Los y las socialistas de todo el mundo se inspiraron en los hechos de Francia del Mayo del 1968. Las manifestaciones de estudiantes y las ocupaciones de las universidades culminaron el 10 y el 11 de mayo -la Noche de las Barricadas- con un enfrentamiento masivo entre miles de estudiantes, con el apoyo de numerosos […]
Los y las socialistas de todo el mundo se inspiraron en los hechos de Francia del Mayo del 1968. Las manifestaciones de estudiantes y las ocupaciones de las universidades culminaron el 10 y el 11 de mayo -la Noche de las Barricadas- con un enfrentamiento masivo entre miles de estudiantes, con el apoyo de numerosos jóvenes trabajadores y vecinos del Barrio Latino, y las CRS, la policía antidisturbios, que fue repelida con éxito.
El Partido Comunista Francés, que tenía un apoyo extremadamente fuerte, se opuso a las actividades de las y los estudiantes hasta la Noche de las Barricadas. En aquel momento decidieron que la mejor forma de hacer frente a la ascendente oleada de luchas era ponerse al frente del movimiento. Los dirigentes del Partido Comunista y de la federación sindical CGT esperaban que una jornada de huelga de un día y una manifestación sirvieran de válvula de escape. Así, convocaron una jornada de huelga para el 13 de mayo. Se esperaba una huelga simbólica como otras muchas que habían convocado antes. Pero se equivocaban. Los y las trabajadores de base tomaron la iniciativa de prolongar la huelga. El 14 de mayo los trabajadores de Sur Aviation de Nantes declararon una huelga indefinida y ocuparon la fábrica.
El día siguiente, el 15, la Renault-Cleon fue ocupada. El 16 de mayo la huelga y el movimiento de ocupaciones se extendieron a todas las fábricas de la Renault. Esto fue seguido de una huelga y de una ocupación por todas las fábricas automovilísticas y aeronáuticas. El 19 de mayo, los tranvías se pararon, junto con los servicios postales y de telégrafo. Los servicios de metro y de bus de París pronto los seguirían. La huelga afectó a las minas, a las navieras, a Air France, etc. El 20 de mayo, la huelga se generalizó e implicó a diez millones de trabajadores. Gente que nunca había hecho huelga se sumaba: los bailarines del Folies Bergère, los jugadores de fútbol, las periodistas, las dependientas, los técnicos. Banderas rojas decoraban todos los puestos de trabajo.
En la manifestación del día 13 participaron un millón de personas, trabajadores y estudiantes. El presidente De Gaulle estaba completamente indefenso. Cuando el 24 de mayo convocó un referéndum, no pudo encontrar ni una imprenta en Francia dispuesta a imprimir sus papeletas electorales y, cuando, desesperado, probó a imprimir las papeletas en Bélgica, los trabajadores belgas lo rechazaron en solidaridad con sus hermanos franceses. El 29 de mayo, De Gaulle abandonó Francia para encontrar refugio en las tropas francesas de Alemania. Entonces, la marea alta de la lucha obrera se acabó.
El 27 de mayo, los dirigentes sindicales firmaron el acuerdo de Grenelle que ofrecía grandes concesiones económicas a los trabajadores, como por ejemplo una subida del 35% para los trabajadores menos retribuidos. La huelga fue desconvocada, la derecha consiguió la iniciativa y empezó a movilizarse. Una manifestación masiva de derechas tuvo lugar el 30 de mayo. La policía tomó las emisoras de televisión y de radio, expulsó a las y los trabajadores que las ocupaban, atacaron cualquier intento de mantener las manifestaciones e incluso asesinaron a dos trabajadores y un estudiante de secundaria.
El peso del estalinismo
Durante todo el movimiento masivo de las y los trabajadores, el peso muerto del estalinismo dejó sentir su impacto. Los trabajadores franceses eran muy leales al Partido Comunista. Después de todo, una generación de trabajadores fue educada y formada por el partido. Un hecho del pasado muestra el poder del PC sobre los trabajadores. Cuando los ejércitos norteamericano y británico derrotaron al ejército alemán, París fue liberado por los maquis, el movimiento de resistencia liderado por el Partido Comunista. Los trabajadores armados controlaban París. Maurice Thorez, entonces secretario general del Partido Comunista Francés, voló de Moscú a París y anunció, «Una policía, un ejército, un estado». La policía a la cual Thorez se refería era la policía que había colaborado con los nazis durante toda la guerra. Con todo, los trabajadores de París aceptaron las instrucciones de Thorez y se desarmaron.
De este modo, durante el mayo de 1968, el impacto del Partido Comunista fue absolutamente masivo. Hemos mencionado el millón de trabajadores y estudiantes que se manifestaron en París. Los dirigentes del PC no querían que trabajadores y estudiantes se mezclaran, pues los segundos habían conseguido deshacerse mucho más de la influencia del Partido Comunista; sus ideas políticas estaban mucho más a la izquierda que las del partido. Así, los dirigentes del PC organizaron una cadena de 20.000 delegados para separar el bloque obrero del bloque estudiantil.
También hemos hablado de las ocupaciones de fábricas. Aquí, de nuevo, el papel del PC y de la burocracia de la CGT fue decisivo: el 80-90% de los trabajadores fueron enviados a casa, de forma que tan sólo una minoría fueron activos en las ocupaciones. Los trabajadores, aislados en casa, perdieron la oportunidad de discutir la táctica y la estrategia, el espíritu del movimiento.
Las huelgas tenían comités de huelga, pero estos no eran escogidos por los trabajadores sino designados por la burocracia sindical. Para facilitar el fin de la huelga general, a los trabajadores de una fábrica se les dijo que los trabajadores de otra ya habían vuelto al trabajo, y esta táctica fue repetida una y otra vez. Cómo no había ninguna línea de comunicación entre fábricas independiente de la maquinaria sindical, esta táctica dio resultado.
La Revolución de Febrero del 1917
Para entender las contradicciones de la conciencia de los trabajadores en Mayo de 1968 en Francia, no podemos hacer nada mejor que considerar la experiencia de la Revolución Rusa de Febrero de 1917. Esta revolución puso fin al zarismo. La policía se disolvió completamente. Los trabajadores se organizaron en soviets -la palabra rusa para consejo o asamblea- por todas partes. En el seno del ejército los comités de soldados crecieron rápidamente.
En aquellos días, Lenin forjó la expresión «poder dual» para describir la situación dominante en Rusia. Es cierto que los soviets eran poderosos, pero en paralelo a los soviets estaba el Gobierno provisional burgués. Es cierto que había comités de soldados, pero los generales todavía comandaban el ejército. Es cierto que los soviets expresaban la voluntad de millones de personas por la paz, pero la guerra imperialista continuaba. Es cierto que había poderosos comités de trabajadores en cada fábrica, pero todas ellas eran aún propiedad de los capitalistas. Es cierto que millones de campesinos estaban organizados en soviets, pero el terrateniente todavía no había perdido ni un metro cuadrado de tierra. La dirección de los soviets -en manos de los mencheviques y los social-revolucionarios-, apoyaban al Gobierno burgués y a sus políticas.
La Revolución de Febrero supuso una ruptura con el pasado, pero no una ruptura completa. Seguían existiendo contradicciones en las instituciones de la época y en la conciencia de millones de personas. El Soviet de Petrogrado era una nueva institución fantástica, pero no estaba dirigida por los bolcheviques. La derecha lo dominaba. Para millones de personas que ayer habían apoyado al zarismo, una ruptura con el zarismo, un giro hacia la izquierda, no los llevó automáticamente al bolchevismo, sino a la derecha de estos, a los mencheviques y a los social-revolucionarios.
Hicieron falta semanas y meses de lucha para que las y los bolcheviques consiguieran liderar los soviets de Petrogrado y de Moscú, en Septiembre del 1917. No tenemos espacio para describir los diferentes hechos que ocurrieron entre Febrero y Octubre, si bien no fue una marcha triunfante del bolchevismo. La influencia bolchevique aumentó en Petrogrado hasta finales de Junio. A principios de Julio fueron forzados a retroceder, el partido fue prácticamente ilegalizado, su prensa destruida, Lenin forzado a esconderse y Trotski fue encarcelado.
Julio fue, como escribió Trotski, el mes de la calumnia. La prensa salió histéricamente con la denuncia que Lenin era un agente alemán. El giro hacia la derecha dio confianza a la extrema derecha, y entre el 27 y el 30 de Agosto, el general Kornilov, comandante jefe del ejército ruso, inició un golpe militar. Si hubiera prosperado, la palabra para designar el fascismo no hubiera sido italiana sino rusa. Desde la prisión, Trotski organizó la defensa de Petrogrado contra Kornilov. La derrota de Kornilov aceleró enormemente la victoria del bolchevismo. Días después los bolcheviques conseguían la mayoría en los soviets de Petrogrado y de Moscú, y pocas semanas después tuvo lugar la Revolución de Octubre.
La revolución no es flor de un día. Es un proceso. Las y los trabajadores tienen que romper con las ideas burguesas que dominaban antes, pero esta ruptura no se completa en un día. Durante un tiempo existe una conciencia contradictoria entre los trabajadores. Está claro que la consigna de los bolcheviques de Abril, «Tierra, paz y justicia. Todo el poder para los soviets», era una consigna coherente para resolver los problemas a los cuales hacían frente millones de campesinos que querían tierra, millones de hambrientos que necesitaban pan y millones de personas trastornadas por la guerra. Pero durante un tiempo muchos trabajadores decían, «Sí, por supuesto que queremos la tierra, pero tendríamos que esperar el fin de la guerra y que el parlamento apruebe una ley que nos dé la tierra. Por supuesto que queremos la paz, pero obtengamos primero la victoria en la guerra y entonces tendremos la paz.»
El Partido Bolchevique en Marzo de 1917 tenía 23.000 militantes, y contaba con el apoyo del 2,5% de los soviets, tuvieron un fuerte trampolín para conseguir la victoria. La izquierda alternativa al Partido Comunista Francés era minúscula. El número total de trotskistas en Francia en mayo de 1968 era de 400. El número de maoístas organizados era similar. Eran cifras demasiado exiguas para amenazar a los estalinistas. Si las y los trotskistas hubieran tenido unas pocas decenas de miles de militantes podrían haber defendido de manera efectiva que en la manifestación del 13 de mayo, donde participaron un millón de trabajadores y estudiantes, estos unieran las manos y rompieran el cordón formado por los 20.000 delegados.
En las fábricas ocupadas podrían haber defendido con los trabajadores la idea de quedarse y no irse a casa, lo cual les habría dado la capacidad de tomar la iniciativa. Podrían haber defendido la elección de comités de huelga en vez de aceptar los comités nombrados a dedo. Habrían sido capaces de crear una comunicación entre las fábricas de tal forma que la burocracia no pudiera emplear la política de dividir y vencer para desconvocar la huelga.
Los próximos hechos de Mayo del 1968
Una explosión de masas en el futuro es inevitable. A pesar de esto, no se sabe nunca cuando pasará exactamente. Después de todo, Lenin, tres semanas antes de la Revolución de Febrero, dando una charla a un grupo de jóvenes socialistas en Suiza, acabó su descripción y análisis de la Revolución de 1905 diciendo que ellos, los y las jóvenes, verían la Revolución Rusa, pero no su generación. Unos días antes de la revolución (el 7 de Febrero) Lenin escribía a su amiga Inessa Armand, «ayer había una reunión (las reuniones me cansan; me alteran los nervios; dan dolor de cabeza; me marché antes del final)». Si hubiera sabido que unos pocos días después tenía que empezar la revolución no se habría quejado de ese modo.
Los grandes puntos de inflexión no se pueden predecir nunca, por razones obvias. Durante un largo periodo de tiempo la historia avanza muy lentamente, durante 10 o 20 años sólo hay cambios minúsculos y, entonces, repentinamente, en un día o una semana tienen lugar cambios más grandes que los que han pasado durante generaciones.
Las contradicciones del capitalismo hoy en día son mucho más agudas que las de 1968. El año 1968 encaró el fin del más largo crecimiento de la historia del capitalismo. Desde 1973, las recesiones se han sucedido una tras de otra. La inestabilidad del capitalismo es más grande que nunca, la explotación y la inseguridad obrera crecen día tras día. Son del todo inevitables grandes explosiones. Pero para que estas explosiones acaben con una victoria de las y los trabajadores, la necesidad de un partido revolucionario es más grande que nunca.
La acción de masas espontánea de los trabajadoras es como el vapor. El partido revolucionario es como un pistón. Un pistón por sí mismo es inútil, el vapor a solas se dispersa fútilmente. Para conseguir una victoria de los y las trabajadoras, la cuestión del liderazgo es crucial. El Mayo de 1968 tendría que ser para nosotras y nosotros una inspiración y al mismo tiempo una advertencia.
Tony Cliff fue el fundador de la Corriente Socialismo Internacional, de la cual forma parte En lucha / En lluita. Escribió este artículo poco antes de morir en abril del 2000. Se editó en ingles dentro de la colección de escritos de Tony Cliff bajo el título Marxism at the Millenium.