Recomiendo:
1

Pensar las autonomías

Fuentes: Rebelión

El libro: Pensar las autonomías: Alternativas de emancipación al capital y el Estado, (México: Bajo Tierra Ediciones-Sísifo Ediciones, 2011), coordinado por Jóvenes en Resistencia Alternativa, es un esfuerzo colectivo en el que se reúnen trabajos de 14 autores que hemos venido estudiando las autonomías en sus polivalentes significados políticos y en sus diversas aplicaciones espaciales-territoriales. […]

El libro: Pensar las autonomías: Alternativas de emancipación al capital y el Estado, (México: Bajo Tierra Ediciones-Sísifo Ediciones, 2011), coordinado por Jóvenes en Resistencia Alternativa, es un esfuerzo colectivo en el que se reúnen trabajos de 14 autores que hemos venido estudiando las autonomías en sus polivalentes significados políticos y en sus diversas aplicaciones espaciales-territoriales. Nuestros editores plantean la necesidad primordial de desmontar los paradigmas dominantes del pensamiento hegemónico, pensando en ocasiones a contracorriente –o a contrapelo– del propio discurso de la izquierda, divulgando modos, formas, ideas y debates muy otros. Por ello, creen «firmemente que son necesarias y urgentes herramientas para la transformación social emancipadora, teóricas y prácticas, estrategias organizativas, del pasado y del presente, locales y globales, por lo que cualquier aporte en ese camino fortalece nuestra resistencia al capital y al Estado.» (p. 11)

La crisis civilizatoria que acompaña a la actual etapa de transnacionalización neoliberal demanda una actualización del debate sobre las alternativas sociales, políticas y productivas al capitalismo desde distintos enfoques y perspectivas. De ahí la importancia de trabajos que analizan este entretejido de relaciones horizontales, cooperativas y de reciprocidad, además de esta enorme diversidad de formas alternativas productivas, democráticas y de gestión de los bienes comunes y naturales (p. 9), a partir de la idea principal de organizar, crear, resistir y, sobre todo, construir los experimentos de reorganización social desde abajo aludiendo a la palabra autonomía para estas prácticas (p. 9).

Para esto debe de haber una comprensión multidimensional, compleja y polisémica del significado de autonomía, que va desde la independencia de la clase política y sus partidos, hasta una forma organizativa de los pueblos indios; desde una forma de expresión de la protesta social, hasta la posibilidad de la autorregulación generalizada de distintas colectividades (p. 10). Por ello, es necesario un debate decisivo para la acción política hoy, para el sentido del cambio social, de la transformación radical y de las alternativas civilizatorias al capital y al Estado; debemos reflexionar las rutas de emancipación considerando que esa reflexión es un momento de la lucha misma (p. 10).

Las autonomías han surgido como un fenómeno emergente todavía en nuestro tiempo, pues sin duda se han mantenido en la historia contemporánea como expresión de libertad, justicia e igualdad entre la sociedad, la cultura y los pensadores que se han propuesto descifrarlas, estudiarlas y concretarlas. Está de manifiesto en la obra en comento, la presencia loable interdisciplinaria de las formas de abordar el tema autonómico, que como bien señala Massimo Modonesi (pp. 23-52), mantiene referencias conceptuales desde el marxismo y los marxismos, pues en su calidad de reacción contra el capitalismo y las concepciones hegemónicas del Estado, puede encajar dentro de un anarquismo propositivo que busca alentar y reivindicar todas las representaciones ideológicas incluyentes y fuera del control y el poder centralista manifestado en el capital y su Estado, que incluso, puede y debe mantener entronques con las llamadas «minorías», tanto en poblaciones rurales como en las grandes urbes (Albertani pp. 53-79).

La intención de este texto es abrir el pensamiento a numerosas posibilidades y potencias de las autonomías y, con este objetivo, advertir sus peligros, riesgos, contradicciones, incertidumbres y dudas. De aquí que se hayan reunido un conjunto de coordenadas, señales, pistas y signos, difusos e incompletos, pero que una y otra vez deben intentar ser contestados y reformulados críticamente (p.12).

Las autonomías, en esta publicación, son presentadas desde tres rubros: el primero, bajo el título de «El largo camino de las autonomías» (pp. 23-149), reúne tres distintas perspectivas desde donde han sido abordados estos procesos: el marxismo, el anarquismo y los pueblos indígenas latinoamericanos.

El texto de Massimo Modonesi: «El concepto de autonomía en el marxismo contemporáneo» (pp. 23-52), conceptualiza históricamente a las autonomías y analiza cómo han sido interpretadas en las versiones más ortodoxas de esta corriente de pensamiento, cuando han intentado acercarse a las ideas del propio Marx (p. 24) en relación a la independencia de clase, a la autonomía política del proletariado, selbsttâtigkeit, en alemán; se destaca Rosa Luxemburgo en cuanto a su debate sobre la cuestión nacional y su insistencia en el «movimiento mismo» de la clase (Luxemburgo, 1969: 47), y en la espontaneidad como recurso, apuntando hacia la experiencia de la «lucha cotidiana» (Ibíd.: 61), como factor fundamental de diálogo entre el ser social y la conciencia social; de aquí la principal idea de autonomía como emancipación (p. 30).

Desde la perspectiva de Anton Pannekoek y su «consejismo», en tanto producción teórica, se explica cómo todo gira alrededor de la idea de autonomía social y política de la clase trabajadora como conjunto de prácticas y experiencias de autodeterminación que se despliegan en dirección de la ocupación y autogestión de las fábricas en su calidad de clase obrera, lo que a su vez no se traduce en una teorización del concepto de autonomía en cuanto tal (p. 32).

Todo, desde las contribuciones del grupo Socialismo o Barbarie que articula las nociones de autonomía como independencia y como emancipación en función del conjunto de dinámicas subjetivas correspondientes, lo cual, constituye una perspectiva original en el seno del debate marxista y un referente fundamental para desarrollar las connotaciones y el alcance subjetivo del concepto (p. 34). En este sentido, se trata de reunir y de integrar dos grandes líneas teóricas que consideran la autonomía como horizonte y proceso de emancipación a partir de un diálogo constante entre la propia espontaneidad y la conciencia entre pares y, además, considerando el sujeto sociopolítico como capaz de separarse de la clase dominante. Así, se imbrican los conceptos de autonomía junto con el de subalternidad y antagonismo como indispensables para entender y abordar los procesos de subjetivización política que avanzan hacia la emancipación.

Claudio Albertani (pp. 53-70) se sumerge en el mismo tipo de construcción histórica a partir del pensamiento libertario, sobre todo aquél que rescata el concepto de la autonomía desde la tradición del socialismo utópico y el anarquismo, rechazando el protagonismo obrero como único sujeto revolucionario, posicionando la conquista del Estado como fin último de la revolución y no sólo desde un colectivo, sino desde la misma presencia individual en cuanto a la lucha que debe ejercerse, sobre todo, partiendo de las posibilidades latentes en los márgenes de la dominación social y la tarea correspondiente a las minorías subalternas, como los negros, indígenas, gays, –y el caso específico de las mujeres–, en la descolonización de la vida cotidiana que debe expandirse, por sobre todas las cosas y hechos, hacia la humanidad entera.

La problematización del caso de los pueblos indios desde sus orígenes, posibilidades y el mismo desarrollo de las luchas indias por la autonomía, están presentes en el trabajo de Francisco López Barcenas (pp. 71-106): «Las autonomías indígenas en América Latina», en el que el autor las observa como uno de los obstáculos más difíciles de allanar para la dominación por parte de las metrópolis globales y las dirigencias nacionales; concluye externando su confianza en que la resistencia y la emancipación deben ser los derroteros a seguir no sólo por ellos, sino por las sociedades en que se desenvuelven, y los Estados, que sin considerar sus necesidades, se hacen menos viables.

Por mi parte, en el capítulo: «Autonomías indígenas, poder y transformaciones sociales en México» (pp. 107-120), realizo un recuento de los daños y límites del socialismo real y el marxismo esquemático en relación con los movimientos revolucionarios latinoamericanos que sostuvieron una relación instrumental con los pueblos indígenas, debido al arrastre de desviaciones y reduccionismos como el obrerismo y el economicismo. A pesar de ello, comienzan a desarrollarse las autonomías indígenas, que en el caso de México, se ven reflejadas nítidamente en los mayas zapatistas, como una inspiración ineludible para reconocer una orientación anticapitalista solidaria y ética.

Por último, en esta primera parte, Gustavo Esteva en: «Otra autonomía. Otra democracia» (pp. 121-149), parte de la autonomía como un proyecto político que propone la resistencia de los pueblos indios y que hoy constituye un esfuerzo de liberación compartido con muchos otros grupos sociales. A manera de ejemplo -y al igual que en mi caso–, Esteva toma como referente la irrupción en 1994 del alzamiento zapatista que cuestionó la esencia misma del debate político. De aquí que se presenten los alcances que tiene la autonomía para los pueblos indios y también, el sentido que adquiere el término mismo al incorporarse al esfuerzo cooperativo de la sociedad civil, donde se manifiesta una concepción de democracia propia que no tiene cabida en la forma Estado, pues representa una propuesta de transformación de la sociedad basada en comunidades rurales y urbanas en las que se establecen relaciones de nuevo tipo para enfrentar los desafíos contemporáneos.

La segunda parte del libro trata acerca del antagonismo y contradicción en las autonomías, desde la perspectiva, en primer término, de Mabel Thwaites Rey y su capítulo: «La autonomía: entre el mito y la potencia emancipadora» (pp. 151-214); aquí, la autora parte de las ideas autónomas y gramscianas para describir en el caso de Argentina, la confrontación entre los distintos saberes teóricos y políticos que se han producido y etiquetado desde la gestión de lo social después de la renuncia del Estado durante el apogeo neoliberal y la coincidencia entre el neoliberalismo y la autonomía en su rechazo al Estado (aunque por motivaciones totalmente distintas, G.L. y R), y de ahí, las múltiples gradaciones políticas, sociales y económicas que se engloban en la autonomía y la forma asamblearia que las tomas de decisiones implican. Asume como trascendental el que las comunidades redescubrieran las riendas de lo político y alerta sobre la importancia de entender la autonomía no como un lugar o situación dadas, sino como un camino que no es de fácil tránsito y que demanda la superación colectiva de las contradicciones que se presentan en cada lugar donde se desarrollen estos procesos.

Ezequiel Adamovsky en: «Problemas de la política autónoma: pensado el pasaje de lo social a lo político» (pp. 215-244), reflexiona en torno a la búsqueda de una política emancipatoria efectiva, refiriéndose a articular la cooperación de los movimientos con la gestión global de la sociedad. De aquí que haya encontrado las dificultades en los movimientos emancipatorios anticapitalistas, los problemas heredados de la cultura de la izquierda tradicional, resaltados anteriormente en mi capítulo (pp. 115-119), y los límites de las formas organizativas conocidas; a lo que propone, la construcción de una organización de nuevo tipo que pueda convertirse en una interfase autónoma que posibilite la articulación de los movimientos con la gestión de la sociedad y que, al mismo tiempo, anticipe los posibles cursos de acción para una política radical, formas de vida y organización post capitalistas, que deben insertarse en la misma dinámica que el entorno sociocultural que cada lugar proyecte.

Raúl Zibechi, por su parte, en «Las zonas grises de las dominaciones y las autonomías» (pp. 245-260), analiza como el Estado y los movimientos antisistémicos se disputan los territorios para lograr el apoyo de los sectores populares y, de esto, retoma dos ejemplos que aluden a movimientos emancipatorios que tienen que ver con la aplicación de políticas especiales destinadas a neutralizarlos; uno de ellos, proveniente de Colombia, de la zona rural del Cauca, que fue definida como prioritaria para la instrumentación del Plan Colombia en 2006, donde el pueblo indígena Nasa sufre las consecuencias de políticas que pretenden desmantelar el proceso político organizativo que resiste y construye su plan de vida como alternativa al modelo transnacional. El segundo ejemplo se encuentra ilustrado en las zonas periféricas de Santiago de Chile y muestra la forma en que operan las políticas sociales ancladas en el «combate a la pobreza». De aquí que sea necesario un acercamiento a las autonomías alejadas de toda dinámica de Estado, pues se encuentran en relación directa con la colateralidad y falta de criterio gubernamental para su propio funcionamiento.

En «Especificidades y desafíos de la autonomía urbana desde una perspectiva prefigurativa», de Hernán Ouviña (pp. 261-287), se plantean algunas hipótesis en relación a la construcción de la autonomía urbana, espacio separado de las construcciones del ámbito rural, indígena y comunitario; aquí, la construcción autonómica debe concebirse de manera prefigurativa, a través de la impugnación del orden dominante y sin esperar la conquista del poder, estableciendo relaciones y procesos de tipo nuevo, tendientes a la horizontalidad y si, disputando la hegemonía sin tratar de ser vanguardia, entendiendo que el programa político no precede a los sujetos autónomos, sino que éstos se constituyen a partir de las luchas en territorios y espacios en disputa que habitan y edifican en común.

En esta segunda parte se intenta problematizar desde distintas visiones, el desarrollo práctico de procesos de construcción autónomos: desde las contradicciones de la horizontalidad, hasta la relación con el Estado hoy; desde la tendencia al aislamiento y la micro política de los procesos autónomos y de las dificultades de una política alternativa frente al Estado, hasta los límites de la construcción autónoma en las urbes (p. 13). Entonces, se enriquecen las propias contradicciones, los límites y vacíos intrínsecos en ellas.

En la última y tercera parte: «Más allá del capital y del Estado», se analiza las nuevas epistemologías y las críticas a la forma Estado, así como a las formas de propiedad y organización y, a su vez, se exponen las nuevas formas de entender la revolución y la misma emancipación, gracias a los trabajos expuestos por Benjamín Arditi, John Holloway, Sergio Tischler, Raquel Gutiérrez y Ana Esther Ceceña

En el texto de Benjamín Arditi: «Agitado y revuelto: del «arte de lo posible» a la política emancipatoria» (pp. 289-316), se exploran las políticas de emancipación, polemizando con la caracterización realizada por Otto Von Bismarck acerca de la política como «arte de lo posible» y tomando distancia de las visiones escatológicas de la emancipación del tipo de las asociadas con el jacobinismo con el propósito de desestabilizar las fronteras entre lo posible y lo imposible, y entre política revolucionaria y no revolucionaria, pues, la agitación desde esta perspectiva sobrevive como periferia interna de la política institucional en las democracias liberales, haciendo ver que ésta, en combinación con la política emancipadora, hace surgir la «acontecimentalidad» del acontecimiento y permite vislumbrar el papel de lo imposible, de dónde introduce una definición mínima de emancipación como disputa respecto a si las condiciones actuales impulsan o dañan la igualdad y la libertad y de esto, si otro mundo es o no posible.

John Holloway en su capítulo: «Las grietas y la crisis del trabajo abstracto» (pp. 317-336), propone comprender las autonomías como grietas en la dominación capitalista, retomando el concepto marxista del carácter dual del trabajo y la distinción entre trabajo abstracto, en el que toda cualidad es reducida a cantidad, y trabajo útil y concreto que es actividad humana creativa-productiva o hacer. La clave para entender las autonomías está en la revuelta del hacer contra el trabajo, desarrollando la idea de que la esencia de las autonomías es la negación y un hacer alternativo, sugiriéndonos pensar estos momentos de otro-hacer como grietas o intentos de proyectarse «en-contra-y-más-allá» de la lógica racionalista capitalista.

En el artículo: «El quiebre de la subjetividad de la forma Estado y los movimientos de insubordinación» de Sergio Tischler (pp. 337-350), se retoma el llamado marxismo abierto cuando se revisa la importancia de la lucha de clases o por el Estado, idealizadas desde la práctica revolucionaria leninista. Aquí se desglosan los análisis gramscianos de hegemonía, dominación, bloque histórico, que derivaron como ineluctable la forma partido como el único medio para obtener el poder, que posteriormente retoma desde la visión de Weber y pondera el reemplazo de una subalternidad por otra y de ahí, el cambio de explotadores, producto de la forma Estado y donde se deviene el proletario. Vislumbrando como valioso agente de cambio el flujo social de la rebeldía, sin dejar de lado su componente de negación a aceptar lo que somos como algo dado e inmutable y sobre todo, detonando la autodeterminación social y para que todo esto sea superado, es necesario prevalecer sobre la forma dominio/subordinación en relación con la organización de la lucha como emergente del flujo, y no como determinante primario.

En el capítulo: «Sobre la autorregulación social: imágenes, posibilidades y límites» (pp. 351-374), Raquel Gutiérrez Aguilar maneja la conceptualización de la autorregulación social desde abajo y la emancipación social desde el acercamiento a la guerra del agua en Cochabamba (Bolivia) durante el año 2000; suceso de experiencia popular y masiva que revirtió el proceso privatizador del vital líquido y de esto, se ofrece un panorama más rico y matizado en el cual resalta la apropiación masiva de lo político y la determinación de que algunos recursos son propiedad social indiscutible así como la toma de decisiones no jerárquicas y consensuadas que constituyen una ganancia invaluable para el pueblo boliviano que libró esta paradigmática lucha.

Por último, Ana Esther Ceceña en: «De los desafíos y los nudos» (pp. 375-399), muestra los alcances del capitalismo como sistema organizado para la competencia y la ganancia, que han puesto en situación de emergencia a la humanidad, en un momento en que los pueblos, los movimientos y los sentidos colectivos se han orientado hacia la necesidad de reorganizar la vida sobre otras bases y normas de funcionamiento; de aquí, se analizan los desafíos para salir del capitalismo y enfrentar los procesos de emancipación. Se señala la necesidad de abandonar las prácticas sociales propias del capitalismo, esto es, el tránsito hacia una democracia descentralizada para lograr la unidad en la diversidad y, por ende, construir nuevas institucionalidades y saberes colectivos, pues organizar y producir la vida como un acto de libertad y autonomía es necesario y permanente para acercarnos proporcionalmente a una armonía social acorde con nuestras propias capacidades.

Las autonomías deben ser trabajadas objetivamente para el propio desarrollo de sus capacidades. Y no sólo esto: es tarea y corresponsabilidad de los pares académicos y los sujetos endémicos el desarrollo de teorías y etnografías alusivas a cada uno de los rubros y ejes metodológicos desde son abordadas, pues no debe guardarse ningún tipo de sesgo. Por ello, será trascendental el apoyo y manejo de la información de una forma argumentativa, razonable, creativa y, sobre todo, justificada a quien pretenda postrarse sobre este fenómeno y paradigma sociocultural.

Desde las autonomías indígenas hasta las autonomías minoritarias en las urbes y en las comunidades rurales, de Norte a Sur, de Este a Oeste, de Europa a América Latina, debemos guardar el respeto por los derechos humanos y por las diferencias que nos han constituído a lo largo de la historia, pues el respeto y la educación han sido y seguirán siendo la base para nuestras propias representaciones y nuestros propios pensamientos como colectivos y como individuos; donde quiera que sea debemos encontrar los espacios propicios para manifestar la importancia radicada en nuestras diferencias y, de esa forma, defender nuestra libertad, nuestra igualdad y nuestra justicia por encima de los poderes hegemónicos, el capital y el Estado, que tanto han frenado y doblegado las voluntades ajenas a sus principios y a sus intereses.



[i] Presentación del libro en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, México, D. F., jueves 18 de agosto de 2011.

[ii] Profesor Investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Delegación Regional Morelos. Articulista de La Jornada.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.