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El viaje de Wallraff al interior del capitalismo

Fuentes: Diagonal

La trayectoria de Günter Wallraff es en sí misma un discurso sobre el mundo del trabajo en el medio capitalista.

Pocos de los que visitan el Museo Thyssen-Bornemisza y contemplan los cuadros de sus limpias y ordenadas salas saben que la colección que se alberga allí es el resultado último de un proceso de explotación de seres humanos en mugrientas y peligrosas fábricas donde las condiciones de trabajo son terribles. Günter Wallraff, quien sigue a Bertolt Brecht en su idea de que el crimen tiene un nombre, una dirección y una apariencia física, escribió, entre otras cosas, sobre lo que ocurría en los complejos industriales Thyssen en Abajo del todo (1985), traducida al castellano con el título de Cabeza de turco.

Pocos de los que leen los periódicos cada mañana, señalados en las sociedades del llamado mundo occidental como el cuarto poder, advierten que más allá de las posiciones ideológicas que cada uno mantiene, una gran mayoría manipula, engaña, tergiversa y oculta aquello que, supuestamente, es su objeto: la realidad, y su forma informativa; los hechos, en función de sus intereses empresariales o políticos. Como Wallraff considera imprescindible que la realidad y la verdad coincidan pone al descubierto la naturaleza tendenciosa de la que están hechas las noticias en Sobre el arte de los grandes titulares (1977) un reportaje sobre su investigación del periódico ultraderechista alemán Bild, incluido en el volumen El periodista indeseable (1978). Pocos de los que se sientan en los cómodos sofás de Starbucks, compran en Lidl, o utilizan los servicios de otras compañías (comparables aquí con El Corte Inglés o Carrefour) conocen las formas en que se manifiesta la violencia patronal y sus resultados para los consumidores. Wallraff no ha tenido que irse de Europa para encontrar las reglas de la corrupción que alimentan la maquinaria de la explotación laboral, la extorsión y el lucro. Lo cuenta en Con los perdedores del mejor de los mundos (2009), su último libro.

El grupo 61 de Dortmund

Desde comienzos de los años ’60, cuando escribió sus primeros reportajes, Günter Wallraff (1941) eligió la vía de la narración y no la de la elaboración de novelas, escogió construir un discurso sobre el mundo del trabajo bajo el capitalismo en lugar de crear un dispositivo de ficción que representara ese mundo. Y todo ello a pesar de haber desarrollado gran parte de su actividad dentro del Grupo 61 de Dortmund integrado por escritores como Max von der Grün, Bruno Gluchowski o Angelika Mechtel, quienes reconstruyeron el mundo del trabajo y su problemática en una treintena de novelas que continuaba, con la distancia histórica que los separa, la línea seguida por el escritor proletario Willi Bredel en los años ’30. Pero, más aún, aunque haya subtitulado buena parte de sus libros como reportajes, nunca optó por conformar su escritura a partir del modelo periodístico. Wallraff ha tenido siempre presente que el campo de batalla no es la novela, cuya autonomía y sometimiento a una fábula arbitrariamente pensada por el autor desplaza la atención de la historia contada al estilo y a los asuntos derivados de una especulación creativa. El conflicto está en la enunciación de la realidad y es por ello que su escritura funciona como reactivo al introducirse en ella. Wallraff usa la ficción del personaje en una situación real. La ficción es aquí un medio y no un fin, al contrario de como ha acabado sucediendo con la novela. Sus personajes no existen en la vida cotidiana pero actúan en ella con una identidad creada a medida de las necesidades de la investigación. Su invisibilidad legal, su capacidad de transformación, su consciencia le permite mostrar los lugares, conversaciones, órdenes y trabajos que nunca se ven ni las novelas representan.

Y, además, hace emerger la verdadera naturaleza de las relaciones sociales en el medio laboral, más allá de la feliz propaganda de la empresa, de la publicidad suntuosa de los comercios o de la tranquilidad del empleo público. Esta forma de escribir contra la vida cotidiana comienza inmediatamente a producir múltiples efectos. El primero y el más importante: aparece en la narración la escena reprimida en las sociedades del bienestar (la violencia del trabajo), la materia de la que está hecha el consenso: una suerte de servidumbre obligatoriamente voluntaria, al mismo tiempo que descubre las ocultas relaciones de poder que siguen rigiendo en el trabajo. Un segundo efecto: este fin, el «desenmascarar a la sociedad», el de revelar su verdadero rostro, el de denunciar los procesos de deshumanización y violencia sistémica, justifica este medio, el uso de la ficción. El tercer efecto tiene que ver con el hecho de que la fuente de información ya no es la imaginación solamente, como en el caso de la novela, sino el cuerpo del propio escritor funcionando como registro de la experiencia (lo que pasa tiene olor, conlleva depresión, angustia, ansiedad). Y un cuarto efecto: el tiempo de la narración es fijado al presente: su historia es de aquí, es de ahora, no quiere ser eterna y universal. Este materialismo de la temporalidad es lo que convierte sus libros en documentos. Aún no se ha podido cumplir el deseo del novelista Heinrich Böll de que surgieran una decena de Wallraff, pero -al menos- todavía uno sigue escribiendo.

Su último libro: ‘Con los perdedores del mejor de los mundos’

Ocho reportajes incluye Con los perdedores del mejor de los mundos (Anagrama, 2010) el último libro del escritor Günter Wallraff, reportajes que indagan en las relaciones de poder en el mundo capitalista del trabajo. El racismo; la exclusión social de la pobreza; las situaciones laborales que convierten a una persona en un estafador en los call centers; la precariedad en las condiciones de trabajo; la violencia que se esconde tras las grandes marcas; sus conocidos lemas y los lugares de prestigio social; y las nuevas formas de agresión y terrorismo patronal son algunos de los asuntos que se narran en este libro, siguiendo en parte el modelo de investigación que hizo famoso al autor de Cabeza de turco: construir identidades con los que vivir las situaciones que se quieren estudiar. En este libro se revela la delicada trama de instituciones, protagonistas e intereses que conforman nuestra vida cotidiana. Después de más de treinta libros y reportajes publicados, Wallraff sigue confiando en su modelo para poder hacer hablar a la realidad. Sus experimentos controlados constituyen aún una forma útil de lucha política.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/El-viaje-de-Wallraff-al-interior.html