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Apropiarse la huelga general

Fuentes: Quilombo

¿Cuáles son los criterios que nos permitirán calificar de éxito o de fracaso la huelga general del 29 de septiembre? ¿Cuál tiene que ser el grado de seguimiento y en qué sectores? ¿Cuántas personas tienen que participar en las manifestaciones? ¿Cómo contabilizarán a los «no representados» -como los parados o los trabajadores informales- que salgan […]

¿Cuáles son los criterios que nos permitirán calificar de éxito o de fracaso la huelga general del 29 de septiembre? ¿Cuál tiene que ser el grado de seguimiento y en qué sectores? ¿Cuántas personas tienen que participar en las manifestaciones? ¿Cómo contabilizarán a los «no representados» -como los parados o los trabajadores informales- que salgan a protestar? Los medios de comunicación, fieles portavoces del poder político y económico, ya han sentenciado. Fue un fracaso, y eso que todavía no ha comenzado. Da igual incluso que la participación acabe siendo masiva: «a los efectos de los derechos de los trabajadores, podría no haberse convocado y no pasaría nada«, concluía ayer José María Ridao en El País. Las cúpulas de UGT y de CCOO parecen compartir la misma opinión, a juzgar por la aparente falta de convencimiento con la que encaran la convocatoria y por la aceptación de unos servicios mínimos (ver mapa) en el transporte que buscan desactivar una herramienta estratégica fundamental en los territorios metropolitanos: la interrupción del flujo de personas y mercancías.
 
No cabe otra opción que la de rechazar los parámetros utilitaristas que ofrece el poder para que valoremos lo que acontecerá esta semana. La huelga general implica una deserción del puesto de trabajo, pero de algún modo también de quienes se arrogan el derecho a hablar por nosotros, ya sean partidos políticos, sindicatos convocantes o medios de comunicación. El «éxito» de la huelga no puede cuantificarse y dependerá fundamentalmente del grado de apropiación de la misma al margen de los rituales preestablecidos, de los nuevos caminos que abra, de los encuentros que produzca y de la politización que se consiga mediante el aprendizaje colectivo. Una huelga no implica inactividad, sino otro tipo de actividad colectiva. Apropiarse la huelga general significa apropiarse de la política. Después del día 29, los ciudadanos tendrán que «seguir haciendo política«, como se dice en el boletín especial que ha publicado en Tenerife la formación Alternativa Sí se puede. No hay que olvidar que en Grecia, por ejemplo, son innumerables las huelgas y acciones de protesta que se han venido realizando en los últimos meses. ¿Qué han conseguido?, se lamentan muchos. La pregunta debería ser otra: ¿qué se está gestando?. No sólo hay razones, pues, para la huelga; «hay (…) algunas razones para querer (si no se puede, sí al menos desear) convertir la huelga en algo propio.» Y hay quienes ya comenzaron por su cuenta.

En esta puesta en común de saberes y experiencias, vale la pena leer el análisis que hace John Brown sobre la «lucha de clases», quien, junto al griego Akis Gavriilidis, nos recuerda dos cosas que los derrotismos de izquierda se niegan a reconocer, aún a riesgo de ser adelantados por la derecha (extrema): que las «clases» no constituyen identidades cerradas que preexistan a las luchas; y que la crisis ha sido primero «impuesta al capital» desde abajo, y sólo en un segundo momento aquel ha reaccionado con una feroz huida hacia adelante tras la detracción de ingentes cantidades de dinero público.

No sólo en España. En la Unión Europea, lo que está en juego es la misma idea de Europa en tanto que espacio político posible de producción social, de libre circulación y de democracia. Como señala Christian Marazzi en The Guardian, de continuar así «el neoliberalismo hundirá Europa», entendiendo por tal el proyecto iniciado en 1957. Significativamente, la traducción de PressEurop omite los dos últimos párrafos, los que reclaman una alternativa:

«Es a partir de esta crisis que debemos encontrar una salida al neoliberalismo, que es su principal causa. La solución no consiste, al menos por el momento, en escribir una nueva constitución europea. Supone comenzar procesos constitucionales de abajo arriba, movimientos que luchen contra las medidas de austeridad que, en su mayoría, todavía deben implementarse.

Debemos resistir la reducción de los salarios, oponernos a los recortes en los servicios públicos, redistribuir la riqueza que se ha apropiado el capitalismo financiero, y convertir el crecimiento económico en desarrollo sostenible. La Europa que se caracteriza por su gente y sus diferencias sólo podrá salvarse si la Europa neoliberal es destruida.»

Por este motivo mañana habrá también una jornada de acción europea, en diversos países miembros de la UE, que ha sido convocada por la Confederación Europea de Sindicatos (ver mapa de acciones, aunque no menciona la manifestación prevista en Londres contra los recortes de los servicios públicos). El epicentro será Bruselas, donde tendrá lugar una gran manifestación. Además, durante toda la semana se celebra el campamento No Border, que reúne a organizaciones de defensa de los derechos de los migrantes -una categoría de trabajadores con problemas específicos- y a los grupos que se oponen a la política (anti)migratoria europea.

La huelga, por lo tanto, ni es cosa de tres (gobierno, UGT y CCOO), ni podrá valorarse viendo la televisión. Será mejor darse un paseo, hablar con los amigos y recurrir a internet, a las redes sociales, a twitter y a medios como Diagonal, Agència d’informació 29-S, Onda Precaria, El Correillo de Luján o Indymedia Bruselas, o blogs como los reunidos en IloveIU. No es el fin de un camino, pero puede ser un pequeño gran paso en una tarea que llevará tiempo.

Fuente: http://www.javierortiz.net/voz/samuel/apropiarse-la-huelga-general