La resistencia a los recortes y al neoliberalismo se está extendiendo cada día más. Todas las acampadas y asambleas son una muestra de la indignación acumulada durante años de ataques contra la mayoría de la población. Miles de personas están empezando a plantearse alternativas al sistema actual, pero al mismo tiempo también se hacen una […]
La resistencia a los recortes y al neoliberalismo se está extendiendo cada día más. Todas las acampadas y asambleas son una muestra de la indignación acumulada durante años de ataques contra la mayoría de la población. Miles de personas están empezando a plantearse alternativas al sistema actual, pero al mismo tiempo también se hacen una pregunta: ¿Qué hace falta para parar realmente los recortes?
La clase trabajadora -entendida de forma amplia, desde oficinas, pasando por servicios o fábricas- es la fuerza clave para conseguir ganar reformas que mejoren nuestras condiciones de vida. Es en las oficinas, tiendas, industrias, hospitales, donde la gente trabaja colectivamente creando beneficios o haciendo funcionar los servicios de los cuales depende el sistema. El sistema en el que vivimos -el capitalismo- se basa en conseguir el máximo beneficio. Los jefes consiguen estos beneficios a expensas del trabajo de los y las trabajadoras pagándonos menos del valor que valen las mercancías que producimos o el servicio que damos. Cuando la clase trabajadora lleva a cabo acciones de forma conjunta puede llegar a parar estos beneficios y parar completamente el capitalismo.
Cuando hablamos de hacer una huelga tenemos que tener claro que hablamos de que escuelas, universidades, hospitales, oficinas, etc., se paren completamente. Esto no quiere decir que otros tipos de acciones sean irrelevantes. Una acción como la de bloquear el parlamento catalán para que el gobierno de CiU no pueda aprobar los recortes, puede conseguir victorias momentáneas, conseguir cambios e inspirar otras luchas.
Es importante dejar claro que no hay una división entre las huelgas y otras acciones. Muchas de las huelgas con más éxito han formado parte de un movimiento de apoyo más amplio que ha unido a movimientos sociales o asambleas de barrio, como por ejemplo la lucha de los y las trabajadoras de TMB en Barcelona. Pero la diferencia con las huelgas es que éstas son una amenaza directa a la autoridad de los jefes y a la manera como funciona el capitalismo. La huelga es la acción que expone más claramente la división entre clases, a la vez que muestra el poder de la clase trabajadora.
Algunas personas dicen que la clase trabajadora ya no constituye una fuerza bastante potente o que los sindicatos son demasiado débiles. Pero aunque es cierto que la clase trabajadora cambia continuamente, también se cierto que la gran mayoría de las personas todavía tienen que vender su fuerza de trabajo para poder vivir.
Es cierto que la afiliación sindical en el Estado español es una de las más bajas de Europa y también que debido a los pactos de los sindicatos mayoritarios la confianza en los sindicatos y su afiliación ha disminuido. A pesar de eso cualquier trabajador o trabajadora que tiene un problema acude a un sindicato para tratar de resolverlo. Y cuando este problema, ya sea colectivo o individual, se resuelve, la idea de defender tus derechos afiliándote a un sindicato gana fuerza.
Pero si las huelgas se acaban ganando depende de más factores. Las derrotas son uno de estos factores. Cuando una huelga no consigue lo que buscaba y el patrón es el que acaba ganando, esto debilita la confianza a la hora de luchar. Si a los y las trabajadoras les falta confianza la tendencia a dejar la lucha en manos de las burocracias sindicales es cada vez más grande. Por otro lado, la situación política también es muy importante. Si un gobierno parece vulnerable, la resistencia se puede multiplicar. Si diferentes sectores están luchando esto puede dar confianza a otros sectores para hacerlo.
Las huelgas pueden transformar las ideas. Los y las trabajadoras que antes aceptaban sin cuestionar su lugar en el sistema de repente descubren que las cosas podrían hacerse de forma muy diferente. Las ideas que dominan la sociedad, como por ejemplo que sólo los «expertos» pueden hacer ciertas cosas o que son necesarios los jefes, de repente se ven cuestionadas y hasta negadas.
Estas ideas también incluyen temas que dividen a los y las trabajadoras -el chovinismo, el racismo, el sexismo, etc. Durante las huelgas los y las trabajadoras pueden llegar a ver que tienen unos intereses comunes, no sólo entre los y las trabajadoras de un mismo sector, sino también con todo el resto de trabajadoras. Y a su vez pueden ver que tienen un enemigo común: los jefes.
Pero sobre todo muestran algo absolutamente necesario para ganar una huelga, pero también para ganar cualquier lucha: el potencial que tenemos de derrocar a nuestros dirigentes y autogestionar la sociedad de una forma diferente, basada en la cooperación y las necesidades de la mayoría de la población.
Fuente:http://enlucha.org/site/?q=
[VERSIÓ EN CATALÀ: http://www.enlluita.org/site/?