En el mundo, existen personas que no necesitan carta de presentación. Es el caso de Patxi Andión (Madrid, 6 de Octubre de 1947). Recuerdo sus canciones llenas de una inmensa memoria y justicia por aquellos que no tuvieron oportunidad de alzar la voz o fueron silenciados en nombre de la patria. Años después, el tiempo sigue conservando en Patxi aquellos viejos ideales por los que hoy luchamos millones de personas. Ideales que nos devuelvan la dignidad como seres humanos y la valentía para protestar contra la injusticia y la impunidad de quienes nos gobiernan.
El Nuevo Figaro: Nació en Madrid pero se siente profundamente vasco…
-Patxi Andión: Mis padres son vascos pero yo nací en Madrid. Encarcelaron a mi padre cuando terminó la guerra. Al salir de prisión, le prohibieron moverse fuera del entorno de Madrid. Esa es la razón por la que yo nací en esta ciudad.
-ENF: De su madre y su abuela heredó el arte y de su padre, ¿la conciencia sociopolítica?
-P.A.: Sí, de mi padre heredé muchas cosas, entre ellas la conciencia sociopolítica, la preocupación intelectual, el gusto por leer y el buen trato social. Murió cuando yo era muy joven, en el año 72, así que, me quedé sin él muy pronto. El tiempo que viví con él tuvo mucha trascendencia, estábamos muy unidos. Fue el hombre más importante de mi vida.
-ENF: Incluso le dedicó una canción ‘Padre’ en su disco «Como el viento del norte»…
-P.A.: Concretamente le dediqué dos canciones. La canción ‘Padre’ la compuse un año antes de que él muriera, sin saber que iba a enfermar. Luego, en 1983, escribí ‘Carta a mi padre’. Esta canción habla de la evolución de las cosas en el tiempo con respecto a aquellos años de dictadura…
-ENF: Su militancia en el FRAP le obligó a exiliar a Francia durante la dictadura. Allí vivió el famoso «Mayo del 68». ¿Qué recuerda de todo aquello?
-P.A.: Lo recuerdo de una manera distinta a como lo ha vendido la historia. En aquel momento, desde el exilio político español revolucionario, aquel movimiento se veía como una revolución de niños ricos, algo muy burgués. Por aquel entonces, nosotros estábamos muy radicalizados. Lo que nosotros pensábamos es que había que sacar el AK- 47 a la calle y hacer la revolución. Además de eso, algunos de nosotros teníamos estatuto de refugiado pero otros no lo tenían. Yo vivía con dos chicos de ETA político – militar que no tenían delitos de sangre pero fueron considerados delincuentes comunes por haber robado una furgoneta de pago de la nómina de la Guardia Civil del País Vasco. Este tipo de cosas lo que hacia era encrespar a la policía, ponían las cosas más difíciles para los que sí éramos refugiados políticos. París estaba cortocircuitado, con policías por todos lados. Aún así, no lo vivimos muy directamente.
-ENF: Al regresar a España, el cantautor Luis Eduardo Aute le sirve de enlace con la música. ¿Cómo son esos primeros inicios en el mundo artístico?
-P.A.: Aute y yo nos conocíamos de bastante tiempo atrás. Éramos vecinos, él vivía en la calle Rosales y yo en la calle Ferraz. Cuando volví de Francia, él ya había grabado su primer disco. Más que por un cantautor, yo le conocí por pintor. Pero sí es cierto que me sirvió de intermediario para ganarme «mis primeros dineros» haciendo canciones, corrigiendo, ejerciendo de asesor para gente como Mari Trini… En cuanto a mis inicios en la música, éstos empezaron en los grupos con once o doce años tocando Rock and roll. Con 17 años los dejé. Sin embargo, mi primera actuación fue seis días después de haber cumplido cinco años. Fue una actuación en la radio, en Radio Madrid. Alguien convenció a mis padres para que me dejaran ir, hice el papel de niño Jesús en una obra radiofónica y luego canté una canción.
-ENF: ¿La censura fue siempre su «fiel compañera»?
-P.A.: Sí, pero fue la mía y la de todos en aquellos tiempos. No podías cantar en ningún sitio si no presentabas antes los textos que ibas a cantar, entonces ellos decidían qué era permisible y qué no. Claro que había trampas. Mandábamos textos de canciones que no eran verdaderamente canciones sino textos muy «animales», muy burros que hacíamos a propósito para que los prohibieran y que luego, los otros, les parecieran más suaves. Mi primer disco (entonces era single) constaba de dos canciones: ‘La jacinta’ (1968) un tema sobre prostitución que ya salió como «no radiable», prohibido; y a los quince días prohibieron la cara a que era «Canto». Claro que, a parte de la censura política durante la dictadura franquista, también existieron otros tipos de censuras posteriores, sobre todo, durante la segunda transición que son los silencios. La censura franquista fue muy dura y un tanto ridícula al mismo tiempo. Te censuraban muchas veces por cuestiones totalmente absurdas.
-ENF: A finales de los años 70, edita ‘Cancionero prohibido’. En uno de los temas de este LP, ‘Inquilinos de la sombra’, retrata a los niños como arquetipos de miseria. ¿Quizá por ser los más vulnerables?
-P.A.: Siempre me ha interesado mucho más aquello que está oculto que lo que se ve a simple vista. La sombra que la luz. En el primer LP hay una canción que se llama ‘A quien corresponda’ en donde ya hablo sobre esto. El sentimiento de impotencia mezclado con la niñez me sirvió de suficiente acicate para hacer esa canción. Además, es un tema que no fue muy conocido, por no ser comercial pero, sin embargo, ha significado varias cosas. Por ejemplo, hace poco una serie de artistas grabaron un disco en Barcelona cuyo tema principal o leitmotiv fue esa misma canción.
-ENF: ¿Se considera un rebelde?
-P.A.: Totalmente. Me lo dicen mi mujer y mis hijos. Me dicen: «¿Cómo se puede ser tan rebelde con la edad que tienes?». La rebeldía nace de mí de una forma muy espontánea. Con el tiempo vas midiendo esa actitud pero sí, sigo siendo un rebelde.
-ENF: Muchos lo consideran el mejor de aquella época. ¿A qué cree que se debe?
-P.A.: Creo que en el mundo de la cultura no tiene mucha cabida si eres el mejor, el peor, si eres el más conocido, el menos, el más valorado, el menos…Yo creo que la obra es la que es. He conocido a artistas cuyas obras eran magníficas y nunca consiguieron el éxito que merecían; sin embargo, otros tuvieron un reconocimiento, a mi modo de ver, excesivo. Cuestión de apreciación del público. La primera entrevista que me hicieron fue en el diario ‘Pueblo’, en el año 67. En esa entrevista dije que hacía canciones como herramientas, y lo sigo haciendo. Es lo que he hecho toda mi vida. Construyo canciones como si hiciera martillos, alicates o calibres para medir. Mi única preocupación es que eso tenga valor para ser usado en función de un objetivo.
–ENF: Durante muchos años estuvo «silenciado». ¿Por qué?
-P.A.: Siempre he trabajado en libertad y cuando no ha podido ser de esa forma, no he trabajado. A mediados de los ochenta, es cuando empiezo a darme cuenta de que no se puede construir una obra sin la libertad y la independencia moral y ética con la que acostumbraba a escribir canciones. Entonces dejé de publicar, que no de escribir. Uno no puede ser ex escritor o ex músico, ya que es una condición innata.
-ENF: Sus letras fueron durante la represión española una fuerte herramienta de expresión. En la actualidad, la temática en la música ha variado. ¿Considera que ya no son necesarios los cantautores protesta?
-P.A.: Eso es como decir que ahora que tenemos ordenadores portátiles ya no son necesarias las estilográficas. Vivimos en una época de estado de derecho, de libertades y de responsabilidades sociales, y las cosas no necesitan salirse de su cauce para desbordar terreno baldío, que eso es lo que hace la canción de autor de los años 60 y 70. El panorama cultural español es paupérrimo. Hay que tener en cuenta que, con el paréntesis de la guerra, hay un desfondamiento cultural en España grandísimo. Primero porque pierde la izquierda y la cultura mayoritariamente está posicionada en ese lado, con ideas más sociales. La izquierda es vencida y sobre todo se pierde la República, la gran ilusión de los intelectuales, de los artistas y los escritores. Con el exilio, España se queda desfondada políticamente y, por lo tanto, culturalmente. Hoy en día, sí tendría su función la canción de autor, la canción social o con conciencia. Sin duda alguna.
-ENF: En una ocasión, un alto cargo político de la época (Transición) le dijo: «Patxi, no es momento de que nos toquéis los cojones, sino de que nos dejéis hacer las cosas». ¿Cierto?
P.A.: Sí, fue un alto cargo político socialista. Participé en un concierto que se hizo en Madrid cuando el referéndum de la OTAN y, claramente, nos posicionamos en contra. Cuando me dijo eso, yo le respondí: «¿Quieres decirme que ya está todo hecho? Ahora qué tengo que hacer, ¿irme a mi casa y dejar que tú hagas lo que te de la gana?» Le dije: «Voy a estar tocándote los cojones hasta que me muera». Se lo tomó muy mal…
-ENF: ¿Hasta qué punto deber tomar conciencia el cantautor?
-P.A.: El compromiso del cantautor está con todo aquel que tenga ojos y pueda ver, y tenga oídos y pueda oír, lo cual no quiere decir que vea y oiga. El cantautor tiene el ineludible compromiso cultural, social y, eventualmente, político.
-ENF: El teatro también marcó su vida. En los años 80, interpretó magistralmente al Che Guevara en la obra ‘Evita’, junto a la cantante Paloma San Basilio. ¿Qué tal la experiencia?
-P.A.: Fue una experiencia fantástica. Yo siempre lo denomino como unas vacaciones creativas. El teatro es un trabajo muy exigente y duro. Hacíamos muchas funciones a la semana, nos acostábamos tardísimo y nos levantábamos muchos días a las dos de la tarde. Y vuelta a los escenarios. Pero teníamos la gran correspondencia del éxito. No he vuelto a ver nunca un teatro igual a como se ponía el Teatro Monumental (3.200 butacas llenas) con la ópera ‘Evita’. En muchos periódicos norteamericanos, me citaban como el mejor Che Guevara, en términos de interpretación, claro. Incluso fui a ‘Broadway’ a recoger un premio. Luego, a nivel personal, también significó presión. Yo acostumbraba a vivir la vida intensamente y esto supuso una gran limitación. Pero, sin duda, fue una gran experiencia.
-ENF: Además de músico, escribió varios libros y participó en películas y series de televisión. Su novela ‘La virtud del asesino’ (1998) se llevó a la televisión en formato serie. ¿Cómo surge la idea?
-P.A.: Fue un encargo de TVE. En un principio, cuando lo escribí, pensé en un libro de relatos, pero cuando surgió la propuesta, lo fuimos desarrollando, acabamos haciendo los guiones y, una vez terminada la serie, recompuse de nuevo el libro.
-ENF: A finales de 2009, reaparece en el mundo artístico con un nuevo disco: ‘Porvenir’. De nuevo, vuelve a incidir en la problemática social y, como no, en el amor…
-P.A.: En mi vida he aprendido a tener pocos condicionantes. Este es un disco que nace como resultado de las preocupaciones, los sentimientos y las influencias que recibo entre 2002 y 2009. Actualmente estoy preparando un nuevo disco que saldrá probablemente el próximo año ‘A tiempo’ en el que expreso las cosas que me van tocando, interesando y conmoviendo.
-ENF: ¿Qué me dice de su canción ‘Allentour’?
-P.A.: Es una deuda pendiente. Una deuda que tengo con los valores republicanos como exiliado político en Francia: «Liberté, égalité, fraternité». En el fondo es saldar una deuda con esos valores que posibilitaron muchas cosas.
-ENF: «En tiempos no muy lejanos todos fuimos africanos», ¿un aviso ante la superioridad occidental?
-P.A.: En el fondo es una invalidación a cualquier sentimiento xenófobo que pueda aparecer en cualquier lugar del mundo. En cierta medida, sí, es un aviso. Lo que sabemos seguro es que, en algún momento, todos fuimos africanos.
-ENF: Actualmente compagina la música con su trabajo como profesor en la Universidad. ¿En qué momento decide dedicarse a la docencia?
-P.A.: Surge en el año 86. Hice un trabajo para el que entonces se presentaba a las elecciones como rector en la Complutense, Gustavo Villapalos. Al tiempo de licenciarme en Sociología, me propusieron dar clases en la Facultad de Ciencias de la Información como profesor asociado hasta el año 98 que me mandaron como decano-comisario para crear la Facultad de Ciencias Sociales en una Universidad privada (Camilo José Cela) en donde estuve dos años y medio aproximadamente. Oposité, obtuve una plaza y, actualmente, estoy trabajando en el Departamento de Arte de la Facultad de Bellas Artes, en Cuenca.
-ENF: El pasado mes de Noviembre, participó junto a otros artistas en un concierto benéfico por la educación pública de Madrid. Como reivindicativo que es y en justicia a su labor como profesor, ¿qué opina sobre los recortes en educación llevados a cabo por el Ejecutivo?
-P.A.: Absolutamente en contra. Recortar en educación es como cortar el agua en un jardín. La educación es el único espacio por el que el enriquecimiento se asegura a la acción social. Si vamos esclerotizando esos caminos y vamos estrechando el flujo de conocimiento y enriquecimiento vital de la sociedad, hacer eso es como cortarnos los pies. De esa forma parece que lo que se pretende es la privatización. Creo que el Partido Popular no cree en la educación pública y lo que van a intentar es privatizar la educación en este país. Hacer algo así es un atentado tremendo.
-ENF: Varios cantautores, entre ellos usted, han homenajeado con una canción a Dimitris Christoulas, el farmacéutico jubilado que se suicidó frente al Parlamento griego el mes pasado. Esto ocurre cada día en el mundo mientras sus verdugos se lavan las manos y los medios de comunicación intentan acallar sus actos. La censura no es solo cosa del pasado, ¿no le parece?
-P.A.: Joaquín Carbonell es el autor de esta canción. Nos conocemos desde hace muchos años. Me llamó para proponerme esta colaboración. Por supuesto que acepté. Hay formas de silencio que son censuras férreas. En este caso se ve clarísimo. No dar cobertura a este tipo de sucesos es una forma de censurarlos, de acallarlos. A veces, no es necesario prohibir algo, con silenciarlo es suficiente.
-ENF: En una de sus canciones dice que «viajar es solo soñar». Dígame, ¿Luchar por cambiar el mundo es cuestión de soñar con ese cambio?
-P.A.: Ese es el sentido que yo uso con el término «soñar». Para mi soñar es imaginar potencialmente. Es pensar lo que es posible. A veces, solo cuando uno piensa lo posible es cuando se empieza a poder plantear la posibilidad de que lo sea. En el fondo, solo cuando salimos de nosotros mismos, es decir, cuando soñamos es cuando tenemos esa posibilidad de vernos tal y como realmente somos. Cuando no lo hacemos, nos limitamos a la praxis diaria de la acción humana, estamos constreñidos, estamos dentro de una balda que no nos deja ver el exterior. Soñar no es solo necesario sino que es imprescindible. Todos los seres humanos tenemos esa capacidad de soñar.
-ENF: Ha sido un enorme placer…
-P.A.: El gusto ha sido mío.