Traducido para Rebelión por Antonio Martínez Castro
Bouazizi caminó toda su vida sobre brasas. Arder fue su destino. Su vida no era muy diferente de la del resto de árabes de su furiosa generación. El fuego que lo consumió no se ha apagado tras su muerte. El vendedor de verduras que derrotó la tiranía. ¿Quién va a despreciar la fuerza de los pobres a partir de hoy? ¿Quién va a seguir despreciando a los pobres a partir de hoy? ¿Quién se mofará de los vendedores ambulantes a partir de hoy? Bouazizi no fue un hombre antorcha; es un volcán en erupción cuya lava ha alcanzado todos los extremos del mundo árabe sin excepción. Su heroicidad no se extingue: el hombre sigue ardiendo.
No hay agua suficiente para apagar el incendio de Bouazizi. Bouazizi arde dolorosamente al saber que el tirano tunecino sigue acurrucado en el palacio de huéspedes del reino wahabita de la opresión. Bouazizi sigue ardiendo porque el tirano aún no ha sido juzgado por sus muchos crímenes, porque el gobierno saudí protege a los tiranos de Asia y África. Arabia Saudí es el último refugio de los tiranos (¿Cuál será el refugio de la familia Saud en un futuro?) ¿Cómo se apagarán las quemaduras de Bouazizi tras haber visto que los oficiales de los servicios secretos militares de Túnez mantenían relaciones con el Mossad -igual que han hecho todos los dirigentes del Consejo de Cooperación del Golfo, y especialmente los hijos de Zaid que compiten con Antoine Lahad en servir al enemigo israelí para que Mohammad Ben Zaid disfrute del privilegio de ser recibido por el presidente del imperio estadounidense cada vez que pasa por Washington- y colaboraban en la «lucha contra el terrorismo» que no es más que una campaña para combatir la oposición política de los países árabes? Este es el resultado de la coalición saudí-estadounidense-pakistaní en la guerra de EEUU contra la ocupación soviética de Afganistán ¿Cómo no va a arder Bouazizi si el dinero robado no ha vuelto al pueblo? ¿Cómo no va a arder si siguen asesinando a la gente en las calles?
Fuego abrasador. Bouazizi arde al ver desconcertado el futuro incierto de la revuelta egipcia (ojalá los valientes egipcios conviertan la revuelta en revolución). Bouazizi aprecia la determinación de hierro del pueblo egipcio en la revolución contra el poder de Mubarak y sus secuaces (hay que precisar que en la revolución egipcia ha participado todo el pueblo, no únicamente los jóvenes. Hay que desmentir la falsedad que divulgan los medios occidentales de que ha sido la «revolución del Facebook», especialmente cuando el porcentaje de usuarios de Facebook en el Egipto no llega a un cuarto de la población, mientras el 65% de los habitantes no ha usado en su vida el Internet ni el correo electrónico (según la última encuesta de BIO en Egipto)). Bouazizi sabe que la revolución tunecina ha sido la pionera, que él ha encendido, inspirado y despertado a los árabes; que su rechazo, su ira, su revolución y fuego han sacado a una generación completa del letargo (después de que hubiese heredado la indolencia, la pasividad, la sumisión, la obediencia, la desesperación y las telenovelas de la generación anterior). Bouazizi sabe que la perseverancia tunecina en avanzar con la revuelta (con la esperanza de que se convierta en revolución) aviva el fuego en el resto de países y lo propagará hasta cubrir el mundo árabe en llamas. Bouazizi no se cree que el Islam saudí pueda robar el fruto de las revueltas a los verdaderos protagonistas por más que se presente con la apariencia de salvador del extravío del laicismo. El tirano engreído se agachó ante Bouazizi y casi se puso a vendarle los pies ante las cámaras. Ben Alí apareció por primera vez horrorizado ante su pueblo. Se dio cuenta, en ese momento, de que el joven amortajado en la cama acababa de derribar su régimen. Ben Alí intentó animarlo con su visita pero no le salió bien y tuvo que huir a Jedda (¿A dónde huirán los príncipes saudíes, amputadores de manos, cuando el viento de la revolución llegue a sus palacios?)
El fuego de Bouazizi. Bouazizi arde al ver que la Administración Obama trata hipócritamente de tergiversar la realidad con mentiras y se presenta como defensora del pueblo tunecino en los momentos (y décadas) difíciles. Sin embargo envió a Jeffrey Fieldmann a presionar al gobierno tunecino para que olvidase las pretensiones del pueblo, y así siga sirviendo los intereses israelíes y estadounidenses -los mismos intereses que planearon las operaciones del Mossad de espionaje y asesinato de dirigentes de la resistencia palestina en Túnez-. Por otra parte, este Jeffrey Feltman, que también ha sido el hazmerreír de los cables de Wikileaks filtrados sobre el Líbano, sirvió con mucho celo al régimen de Ben Alí cuando ocupó un puesto diplomático en la Embajada estadounidense en Túnez, antes de ser iniciado en los principios y leyes del sionismo de la mano de Martin Indyk en la Embajada de EEUU en la entidad sionista. Obama esperó a que Ben Alí estuviera fuera del espacio aéreo tunecino para exigirle que dimitiese. EEUU no exige a un tirano suyo que dimita, a no ser que esté seguro de que ya lo haya decidido por sí mismo o por la ira del pueblo. EEUU se aferra a sus tiranos hasta el último momento. (No obstante la familia Saud dudaba del apoyo incondicional de EEUU, por lo que Israel reclamó de forma oficial a EEUU que prestase protección militar al Gobierno Saudí en caso de que se viese expuesto a un peligro, de acuerdo a lo que el periodista Ted Koppel ha publicado en el Wall Street Journal tras entrevistarse con los representantes del Gobierno del enemigo).
Bouazizi arde para que EEUU, a su pesar, sopese ponerse del lado de las revueltas y finja participar en ellas. El país que ha promovido y protegido, y promueve y protege, a los tiranos ha decidido ahora engañar al pueblo o cree que lo engaña. Quieren apropiarse de las revueltas árabes. La prensa a sueldo de los emires saudíes da charlas sobre democracia cuando sólo ha sido creativa a la hora de elogiar la ley de cortar cabezas o para promover el fanatismo y exportar guerras religiosas y confesionales. Fouad Siniora ha sido invitado por los sionistas de Washington para dar una charla sobre las revueltas árabes en el Wilson Center. Bouazizi arde al leer esta noticia. El mismo Siniora, que ayudó al enemigo en la guerra de julio de 2006 y que elogia a los mandos israelíes en casi todos los cables filtrados de Wikileaks, ha agasajado con el título de doctor honoris causa al emir Nayef ben Abd al-Aziz, ministro de tortura y amputación de extremidades en el reino de la represión. ¿Quién es Siniora para dar charlas sobre las revueltas árabes? ¡Arde Bouazizi! Tu incendio nos quema a todos.
Bouazizi arde al oír que el Consejo de Tiranos del Golfo está decidiendo el futuro de la democracia en Yemen. Unos señores feudales dirigen el cambio democrático, en nombre de EEUU e Israel, para evitar que los jóvenes árabes logren sus aspiraciones. La revolución de Yemen corre el peligro de ser robada por los más engreídos tiranos árabes. Los mismos que someten sus feudos a criterios de gobierno medievales y que siguen manteniendo al esclavo y a la odalisca pretenden representar a los árabes ante el Occidente colonialista que, por su parte, ve en ellos al mejor socio posible. Los mismos que obedecen hasta convertirse en servidores de los intereses sionistas. Los hijos de Zaid han movido todos sus agentes en el mundo árabe para abrirle las puertas al terrorismo y espionaje del Mossad. Los hijos de Zaid son el modelo de la nueva generación de tiranos árabes contra los que Bouazizi se sublevó. Bouazizi no hubiera aceptado una dinastía Trabelsí en Túnez. El Consejo de Tiranos del Golfo no quiere que el pueblo yemení, tras décadas de sufrir el acoso de la Familia Sau128937d, consiga su libertad. La Familia Saud sabe que el pueblo yemení lo mínimo que pedirá es que se haga justicia y se juzgue al tirano Ali Abdula Saleh que no ha dejado de lanzar guerras en el Norte, el Sur y el centro del país para satisfacer a sus mentores exteriores. Los yemeníes saben que el gobierno que patrocinó a los Ben Laden terroristas es el mismo que utiliza la amenaza de Ben Laden para recibir apoyo norteamericano. Igual que ha hecho Gaddafi. Los jóvenes yemeníes están al acecho: quieren impedir a toda costa los esfuerzos saudíes para salvar a la familia del tirano.
Bouazizi arde, se carboniza, al ver la contrarrevolución. No puede entender que el canal Al-Jazeera que apadrinó la revolución tunecina haya dado marcha atrás recientemente y decidido apoyar unas revueltas mientras ignora otras. El acuerdo entre Arabia Saudí y Qatar es un hecho posterior a la muerte de Bouazizi. Bouazizi arde porque Al-Jazeera se ha convertido en la voz estridente de la contrarrevolución. Cuando Bouazizi empezaba a carbonizarse pudo ver cómo Al-Jazeera pasaba a ser una tribuna en defensa de los bombardeos de la OTAN. Bouazizi tampoco puede entender el acuerdo saudo-qatarí que orquesta la malvada contrarrevolución. El mismo canal de televisión que difundió la causa de Bouazizi, convirtiéndola en titular estrella de las revoluciones árabes, ha dado marcha atrás y ahora saca en portada los bombardeos de la OTAN como el ejemplo de la liberación árabe. Es la misma televisión que ha invitado al Jefe del Estado mayor conjunto de las fuerzas armadas norteamericanas para que nos ilumine sobre el origen de las revueltas árabes. Bouazizi arde porque las revueltas árabes se han quedado sin medios de comunicación que las cubran. Ningún canal ha sostenido el grito de las llagas de Bouazizi después del infernal acuerdo saudo-qatarí (cuyo propósito es enterrar vivas las revoluciones árabes, hacerlas abortar, desviarlas de su rumbo en coordinación con los estrategas estadounidenses).
Bouazizi arde con los acontecimientos de Libia que han cambiado el rumbo de las revueltas árabes. Algo ha pasado allí. El sistema tiránico árabe decidió cambiar el rumbo de las revueltas cuando la revolución libia estaba tomando la amplitud que la iba a hacer llegar hasta la capital. La revolución en Trípoli murió en cuanto la OTAN asomó la cabeza coronada con la bendición de la Liga de Tiranos Árabes. La revolución ha empezado a tropezar. Dinámicas revueltas juveniles han caído en manos de mercenarios, esbirros y demás clientela de Gaddafi. ¿Quién hay peor que Mustafá Abu Jalil, ex ministro de justicia del tirano? Abu Jalil ha pasado ahora a ser portavoz de la democracia, ha cambiado su folclórica indumentaria libia por el traje con corbata, se ha puesto a condenar el terrorismo de Gaddafi con el que convivió durante decenios. Otro de los integrantes del Consejo Transitorio era hasta hace poco consejero de Saif al Islam Gaddafi, pero ahora acaba de descubrir su amor por la democracia. El amor por los bombardeos de la OTAN es parte del amor por la democracia según el Consejo Transitorio Libio que debe su democracia al Consejo de Tiranos del Golfo. Bouazizi arde porque ve que las revueltas árabes se han convertido en bombardeos de la OTAN, e incluso cuando el mando de la OTAN ha confesado haber bombardeado por error posiciones de los rebeldes libios, el corresponsal de Al-Jazeera en Libia retransmite que el bombardeo de la Coalición ha sido ejecutado con precisión para evitar cualquier posible daño colateral a la población civil. En el ámbito de la Resolución 1973 hay que creerse las declaraciones y no lo que ven los ojos. Bouazizi arde por el intento estadounidense de reducir la amplitud de las revueltas con el fin de retardar el fin de los tiranos, de todos los tiranos.
Bouazizi arde con la represión de Bahréin, no porque sea la única, sino porque es la menos cubierta por los medios informativos. Los liberales del wahabismo han enmudecido. Las trompetas de la hipocresía saudí han enmudecido, no, más bien justifican la represión en Bahréin calificándola con los epítetos de «seguridad y reforma». Nadie ha hablado de libertad o contra la decisión unilateral saudí de invadir Bahréin. A los liberales del wahabismo se les ha visto el plumero al apoyar la invasión saudí y utilizar la soberanía sólo para justificar el derecho de Arabia Saudí a intervenir en defensa de sus aliados (¿Qué puede esperarse de un movimiento que Marwan Muasher lidera y representa en Occidente?). El país árabe más fanático, radical y encerrado en sí mismo invade un estado vecino para salvaguardar la represión, mientras que los mentores del liberalismo anclados en los negocios de las especulaciones de los príncipes saudíes se han callado o han elogiado a los Emires y no han escatimado consejos al pueblo árabe sobre democracia. Uno sólo de los periodistas del Emir Salman ben Hamad al-Khalifa ha publicado un artículo con postura indecisa sobre Bahréin (en el sitio «now (y para siempre) free») que cerró con el discurso oficial de la conspiración iraní sin precedentes en la historia del mundo (las trompetas de la Familia Saud rechazan hablar sobre conspiraciones, excepto si es para acusar a Irán y Siria). Bouazizi arde por el olvido al que se ve sometido al pueblo bahrení. Por orden de los predicadores del odio en los medios de propaganda de los tiranos se ha decidido aislar Bahréin del mundo árabe. Bouazizi se enciende después de que la revista Sira3, sin rubor, haya publicado las declaraciones de un alto responsable en las que mantiene que el único conflicto para el Consejo de Cooperación es el árabe-iraní (como si ese hombre representase a los árabes).
Boauzizi arde con el discurso predominante en los medios de los tiranos árabes. Arde cuando manifestantes, opositores e indignados son presentados como terroristas, mercenarios y traidores. Arde con las versiones de la propaganda siria sobre bandas criminales itinerantes y francotiradores infiltrados apostados en las azoteas que abaten a los efectivos de las fuerzas de seguridad y a los manifestantes por igual. El calcinado Bouazizi recuerda que el régimen de Ben Ali intentó vincular todos los movimientos de protesta en Túnez con al Qaeda. Ese discurso aquieta al custodio estadounidense. Bouazizi arde al ver que los combatientes de la Resistencia libanesa aparentan no ver la represión en Siria y la disculpan. ¿Puede calificarse a todo un pueblo como traidor y criminal? ¿Suponiendo que sea verdad la versión de la conspiración salafista contra el régimen sirio, entonces por qué arrojan a los comunistas y nacionalistas árabes a las cárceles? Bouazizi arde al ver a un régimen que juzga a «quienes debilitan el espíritu de la Nación»(??).
Bouazizi arde porque el pueblo del sultanato de Omán, de Arabia Saudí y de Emiratos Árabes no ha encontrado apoyo en sus movimientos de protesta. Los intelectuales en el el país y en el exilio no han hecho un llamamiento común ni han firmado un manifiesto a favor del pueblo del Golfo Pérsico. No, esa gente no merece la vida ni la libertad. Los emires y jeques del petróleo árabe se han convertido en los mecenas de la cultura en el Mundo Árabe. Jeques que no distinguen un palo de un alif marcan las tendencias de la cultura en el mundo árabe e imponen sus gustos al público. ¿No queréis que arda Bouazizi? No, pero Bouazizi arde, ojalá los jeques y príncipes del petróleo ardan también, nos dejen en paz y pidan asilo político en Israel (hasta que se libere Palestina, que será cuando el pueblo árabe se quite de encima a los tiranos). Que arda Bouazizi para que se encienda el ambiente árabe y todo el mundo recuerde que el sufrimiento de un individuo es de todos, la salvación del individuo pasa por la sociedad. Robespierre dijo: «El pueblo es sublime, mientras que los individuos son débiles». Pero Robespierre no conoció el sublime sufrimiento de Bouazizi. Sus llagas sublimes, sus cicatrices sublimes, sus vendas sublimes, su sublime muerte. Bouazizi es el título de una etapa. En el futuro dirán: ¿Eso pasó antes o después de Bouazizi? Deseamos que la agenda de la política árabe se ajuste al criterio ígneo de Bouazizi. El hombre que inflamó el mundo árabe al prenderse fuego a sí mismo ante los transeúntes.
Bouazizi arde. Arde al ver la buena acogida que ha tenido el discurso del Rey de Marruecos en todas las capitales occidentales que han visto en él la ejemplificación de las reformas. Los medios de comunicación árabes, los mismos que apenas cubren las continuas manifestaciones en Marruecos, también aplaudieron el discurso. Los medios de comunicación occidentales sólo prestan atención cuando sus intereses corren peligro. Bouazizi arde al escuchar las declaraciones del Ministro de Exteriores francés que se deshace en elogios hacia las reformas del monarca alauí, igual que EEUU ensalzó las hipotéticas reformas futuras del injusto Gobierno saudí. Las llamas de Bouazizi no se apagarán mientras la tiranía siga campando a sus anchas, recibiendo halagos desde las capitales occidentales que, por otra parte y al mismo tiempo, fingen simpatizar con las revueltas del pueblo árabe (llegando incluso a ensalzar el papel que han jugado en ellas y difundir la idea de que han sido ellos quienes las han promovido).
Bouazizi no puede alegrarse mientras Palestina represente la cima de la injusticia en el mundo árabe (cuya salvación pasa por la de todo el pueblo árabe). Israel – y lo saben todos, a excepción de las trompetas de la prensa de los emires de la familia Saud que elogian con un gesto, insultan con otro gesto, bajan siempre la cabeza sin necesidad de que se les haga un gesto – es el enemigo principal de la democracia y la libertad en el mundo árabe. Los líderes enemigos primero callan, después sueltan declaraciones para tranquilizarse a sí mismos: intentan esconder su enorme terror. El pánico sionista. Israel intenta disimular su pánico mediante el silencio, después hace falsas declaraciones, como si los lamentos de los dirigentes sionistas por la pérdida de su aliado Hosni Mubarak no se hubieran escuchado en todos los rincones de la tierra. La tiranía árabe es parasitaria y cooperadora con Israel: el escenario se nos ha aclarado más tras saber que el Gobierno de Netanyahu ejerció una fuerte presión sobre la Administración estadounidense para que a Mubarak se le permitiese cometer las matanzas que quisiera con tal de salvar su Régimen, como si hubiera alguien capaz de plantarse ante millones de egipcios. Pero Bouazizi arde si las revueltas no son capaces de recuperar Palestina después de habernos sido arrancada. El poder de la revolución egipcia es inestimable en este sentido: si bien unos centenares de libaneses del Sur han ofrecido un modelo exitoso y deslumbrante de resistencia en 2006, el cambio de ideología en el Ejército egipcio y la sustitución del mando que designó Mubarak son suficientes para garantizar una vuelta a la lucha árabe- israelí, para que vuelva a ser una lucha árabe- israelí después de que todos los dictadores árabes hubiesen dejado al pueblo palestino en solitario.
Bouazizi arde, arde con cada nuevo amanecer. No han podido apagar tu fuego ni tus llamas. Hablas en nombre de quien conoces y de quien no has visto nunca a lo largo y ancho de la nación árabe. Bouazizi arde noche y día, en las plazas y en las calles, en secreto y en público. ¡Arde! Quizá más ampollas, cicatrices y llagas pongan en llamas la región. ¿No dio George Habash a Wadih Haddad, en el caluroso verano de 1970, la clave secreta para incendiar la región? ¡Arde Bouazizi y quémanos contigo! Deja que tus llamas envuelvan tanto al que está cerca como al que está lejos, lo verde, lo rojo, lo amarillo y lo azul. Cada vez que Bouazizi arde, y cada vez que nosotros ardemos con él, debilitamos aún más la pesada estructura de la tiranía árabe. ¡Arde Bouazizi en nombre de los niños de Palestina y las víctimas de cada bombardeo de la coalición de la OTAN sobre la tierra árabe! ¡Arde!
Bouazizi arde en mi cuerpo y en el de todos los árabes. Cada pelo mío arde en las llamas de Bouazizi: ¿Quién no arde con él? El fuego de Bouazizi se propaga por la piel y penetra hasta carbonizar los huesos y hacer hervir la sangre. ¿Cómo no vas a arder si ha sido el primero en romper las cadenas? ¿Cómo no vas arder si dejó su cadáver calcinado? Miles de Bouazizis arden en el mundo árabe y no van a dejar de arder con la partida del tirano. Las llamas son una parte necesaria de la revolución árabe y no se apagarán a pesar de la contrarrevolución actual. Eso sí, el fuego de Bouazizi tiene que acercarse a los palacios porque la revolución política y social no se completará sin que ardan los palacios, allá donde estén.
Fuente: http://www.al-akhbar.com/node/
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