Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens y revisado por Caty R.
«Decidme – ¿Qué clase de hombre es este Jesús, mi Señor?
Los medios distorsionaron partes del mensaje de Jesús desde el comienzo. Los Evangelios, y la primera generación de seguidores de Jesús, alteraron efectivamente u ocultaron sus enseñanzas más radicales, y lo que han predicado desde un millón de púlpitos y lo que todavía recibimos de muchos en la actualidad es una burda distorsión. A Jesús no le preocupaba el «pecado» individual sino la injusticia sistémica, en oposición al imperio comercializador de su tiempo. El Jesús histórico revelado por la erudición contemporánea parecer ser fundamentalmente el mismo que el Jesús predicado y practicado por el Movimiento de Trabajadores Católicos, por ejemplo. Y los paralelos entre su conflicto con Roma y el nuestro con EE.UU. imperial son por cierto impresionantes.
Entonces como ahora, la mala distribución de la riqueza era bastante severa, y los campesinos formaban el grueso de la población. «El término campesino… denota una relación de explotación en la cual la vasta mayoría que produce el alimento del que dependen todos y cada uno constantemente es privada de sus excedentes de modo que una pequeña minoría tenga un inmenso excedente mientras la mayoría se queda a un nivel de subsistencia. En pocas palabras, un campesino es un agricultor explotado sistemáticamente.»
John Dominic Crossan, Jesús Esencial 4 (1995). Ser un campesino judío tenía, sin embargo, sus momentos redentores gracias a «una ideología tradicional de la tierra… venerada en las antiguas leyes del Pentateuco». Tal como la gente debía descansar el séptimo día o el Sábado, para que la tierra de Dios pudiera descansar, en el séptimo o Año Sabático era cuando se debían perdonar las deudas judías y liberar a los esclavos judíos. Éxodo 23:10-11; Deuteronomio15:1-3, 12-14,» Id. 5-6. Y en el «Año Jubilar, el año después de siete Años Sabáticos, todas las tierras expropiadas e incluso las casas de las aldeas, aunque no las de las ciudades, debían revertir a sus propietarios originales o tradicionales. Levítico 25:10, 18. «Aunque es muy probable que el Año Jubilar ya no se implementara en absoluto en el Siglo I, el Año Sabático seguía siendo más o menos respetado». Id. 6. Todas esas antiguas leyes «se niegan a ver simplemente la deuda, la esclavitud, o la expropiación de tierras como transacciones comerciales. La tierra es una posesión divina no una mercancía negociable [:]… ‘La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo.'» Levítico 25:23.
En los días de Jesús, sin embargo, el Imperio Romano ya no era un imperio tradicional sino un imperio agrario comercializado. Para el imperialista romano, la acumulación de tierras era una sensata práctica comercial y el embargo por deudas era el mejor y más rápido camino para lograrlo. Crossan, Jesús Esencial 6. En la Palestina del Siglo I, se llevaba al campesinado judío a endeudarse y lo desplazaban de sus propiedades en cantidades inusualmente elevadas, ya que la tierra se convirtió, bajo la economía romana comercializada, menos en una herencia ancestral que nunca debía ser abandonada y más en una mercancía empresarial que debía ser rápidamente explotada. Como la subida de los tributos imperiales y herodianos obligaban a cantidades ascendentes de campesinos a abandonar sus tierras, se desarrolló una clase creciente de gente desamparada con pocas opciones. Se podía llegar a ser artesano, prostituta, mendigo o bandido. En este contexto apareció Jesús de Nazaret, hijo de un artesano.
«Arrepiéntete y cree en el evangelio». Pero «arrepentimiento» no tiene que ver con un sentimiento de penitencia por pecados individuales. Significa un cambio, a un nivel más fundamental, del corazón y el alma hacia Dios. Marcus J. Borg, Jesus: A New Vision 122 nota. 74, y 163-164 (1987). «Los profetas llamaron a Israel a que se arrepintiera, lo que significaba cambiar o retornar, y que se refería primordialmente a un cambio en la vida colectiva de Israel, y no simplemente a un cambio en las vidas individuales». Id. 153 texto y nota13. La creencia en el evangelio no significa sólo creer, como condición de salvación, en ciertas doctrinas o enseñanzas, sino «dar el propio corazón a» las buenas noticias de que el Reino de Dios está cerca. Vea Marcus J. Borg, Meeting Jesus Again For The First Time 137 (1995). Y el Reino conlleva significados religiosos y políticos, en una situación de dominación imperial y explotación colonial. «La frase evoca una visión ideal de poder político y religioso, de cómo se conduciría este mundo aquí abajo si Dios, no César, estuviera en el trono imperial». John Dominic Crossan, Jesús esencial 7-8.
En el Reino de Dios, los favorecidos no son los ricos, sino los desamparados. Cuando la gente desamparada se acercó en masa a Jesús para escuchar sus enseñanzas y para verlo o para que los curase con sus milagros, también los adoctrinó con el ejemplo de su vida. Ser compasivo como Dios es compasivo. (Lucas 6:36; vea Marcus J. Borg, Meeting Jesus Again 46, texto y nota al pie 1.) No juzguéis y no seréis juzgados. Si tenéis dos abrigos y vuestro hermano no tiene ninguno, dadle uno a vuestro hermano. Nunca neguéis limosna al que os las pide. «Lo que hacéis por el último de éstos mis hermanos, por Mí lo hacéis». Ama a tu prójimo como a ti mismo. ¿Y quién es mi prójimo? Un extraño arruinado que yace al borde de la ruta. En el comer y el beber Jesús practicó una comensalía abierta, confraternidad compartida en la mesa, que reflejaba muchas de sus historias en su igualitarismo radical. Practicaba la curación libre, y se negó a establecer un negocio de curación por intermediarios que permaneciera en un solo sitio y a dejar que sus discípulos intervinieran cobrando por el acceso. En vez de eso siempre se iba a la localidad siguiente, accesible personal y directamente, y siempre actuaba gratis. No hacía que la gente dependiera de su poder: la empoderaba.
Las historias de las interacciones de Jesús con las mujeres son notables. El judaísmo del Siglo I era profundamente patriarcal. Las mujeres tenían pocos derechos: no podían testificar ante un tribunal o iniciar un divorcio. No les enseñaban la Torá y las separaban de los hombres en la vida pública. Las mujeres respetables no salían de la casa sin que las escoltara un miembro de la familia; las mujeres adultas debían llevar velo en público. Pero Jesús defendió a la mujer que entró a un banquete sólo para hombres, sin velo y con sus cabellos sueltos, y lavó sus pies con ellos. Mientras fue huésped de María y Marta, confirmó la elección de María para el papel de discípula. Y, por cierto, habló con la samaritana ante el pozo. Algunas mujeres formaban aparentemente parte del grupo itinerante que viajaba con Jesús; el propio movimiento era apoyado económicamente por algunas mujeres acaudaladas. Y existe evidencia convincente de que algunas mujeres tuvieron papeles dirigentes en la temprana comunidad posterior a Semana Santa. Marcus Borg, Meeting Jesus Again For the First Time 57 (1995).
«Si vais a cualquier país y camináis por los distritos, si os reciben, comed lo que os sirvan y curad a los enfermos que haya entre ellos». Evangelio de Tomás 14:2. Vea también Lucas 10:4-11 = Mateo 10:8-14 y Marcos 6:8-13 = Mateo 10:8-10a, 11 = Lucas 9:2-6. John Dominic Crossan, en un estudio basado en parte en la Didajé, argumenta persuasivamente que los itinerantes que salieron a predicar el evangelio un siglo o algo así después del ministerio de Jesús ofrecieron curación gratuita a cambio de una merienda, y continuaron la práctica mencionada brevemente, en los Evangelios. Crossan, Jesús esencial 9-10, y The Birth of Christianity, en varias partes. Crossan especula que los discípulos fueron enviados de dos en dos porque en muchos casos uno de ellos era probablemente una mujer, y los dos viajaban como pareja para protección de la mujer.
El movimiento Reino fue por lo tanto una forma de organización comunitaria, el programa de Jesús de empoderamiento para un campesinado que estaba cada vez más bajo presión por la exigencia de impuestos, el endeudamiento y la posible pérdida de sus tierras, dentro del Imperio Romano comercializado bajo la Pax Augusta, y en Baja Galilea bajo la urbanización herodiana. «Jesús vivió, contra la injusticia sistémica y el mal estructural de esa situación, una alternativa abierta a todos quienes la aceptaran: una vida de curación [gratuita] y de comida compartida, de itinerancia radical, falta programática de vivienda, e igualitarismo fundamental, de contacto humano sin discriminación, y de contacto divino sin jerarquía. También murió por esa alternativa.» Crossan, Jesús esencial 12.
Los paralelos con eventos contemporáneos no podrían ser más claros, o más impactantes. La forma de globalización impulsada por las elites de los países ricos y sus instrumentos como el FMI y el Banco Mundial han llevado a campesinos en todo el mundo a abandonar sus tierras, a vidas desamparadas y muertes tempranas. Por ejemplo: «antes de la revolución de 1910, los terratenientes ricos habían confiscado la mayor parte de las tierras laborables comunales del México indígena, reduciendo a los campesinos a un estado de servidumbre… En gran parte gracias a la lucha de Zapata y sus seguidores… la constitución mexicana de 1917, [en el] Artículo 27, garantizó la devolución de tierras comunitarias a los agricultores y su protección… Aunque la reforma agraria se hizo ley en México, sólo se realizó parcialmente. Sin embargo, el 1 de enero de 1994, como condición para que México se uniera al Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA), se abolió el Artículo 27 de la constitución mexicana. Una organización de indios mayas del Estado de Chiapas que se llamó Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), consideró que esta abolición constituía una sentencia de muerte para la población indígena rural de México. NAFTA obligaría a los agricultores, que no podían competir con la tecnología y el equipamiento de inversionistas extranjeros, a abandonar la tierra, abriendo así una gran cantidad de tierra y mano de obra barata para su explotación por las corporaciones internacionales.» Donald Nollar, Fighting For Our Lives, Catholic Agitator (Mayo de 2001), p. 1.
El resto se ha convertido en parte de nuestra historia reciente, y continúa. Panoramas similares se han desarrollado en todo el globo. Los países ricos siguen imponiendo políticas proteccionistas y suministran subsidios para sus propias industrias básicas mientras exigen acceso a los mercados de los países en desarrollo. «El libre comercio» es un eufemismo para el comercio injusto. El proteccionismo es la única manera que ha permitido que un país haya logrado desarrollar una base industrial nacional. La destrucción de las barreras comerciales y otros mecanismos han abierto, sin embargo, muchos países del Tercer Mundo a importaciones de países ricos, resultando en la devastación de las industrias, la agricultura y economías completas del Tercer Mundo. Haití es uno de los ejemplos más desgarradores.
Los imperios comercializadores del mundo industrializado tratan de reducir todo lo que otrora fue considerado personal, único o sagrado a la condición de mercancías intercambiables, vendibles, exigiendo que todos los recursos, incluidos los seres humanos, sean accesibles a la explotación, ostensiblemente para maximizar la producción y así promover el bien común. Pero todos sabemos lo que una marea ascendente hace a los que no tienen embarcaciones, y es lo que está sucediendo cada minuto de cada día a la gente en todo el mundo.
Actualmente, la idea misma del bien común sufre un ataque implacable. Es lo que es tan maligno respecto a los ataques actuales contra la seguridad social, la atención sanitaria y la red de seguridad en general, tal como sigue existiendo. El ánimo real tras estos ataques es la hostilidad a la idea misma de que tenemos intereses en común que podemos y deberíamos encarar colectivamente, mediante el gobierno así como otras formas de organización social. Pero el cuidado mutuo es nuestro estado natural, por lo que existe un programa permanente de propaganda para persuadirnos a fin de que pensemos sólo en la riqueza, olvidando todo, con la excepción de uno mismo.
Pienso que lo que necesitamos no es sólo contrarrestar esas fuerzas sino construir la comunidad por su propio bien, y organizar el desarrollo de entendimientos comunes y relaciones de confianza que posibiliten que haya suficiente gente para actuar colectivamente, de manera constructiva, en coordinación, para redimir los bienes públicos y servir el bien común. Ya que las ondas están saturadas de mentiras, hay que compartir la verdad por otros medios: de mente a mente, de mano a mano, de persona a persona, a veces no necesariamente cara a cara y de uno a otro. Es lo que significa en última instancia organizar, y puede lograrse de muchas maneras, incluida la palabra escrita y hablada.
En nuestros días nos llaman a las filas para oponernos a las fuerzas de la injusticia y la opresión, y a defender los bienes comunes, nuestra humanidad común, y al hacerlo, a nuestros prójimos, incluidos y especialmente a los más vulnerables entre nosotros. Nos llaman a las filas nuestra propia naturaleza, nuestras necesidades como seres humanos de realizarnos mediante la relación y la comunidad. Pero al respondera ese llamado, también tenemos el poderoso y heroico ejemplo de la vida y las enseñanzas de Jesús de Nazaret, como Jackson lo ha llamado acertadamente: el Jesús rebelde.
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Para contactos con Robert Roth, su sitio en la Red: Healing Justice.