Casi todos recordamos lo que era un protectorado. El país protector protegía militarmente a determinados pueblos salvajes porque éstos al no haber alcanzado la mayoría de edad, eran incapaces de protegerse por sí mismos. Además le tutelaba en todos los demás sentidos, a la manera de un adulto que administra la herencia o renta del […]
Casi todos recordamos lo que era un protectorado. El país protector protegía militarmente a determinados pueblos salvajes porque éstos al no haber alcanzado la mayoría de edad, eran incapaces de protegerse por sí mismos. Además le tutelaba en todos los demás sentidos, a la manera de un adulto que administra la herencia o renta del protegido, pero que no permite ni quiere que jamás el niño crezca. La protección como en el caso de los métodos mafiosos o de los señores feudales, irónicamente consiste casi siempre en proteger a la víctima de la misma mafia o señor, cuando no de otra potencia colonial vecina ávida también de tutelar la materia prima. El pueblo o nación protegida sólo alcanzaría la mayoría de edad cuando los sabios e intelectuales del país protector lo consideren así, manteniendo al protegido en un estado de atraso interesado. La propaganda de turno tratará de trocar el parasitismo en simbiosis, aprovechándose en general de los buenos deseos de las gentes.
Pues bien, este es el viejo estilo. Ya casi no se utiliza aunque renace en países como Afganistán o Irak, cuando otros mecanismos fracasan. Todos hemos oído decir que las tropas se retiran o retirarán de los países protegidos o invadidos, cuando estos alcancen un grado de seguridad y estabilidad suficiente. ¡O incluso de democracia!
Pero echemos un vistazo al método remozado. Como la idea de protectorado se puede incluir en la categoría de ideas piadosas, es apta para que la usen tanto los medios de derecha como los medios de medio-derecha. Así recuerdo que en la cadena de tv cuatro, se argumentaba con la llegada de Evo Morales que estos no tenían la capacidad tecnológica suficiente para explotar sus yacimientos minerales. El colonialismo militar, muta en un nuevo colonialismo tecnológico. Cómo siempre la baza es mantener en el atraso al protegido. El protector aduce una y otra vez que su protección es buena para el protegido.
Con frecuencia se dice que la nacionalización es mala para los argentinos, e incluso se tiene la desfachatez en ocasiones de afirmar que el protector apenas saca beneficio alguno. ¡Ya no se trata tan siquiera de simbiosis, sino de puro altruísmo! En la modalidad de protectorado neoliberal, ya no es un país el que ayuda a un pueblo salvaje, sino una empresa trasnacional. El colonialismo militar, muta en colonialismo financiero. Como el pueblo colonizado, aunque no sea ya salvaje, no tiene dinero suficiente para realizar sus propias inversiones, necesita de la empresa protectora.
Incluso en el caso que se crean capaces de poder expulsar el invasor o nacionalizar una determinada empresa, o cambiar de protector, esto no deja de ser negativo, según dicen, para los protegidos, puesto que se crea una situación de inseguridad o desprotección jurídica, dónde ninguna otra empresa, va a querer invertir, dejando al protegido, sin la capacidad suficiente para realizar otras inversiones, que siempre serán importantísimas y vitales.
Huelga decir que es tarea de la trasnacional protectora, ayudado por los organismos internacionales, mantener al país protegido en la minoría de edad financiera, explotando al máximo sus recursos y manteniéndole endeudado. Por su parte debería ser tarea del gobernante de un país que ese país fuera lo suficientemente fuerte para no necesitar ningún tipo de protección.
Si los protegidos, por alguna utópica circunstancia, pudieran disfrutar de una empresa petrolera nacional que aporte beneficios a los ciudadanos de su país materializados en subsidios u otros; esto sería considerado para algunos como la perdición moral, un estado de dependencia individual y decadencia colectiva, estado que sólo puede resumirse con un calificativo: vagos. Tanta pereza también necesita de protección, incluso por la fuerza si hace falta, porque indefectiblemente conduce a la ruina económica del país.
En cambio, si los protectores de una gran empresa trasnacional, reparten sus dividendos entre sus rentistas, es decir, sus accionistas, que también desde la más humilde ignorancia, imaginamos que están a la manera de los vagos sin dar un palo al agua, aunque eso sí arriesgando su dinero. O dicho de otra manera, que aún estándo de hecho parados y sin meneo alguno, están a su manera y a la vez tensionados, como quien caga, elucubrando con sí sale o no la inversión. Esta crea-acción será considerada para algunos como el colmo del mérito y diligencia y sólo podrán ser tildados con un calificativo: emprendedores.
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