Cuando Néstor Kohan dictaminó la siguiente aseveración en su artículo «Gramsci y Marx. Hegemonía y poder en la teoría marxista», sentí como que me tragó la tierra, y es que escribió: «Marx quedará, eso sí, en la historia de las ideas. Pero lo hará a lo sumo, como aquel que supo visualizar el factor económico […]
Cuando Néstor Kohan dictaminó la siguiente aseveración en su artículo «Gramsci y Marx. Hegemonía y poder en la teoría marxista», sentí como que me tragó la tierra, y es que escribió: «Marx quedará, eso sí, en la historia de las ideas. Pero lo hará a lo sumo, como aquel que supo visualizar el factor económico de la vida social. En el cementerio de las teorías clásicas su cadáver permanecerá encerrado entonces dentro del sarcófago del economicismo. Por no haber teorizado sobre la política, el poder y la dominación sus reflexiones están envejecidas y resultan a los ojos de los contemporáneos absolutamente perimidas u obsoletas». Pero al adentrarnos a la lectura y estudio de ese artículo logramos percatarnos que la afirmación de Kohan es bastante atinada, puesto que Marx no tuvo tiempo de teorizar sobre las ideas estrictamente políticas, aunque de manera implícita encontramos generalidades en varias de sus obras. Para el caso, en «El Manifiesto Comunista» y en «El 18 Brumario de Bonaparte» logramos observar la esencia de las ideas políticas de Marx, aunque sean dispersas, pero ahí están.
En verdad a Marx no le quedó suficiente tiempo para darle forma a la teoría política marxista. Friedrich Engels se concentró más en la construcción sistematizada del Materialismo Dialéctico en su obra «La dialéctica de la naturaleza»; pero es Lenin quien da los primeros aportes políticos a la teoría marxista y, finalmente, Antonio Gramsci es quien perfecciona las ideas políticas del marxismo. Gramsci fue un militante fundador del Partido Comunista de Italia, fue encarcelado y desde los barrotes de las celdas se diseminaron sus ideas políticas. Las categorías que Gramsci le incorpora al marxismo son de gran importancia.
Me atreveré en estas líneas a tratar de exponer, y por qué no a reflexionar sobre las mismas. Pero en este espacio trataremos de entender brevemente las categorías «sociedad civil», «sociedad política», «hegemonía» y «bloque histórico». De este bloque histórico surge la convicción gramsciana consistente en que los hombres, a la vez que construyen la historia, son producto de ella misma. Ese es su pensamiento político-filosófico. Gramsci centraliza y esquematiza su pensamiento en el análisis de las relaciones de la estructura socio-económica y la superestructura jurídica-política, lo cual forma lo que es el bloque histórico. Este bloque histórico entraña una visión teórica-práctica del materialismo histórico. Y nos dice Emilio Betancourt que «En el contexto del bloque histórico, el Estado no sólo es un aparato de dominación de una clase por otra, sino que refleja la síntesis coerción-consenso y la síntesis hegemonía-dominación que caracterizan el ejercicio del poder político».
No en vano el comandante Hugo Chávez hace el llamado a leer a Gramsci, porque a lo mejor ha logrado comprenderlo en tanto que, la sociedad venezolana ha sido gobernada por la oligarquía de ese país por muchos años; pero sobre todo, porque Gramsci hace la invitación a una relación dialéctica entre teoría y práctica. Ahora bien, ¿cómo está configurado el bloque histórico actualmente en la sociedad salvadoreña? ¿Quién se atrevería a desglosar y explicarnos esta relación y realidad dialéctica? ¿Es el FMLN un partido de gobierno o un partido en el gobierno? ¿Cuál es la caracterización de esa dupla hegemonía-dominación en el ejercicio del poder político? O para ser más comprensible ¿quién ejerce el poder político en este nuevo gobierno? Por lo híbrido de este gobierno en donde hay gente de derecha y un partido político que representa la derecha social del sistema es muy difícil llegar por ahora a una conclusión gramsciana. En efecto, el FMLN es considerado por algunos como la «derecha social» del sistema capitalista en el cual se desarrolla. Eso hay que discutirlo; porque a mi juicio, es una formación política socialdemócrata; para otros ha de ser un partido Revolucionario y Socialista. Dagoberto Gutiérrez dice que «es la izquierda de la derecha».
Para Antonio Gramsci la filosofía es claramente la concepción del mundo históricamente materializada a través de la acción política. Vean que importante. Porque en esa direccionalidad se puede precisar que hay una concatenación indisoluble entre la filosofía, la historia y la política; y de ellas nace la ideología en el entendido pleno y «más alto de concepción del mundo que se manifiesta implícitamente en el arte, en el derecho, en la actividad económica, en todas las manifestaciones de la vida individual y colectiva». Ese es el punto; «en todas las manifestaciones de la vida individual y colectiva». ¿Seré un verdadero revolucionario y socialista si mi accionar individual está regido por comportamientos propios de un burgués? ¿Seré un militante de Izquierda Revolucionaria si paso consumiendo a diario en la Gran Vía, Galerías, Macy´s o paso hurgando compulsivamente mi BlackBerry o iPhone? Queda a criterio de cada militante de Izquierda Revolucionaria hacerse una autoevaluación. Creo que terminará llorando. Cualquiera puede decir que esta observación puede lindar con un marxismo infantil. Pero en qué estamos; a favor de transformar o cambiar este sistema o, para ser más suave, este modelo neoliberal.
Nos dice el profesor Betancourt que «La filosofía de la praxis debe surgir primeramente como crítica a la filosofía religiosa y al mecanismo determinista, y consolidarse en la lucha política por la hegemonía ideológica de la sociedad.» Le escuché decir a José Luis Merino (Comandante Ramiro Vásquez), de quien tengo un buen concepto, que «en esta coyuntura debemos demostrar quién lleva la hegemonía». En verdad, ¿quién llevará la hegemonía en esta coyuntura política? Hay que tomar muy en cuenta que la estructura de las organizaciones que difunden la ideología está encajada en una superestructura que se expresa en las iglesias, en la estructura educativa y en la prensa. En base a estos parámetros quién tiene la hegemonía, cuando la Iglesia institucionalmente es reaccionaria, cuando los alumnos están siendo educados con libros que llevan la rúbrica de la ex ministra de educación Darlin Meza, y cuando los medios de comunicación están siendo controlados por la ultraderecha.
Ahora es necesario precisar sobre la «sociedad civil» y la «sociedad política», porque significan la unidad dialéctica que conforman la superestructura del «bloque histórico». Por sociedad civil hemos de entender como el terreno donde se nutre y se afinca la ideología de la clase dirigente; y por sociedad política entendemos por aquella estructura donde se encuentran los burócratas y los militares. Según Gramsci esto no implica llanamente el papel de ejercer la dominación, sino también la dirección; es decir, una combinación entre coerción y consenso. Pero quién domina y quién dirige en El Salvador; ese es el interrogante a formularse.
Estas son en sí algunas categorías políticas acuñadas por Antonio Gramsci al marxismo. Ahora bien, dice un amigo filósofo que al marxismo hay que inyectarle ciertas dosis de re-conceptualizaciones, a manera de adaptar esas categorías marxistas de antaño a la realidad. Por supuesto, no distorsionando su espíritu. Porque -dice este filósofo- que el estructuralismo llevó a interpretaciones erráticas del marxismo, y luego fueron llevadas a la práctica, de ahí su degeneración y derrumbe del socialismo en la ex Unión Soviética. Para el caso, en la década de 1920 en El Salvador, las asociaciones anarcosindicalistas fueron nutriendo la lucha de clases que desembocó en la insurrección de 1932. ¿Eran marxistas esos trabajadores, proletarios, indígenas y campesinos? Por supuesto que no. ¿Qué es una interpretación estructuralista? Simplemente es querer interpretar y adaptar la realidad a un esquema preestablecido. Así de fácil.
Pongamos un ejemplo más reciente. Ahmad Hashem al Sayed, un abogado egipcio y desempleado se inmoló porque la policía le decomisó las frutas y verduras que vendía. Mohamed Faruk Mohamed Hasan, de 50 años, otro abogado se inmoló en protesta porque la policía nunca dio con el paradero de su hija desaparecida. Otro Ingeniero, que vendía en las calles de El Cairo se inmoló. Y esa cadena de protestas generó una insurrección popular, dando como resultado la caída del régimen de Mubarak. ¿Estas personas eran marxistas? No. ¿Sabían conceptualizar y diferenciar entre su condición de profesionales sin empleo y sin posibilidades de ejercicio de su profesión? No. ¿Estaban conscientes que ocupaban un lugar en la lucha de clases? No.
¿La gente que está desilusionada en El Salvador con este nuevo «gobierno de izquierda» conoce acerca de su condición de clase a la luz del marxismo? ¿Los militantes del FMLN conocen de marxismo? A lo mejor no. Si el Ejecutivo no le da respuestas al engorroso tema de la «focalización» o «racionalización» del subsidio al gas tendrá a la gente en las calles. Si no cumple con su «Fábrica de Empleo» probablemente y la gente se manifieste en las calles. ¿Cuál es la lección que nos deja el hecho de estudiar marxismo y no llevarlo a la práctica? Esos interrogantes son de contestar. Muchas veces la combinación entre teoría y práctica es necesaria, pero a veces la práctica es más indispensable que la teoría. Pero, por esa realidad no dejaremos en modo alguno de teorizar sobre el marxismo.
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