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Yo no ayudo a Somalia… así

Fuentes: Rebelión

Ayer recibí un sms de Movistar: «ayuda a Somalia enviando un sms». La ayuda por sms es de 1,2 euros. Habrá personas, bienintencionadas, que caigan en la trampa y envíen el mensaje, otras no lo harán pero por motivos distintos. Yo no enviaré el mensaje porque es una simple tapadera para enmascarar el mal que […]

Ayer recibí un sms de Movistar: «ayuda a Somalia enviando un sms». La ayuda por sms es de 1,2 euros. Habrá personas, bienintencionadas, que caigan en la trampa y envíen el mensaje, otras no lo harán pero por motivos distintos. Yo no enviaré el mensaje porque es una simple tapadera para enmascarar el mal que ha sido creado durante los últimos veinte años y otra oportunidad de negocio, ¿o alguien piensa que Movistar es una ONG? En fin, que hasta de las desgracias sacan dinero las multinacionales. Los problemas que sufre Somalia son variados y complejos, pero todos ellos tienen una causa común: aunque resulte extraño es su riqueza y su posición geoestratégica la que ha provocado todo esto. Se trata de un país con grandes recursos en hidrocarburos, uranio y distintos metales preciosos, toda una riqueza escondida en el subsuelo y que podría convertir este país en un vergel más en la tierra. Además, posee los mayores caladeros mundiales y sus reservas pesqueras son muy abundantes. Sin embargo, este rico país está el último en el ranking mundial. La causa es la intervención extranjera para apropiarse de los recursos y controlar una zona estratégica de paso del petróleo de Arabia Saudí hacia Europa. Como explicamos en 2009, los verdaderos piratas en Somalia son las flotas pesqueras occidentales que, con la protección de los buques de guerra, extraen las enormes riquezas marinas y esquilman los mares de Somalia. También explicamos en junio pasado que durante diez años los residuos radioactivos y tóxicos de Europa fueron sepultados en aquellos mares aprovechando la desaparición forzada de toda autoridad en el país desde la intervención armada de EEUU en 1991. La costa somalí fue convertida en un basurero para almacenar residuos cuyo reciclado o almacenaje habría costado en Europa más de 100 euros la tonelada y que arrojados allí apenas suponían unos pocos dólares. Las consecuencias son muy graves, tanto para la población, que sufre las malformaciones y enfermedades propias de la radioactividad, como para el medio ambiente, marcado por esta contaminación.

 

Los medios de comunicación no dejan de bombardearnos con las mentiras habituales en estas situaciones. Nos dicen que la hambruna está provocada por la sequía, siempre es la sequía, una causa supuestamente natural, o bien son las guerras intestinas que asolan el país. Lo que no se explica nunca es el origen de este problema, porque en el origen está la causa real y por tanto el modo de arreglar la situación. Debemos ir a los años 60, cuando Somalia se independiza. En aquel momento opta por acercarse a la URSS, pero sin abandonar al bloque occidental. Algo así como lo que hizo Tito con Yugoslavia. Su vecino, Etiopía, había abierto una vía al socialismo que estaba funcionando y esto era motivo de clara preocupación en USA. Eran muchos los países africanos que preferían las relaciones con la Unión Soviética y no con Estados Unidos. Un viaje de Kissinger en los setenta iba a dar la vuelta a la situación. Mediante sobornos y presiones consigue que el gobierno de Somalia agreda al de Etiopía con la excusa de anexionarse una zona limítrofe de mayoría somalí, Ogadén. La intervención de Estados Unidos fue encaminada a llevar a Somalia al lado occidental y lo consiguió. Desde su intervención en Etiopía, Somalia dejó de ser un país formal y pasó a ser un lugar de conflictos ininterrumpidos. Entre 1981 y 1990, las políticas liberales llevan al país al colmo de la injusticia, pero el problema llega en 1991, cuando la intervención extranjera lleva al país a la división y a la lucha total de todos contra todos. Desde entonces, todos los recursos del país están dedicados a la guerra y el sufrimiento no ha dejado de aumentar. Sin embargo, hubo un momento en que el país parecía salir de la barbarie, cuando los Tribunales islámicos tomaron el control del gobierno. Entonces, justo entonces, los bombardeos estadounidenses vuelven a destruir la mínima estructura gubernamental y, para rematar la situación, cuando los agricultores somalíes habían conseguido recuperar la producción agrícola en 2006 y 2007, entra en liza el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas. Justo cuando las cosechas somalíes llegaban a los mercados, Naciones Unidas invade el país con alimentos gratis donados por Estados Unidos. Esto provoca el hundimiento de la emergente agricultura somalí y la vuelta a la dependencia del exterior. Además, la ayuda alimentaria está vinculada al sometimiento a los intereses estratégicos USA. Por eso, cada vez que damos ayuda a Somalia, la hundimos más en la barbarie y en la miseria. Hay que dejar de ayudar así a Somalia.

 

Yo ayudo a Somalia propagando la verdad sobre la situación y permitiendo que esta verdad genere la verdadera y única ayuda, que no es ni de alimentos ni de dinero, sino de justicia. Ayudar a Somalia es abandonar sus costas y dejar que ellos se gobiernen como quieran; dejar de enviar armas y financiar a los grupos insurrectos; permitir que la pobre economía del país salga adelante y empiece a explotar los recursos naturales que posee. Esto va en contra de los intereses occidentales y del propio capitalismo, por eso no lo van a permitir. Pero de ninguna manera van a conseguir generar en mí ese sucedáneo de la compasión que lleva sentirse culpable y dar dinero para calmar la conciencia. No, seguiremos luchando contra el sistema económico y social que está matando a esos niños somaliés que tanto dolor nos causa y no perderemos ni un minuto alimentando la maquinaria de legitimación ideológica del capitalismo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.