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Ni calco ni copia

Fuentes: Rebelión

Traducido por Isidro Espinosa.

«Tengo una declarada y enérgica ambición : la de concurrir a la creación del socialismo peruano«

J.C. Mariátegui

¿Es que existe un socialismo peruano? ¿No es el socialismo uno solo en el mundo?.

¿Cómo abordar esta interrogante en un movimiento socialista que, o desconoce totalmente la obra política de J.C. Mariátegui (habiéndola postergado por el estudio y aplicación mecánicos de experiencias de construcción socialista de otros países), o conociéndola, consideran sólo que debe ser recitada con unción religiosa?.

¿Cómo hacerlo, además, si de la propia lectura de «Lo nacional y lo exótico«, de J. C. Mariátegui, aparece el desenmascaramiento, del «proteccionismo» ideológico reaccionario que solo rechaza las importaciones ideológicas contrarias al interés conservador supuestamente amenazados por la filtración del pensamiento europeo en nombre de una «peruanidad» aún no definida; si consideramos que la realidad nacional es menos independiente de Europa de lo que suponen los «nacionalistas», pues el Perú se mueve dentro de la órbita de la civilización occidental, de la cual nuestra realidad nacional no es sino un segmento, una parcela; y si nos atenemos al hecho de que ninguna idea que fructifica, ninguna idea que se aclimata, es una idea exótica?

Entender esto es deslindar de cuajo con una pobre y atrasada comprensión del marxismo y el socialismo, como una filosofía de la historia (europea, rusa o china) que aún se mantiene en el movimiento socialista peruano y mundial, incurriendo en el eurocentrismo, tan ajeno tanto a Marx como a Mariátegui.

 

El marxismo no es una filosofia de la historia

En Noviembre de 1877, aprovechando su respuesta a una Carta del Director de «Otiéchesviennie zápiski» (Apuntes Patrios), sobre el proceso revolucionario ruso de entonces, Karl Marx defenderá su obra, precisando que el capítulo de «El Capital» sobre la acumulación originaria, no pretendía más que trazar el camino por el cual surgió el orden económico capitalista, en Europa Occidental, del seno del régimen económico feudal, y en clara alusión al artículo de Mijailovski «Karl Marx juzgado por Y. Zhukovski«, de reciente publicación, dirá: «A mi crítico le parece, sin embargo, poco. A todo trance quiere convertir mi esbozo histórico sobre los orígenes del capitalismo en Europa Occidental en una teoría filosófico-histórica sobre la trayectoria general a la que se hayan sometidos fatalmente todos los pueblos, cualesquiera que sean las circunstancias históricas que en ello concurran (…) (Esto es hacerme demasiado honor y, al mismo tiempo, demasiado escarnio) (…) He aquí, pues, dos clases de acontecimientos que aun presentando palmaria analogía, se desarrollan en diferentes medios históricos y conducen, por tanto, a resultados completamente distintos. Estudiando cada uno de estos procesos históricos por separado y comparándolos luego entre sí, encontraremos fácilmente la clave para explicar estos fenómenos, resultados que jamás lograríamos, en cambio, con la clave universal de una teoría general de filosofía de la historia, cuya mayor ventaja reside precisamente en el hecho de ser una teoría suprahistórica»

En igual sentido respondería una Carta a Vera Sazulich en que ella, en su nombre y en el de sus compañeros, le solicitaba que expusiera su opinión sobre los destinos posibles de la comunidad rural rusa, y sobre la teoría, que algunos le atribuían a Marx, según la cual todos los países del mundo deben, por una ley histórica inevitable, atravesar todas las fases de la producción capitalista; precisando, que: «El capítulo de mi libro que versa sobre la acumulación originaria se propone señalar simplemente el camino el que, en la Europa Occidental, nació el régimen económico capitalista del seno del régimen feudal«.

Es decir, que la fatalidad histórica señalada en «El Capital», estaba «expresamente restringida a los países de Europa Occidental«, donde el movimiento era la transformación de la propiedad privada personal a la propiedad privada capitalista, siendo que el caso de Rusia sería el de la transformación de la propiedad común en propiedad privada, caso al cual él no se había referido (Carta de Marx a Vera Sazulich, del 08 de Marzo de 1881).

Respecto de esta tendencia «socialista» tan común, Antonio Gramsci señalaría que: «El filisteo no ve la salvación fuera de los esquemas preestablecidos, no concibe la historia sino como un organismo natural que atraviesa momentos de desarrollo fijos y previsibles. Si siembras una bellota, puedes estar seguro que no nacerá más que un brote de encina, el cual crece lentamente y no da frutos hasta pasados muchos años. Pero ni la historia es una tierna encina ni bellotas los hombres» (A. Gramsci «Utopía»), y añadiría que «Marx no ha escrito un credillo, no es un Mesías que hubiera dejado una ristra de parábolas cargadas de imperativos categóricos, de normas indiscutibles, absolutas, fuera de las categorías del tiempo y del espacio«. (A. Gramsci. «Nuestro Marx«).

Rosa Luxemburgo analizando la misma tendencia diría que: «El socialpatriotismo polaco trató de «elaborar» una opinión de Marx sobre política corriente en un verdadero dogma, inmutable para toda la eternidad e independiente del desarrollo de las condiciones históricas, intocable por las dudas o por la crítica simplemente porque lo dijo «el mismo Marx«, y que: «La esencia del «marxismo» no depende de tales o cuales opiniones del momento, sino que se asienta sobre«….»el sistema dialéctico-materialista de investigación histórica, una de cuyas conclusiones principales es la teoría de la lucha de clases, y sobre el análisis de la economía capitalista, fundamentado por Marx«…»Así, la columna vertebral, el espíritu de toda la doctrina de Marx está constituido por el método dialéctico-materialista de investigación en las cuestiones sociales, método que no reconoce fenómenos, principios y dogmas estables o inmutables«, «…método para el cual cada una de las «verdades» es pasible de eternas e implacables críticas por parte del desarrollo histórico» (Rosa Luxemburgo. «Prólogo a la Cuestión polaca y el movimiento socialista«).

Mariátegui y la forma nacional del socialismo

Nuestro Mariátegui, por su parte, señalaría igualmente que «El materialismo histórico no es, precisamente el materialismo metafísico o filosófico, ni es una Filosofía de la Historia, dejada atrás por el progreso científico. Marx no tenía por qué crear más que un método de interpretación histórica de la sociedad actual» (J.C. Mariátegui. «La filosofía moderna y el marxismo», en «Defensa del Marxismo»), y que: «El marxismo, del cual todos hablan pero que muy pocos conocen y, sobre todo, comprenden, es un método fundamentalmente dialéctico. Esto es, un método que se apoya íntegramente en la realidad, en los hechos. No es, como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la entraña misma de la historia. El marxismo, en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades» (J.C. Mariátegui. «Mensaje al Congreso Obrero«, Enero de 1927).

Es importante tener en cuenta esto, pues ello explica la obvia diferencia entre la estrategia para la Revolución para América Latina, planteada por el VI Congreso de la Internacional Comunista (la misma que centralmente debía luchar contra el feudalismo y las formas precapitalistas de explotación y por el desarrollo consecuente de la revolución agraria por un lado, y contra el imperialismo extranjero y por la independencia nacional, por el otro), expresada en la I Conferencia Comunista latinoamericana, de Buenos Aires, de Junio de 1929 (en la que la transición a la dictadura del proletariado era posible, por regla general, solamente a través de una serie de etapas preparatorias, como resultado de todo un periodo de transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista), y la planteada por Mariátegui, que era la de la Revolución Socialista.

Después de todo, fue el propio Mariátegui quien se encargó de señalar las diferencias entre nuestro proceso revolucionario y el chino puntualizando que: «La colaboración con la burguesía, y aún de muchos elementos feudales, en la lucha anti-imperialista china, se explica por razones de raza, de civilización nacional que entre nosotros no existen«…..»En Indo-América las circunstancias no son las mismas. La aristocracia y la burguesía criollas no se sienten solidarizadas con el pueblo por el lazo de una historia y de una cultura comunes«. «En nuestros países el factor clasista es más decisivo, está más desarrollado. No hay razón para recurrir a vagas fórmulas populistas tras de las cuales no pueden dejar de prosperar tendencias reaccionarias» («Punto de vista anti-imperialista», Mayo de 1929).

Y añadirá incluso «El socialismo, en fin, está en la tradición americana. La más avanzada organización comunista, primitiva, que registra la historia, es la incaica» («Aniversario y Balance», Septiembre de 1928).

Extremo último este, que merece concordarse con lo señalado por Lawrence Krader, el famoso compilador de los «Cuadernos etnológicos de Marx» (las más de treinta mil páginas escritas por Marx durante los últimos diez años de su vida), quien manifiesta que Marx sostuvo que los dos únicos modos de producción verificables a escala mundial eran el capitalista y el «modo de producción asiático«, cuya denominación «es en cierto sentido errónea«, ya que «es el estadio de la primera formación de la sociedad civilizada y del Estado» y «también habría podido llamarse afroasiática, o inka, o mexicana antigua«, pues «las condiciones de su formación se repiten en distintas partes de las Américas, de Eurasia y de África«(«Evolución, revolución y Estado: Marx y el pensamiento etnológico»).

Es por todo ello que, discrepando fraternalmente con las tesis de la Internacional Comunista para la Revolución en América Latina proclamará la especificidad del Socialismo Peruano: «No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano. He aquí una misión digna de una generación nueva» («Aniversario y Balance», Septiembre de 1928).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.