En la entrega anterior argumenté por qué la crisis financiera inaugurada en 2008 no es un hecho aislado sino parte de un ciclo de trastornos desencadenados en 1973. Tal vez un poco antes. En él se inscriben la quiebra de Leman Brothers y de Islandia, detonadores de la irresuelta Gran Recesión de la economía mundial. […]
En la entrega anterior argumenté por qué la crisis financiera inaugurada en 2008 no es un hecho aislado sino parte de un ciclo de trastornos desencadenados en 1973. Tal vez un poco antes. En él se inscriben la quiebra de Leman Brothers y de Islandia, detonadores de la irresuelta Gran Recesión de la economía mundial. Lo novedoso dentro de este ciclo es el estallido de las crisis financieras en los centros imperiales, por no hablar de ese enfermo crónico llamado Japón. Las anteriores crisis de origen financiero dentro de esta onda se manifestaban en la periferia: deuda externa de América Latina (1982), México (1994-1995), «tigres» asiáticos (1997-1998), Rusia (1998), Brasil (1999), Turquía (2001) y Argentina (2002). No es ocioso subrayar que el capitalismo ha experimentado graves crisis desde el siglo 19 aunque la actual es sólo comparable con la Gran Depresión de 1929 y todavía es temprano para conocer su real magnitud.
En el orden político, la Gran Recesión y las humillantes derrotas militares de Estados Unidos en Irak y Afganistán han acelerado mucho los cambios en la correlación mundial de fuerzas que se venía gestando hace más de dos décadas. Lo comprobamos al comparar el estancamiento estadunidense y eurocomunitario con el acelerado crecimiento económico de los países emergentes y, en todo caso, la menor vulnerabilidad de los que rechazan o no acatan en crudo el dogma neoliberal. Estos han aumentado considerablemente su participación en la economía y la política mundial en detrimento de aquellos. Aunque Estados Unidos continúe siendo la economía más grande del planeta existe gran distancia de la hegemonía unipolar que mantenía a posteriori del derrumbe soviético a la multipolaridad actual, con la consolidación de nuevos centros de poder económico, político y militar. Ello explica la creciente atención que todos los analistas geopolíticos serios le dan a los BRICS(Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica). No hay más que observar su extensión territorial, población, tasa de crecimiento de sus economías, de educación de sus jóvenes y el hecho de que tres de ellos posean respetables arsenales nucleares. China ya es la segunda economía mundial y el arsenal nuclear de Rusia comparable al de Estados Unidos.
A partir de 2008 se acentúan y se hacen más visibles las discrepancias de los BRICS con Washington en numerosos temas económicos y políticos. El caso más notorio es el de Siria al poner, sobre todo Rusia y China, un enérgico alto a la agresividad yanqui otaniana, impidiendo o dificultando mucho el plan de aplicarle el modelo «libio». Otro ejemplo es la gravísima amenaza de guerra creada innecesariamente por Washington y Tel Aviv contra Irán. Si llegara a desmantelarse mediante una salida política muy probablemente se deberá a la razonable propuesta brasileño-turco-iraní contenida en la Declaración de Teherán. Patrocinada por los BRICS, ha ido ganado consenso internacional. Los BRICS, conviene no sublimarlos, también presentan serios problemas que deben atender para mantener su posición.
Estados Unidos se resistirá con todo a aceptar la disminución de su tiranía sobre el mundo. Pese a sus gigantescos y ultramodernos arsenales se ve orillado a menudo a la condición de uno entre otros interlocutores importantes, y hasta en ocasiones a ser prescindible en la decisión de ciertas cuestiones estratégicas internacionales, como es el creciente intercambio comercial de los BRICS entre sí y de estos con Irán y otros países en sus monedas nacionales, prescindiendo del dólar.
Cuando en materia de luchas sociales parecía no moverse una hoja en el planeta comenzó a vislumbrarse una luz al final del túnel en América Latina y el Caribe a mediados de los noventas con el vigoroso resurgimiento de los movimientos populares del Bravo a la Patagonia. Los movimientos entronizaron gobiernos reacios al dogma neoliberal en Venezuela, Brasil Argentina, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Paraguay, Nicaragua y algunas pequeñas isla del Caribe anglófono que, cada uno con sus características, ponen énfasis en la expansión del mercado interno, la atención a los problemas sociales y la unidad e integración regional. Ferozmente bloqueada, Cuba, con sus brillantes logros sociales y trasformaciones en curso continúa siendo un referente mundial. Si se tratara sólo de América Latina podríamos casi asegurar que la crisis saldrá por la izquierda pero no es así necesariamente en el resto del mundo. De eso hablaremos.
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