Obama y sus momentos

De puntillas, no fuera a despertar algún respingo, cruzó en estos días por los medios de comunicación la renuncia del gobierno de Obama a cumplir su compromiso de imponer restricciones a las emisiones de ozono de fábricas de coches, empresas, refinerías y plantas de tratamiento de residuos.

El ozono es causa de severas dolencias respiratorias y enfermedades coronarias hasta el punto de que se estimaba en 12 mil las vidas que habrían podido salvarse en un año si Lisa Jackson, directora de la Agencia Ambiental estadounidense, hubiera fijado, como se proponía, en 15 puntos menos las emisiones de ozono autorizadas por el anterior gobierno.

Jackson, elegida por el propio Obama para hacerse cargo de la Agencia Ambiental, estaba decidida a dar el paso no obstante el rechazo de los republicanos, de algunas asociaciones como la Cámara de Comercio y de empresas vinculadas al petróleo, pero el mismo presidente que la nombrara y se comprometiera con la comunidad internacional en la cumbre del clima de Copenhague a reducir los niveles de contaminación del país que preside, le ha dado orden a Jackson de que deje eso así, que ahora no es oportuno: «Siempre he subrayado la importancia de reducir las cargas regulatorias, sobre todo cuando nuestra economía aún se halla en estado de recuperación. Teniendo eso en cuenta he decidido pedirle a la administradora Jackson que retire las Normativas Ambientales Nacionales sobre Ozono y Calidad del Aire en este momento».

Salvar 12 mil vidas, en medio de la crisis y a punto de elecciones, no es un coste oportuno. Y menos ahora, tan ocupados como andan Bush y Obama, repartiendo condolencias y discursos entre los familiares de los casi 3 mil muertos de su 11 de septiembre.

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