El espacio de la ciudad (…) permite un amplio rango de actividades políticas -ocupación de casas, manifestaciones contra la brutalidad policial, luchas por los derechos de los inmigrantes y los sin hogar, políticas culturales y de la identidad, políticas pro-gays y lesbianas. Muchas de estas políticas se hacen continuamente visibles en la calle. Gran parte […]
El espacio de la ciudad (…) permite un amplio rango de actividades políticas -ocupación de casas, manifestaciones contra la brutalidad policial, luchas por los derechos de los inmigrantes y los sin hogar, políticas culturales y de la identidad, políticas pro-gays y lesbianas. Muchas de estas políticas se hacen continuamente visibles en la calle. Gran parte de la política ciudadana está concretamente ejecutada por la gente, más que por los medios institucionalmente masivos. La política en la calle hace posible la formación de nuevos tipos de sujetos políticos que no necesitan pasar por el sistema político formal.
En este sentido, aquellos que carecen de poder, los desfavorecidos, los excluidos, las minorías discriminadas, pueden ganar presencia en las ciudades globales, presencia frente al poder y frente a los «otros» (…).
Saskia Sassen, Contrageografías de la globalización. Género y ciudadanía en los circuitos transfronterizos
Estimada Saskia:
Cuando el próximo 25 de octubre, las personas premiadas, las autoridades y la familia real española desciendan de sus coches de lujo y recorran a pie -bajo un impresionante despliegue policial- los últimos metros hasta la puerta del Teatro Campoamor -sede de la ceremonia oficial-, miles de personas estaremos al otro lado de la policía gritando, silbando, exigiendo el fin de los Premios Príncipe de Asturias. Exigiendo, en definitiva, que se acabe con unos Premios que no son otra cosa que un sofisticado instrumento publicitario de legitimación de una monarquía apadrinada por el dictador y genocida Francisco Franco; una monarquía que, enriquecida al calor de sus relaciones con los grandes capitales españoles y multinacionales, se ha visto últimamente envuelta en gravísimos casos de corrupción.
Una mirada sobre la financiación de la Fundación Príncipe de Asturias -que es la que concede los Premios- resume los poderes que la controlan: sus 5,5 millones de euros anuales proceden en una pequeña parte de dinero público -ten en cuenta que la Casa Real recibe una asignación anual de 8 millones de euros del presupuesto estatal-, mientras que la mayor parte de las aportaciones para los Premios proviene de empresas constructoras, corporaciones del sector de la energía y grandes bancos. Es decir, que las empresas que pagan los Premios son, entre otras, los bancos rescatados con dinero público que hoy en España deshaucian masivamente a la población, mientras especulan en el mundo entero con el precio de los alimentos y otros productos de primera necesidad.
La elección de personas premiadas críticas con el capitalismo e incluso cercanas a las diversas luchas sociales que lo impugnan y lo combaten forma parte sustancial de la estrategia de estos Premios: presentar a la familia real española, y concretamente al príncipe heredero, como una institución que no es ajena a los problemas sociales y a las mayorías excluidas.
Sin embargo, quienes pretenden acompañarte y homenajearte el próximo viernes son los mismos que acumulan tesoros obtenidos mediante la explotación de las «clases de servidumbre» de las que nos hablas en tus libros. Si por algo se ha caracterizado la economía española en el último cuarto de siglo ha sido precisamente por la extensión de un trabajo barato y servil sobre los hombros de aquellas a las que en buena medida dedicas tus escritos: las mujeres autóctonas y los hombres y mujeres inmigrantes. Los mismos policías que os protegerán el viernes han llevado a cabo en los últimos años infinidad de detenciones racistas, han confinado a las personas inmigrantes en Centros de Internamiento -verdaderas cloacas del Estado- y han expulsado a miles y miles de personas en macabros vuelos de deportación. Sus actuaciones vienen dictadas por las autoridades que te aplaudirán en un Teatro a rebosar, en una ceremonia a la vez elitista y populista, hecha también posible -en hoteles y cocinas, no nos cabe duda-, por mujeres explotadas por los elegantes representantes del poder patriarcal.
Podríamos extendernos mucho más respecto a todas estas cuestiones, pero creemos que estos son argumentos suficientes para proponerte que te pronuncies públicamente contra estos Premios. No te vamos a pedir que dejes de venir el viernes a Oviedo. Te invitamos a que lo hagas al otro lado del cordón policial.
Estamos a tu disposición para cualquier otra información que necesites.
Saludos
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