«¿Augura un futuro de sacrificios para España?», pregunta una periodista al rey Juan Carlos justo antes de una comida que, organizada por José Bono, reunió el pasado miércoles a todos los poderes del Estado: el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; el del Tribunal Constitucional, Pascual Sala; el del Tribunal Supremo y del Consejo […]
«¿Augura un futuro de sacrificios para España?», pregunta una periodista al rey Juan Carlos justo antes de una comida que, organizada por José Bono, reunió el pasado miércoles a todos los poderes del Estado: el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; el del Tribunal Constitucional, Pascual Sala; el del Tribunal Supremo y del Consejo del Poder Judicial, Carlos Dívar; el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, y el del Senado, Javier Rojo. Como era de esperar, el monarca respondió a la periodista con un reflexivo y jugoso análisis de la situación: «Bastantes, muchos». Agotado quizás por la profundidad del pensamiento, Juan Carlos se sentó a la mesa y se metió entre pecho y espalda un bogavante. Era el primer plato del menú que había preparado el socialista Bono. De segundo, rodaballo.
Demagogia. Apelo a sus sentimientos elementales con este análisis tan simplista: ¿es normal que, en el clima de recortes sociales y austeridad que vivimos, los poderes del Estado se den al bogavante? Bogavantes pagados por todos, sentenciaré a modo de guinda populista.
Cuando quiero que mi hija no coja las patatas fritas con la mano, yo las cojo con el tenedor. Me gusta enseñar con el ejemplo. Los demagogos somos así. Por eso cuando veo a Artur Mas defender los recortes sociales no tengo ninguna duda de que el presidente de la Generalitat se habrá rebajado su salario al menos en la misma proporción. Y cuando escucho a Lucía Figar, consejera de educación de la Comunidad de Madrid, decir que «No hay recortes en educación. Se está pidiendo un esfuerzo adicional a los docentes», estoy seguro de que ella se desvive por reducir sus propios gastos y hasta pedirá que le bajen el sueldo y le quiten el coche oficial. Cuando un político propone recortes sociales, debería aplicarse a su nómina el más alto de esos tijeretazos.
¿Quieren seguir comiendo bogavante? Pues entonces gestionen bien. No toquen la escuela y la sanidad públicas, no disminuyan los presupuestos para dependencia y políticas sociales. Recorten de otros sitios. Suban los impuestos, anulen la bajada del Impuesto de Sociedades de las grandes empresas, corrijan el fraude fiscal de las grandes fortunas, de la banca y de las grandes empresas, reduzcan el subsidio del Estado a la Iglesia católica, eliminen la compra de nuevos equipamientos militares….
Y por favor, no olviden coger las patatas con el puto tenedor…
Fuente: http://www.eldescodificador.com/2011/09/29/el-tenedor/