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Cronopiando

Titulares ambiguos

Fuentes: Rebelión

Y calificarlos de ambiguos es hacerles un favor. Si ayer me refería a la virtuosa elocuencia de un titular del periódico El País, en el que Estados Unidos desmentía su injerencia en las elecciones mexicanas, hoy tengo que persistir en mi injerencia con ese medio por la «ambigüedad» de otro titular como palpable demostración de […]

Y calificarlos de ambiguos es hacerles un favor. Si ayer me refería a la virtuosa elocuencia de un titular del periódico El País, en el que Estados Unidos desmentía su injerencia en las elecciones mexicanas, hoy tengo que persistir en mi injerencia con ese medio por la «ambigüedad» de otro titular como palpable demostración de su experiencia en todas las artes de la comunicación: «Cuernos de elefante en casa de Dorribo y más de 230 coches».

El titular de su edición digital, ignoro si aparecía también en la de papel, me dejó perplejo. Tuve que releerlo varias veces para seguir sin entenderlo. Pensé que, tal vez, ya habían llegado los recortes a la selva africana y lo que fueran esmaltados colmillos de marfil hoy sólo eran simples y comunes cuernos, pero también era posible que, efectivamente, fueran cuernos, aunque no de elefante sino de cabra. A falta de un perito contratado, un desempleado voluntario pudo haber equivocado la pesquisa. O quizás, es otra posibilidad, yo no sé nada de elefantes ni de cuernos.

Y no es eso lo peor, además de ignorarlo todo sobre paquidermos y ornamentas, tampoco soy capaz de imaginar el tamaño de una casa en la que albergar 230 coches. Sólo por asegurarme de que no era posible he tratado de averiguar cuántos vehículos era capaz de almacenar el baño de mi casa, la cocina, el pasillo… y sigo sin poder imaginar la casa. Pensé que, tal vez, ya había llegado la recuperación económica a la selva española y lo que fueran baldosas residenciales de 40 metros cuadrados hoy se habían convertido en fincas, pero también era posible que, efectivamente, fueran coches, pero no de lujo sino de juguete, la tierna pasión de un niño que no recoge sus juegos y, a falta de un perito contratado, un desempleado voluntario equivocó el tamaño. O quizás, es otra posibilidad, yo no sé nada de casas ni de coches.

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