adentro y un afuera del cine, tanto por su origen y forma de constitución, como por la consolidación de un sistema de distribución específico, como por su modo industrial determinante de una manera de producción. Un adentro y afuera que justifica el por qué los films de un proyecto como el analizado, con decenas de películas y un impacto social también considerable, sean inaccesibles e inencontrables cuando otros cines irrelevantes están en los escaparates de medio mundo. Adentro y afuera que hace que nadie escriba sobre ellos y que ni se le considere siquiera cine.
Así que esta obviedad es justamente la inadmisible (universitariamente hablando) ya que no podían aceptar que la compañera tuviera una postura anticipada con respecto al tema, digamos, un prejuicio. «Lo académicamente correcto» consistiría en no plantear una afirmación, sino una hipótesis que se debe ir resolviendo en una prolongada cadena de textos sobre textos: «como dijo…fulano, mengano y sultano, hasta una suficiente sucesión de «justificaciones».
Nosotros entendemos este mecanismo. Otro compañero que padece las mismas «exigencias» pero en una Universidad española, comentaba que era lógico. No adaptarse a «esa cosita» que llaman investigación y a sus reglas de juego es inaceptable…en su lógica.
Que un adentro y afuera del cine existe, vaya si lo sabemos todos y todas. Lo afirmamos en muchos espacios y lo entendemos con facilidad. En todos los espacios menos en la mesa del tribunalcito de la carrera de estudios latinoamericanos de esta universidad francesa que juzga dicha tesis.
Las siguientes partes eran menos problemáticas y fueron las que provocaron por lo menos la lástima del tribunalcito académico para otorgarle a la miserable estudiante la nota mínima que le permita pasar al doctorado. Así se lo hicieron saber.
Otras de las molestias inadmisibles para el «geógrafo juzgador de cine» fue el uso de la palabra revolucionario, ¡cine revolucionario!, oooohhhh! ostentación inaceptable por caduca, parece. Suponemos que el geógrafo tiene argumentos fuertes para asegurar que no cabe un planteamiento revolucionario en el cine, en «su cine» al menos y que no existe un cine dominante. Nos encantaría escuchar sus argumentos. Sí que sería revolucionario en la historia contada del cine descubrir que no existe un cine hegemónico. (Alguien nos explicará qué hace un geógrafo debatiendo una tesis de cine que no ha leído, de la que desconoce «el proyecto analizado» y que no se ha molestado en ver sus films de referencia…y que con cínica dulzura, jode el trabajo de un año sin mejorarlo en nada). Por los académicos responsables que conocemos queremos creer de que este tipo de energúmenos no sea lo habitual en las mesas de defensa de las tesis universitaria. ¿No, verdad?
Luego nos encontramos un documental hecho por este «geógrafo juzgador de cine» que trata de un proyecto de desarrollo comunitario muy interesante sobre el Sertao brasileño patrocinado por su universidad, con el lenguaje maniqueo de la voz en off y la ausencia total de protagonismo de los documentados aunque éstos son puestos en los créditos en la parte de agradecimientos. Sí, que es interesante. Explica sus gustos por el cine ya que discutía con la colega que «muchas veces las propias poblaciones no tienen la distancia para narrarse y que puede ser mejor que alguien (¿de la universidad -dice usted-?) los represente con distancia y objetividad. ¿Se puede ser más corto habiendo estudiado tanto?
La otra inadmisibilidad viene de este argumento de que el mundo no es blanco-negro, dominante-periférico, revolucionario-conservador… Sí, sí. Para nosotros tampoco. Lo que sucede es que nos cansamos de complejizar las cosas al punto de no definir nunca una postura ni enunciar un juicio, sobre todo porque la toma de postura es la que nos lleva directamente a la reacción. Bueno, tampoco pedimos que reaccione quien duerme.
Podemos estar de acuerdo incluso con que un procedimiento de investigación no pueda basarse en prejuicios justificados con bibliografía tendenciosa. ¿Hay algún libro escrito que no tenga tendenciosidad del tipo que sea?
Pongamos que hay un lenguaje insuficiente por parte de un, una alumna universitaria en su texto. Es lo habitual. Pero si lo que tenemos en frente es un experto en cualquier otra cosa que desconoce el trabajo que se juzga y la materia que se trata ¿cómo se produce el conocimiento entre ese profesor y ese, esa alumna?
Es sano y necesario que un tribunal discrepe con las ideas de un o una alumna e incluso que le suspendan en un debate serio sobre su propia materia si le demuestran los caminos para superar su reflexión. Sería interesante, sobre todo, que la defensa de una tesina fuera un intercambio de conocimientos, una batalla de argumentos para que ambas partes maduren sus ideas y avancen y no un ejercicio de poder con el cinismo que concede el cargo.
Hace poco días hablábamos con otra colega que presentará en una semana su tesis doctoral sobre la cultura VJ en otra universidad de Madrid, un trabajo de 4 años donde el tribunalcito correspondiente le está exigiendo un resumen breve anticipado para enterarse de qué va la cosa. Y esta colega se pregunta: ¿por qué no leen la introducción y me exigen después de más de tres años de trabajo que me ponga a escribir de nuevo algo que ya escribí? Y sobre todo…¿por qué putas no leen la tesis?
Imaginamos, sí, «mucho trabajo», «no merece la pena», «no vamos a leer todas las tesis»…y bla bla bla… (pagan igual por estar en una tesina de estas ¿no?)
Entonces….
Entonces….mmm
Hablamos de una tesis concreta de una colega en una universidad concreta con un tribunalcito concreto, claro. No es todo el sistema. Cómo no son todos los empresarios, ni todos los políticos, ni todos los todos… Ya, ya…No todo es blanco y negro… Ya, sí. Si no somos idiotas, hombre.
Pero eso no justifica que no se deba juzgar una mecánica, un proceder cínico. Igual que con el cine dominante ¿sabe usted?
A lo mejor, como es una universidad francesa, quizá sigan vigentes varias ideas de aquel panfleto situacionista publicado y difundido por primera vez por compañeros de la Internacional Situacionista en la universidad francesa de Estrasburgo en 1966 que se titula: «De la Miseria del medio estudiantil etc etc…» (uf, dirá nuestro tribunalcito, ¡ahora también con los situacionistas!).
Varios aspectos de aquel diagnóstico sobre los estudiantes podría conservarse con bastante vigencia aunque a la luz de lo dicho aquí podríamos sugerir una actualización cuyo título podría ser: «De la Miseria del medio profesoral de las universidades… y sus «inadmisibles» rincones putrefactos».
Vamos, que por ser un poco constructivos, nada más.