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Un joven estudiante entrevista a un ciudadano corriente acerca de la democracia

«La combinación desarrollo tecnológico-subdesarrollo social es muy peligrosa para cualquier especie»

Fuentes: Rebelión

La democracia debe ser construida desde abajo. Los ciudadanos corrientes debemos implicarnos personalmente en su construcción. No debemos dejarnos impresionar por las «autoridades intelectuales». No debemos dejar sólo en manos «expertas» la implementación del sistema político-económico. Deberemos recurrir a ellas para ciertos detalles técnicos, pero esto no significa que nosotros, los ciudadanos de a pie, […]


La democracia debe ser construida desde abajo. Los ciudadanos corrientes debemos implicarnos personalmente en su construcción. No debemos dejarnos impresionar por las «autoridades intelectuales». No debemos dejar sólo en manos «expertas» la implementación del sistema político-económico. Deberemos recurrir a ellas para ciertos detalles técnicos, pero esto no significa que nosotros, los ciudadanos de a pie, debamos renunciar a comprender lo esencial, las líneas generales del funcionamiento del sistema en el que vivimos. No puede haber una democracia real sin el protagonismo del pueblo, empezando por su construcción. Como decía Bakunin: En el tema de las botas, yo me refiero a la autoridad del zapatero; en relación con las casas, canales o líneas férreas, yo consulto al arquitecto o ingeniero. Para tal o cual cimiento especializado yo recurro a tal o cual científico. Pero yo no permito que ni el zapatero, ni el arquitecto, ni el científico impongan autoridad alguna sobre mí. Yo los escucho libremente y otorgo mérito a su inteligencia, a su carácter, a su sabiduría, reservándome siempre el derecho irrenunciable a la crítica y a la censura. Yo no me limito a consultar a una única autoridad en rama especializada alguna; consulto a varias; comparo su opinión, y elijo la que me parece más convincente. Pero no reconozco a ninguna autoridad como infalible, aún en cuestiones especiales.

Hace unos días recibí un correo electrónico de Martín Pérez Carrera, alumno de secundaria de Sitges (Barcelona), quien para su trabajo de fin de curso se leyó mi libro Rumbo a la democracia y me solicitaba una entrevista. Tal vez otra persona en mi lugar ni se hubiera molestado en contestarle. Pero yo, que siempre incito a implicarse a todo el mundo para comprender y construir el sistema social del que formamos parte, consideré interesante que en un colegio se estuviera hablando del tema de la democracia. La juventud es el futuro. No sólo debemos concienciar a los adultos, también a los futuros adultos. Es más, podemos aprender de los jóvenes, además de enseñarlos. Cuál fue mi sorpresa cuando vi la calidad de las preguntas planteadas por Martín. A veces, los jóvenes, que no han sido todavía maleados por experiencias vitales negativas, que aún no han caído presos del resentimiento ni del orgullo excesivo, que todavía no han sido muy «contaminados» culturalmente por un sistema que, lejos de fomentar la curiosidad y el librepensamiento, los reprimen, que no trabajan a sueldo de nadie, son capaces de hacer preguntas más interesantes que muchos adultos. Por consiguiente, con el consentimiento de Martín, me pareció pertinente publicar dicha entrevista en mi blog y en cuantos medios de la prensa alternativa pudiera. Lo bueno de las entrevistas, sobre todo cuando se centran en las cuestiones importantes (como así consiguió Martín), es que suponen un reto para el entrevistado a la hora de sintetizar y explicar sus ideas.

A continuación transcribo íntegramente la entrevista que me hizo este estudiante.

Martín Pérez Carrera:   ¿Cree que la democracia está sufriendo un retroceso? ¿Cuáles son los problemas básicos de la democracia española?

José López: Indudablemente estamos sufriendo, en el mundo en general, y en España en particular, una gran involución democrática. Los gobiernos son elegidos todavía por el pueblo pero luego actúan en su contra, cada vez más. Actúan para satisfacer a los mercados, en realidad a ciertas élites. Incumplen sus programas electorales, sirven a los intereses de ciertas minorías, en vez de a la mayoría. La democracia es el gobierno de la mayoría respetando los derechos inalienables de todo individuo. En verdad todavía la humanidad no alcanzó nunca la democracia real, pero el problema es que en vez de acercarnos a ella, nos estamos alejando en la actualidad.

La democracia liberal en general no es realmente aún la democracia. Algunos de sus postulados fundamentales (los cuales son imprescindibles) son incumplidos sistemáticamente, especialmente la separación de poderes. Esto ocurre en la mayor parte de «democracias» de nuestro entorno, pero aquí todavía en mucho mayor grado. En España alcanzamos cierta «democracia» desde una dictadura mediante una transición que en verdad no fue tal, fue más bien un lavado de cara del franquismo. Esto lo podemos comprobar en la actualidad con toda su crudeza: no se investigan los crímenes del franquismo (y en cambio se expulsa de la carrera judicial a un juez que osó intentarlo), la corrupción es generalizada y alcanza a todos los niveles del sistema, la crisis se traduce en empobrecimiento generalizado mientras unos pocos (las mismas élites herederas del franquismo) se enriquecen cada vez más… No por casualidad somos los campeones de Europa en corrupción, paro… Hace falta una regeneración global de nuestra «democracia». Necesitamos un cambio de sistema, primero político, pero también económico.

M.P.C.: ¿Qué soluciones propone?

J.L: Mejorar técnicamente la democracia no es tan complicado. Si, por ejemplo, tenemos una ley electoral donde todos los votos valgan igual (principio fundamental de la democracia), si hacemos que los programas electorales sean de obligado cumplimiento (mandato imperativo), si implantamos la revocabilidad (que el pueblo pueda expulsar mediante referéndum a un gobierno antes de las siguientes elecciones), si hacemos que los referendos sean siempre vinculantes, (es decir, que obliguen a los gobiernos a acatar las decisiones populares), además de más frecuentes, si, sobre todo, implementamos la imprescindible separación de todos los poderes (especialmente respecto del poder económico), sin duda, la democracia mejoraría mucho. Se trata de que la gente participe mucho más y mejor en lo que le afecta. Para ello, es fundamental también que la prensa sea independiente para que la gente esté bien informada y pueda participar mejor, con conocimiento de causa. Un pueblo formado e informado es menos manipulado. La calidad de la democracia es proporcional a la independencia del cuarto poder, de la prensa. El ser humano es capaz de encontrar las mejores soluciones a sus problemas si tiene la posibilidad de conocer todas las opciones en igualdad de condiciones. La verdad sólo puede abrirse camino si se la enfrenta a la mentira en igualdad de condiciones. Todas las ideas deben tener las mismas opciones de ser conocidas, cuestionadas y probadas. La igualdad (de oportunidades) es el ADN de la democracia. En nuestra actual «democracia» la igualdad brilla por su ausencia. En la vida en sociedad la libertad no es posible sin la igualdad. De lo que se trata esencialmente es de desarrollar la igualdad de oportunidades, entre las personas, entre los partidos, entre las ideas…

La democracia representativa debe desarrollarse para que sea realmente representativa, por ejemplo, empezando por las medidas, entre otras, que acabo de mencionar, pero también debe desarrollarse la democracia directa en aquellos ámbitos más locales donde sea posible hacerlo (empresas, barrios, …). Hay que complementar la democracia representativa con la directa, dando prioridad a la segunda siempre que sea factible. Además, debe haber democracia allá donde haya convivencia humana, en particular en la economía, el núcleo de la sociedad. No tendremos democracias reales, completas, si el motor de la sociedad, la economía, no funciona de manera democrática. Como explico en el libreto, Las falacias del capitalismo, el capitalismo es la dictadura económica. O dicho de otra manera, capitalismo y democracia son incompatibles. El capitalismo aparenta ser democrático para evitar la auténtica democracia, la cual lo sepultaría definitivamente. La «democracia» capitalista es en verdad una oligocracia (el poder de unos pocos, de los ricos) disfrazada de democracia. Todo esto lo explico en detalle en el libro Rumbo a la democracia y en diversos artículos (¿Qué es la democracia real?, La separación de poderes, Imaginemos…) de mi blog (http://joselopezsanchez.wordpress.com/). A dichos escritos remito por no extenderme demasiado.

Técnicamente, no es muy difícil identificar los problemas de nuestras democracias y arreglarlos para que de verdad avancemos hacia la auténtica democracia. El principal problema es la voluntad humana. Las élites no tienen voluntad para arreglar la situación, ellas sólo piensan en sí mismas, lógicamente. Y el pueblo aún espera que alguien ajeno a él le saque las castañas del fuego. El pueblo debe despertar y espabilar. Ya ha empezado a hacerlo, pero no ha hecho más que comenzar. Debe hacerlo mucho más. El principal obstáculo reside en la actitud generalizada de los ciudadanos, de la mayoría social. Mientras la mayoría nos limitemos a lloriquear, a quejarnos, a luchar sólo de manera puramente individual y egoísta (en el mejor de los casos), seguiremos igual o peor.

M.P.C.: ¿Cómo puede llegar a evolucionar nuestra democracia?

J.L.: Si rompemos la presa para que el río pueda de nuevo fluir, lograremos alcanzar el mar en determinado momento. Ahora mismo nuestros sistemas «democráticos» no sólo no avanzan, no sólo están estancados, sino que retroceden. Lo más importante es invertir la tendencia, es volver a avanzar. ¿A dónde llegaremos? Nadie puede saberlo. Pero yo pienso que la humanidad, o se desarrolla socialmente, es decir, o logra un sistema político-económico más armónico, más racional, más lógico, o corremos el serio riesgo de autodestruirnos. La combinación desarrollo tecnológico-subdesarrollo social es muy peligrosa para cualquier especie. Somos capaces de destruir nuestro planeta pero aún no hemos aprendido a convivir en paz. No puede haber paz sin justicia social, y no puede haber justicia sin una democracia que merezca tal nombre. Aún estamos en un estado permanente de guerra social. La lucha de clases deberá superarse para lograr una sociedad más justa y libre, para que sobreviva la sociedad humana y su entorno. Pero dicho estado de la sociedad sólo podrá alcanzarse cuando la lucha de clases la ganen las clases populares. Ya estamos comprobando que las élites, egoístas e insaciables, nunca tienen suficiente. El neoliberalismo es el contraataque de las clases capitalistas para recuperar el terreno perdido en el último siglo. A la inmensa mayoría nos interesa la democracia, pues ésta es el gobierno de la mayoría. Por consiguiente, será el pueblo el que deberá conquistar la democracia. No podemos esperar ingenuamente que las minorías privilegiadas renuncien a sus privilegios por su propia voluntad. La historia nos enseña que la humanidad sólo puede avanzar a base de revoluciones. Como decía un lema del 15-M, no hay evolución sin revolución. La actual involución ocurre porque son las clases altas las que llevan la iniciativa, cuando la iniciativa la tengamos los ciudadanos corrientes, suficientemente concienciados, unidos y organizados, se producirá la revolución, el cambio de tendencia, la historia volverá a ir para adelante.

Yo pienso que una vez despejado el camino de obstáculos, la democracia se realimentará a sí misma, se producirá una dinámica difícil de parar. Si la gente va viendo que con más y mejor democracia va viviendo mejor, es más feliz, querrá más democracia. Lo más importante es asentar bien la cultura democrática en las mentes de la inmensa mayoría, para lo cual se debe empezar por dar un gran salto, se debe desarrollar el sistema actual para que la bola de nieve caiga sin cesar por la ladera de la montaña y se haga cada vez más grande.

M.P.C.: ¿Existe algún sistema democrático en Europa que funcione mejor?

J.L.: Las democracias liberales tienen esencialmente todas el mismo problema: son en verdad la dictadura de la burguesía, como estamos comprobando en la actual crisis (Grecia, Italia, Portugal,..). Están diseñadas para servir al capital, al gran capital. Lo que ocurre es que no en todos los sitios tenemos exactamente los mismos problemas. El grado de degeneración democrática no es el mismo en todos lados, pero sí que podemos decir que hay una involución generalizada, salvo algunas excepciones. En general, cuanto peor es la democracia de un país, peor es su situación general, particularmente económica. No es igual de combativo un pueblo que otro, no todos los países tienen la misma herencia cultural, ni la misma historia. Aquellos países que han vivido dictaduras en su historia reciente están peor en la actualidad (especialmente el sur de Europa), y aquellos que llevan más años con sistemas más democráticos (aunque sus democracias no sean muy desarrolladas), en los que ha dominado más la izquierda (aunque haya sido una izquierda muy poco izquierda) están mejor (véase los países escandinavos). Si bien el retroceso se está produciendo también en los países que están mejor que nosotros.

El problema fundamental es que las democracias liberales son sistemas que sirven al capitalismo, a ciertas élites, por tanto no es posible con ellas alcanzar un bienestar generalizado (ni estable, a largo plazo) de la humanidad. Si algunos pueblos han logrado vivir mejor en determinados momentos históricos, ha sido a costa de explotar a otros (directa o indirectamente, consciente o inconscientemente). En el capitalismo, el bienestar de unos pocos se sustenta en el malestar de otros muchos. El capitalismo es un sistema altamente inestable que pone en peligro la supervivencia de toda la humanidad, incluso de nuestro hábitat. Con el desarrollo tecnológico actual podemos todos los humanos, potencialmente, vivir razonablemente bien, si esto no es así no es por problemas «técnicos» sino políticos. Es posible, y necesaria, una sociedad donde no haya tantas diferencias sociales, donde la riqueza generada por la sociedad sea disfrutada por toda ella, donde no haya guerras ni hambre. Esa sociedad sólo podrá alcanzarse cuando seamos capaces de desarrollar la democracia, cuando el destino de la humanidad esté en manos de toda ella.

Yo creo que debemos fijarnos más, como modelo a seguir, en los países de Latinoamérica (Venezuela, Bolivia, Ecuador,…). Allí están haciendo avanzar la democracia. A pesar de lo que nos dicen en los grandes medios de «información», allí las democracias son más avanzadas que las nuestras, a pesar de sus carencias y errores. Otro caso interesante, por ceñirnos a Europa, es el de Islandia. Allí el pueblo ha tomado, hasta cierto punto, pero más que en el resto del continente, el protagonismo, ha dicho que no a la deuda ilegítima, ha juzgado a ciertos políticos y banqueros, y, lo más interesante, está construyendo una nueva constitución. Allí están saliendo de la crisis, pero con más democracia. La democracia debe ser construida activamente por el pueblo, desde abajo. El pueblo debe tomar la iniciativa. Entre todos lograremos construir un sistema mejor. A todos nos atañe, menos a un 1%.

Deberemos en parte fijarnos en modelos preexistentes, pero también deberemos superarlos, mejorarlos, inventar, crear. Partamos de las democracias liberales actuales, desarrollémoslas. Consideremos también las experiencias históricas recientes, sus aciertos y sus errores. Para empezar, apliquemos en la práctica los mismos postulados teóricos (muchos de ellos ineludibles) de la democracia liberal, sentemos las bases de un debate generalizado, suficientemente libre donde todas las ideas puedan ser conocidas y cuestionadas y casi seguro que lograremos conquistar la auténtica democracia. Siempre que despojemos a las actuales élites del poder que ostentan. Poder que emana de nosotros, los ciudadanos corrientes, por activa o por pasiva. Usemos el método científico para construir una nueva sociedad. El método científico consiste esencialmente en contrastar libremente, entre las ideas y entre la teoría y la práctica, la juez suprema de toda teoría. Si somos capaces de viajar al Espacio exterior, también lo somos de poner orden en nuestro planeta. Al menos potencialmente.

M.P.C.: ¿Cuáles son las diferencias respecto a la democracia española de esa democracia (si existe)?

J.L.: En dichas democracias más avanzadas el jefe de Estado es elegido por el pueblo, existe la revocabilidad, el pueblo participa más activamente en el sistema político, tanto a nivel estatal como local, la prensa es más plural… Se dice que en Venezuela hay dictadura pero allí existen muchos medios de la prensa que atacan implacablemente al socialismo que intenta construir Chávez. ¿Cuántos grandes medios, por ejemplo televisiones, en nuestro país critican al capitalismo? Ninguno. Alguno hace tímidas críticas al neoliberalismo, pero son la excepción que confirma la regla. Y ya veremos cuánto tiempo logran sobrevivir programas como «El intermedio» o «Salvados» de la Sexta. Aquí, en general, sólo es posible acceder a la prensa anticapitalista en Internet. Dicha prensa es marginal. En Venezuela la gente puede ver habitualmente por televisión ideas socialistas y capitalistas, puede contrastar más y mejor. Aquí la gente sólo puede acceder masivamente, fácilmente, a ideas capitalistas, es más, neoliberales, es decir, de una de las versiones del capitalismo. El pensamiento único es incompatible con la libertad. No es lo mismo el consenso, el cual es el resultado de la competencia libre, es decir, igualitaria, de las ideas, que el pensamiento único, el cual es el producto de la falta de competencia o de una competencia desigual, del monopolio, de las ideas. No existe la democracia perfecta, pero indudablemente las hay mejor que otras. Nada es perfecto, todavía estamos muy lejos de la democracia real en cualquier lugar, pero en algunos sitios están más cerca, van avanzando hacia ella mientras que en otros los sistemas políticos se alejan de ella. No deseo extenderme demasiado pero recomiendo leer lo que se está cociendo en Venezuela. Mientras allí las desigualdades sociales, la pobreza, menguan, aquí crecen exponencialmente. Por algo será. Debemos contrastar lo que nos dicen en los grandes medios de nuestro país con la prensa alternativa. Yo tenía antes una imagen muy distinta de lo que ocurre en Venezuela antes de poder hacer dicho contraste. En mi blog recomiendo una serie de libros, páginas web de la prensa alternativa, etc.

M.P.C.: ¿Hay otros sistemas políticos no democráticos que sean viables en España?

J.L.: Depende de lo que entendamos por viables. Sí es posible un sistema todavía menos democrático, hacia él vamos tendiendo. Aquí tuvimos una dictadura de casi 40 años. Hay muchos sistemas posibles, pero la cuestión a dilucidar es a quién interesa cada sistema. Al pueblo, a la inmensa mayoría, interesa un sistema lo más democrático posible. A largo plazo a la humanidad sólo puede interesarle un sistema donde el control lo tenga toda ella, y no sólo una minoría. La democracia es una necesidad vital para la humanidad, para que pueda sobrevivir dignamente. Qué sistema sea viable, es decir, se implante, dependerá de qué clases sociales ganen la lucha de clases, de qué parte de la sociedad lleve la iniciativa. Si la siguen llevando las actuales élites nos encaminaremos (ya lo estamos haciendo) hacia el totalitarismo, hacia un nuevo fascismo. Si la lleva el pueblo nos encaminaremos hacia la democracia, hacia una sociedad más justa y libre.

M.P.C.: ¿Qué acciones puede llevar a cabo el ciudadano de a pie para intentar cambiar nuestro sistema democrático?

J.L.: En primer lugar, cada uno de nosotros debemos concienciarnos, debemos informarnos mejor, pensar un poco más por nosotros mismos, practicar el pensamiento libre y crítico, diversificar nuestras fuentes de información y opinión. Es imprescindible que contrastemos suficientemente, entre la prensa más conocida y la menos conocida, entre la capitalista y la anticapitalista. Cuanto más contrastemos, mejor. Más internet y menos televisión. Debemos aprender a pensar y a actuar más libremente. Yo dediqué todo un libro a este tema, titulado Manual de resistencia anticapitalista, el cual está disponible en mi blog y en diversos medios de la prensa alternativa para su libre descarga y distribución. Concienciémonos y concienciemos a nuestro alrededor, a nuestros familiares, a nuestros amigos, a nuestros vecinos, a nuestros compañeros de trabajo,.. El boca a boca, tradicional y digital, es imprescindible. Es posible y necesario un sistema mejor, más justo y libre. La clave está en la democracia, en desarrollarla suficientemente. Salgamos a la calle para intentar cambiar el sistema, apoyemos al 15-M, al 25-S. Promocionemos todo lo que podamos libros, artículos, webs. Usemos las nuevas tecnologías para propagar ideas alternativas, para romper el nefasto y artificial pensamiento único. Votemos con más cabeza, a aquellos partidos que apuesten por hacer cambios profundos, por regenerar la democracia. Por lo menos, dejemos de votar a los mismos partidos de siempre que sistemáticamente nos toman el pelo. Como mínimo, dejemos de echar más leña al fuego, de realimentar al actual sistema. Hagamos las huelgas, hablemos con nuestros compañeros de trabajo para unirnos. El movimiento 15-M, que ahora ha sido superado por el 25-S, nos marca el camino: luchemos activamente por la democracia real, por un proceso constituyente en el que el pueblo sea el protagonista. La Tercera República en España puede suponer ese necesario salto democrático. Entre todos podremos. Es una tarea de todos. Yo soy un simple ciudadano corriente. Usemos el sentido común, razonemos, abramos los ojos. Seamos activos.

El sistema hace al individuo, pero el individuo también contribuye a que el sistema sea de tal o cual manera. Cada uno de nosotros tiene una parte de responsabilidad en la situación general que tenemos. Si queremos cambiar las cosas debemos cambiar radicalmente sobre todo de actitud. Debemos despojarnos de la comodidad, de la apatía, de la indiferencia, del derrotismo, del miedo. El sistema lo hacemos entre todos, depende fundamentalmente de la manera de comportarse del conjunto de la ciudadanía. Indudablemente, unos pocos (los políticos, los banqueros, los grandes empresarios) tienen mucho más poder que el resto, pero si el pueblo se une, esas minorías no tienen nada que hacer. Debemos luchar colectivamente, pero también individualmente. Cada uno debe aportar su granito de arena, no podemos eludir nuestra parte de responsabilidad en espera de esa necesaria unidad de acción. Al mismo tiempo que trabajamos por unirnos, por organizarnos, por luchar de manera colectiva, debemos también aportar nuestro esfuerzo individual en el día a día. Cambiar el mundo, nuestra sociedad, requiere un esfuerzo titánico, el cual debe ser distribuido todo lo posible. Si sólo unos pocos llevan la batuta, tarde o pronto, se agotarán, además de que los excesivos protagonismos personales son siempre peligrosos para la causa democrática.

 Para empezar, tú puedes plantear este debate en tu entorno más inmediato, puedes difundir esta entrevista, si te parece que aporta algo interesante, puedes echar un vistazo a mi blog (uno más de los muchos que ya existen en pos de un sistema mejor), a la prensa alternativa, a algunos libros,… Puedes rebatirme, cuestionar lo dicho por mí, implicarte, intentar aportar tus ideas, preguntar lo que no comprendas, corregirme. Todo esto para empezar.

M.P.C.: ¿Por qué la forma de estado más democrática es la república, según usted?

J.L.: La República es, por definición, más democrática que la monarquía porque en la primera el jefe de Estado es elegido por el pueblo. Sin embargo, existen muchas «repúblicas» que son muy poco repúblicas, en las que el jefe de Estado es casi como un rey elegido cada X años. Es más, esto ocurre en la mayor parte de repúblicas, en el mejor de los casos. El concepto de república, como el de democracia, como tantos otros, ha sido distorsionado por aplicaciones prácticas que han incumplido postulados teóricos elementales. La República liberal es una de las formas que toma la democracia liberal, y como ésta, ha degenerado. La República es la forma que debe tomar la auténtica democracia en la que todos los cargos públicos deben ser elegidos por el pueblo, pero también en la que todos ellos deben responder ante el pueblo. Los gestores, además de ser elegidos por los gestionados, deben también ser controlados por éstos. De poco sirve elegir a alguien si luego hace lo que le da la gana. Pero, a pesar de esto, es mejor poder elegirlo. Este tema lo desarrollo extensamente en mi libro La causa republicana. Simplemente decir que en España el jefe de Estado no es elegido por el pueblo y, además, por si fuera poco, está por encima de la ley (véase el vergonzoso artículo 56 de nuestra actual Constitución). ¿Qué justicia puede esperarse cuando el máximo responsable del Estado está por encima de la ley? ¿Qué democracia es ésta en la que no todos somos iguales (ni siquiera en la teoría) ante la ley? ¿Cómo no va a haber así corrupción generalizada? La monarquía es el corsé de nuestro actual sistema: impide que la democracia controlada por ciertas élites se descontrole, que dichas élites pierdan el control. Pero, como nos demuestran las experiencias de nuestros vecinos, la República, el simple hecho de poder elegir al jefe de Estado, de que no sea elegido por la gracia divina, no es garantía de democracia. Es condición necesaria pero no suficiente. La República debe tener contenido, debe definir claramente las reglas del juego político para que todas las opciones tengan las mismas posibilidades, siempre que se respeten los más elementales derechos humanos. Como estamos comprobando en estos duros momentos, en nuestra actual «democracia» muchos derechos humanos son papel mojado, empezando por el derecho a una vivienda digna. Peor aún, cada vez son más papel mojado.

M.P.C.: ¿Qué opina de la libertad de prensa en España?

J.L.: Como ya he indicado, en España tenemos menos libertad de prensa que en otros países. He puesto como ejemplo Venezuela. Sí, sí, la demonizada Venezuela. Pero también podemos poner como ejemplo nuestros países vecinos. En España no se puede hablar (o se puede muy poco) de ciertas cuestiones, existe un consenso en los grandes medios sobre ciertos temas que tienen que ver con el sistema que tenemos. Un ejemplo: hace unos pocos días, el 6 de diciembre, el día de la Constitución, como cada año, miles de personas se manifestaron en el centro de la capital por la Tercera República, ¿alguien vio esta noticia en la televisión? ¿Por qué todas las televisiones se hacen eco de las manifestaciones por la unidad de España y no de las que reivindican la Tercera República? En el libro Rumbo a la democracia analizo algunos casos de censura inadmisibles en una democracia, como la cobertura del famoso «¿Por qué no te callas?» del Rey a Chávez. En la prensa alternativa yo veo todos los días noticias e ideas que nunca veo en los grandes medios. Muchas de ellas las he recopilado en mi blog. ¿Por qué? Porque los grandes medios pertenecen a grandes capitalistas o son controlados por políticos a su servicio. Un capitalista no va a promocionar ideas que pongan en peligro sus intereses económicos. Es imprescindible hacer a la prensa independiente, del poder político, pero también del poder económico. Sin una prensa libre es imposible una democracia sana. Remito a mi artículo La libertad de prensa para profundizar en lo dicho aquí someramente.

M.P.C.: Usted afirma que si los ciudadanos se organizan para presionar sobre un determinado aspecto, se pueden obtener resultados, ¿cree que el tema de la independencia de Cataluña es un ejemplo del resultado de estas presiones, o simplemente un truco de los políticos para distraer la atención?

J.L.: La presión del pueblo es fundamental. A lo largo de la historia todos los avances sociales se produjeron por la presión social, en forma de huelgas, manifestaciones o revoluciones. Como decía Alexander Berkman: Incluso el poder de los gobiernos más fuertes se evapora como el humo en el momento en que el pueblo rehúsa reconocer su autoridad, inclinarse ante él y le niega su apoyo.

Con respecto al tema de Cataluña, yo creo que el impulso popular por la independencia está siendo utilizado por ciertos políticos para desviar la atención. El nacionalismo es utilizado por las derechas (catalana y española) para camuflar la lucha de clases. El verdadero enemigo de cualquier trabajador, de cualquier ciudadano de a pie, es su opresor, viva éste en su misma ciudad o en las antípodas. Tan sólo quisiera recordar que de poco sirve la soberanía nacional si no se ve acompañada de soberanía popular. Los pueblos tienen derecho a autodeterminarse, pero también a tener el poder real. El poder del pueblo es la democracia. De poco les servirá a los catalanes ser independientes de Madrid, si dependen de Bruselas o si quienes mandan son los grandes burgueses catalanes, en vez de españoles, si siguen teniendo un sistema donde mandan los mercados. ¿Soberanía nacional? Sí, por supuesto (ver El derecho de autodeterminación), pero sobre todo soberanía popular, democracia. La lucha que debemos hacer prioritariamente los ciudadanos corrientes de este planeta es por la democracia. Cualquier otra lucha, por necesaria que también sea, no debe suplantarla. No debemos dejar distraernos por cortinas de humo. La clave para lograr un mundo mejor, incluso para que nuestra civilización sobreviva, se vuelva realmente civilizada, reside en la democracia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.