-Te llamás Nilda Noemí Actis Goretta, ¿por qué te dicen «Munú»? Nilda Noemí Munú Actis Goretta: -Bueno, Munú es mi sobrenombre de siempre porque mi segundo nombre es Noemí y mi abuela francesa me decía Noemú y cuando yo quería comenzar a hablar decía Munú o algo similar… siempre fui Munú. Soy de Pigüé, una […]
-Te llamás Nilda Noemí Actis Goretta, ¿por qué te dicen «Munú»? Nilda Noemí Munú Actis Goretta:
-Bueno, Munú es mi sobrenombre de siempre porque mi segundo nombre es Noemí y mi abuela francesa me decía Noemú y cuando yo quería comenzar a hablar decía Munú o algo similar… siempre fui Munú. Soy de Pigüé, una especie de colonia francesa. En realidad yo vivía en el campo, a 70 kilómetros, en aquella época que eran como 300 de ahora, caminito de tierra. Pero ahí tenía a mi abuela y algunos años de la escuela los hice en Pigüé en el colegio de monjas, como correspondía a aquella época y a toda niña que debía portarse bien.
-Y te fuiste a estudiar artes a La Plata, y además te fuiste a estudiar muralismo.
-N.A.G: -Sí, en realidad yo pinto desde chica, pintaba desde antes, en Pigüé, y después de hacer la secundaria libre llegué a la facultad y tenía ya 23 años, en el año ’70. Entonces entré a estudiar pintura de caballete, que era lo que yo conocía, y ahí en una especie de curso de ingreso que teníamos, una profesora viéndome dibujar, veía que lo que quería dibujar no me encajaba en la hoja, en vez de dibujar con la mano dibujaba con el brazo, entonces me dijo «vos tenés que hacer mural. Andá a visitar el taller de mural». Fui a visitar el taller, volví y dije «yo estudio mural». Y me cambié en el curso de ingreso, teníamos un curso de ingreso de dos meses como de nivelación y no eliminatorio, muy interesante.
-¿Conocías a los muralistas como Siqueiros, toda esa historia del muralismo militante?
-N.A.G: -No en ese momento. En ese momento, a partir de ahí, es como descubro el mundo de la política y comienzo a militar, descubro quiénes eran los muralistas, o sea, hay un gran cambio en mi vida.
-Munú, te voy a cambiar violentamente de tema y te pregunto si te cuesta volver a este lugar donde estamos charlando de estos temas de tu vida…
-N.A.G: -Ingresar en estas rejas que nos rodean por más que ahora esté ingresando por otra puerta, en este momento no es simple. Para mí atravesar la reja es estar adentro. Por eso defendí a brazo partido cuando alguna vez querían dar solamente una parte de lo que es todo el campo de la ESMA, defendí muchísimo que fuera todo, porque todo perteneció a la represión. Entonces no es lo mismo que ir a otro lugar, o sea, esta entrevista hecha aquí no tiene el mismo peso emocional que hecha en otra parte. Pero tampoco es que no puedo entrar y de hecho vengo para cosas puntuales y a veces me convocan para acompañar gente en las visitas guiadas al casino de suboficiales, que es donde realmente estuvimos, y lo hago, para mí es como una cosa militante, pero no es un lugar al que yo entro sin que me pase nada.
-Yo quise charlar con vos y con Miriam Lewin en este lugar porque a mí mismo me cuesta volver a ciertos lugares y me parece que uno tiene que intentar brindarles a los otros los sentimientos que le produce.
-N.A.G: -Cuando entro a esto llamado ahora Espacio para la Memoria pero que uno habitualmente dice ex ESMA, la primera sensación es de angustia, es así, no hay otra, y después cuando manejo esa situación es la ausencia, yo siento que yo estoy y los otros no, esa cosa de la ausencia, la desaparición, el terrible peso de la desaparición que no es el peso de la muerte, yo sé que están todos muertos pero no me pesa igual, yo siempre hago la misma comparación, mis abuelos están muertos, mis padres están muertos, mi marido está desaparecido, mi prima está desaparecida, mis amigos, mis compañeros están desaparecidos y no es la misma cosa. Ante la muerte de mis padres yo puedo tener un recuerdo que puede ser a veces incluso recordarlos con alegría en determinadas cosas, o de tristeza, pero los desaparecidos me producen angustia y eso es una cosa muy diferente, es una cosa que no termina de cerrar, creo que estuvo muy bien hecho por quienes lo maquinaron, no se equivocaron en lo que querían producir, al menos conmigo lo consiguieron. Es así. Cuando el año pasado el EAAF encontró el cuerpo de mi prima y la fuimos a enterrar a Carhué, tengo familia ahí, fue un ritual muy fuerte. Yo vivía con ella en La Plata durante toda una época, después nos separamos por diferentes militancias y por cuestiones de seguridad, a ella la fueron a buscar al pueblo, y bueno, yo dije «la llevamos a ella al cementerio y cumplimos este ritual», «y esto a mí me va a ayudar» y nada, o sea, ella está muerta y está ahí en un cementerio, los otros siguen desaparecidos, yo dije «con esto yo entierro todos los desaparecidos», ¿no? No.
-Te estás yendo a Sudáfrica donde pese a los problemas se vive un proceso cultural riquísimo, quizás los argentinos no veamos todo lo cultural de nuestra transformación, vos que sos una persona de la cultura, ¿cómo sentís los cambios de esta década en lo cultural, en lo cotidiano?
-N.A.G.: -Yo volví en el año ’85, creo que lo fundamental era que la gente que se quedó en el país se exilió dentro del país, había una cosa que para sobrevivir había que aislarse, nada de un grupo de cinco en un café, nada del amiguito que va a la casa, de esto no se habla, de esto sí, y los que estábamos en el exilio habíamos tenido que juntarnos para sobrevivir porque si no el exilio solos era demasiado duro, entonces lo importante era juntarnos, entonces nosotros hablábamos. Yo recuerdo cuando yo volví hablaba de lo que había pasado, porque yo me había ido en el ’79 y otros estaba exiliados desde mucho antes, y militábamos por el retorno de la democracia en la Argentina. En Venezuela teníamos una organización de exiliados, entonces uno venía con esta cosa de hablar, le faltaban otras cosas pero había recuperado el habla, el poder hablar de las cosas. Y acá llegué y nadie hablaba de nada. Creo que eso ha ido cambiando, y me parece extraordinaria esta irrupción de gente joven que vuelve a interesarse por el tema político. Los veo en los actos y marchas y me producen unas sensaciones de las más diversas, entre la protección de cuidadora y la alegría, la euforia de verlos hacer con tanto entusiasmo.
-¿Cuánto tiempo estuviste vos acá en la ESMA?
-N.A.G: -Estuve dentro de la ESMA desde junio… yo caí en la época del Mundial de Fútbol, junio del ’78 hasta febrero del ’79, ese tiempo estuve ahí prácticamente en un sótano, y en febrero del ’79 decidieron que fuera a vivir fuera de la ESMA pero que tenía que seguir trabajando con ellos, entonces trabajaba ahí en una oficina y sumaba cal, arena, ladrillo, porque otro grupo también de sobrevivientes refaccionaba casas e hicieron lo de la Isla del Silencio, cosa que yo sé ahora, en ese momento no sabía, no me informaban de estas cosas. Y en julio del ’79 me permitieron salir del país con una visa que me dio monseñor Graselli, que era el vicario castrense en esa época. Él me consiguió una visa a Venezuela, porque en ese momento se necesitaba visa para entrar, y me mandó a un supuesto encuentro cristiano con una carta para que me presentara a un cura de allá donde ya había ido otra gente que había hecho el mismo recorrido, él le había conseguir visa a otra gente. Conmigo habló largas horas diciéndome que sabía quién era yo, dónde estaba, dónde iba, por qué estaba, sabía todo, y además opinaba acerca de la Marina, del Ejército, me preguntaba cosas, yo no sabía qué tenía que decir. Era terrible
. -Es muy difícil configurar la idea de que vos estabas prisionera pero que al mismo tiempo estabas afuera. Uno se pregunta, ¿el control lo tenías que ejercer como un autocontrol o te tenían realmente controlada? ¿Cuál era tu experiencia de vida en ese momento tan extraño, tan diferente a estar encerrada, como vos decías en un sótano, a estar en un lugar donde de repente podrías imaginar fugarte?
-N.A.G: -Yo creo que tenía la cabeza controlada, estaba controlada desde ahí, más allá de que me controlaban, a tal hora yo tenía que llegar y a tal hora me iba de este trabajo que era con ellos, yo tenía que vivir sola en un departamento que ellos conocían porque ellos lo habían alquilado, entonces sabían dónde estaba, podían llegar en cualquier momento, es decir era una situación de libertad vigilada muy estricta, no es que cuando uno se mueve tiene que avisar, ahí estabas en el lugar que todos sabían y cualquier día te podían tocar el timbre, y de hecho ir a trabajar todos los días. Lo del tema de fugarme, a mí sinceramente nunca se me cruzó por la cabeza.
-Así como tu identidad está claramente vinculada a la militancia y al arte, ¿cuando a vos te dicen sobreviviente de la ESMA, es una categoría con la que vos te identificás o es una circunstancia en tu vida? N.A.G: -Es una raya así de gruesa, yo hago murales grandes, tengo trabajos hechos de 30 metros por diez de alto, suponete que ando arriba de los andamios y es toda una sensación de libertad única y absoluta, ahí colgada arriba del andamio soy yo. Pero es como si ésa fuera mi vida, y exactamente en el medio, no importa cuantos años habían pasado antes y cuántos después, en el medio hay como una veladura porque no alcanza a ser que hay una banda negra y no existe, ésa soy yo y seguiré existiendo pero es como si arriba le hubiese puesto una chorreada muy importante de un color muy oscuro que asocio con el negro, porque es lo que uno asocia, aunque se siga viendo un poco lo de abajo. Pero esa marca está.
-Miriam, nunca me voy a olvidar del día que hicimos un programa juntos acá, un 24 de Marzo, y me acuerdo que ese día yo no pude arrancar el programa y te hice señas para que arrancaras vos porque me ahogué, se me produjo un nudo en la garganta.
-Miriam Lewin: -Es un lugar significativo, pero es un lugar que se resignifica permanentemente. A mí no me gusta venir acá, te lo confieso, siempre me resisto, porque si bien todo el mundo dice que hay que llenarlo de vida y yo estoy de acuerdo, para mí todo el predio de la ESMA pero especialmente el casino de oficiales, que era el corazón del centro clandestino de detención, está cargado de muerte, de recuerdos muy traumáticos, de ausencias, de violencia, de humillaciones, también de chispazos de solidaridad y de heroísmo, pero cuando uno entra, y yo desafío a quien quiera venir, creo que es un lugar a donde hay que venir, a donde hay que traer a los chicos, cuando uno camina por capucha hay un aire gélido y denso y yo, si bien soy de formación materialista, creo que hay cargas energéticas negativas, y cuando uno empieza a caminar por ahí, empieza a tener sueño, a bostezar, quiere escaparse del lugar. Hubo mucho sufrimiento por eso también emocionan las manifestaciones de vida, la música, el arte, la danza, la fotografía, el canto, la plástica, todo lo que se dé aquí dentro que tire para el lado de la vida me emociona, si bien te confieso, como te decía al principio, que me cuesta participar.
-Un día Juan Cabandié me dijo «hay fantasmas ahí», él nació acá. Y un día le pregunté a Ezequiel, un chico que yo crié que trabajó en seguridad, y me decía «viejo, pasan cosas acá, pasan cosas rarísimas».
-M.L: -Sí, hay gente que dice que se escuchan ruidos extraños, gemidos, que se abren y cierran puertas, yo no sé… como vos decís nosotros somos de formación materialista y nos resistimos a creer en esas cosas pero de lo que sí podemos dar fe es de que hay una energía negativa, una carga profundamente negativa en el casino de oficiales. Por eso creo que cargar de vida al resto del predio, todas estas iniciativas, la Casa de la Militancia, el Archivo de la Memoria, el Canal Encuentro, Paka Paka, todas estas cosas que tienen que ver con la creatividad, con el color, con las nuevas generaciones, son muy positivas. Yo recuerdo que una vez un compañero que no está muy de acuerdo, porque vos sabés que los ex desaparecidos, los sobrevivientes, tenemos diferentes posiciones acerca de lo que hay que hacer aquí en el predio. Uno dice «bueno, si seguimos así vamos a poner la Escuela Nacional de Danza en la ESMA» y yo decía «¿y por qué no? ¿Por qué no llenar la ESMA de cuerpos jóvenes y sanos que se mueven al son de la música de una manera maravillosa?» ¿O acaso los desaparecidos no se reían, no bailaban, no cantaban? Una cosa maravillosa de esa película que no me voy a dejar de enorgullecer de que haya sido hecha por un hijo, Infancia clandestina, tiene esa dicotomía entre el militante duro, esquemático, que era el padre, y el que se permitía esas pequeñas transgresiones, que era el tío, ese personaje maravilloso de Alterio que le enseña al chico el disfrute, cómo levantarse una mina comparándolo creo que con un bombón o un chocolate, eso es maravilloso porque los compañeros eran así, éramos así, nos gustaban las peñas, la cerveza, la ginebra, la música, cantábamos, bailábamos, hacíamos el amor, realmente disfrutábamos de la vida, entonces ¿por qué esto tiene que estar lleno de muerte, por qué no se puede disfrutar, recordando, pero por qué no se puede disfrutar acá?
-Cuando uno piensa en Alemania, en Auschwitz, piensa en la industria, esos campos de concentración reproducían la idea fabril de que cuando llegaba el tren tenían que bajarse los cautivos, desnudarse, entrar a la cámara de gas, ya tenían los lugares para enterrar… es decir, toda una cosa industrial, los campos de concentración de la Argentina son muy de la Argentina, la escuelita de Famaillá, la escuela Diego de Rojas que todavía es una escuela, la ESMA era una escuela de formación militar, desde eso hasta las perversiones de esas sinuosidades que tenían estos hijos de puta, ¿no? Hablaba Munú de Graselli y de lo que era la curia metiéndose en las internas de las Fuerzas Armadas.
-M.L.: -Sí. Tal vez los represores de la ESMA hayan sido los más perversos, en el sentido de este doble discurso. Porque Bussi era Bussi, Vilas era Vilas, en la mayoría de los centros clandestinos de detención la brutalidad no tenía dobleces, en cambio aquí en la ESMA había un doble discurso, «ustedes son lo mejor de la juventud argentina, en esta guerra han muerto los mejores y nosotros lamentamos eso», y Massera se planteaba utilizar la materia gris esclavizada de la dirigencia montonera de izquierda peronista, secuestrada aquí en la ESMA para construir su propio partido político, y como esto implicaba doblegar a estos dirigentes les ofrecía, les pintaba un mundo que no era el real, es decir ellos tenían su oficina donde los obligaban a escribir determinadas monografías o proyectos que le iban a servir al Cero, al comandante, que por otro lado seguía secuestrando, torturando, violando, apropiando niños, apropiándose de bienes de los desaparecidos, esta gente se ha enriquecido pero de una manera absolutamente increíble e impúdica. Es incalculable la cantidad de autos, de departamentos, de casas que se quedaron, y para ellos no es que ellos los reinvirtieron en la lucha contra la subversión, esto no era una cruzada, o sea estamos descubriendo ahora, después de mucho tiempo, cómo secuestraron a gente solamente para quedarse con sus bienes, por ejemplo con sus empresas, corren los años y yo digo siempre que esto es como una cebolla, uno va pelando la cebolla, nunca llega al núcleo porque las capas son finas y múltiples y se va sorprendiendo de lo que encuentra abajo.
-Miriam, en esas capas múltiples hay una en la cual nadie hincó el diente, que son las agencias de seguridad privadas que muchos integrantes de la ESMA han tenido. Me pregunto cuántas siguen funcionando y le dan servicios a empresas privadas, han tenido contratos con empresas públicas o instituciones públicas, uno muchas veces entra en instituciones públicas y dice «¿por qué acá no hay una guardia de la Policía Federal?», se está gastando plata en muchísimas instituciones públicas en empresas de seguridad privadas, que a lo mejor son contratos heredados.
-M.L.: -Bueno, yo recuerdo cuando estábamos buscando a Vicky Donda descubrimos que Topper Security, una empresa de seguridad que operaba en el aeropuerto de Ezeiza era propiedad de Adolfo Donda, él fue jefe de inteligencia aquí, uno de los represores más feroces, y el tipo tenía contratos con American Airlines, con Cubana de Aviación, si mal no recuerdo con Alitalia, eran los que te revisaban el equipaje cuando vos ibas a ingresar antes de hacer el check in, entonces te preguntaban, como te preguntan a veces ahora, quién te preparó el equipaje, si recibiste un paquete de un extraño, escaneaban la valija y eran también los que con guantes de látex te abrían la valija y cuidadosamente separaban todos los objetos. Y bueno, acordémonos de las empresas de seguridad de Yabrán que estaban pobladas casi exclusivamente por notorios represores de la ESMA, uno de los cuales, Alberto González, alias Federico, un tipo de la Federal, un tipo bajito que tuvo la mala suerte de encontrarme un día que iba a Tribunales a excusarme porque me habían puesto de autoridad de mesa y caminando por la calle Paraná, a metros de la agencia de seguridad de Yabrán, me lo encuentro y empieza a caminar a mi lado y me pregunta por mi familia, me ofrece un chocolate y claro, estaba esperándome ahí claramente o me vio de casualidad no sé, y decidió abordarme para intimidarme. Y me causó mucha gracia porque me acuerdo que se lo conté a Miguel Bonasso e hizo una contratapa de Página con eso y él daba por sentado que el tipo me estaba intimidando y yo en realidad no sentí en ese momento que el tipo me estuviera intimidando, y lo increpé y le dije «¿Cuándo van a hablar ustedes?», todavía estaban vigente las leyes del perdón, «ustedes saben muchas cosas y los familiares quieren saber qué hicieron con sus seres queridos», y el tipo me dijo «si yo supiera que sirve para algo agarro un micrófono y hablo una hora y media, pero mirá lo que pasó con Scilingo, Scilingo es un payaso» me decía. Yo te digo sinceramente, en ese momento no me sentí amenazada pero después, repasando la situación me di cuenta de que esa inquietud insistente por mi familia no tenía que ver con el cariño que les tenía a mis padres y a mi hermano.
-Quizá te sorprenda que yo te diga que los colegas te reconocemos por tu valentía, entre otros atributos, pero vos sos así, ves algo y no te frenás, en esto que te involucra en tu historia personal o cuando entrevistaste a oficiales de las fuerzas reales británicas en las Malvinas.
-M.L.: -No sé, me parece que es cierta como inconsciencia del momento. Me acuerdo cuando lo fui a entrevistar a Musa Azar, llamaba a la gente del Servicio Penitenciario, «sírvale un café a la señora» le decía el tipo. Después de interrogarlo sobre el doble crimen de la Dársena le digo, usted está involucrado en violaciones a los derechos humanos «¿por qué lo hizo?», «bueno, yo obedecía órdenes», y entonces digo «podría haberlas desobedecido», «bueno pero yo tenía miedo de que me maten, ¿o usted no tiene miedo de que la maten?», y me lo decía Musa Azar que se había cargado a dos mujeres. Y en ese momento no me di cuenta de que esto involucraba una amenaza. Yo creo que no es valentía sino un poco de inconciencia. Pero volviendo a la ESMA, como te decía al principio, esto tiene vida, tiene movimiento y va a tener más y es muy positivo que esto suceda, es muy positivo que haya espacios de memoria en los lugares donde se secuestró, torturó y mató, que estos edificios sean utilizados por la comunidad.
-Cuántos fantasmas tenemos como sociedad como para no poder poner acá una escuela o un cgp para que esto se convierta en un lugar de creatividad masivo.
-M.L.: -Vos sabés que a mí me llama mucho la atención la situación en algunas provincias, por ejemplo estaba pensando que en Formosa no hay un solo espacio para la memoria, sin embargo, sí están reclamando, lo cual no me parece mal, indemnización para los conscriptos… los soldados muertos en el ataque al Regimiento 29. También me llamó mucho la atención la celebración por el regreso de la fragata Libertad, en Mar del Plata, en lo que fue un centro clandestino de detención, entonces ahí vemos el doble discurso porque cuando aquí se hizo un asadito, dijeron que era un asadito, que era hacer sánguches para la gente que había venido a un encuentro sobre un rendimiento de cuentas de la gestión en derechos humanos, todo el mundo se horrorizó, «hicieron un asadito en la ESMA» y no solamente la oposición, algunos organismos de derechos humanos también porque, aclaro para quien no lo sepa, aquí se eliminó gente incinerando los restos y los represores hablaban del «asadito», pero cuando se hizo un festival promovido por el intendente de Mar del Plata en la base naval de Mar del Plata donde hubo secuestrados, detenidos, desaparecidos, eliminados, etc., nadie se horrorizó.
-Gracias, Miriam, me quedo con esto último que vos decís que tiene que ver con las dos caras de la militancia, una la del rigor, la de saber que uno está sembrando para una identidad y para un cambio social porque y por otro lado es tu vida y tenés que ser canchero, tomarte una ginebra, hacer el amor, divertirte.
-M.L.: -Sí, y hago votos porque muy pronto se abran las puertas del casino de oficiales en un horario en el que cualquiera pueda entrar, a cualquier hora y que no haya que venir haciendo un arreglo previo, me parece que ese lugar tiene que estar realmente abierto a cualquier hora para que cualquiera que pase por la puerta pueda, sin necesidad de tocar el timbre, entrar y conocer y enterarse, porque ésa es la verdadera garantía del nunca más.
Fuente: http://sur.infonews.com/notas/memoria-e-identidad-el-pasado-como-puente-hacia-el-futuro