Recomiendo:
0

Los tres imperialismos, la industria cultural y La hora de la estrella de los pueblos

Fuentes: Rebelión

1. Si se considera la novela La hora de la estrella (1977) de la escritora brasileña Clarice Lispector, sería posible preguntar: ¿quién es la protagonista, Macabéa? Sí, es una nordestina analfabeta que vive en una ciudad letrada, Rio de Janeiro -es letrada porque la escritura es en ella y en cualquier ciudad del mundo occidentalizado […]


1.

Si se considera la novela La hora de la estrella (1977) de la escritora brasileña Clarice Lispector, sería posible preguntar: ¿quién es la protagonista, Macabéa? Sí, es una nordestina analfabeta que vive en una ciudad letrada, Rio de Janeiro -es letrada porque la escritura es en ella y en cualquier ciudad del mundo occidentalizado un referencial omnipresente en todos los espacios. No saber leer ni escribir en un ambiente urbano es como no conocer los rastros de una selva densa, llena de peligros, volviéndose presa fácil de diversas situaciones, previsibles e imprevisibles.

2.

Macabéa, pues, es el otro lado de la escritura en un contexto en el que esta inscribe a su vez su imposibilidad de ser. La escritura, por lo tanto, en la novela de Clarice Lispector, es para la protagonista analfabeta una amenaza o una sentencia de muerte, volviéndola anónima, invisible, imposible. Teniendo en cuenta que la obra narra efectivamente la vida de quien no se escribe porque no está en la escritura, lo que en el texto se pone bajo el punto de vista estético, es: la literatura es la instancia del imposible porque debe volverse contra sí misma (contra la cultura letrada) a fin de volverse mínimamente apta para narrar invisibles Macabéas.

3.

La literatura es pues asunto de analfabetas, por el simple hecho de que estos existen. La literatura debe analfabetizarse, incorporando las singularidades milenarias de la racionalidad oral de los pueblos. La literatura es, así, asunto de pueblos analfabetas. Todo lo que no sea esto no es literatura, sino cualquier otra cosa: república de las letras, subordinación a las prosodias dominantes, a la que damos el sencillo, y no por eso menos perverso, nombre de escritura patrón o alta cultura.

4.

Si la alteridad (u otredad), como argumentaba Emmanuel Lévinas, es el rostro vulnerable al cual la rostridad (según la expresión original de Deleuze, traducida aquí, en otras ocasiones, como sistema de rostros) dominante impone esta sentencia de muerte: «¡matarás!», la escritura alfabética sería el rostro judiciario que legisla por todas partes tal veredicto, volviéndose cotidiano, normal. Pero, ¿entonces la escritura de Macabéa o la novela La hora de la estrella no sería en verdad escritura alfabética? ¿Cómo es posible escribir y desescribir al mismo tiempo?

5.

Si se considera a propósito el libro La farmacia de Platón, del filósofo francés Jacques Derrida, la pregunta precedente es la que se inscribe en todo el libro. En este el argumento favorable a la escritura está en la relación suplementaria con su orfandad. Derrida, en diálogo con Fedro, de Platón, subvierte el pavor que Sócrates demostró tener con la escritura. Siendo heredero de la cultura oral aristocrática de la y en la Grecia de la antigüedad, Sócrates rehusó terminantemente el advenimiento de la escritura alegando que esta era peligrosa porque no tiene padre ni origen, razón por la cual podrá ser usada por cualquier persona.

6.

El temor socrático, por lo tanto, tiene nombre: cualquiera podrá escribir contra los poderes constituidos, destronándolos. En la novela de Clarice Lispector analizada aquí, ese «cualquiera» tiene nombre (y de mujer): Macabéa. Es de Macabéa, por lo tanto, que Sócrates tenía miedo, porque, a partir de su lugar aristocrático (y machista), infería que si la Macabéa pueblo aprendiese a expresarse libremente por la escritura, alimentando su poder huérfano, la (paternalista) aristocracia griega estaría en peligro de extinción.

7.

Como se sabe, Europa se posicionó como heredera de la cultura aristocrática griega, razón suficiente para deducir que heredó también ese problema igualmente aristocrático griego presente en Fedro, de Platón, a saber: ¿cómo controlar la escritura huérfana impidiendo que cualquiera, la Macabéa pueblo, escriba su propia orfandad en la página en blanco o en la pantalla del computador para de tal modo objetar todas las paternidades, todos los orígenes y en consecuencia el rostro de los poderes constituidos?

8.

Este problema griego fue así resuelto por la colonización/imperialismo europeo: ¿la escritura dejará de ser huérfana si en su prosodia establecemos el lugar de quien sabe y también por lista el lugar de quien no sabe escribir? La Europa imperialista, por lo tanto, usó la escritura como herramienta de dominación transformándola en un asunto que no deja de ser aristocrático, de educación, más tarde de familia. Existen aquéllos que saben escribir, que dominan su técnica; e igualmente existen aquéllos que no lo saben.

9.

Estos últimos, los analfabetas, deben ser expulsados de la República de las Letras. En un cierto sentido, es este ejercicio fascista el que en todas partes realizan los sistemas de evaluación, al fin y al cabo en cualquier lugar del mundo. En lo hondo y en lo pando, lo que se evalúa en los exámenes escolares, incluso en los concursos públicos, es: detectar quién sabe escribir, de conformidad con la prosodia eurocéntrica y, al mismo tiempo, desclasificar sin piedad a quien no sabe.

10.

Llamemos imperialismo europeo esta relación prosódica de la escritura alfabética como forma de dominación de los pueblos periféricos. La expansión de este imperialismo se dio de la siguiente manera: nosotros, los europeos, conocemos (un conocimiento evidentemente esotérico) la verdadera escritura; ustedes, los bárbaros, no la conocen. Dejarán, por lo tanto, de ser bárbaros y se transformarán en civilizados si y solamente si aprenden a escribir correctamente, de conformidad con el sistema de propiedad de la civilización occidental.

11.

La escritura, vista de esta manera, no es huérfana. Ella tiene rostro: el sistema de propiedad grafocéntrico de la civilización occidental. En lo hondo y en lo pando, hay que enfatizar que en este sistema de propiedad un rostro se inscribe de forma ubicua: el rostro del europeo.

12.

El problema aristocrático griego de la orfandad de la y en la escritura, por lo tanto, fue solucionado de esta manera por la Europa imperialista: si la escritura es peligrosa porque no tiene rostro la solución es sencilla: conformemos un rostro para ella, aunque abstracto, y por esto mismo más poderoso; más divino: el rostro del sistema de propiedad de Occidente rebotando todo el tiempo en el rostro blanco del europeo, como si este fuera la propia página en blanco o el soporte a partir del cual todos los escritos deberían ser probados. De esta manera, sería/será posible evaluar aquéllos que saben y aquéllos que no saben escribir, clasificándolos y dividiéndolos. Pronto incluyendo a los que saben y excluyendo a los que no, en contextos planetarios tales que la abrumadora mayoría de la humanidad es puesta a priori en la condición de no saber escribir: los nuevos viejos bárbaros.

13.

Si el imperialismo, de conformidad con Lenin (1916), es la fase final del capitalismo y si este se reinventa teniendo en cuenta precisamente la posibilidad de su término, llamamos primer imperialismo al europeo. Delante de este, el asunto Macabéa, que es un asunto pueblo, se soluciona así, bajo el punto de vista de la orfandad de la escritura: el rostro europeo es la fase final del capitalismo, su origen y su fin, en contextos en que lo que se escribe es este origen sin fin como referencia divina para los colonizados del mundo.

14.

Por otro lado, así como la emergencia de la escritura representó un problema para la oligarquía oral griega, al que Sócrates llamó escritura huérfana, y así como la expansión europea resolvió este problema griego imponiendo su propio rostro sin comienzo y sin fin para los colonizados del mundo, llegó un momento en el que también el imperialismo europeo se vio amurallado con un nuevo problema, a saber: ¿qué hacer con los humanos que no saben ni leer ni escribir? ¿Qué hacer, pues, con Macabéa?

15.

No pudiendo, por diversas razones, solucionar este último asunto, otro imperialismo emergió para resolverlo: el estadounidense. Este, sin eliminar la centralidad grafocéntrica de la rostridad europea, sello del primer imperialismo, la desplazó para la industria cultural. El asunto Macabéa, volviéndose fundamentalmente un asunto pueblo, fue gestado por el imperialismo yanqui por medio de la industria cultural que lo incorporó multiplicando rostros. Si el imperialismo europeo instituyó la centralidad del rostro de él mismo, por otro lado, el gringo multiplica rostros y haciendo así incorpora, edita y reedita el rostro de Macabéa, el pueblo.

16.

Ahí reside la importancia de la industria cultural para el imperialismo yanqui. El dominio de ella a escala mundial es indispensable porque ella es la principal industria de dominación hoy y como tal fabrica una mercancía especial: la mercancía rostro de y para Macabéas, produciendo planetariamente ediciones de rostros de los pueblos del mundo.

17.

Si el nazismo puede ser considerado sólo un síntoma de una forma de imperialismo, la europea, porque su pureza de sangre es y sería la expresión genuina de un imperialismo destinado a imponer su propio rostro blanco como prosodia alfabética de pureza racial; el segundo, el estadounidense *, tiene como síntoma otra forma de nazismo: el de la pureza multiplicada a escala popular, que no es otra cosa que a escala de las etnias, religiosidades, géneros, epistemas **, culturas de los pueblos del mundo.

18.

Bajo este punto de vista, el imperialismo yanqui no eliminó el asunto de la pureza racial típica del imperialismo europeo. Antes por el contrario: lo multiplicó. Las guerras genocidas que ocurren en todas partes del mundo son pues el síntoma de un nazismo multiplicado. Vivimos, por lo tanto, bajo el punto de vista del imperialismo estadounidense, en una humanidad nazista.

19.

El imperialismo yanqui es la propia industria cultural. Él partió del síntoma nazista de la rostridad del imperialismo europeo para transformar a toda la humanidad en la expresión genocida y auto-genocida de ese síntoma. Nunca hubo, por lo tanto, eje del bien contra eje del mal, en la II Guerra Mundial, por lo menos si consideramos la presencia de Estados Unidos como adalid de tal eje «occidental democrático». Y no hubo por una simple razón: el imperialismo yanqui aprendió con Hitler la política racista y genocida inscrita en la idea de superioridad racial del germanismo, síntoma del imperialismo europeo, incorporando y dilatando esta tecnología de pureza de sangre para todo el mundo como forma de dominación de las Macabéas del mundo.

20.

No entender la monumental omnipresencia, a escala planetaria, de esta política nazista multiplicada a escala de los pueblos del planeta es no entender el mundo contemporáneo. Por todas partes, lo que vemos es una total incomprensión de este asunto literalmente de vida y de muerte. Y por una razón muy sencilla: los pueblos del mundo estamos aún edipianamente presos en las trampas del imperialismo europeo como si este aún detentase protagonismo.

21.

La incomprensión con respecto a este nuevo síntoma nazi pueblo, orquestado por la industria cultural, nos transforma en agentes del nazismo del y para el imperialismo yanqui. ¿Pero, cómo funciona este modelo nazi de rostros de Macabéa?

22.

Para responder a esta pregunta, sería interesante considerar el final de la novela La hora de la estrella, de Clarice Lispector. Para quien lea esta obra singular, la analfabeta Quijote brasileña Macabéa, delante de las adversidades que encuentra en una ciudad letrada, que la subestima y la vuelve anónima, resuelve buscar a una adivina, doña Carlota, quien le predice el futuro precisamente con la ilusión de un nuevo amor, el extranjero Hans, descrito así: «Pues va a conocer [a Hans]. Él es rubio y tiene ojos azules o verdes o cafés o negros. Y si no fuera porque usted gusta de su ex novio, este gringo saldría con usted. ¡No! ¡No! ¡No! Ahora estoy viendo una cosa (explosión) y pese a no ver muy claro estoy también escuchando la voz de mi guía: ¡este extranjero parece llamarse Hans, y es él quien va a casarse con usted! (LISPECTOR, 1998: 77).

23.

El imperialismo yanqui actúa simplemente como doña Carlota de la novela La hora de la estrella. Él predice un presente y un futuro glamuroso para las Macabéas del mundo; y tanto más glamuroso porque nos induce a creer que los pueblos no europeos del mundo se casarán con el rostro del imperialismo europeo. Así este segundo imperialismo nos parodia, vía industria cultural.

24.

Esta es la razón por la que la industria cultural es también una doña Carlota, razón suficiente para decir que el imperialismo yanqui es la propia industria cultural. Los Estados Unidos, bajo este punto de vista, se constituye como una industria cultural: una doña Carlota que engaña a toda la humanidad, los bárbaros del mundo, con la promesa de una boda glamurosa con el nazismo del y en el imperialismo europeo.

25.

Por tanto, teniendo en cuenta el concepto de biopoder de Foucault, transforma a toda la humanidad en una multiplicidad de rostros que se confiesa como puramente mujer, puramente negra, puramente indígena, puramente latina, puramente musulmana, puramente chiita, sunita, kurda, gay, etcétera, en contextos en los que la industria cultural (incluyendo los viejos medios, como radio y televisión, pero también los nuevos, como las redes sociales) se vuelve el soporte a partir del cual nosotros escribimos y nosotros confesamos quienes creemos ser, de manera acrítica, como en una religión.

26.

La industria cultural nos engaña, como doña Carlota de La hora de la estrella, para que creamos en la pureza angelical de nuestro propio rostro y haciendo así nos promete un matrimonio con la rostridad dominante del imperialismo europeo.

27.

Llegó pues el momento de decir con todas las letras: las políticas afirmativas de la actualidad son racistas, por no decir nazistas. El imperialismo estadounidense capturó las luchas y los deseos de liberación de los pueblos del mundo, oprimidos por la dictadura mundial del rostro blanco del y en el imperialismo europeo, para gestarlas a la manera de doña Carlota, de La hora de la estrella. A través principalmente de la industria cultural, somos estimulados (explosión subjetiva) a confesarnos sobre lo que pensamos ser y haciendo así somos transformados en rostro mercancía, lo que es igual a decir: somos comprados y, cuando podemos (raras situaciones), compramos mundialmente rostros confesados. En otras palabras, la mayoría del mundo es homogenizada en su pensamiento, puesta a pensar igual, de manera acrítica, mientras cree hacer parte de la cultura, cuando en realidad está inmersa en la semi-cultura, es decir, en la falsa cultura moldeada y modelada por los medios masivos de información, propiedad de transnacionales que se encuentran tras las bambalinas del poder.

28.

La narcisista cultura afirmativa que domina la contemporaneidad es sencillamente un cebo, por estafa, para las Macabéas del mundo. Además de ser una pólvora que puede ser encendida en cualquier momento, llevando a los pueblos a guerrear contra los pueblos, las políticas afirmativas en general buscan el ascenso en el orden burgués, razón por la cual, como doña Carlota, nos promete un Hans burgués como objetivo de deseo, lo que es en absoluto imposible por la sencilla razón de que la civilización burguesa, sea por medio de su primer imperialismo, el europeo, sea por medio del segundo, el yanqui, vive de excluir, robar y matar Macabéas.

29.

El Emirato Islámico (EI), bajo este punto de vista, así como Hitler para el imperialismo europeo, es el síntoma por excelencia del imperialismo yanqui: y no lo es sólo porque los Estados Unidos los financian, los entrenan y los arman, sino también porque son un bando religioso de confesados que se afirman como escogidos por nuestra supuesta pureza étnica, de género, de clase, cultural.

30.

La única salida para la humanidad es la que sugirió el astronauta ruso Yuri Gagarin, cuando nos vio desde fuera de la Tierra, a saber: somos un mismo y diverso pueblo; somos una misma y diversa Macabéa. La única afirmación posible en la actualidad es: afirmarnos como hermanos en pueblos. Por tanto, es necesario eliminar el sistema de rostros del imperialismo yanqui, que funciona sólo engañando, vía industria cultural, a los rostros de las Macabéas del mundo, haciéndolas confesar, pero también transformando todo en rostro, inclusive países. Hasta darles el rostro de la que el músico y cantante brasileño Renato Russo (1960-1996) llama, con ironía, «coca-cola geração «, es decir, la generación de la bebida «Merda», como se puede observar en la leyenda con la grafía de Coca-Cola, que llevan las gorras de algunos estudiantes de la Universidad Federal del Espíritu Santo, en Vitória, Brasil y que ojalá se difunda, sin costo alguno, para bien-estar de la humanidad.

31.

Bajo este punto de vista, es necesario recuperar como nunca al Marx, por ejemplo, de los Grundrisse (1857-1861), libro en el cual afirmaba que el orden/desorden del capital es planetario y que debería ser combatido en este plano -nunca en el plano de los países, aisladamente y, consecuentemente, tampoco nunca en el plano de las confesiones de género, de etnia, de clase, igualmente de forma aislada, cosificada.

32.

La única confesión posible es la confesión mundial de todas las Macabéas del mundo, en contextos en los que la autoafirmación sólo tiene validez revolucionaria si contuviera en sí el siguiente axioma: confesarnos como pueblos Macabéas iguales, más allá de las fronteras nacionales (pero exigiendo el respeto integral a la soberanía de los pueblos), teniendo como interlocutor, para ser negado y superado, al imperialismo europeo, al gringo y al tercero, el que está surgiendo: el periférico.

33.

Y, ¿qué es el imperialismo periférico? ¿Cómo se manifiesta? Si consideramos el papel desempeñado por los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica), pero no sólo, el imperialismo periférico surge gradualmente eliminando la centralidad de la doña Carlota Estados Unidos de América, porque nadie cree más en sus promesas de glamour basadas en la ilusión de matrimonio de la periferia con el estado de bienestar social del y en el imperialismo europeo, hoy, como se sabe, en ruinas.

34.

Como el imperialismo yanqui está en guerra contra el mundo entero, siendo sin duda alguna el mayor peligro para la vida en la Tierra, el imperialismo periférico no se opone abiertamente a él. Juega con él teniendo en cuenta el mismo sistema de cartas (de adivinos), que es también un sistema de ilusionismo de rostros.

35.

El caso más angustiante y a la vez curioso de ese juego de adivinos entre el imperialismo yanqui y el periférico surge precisamente en Brasil, con la designación, por Dilma Rousseff, de su «nuevo» equipo económico. Es claro que los rostros escogidos por la «primera presidenta» fueron y son creación del imperialismo gringo, no siendo casual que el nuevo ministro de economía sea nada más y nada menos que Joaquim Levy, un economista neoliberal formado por la Escuela de Chicago. La misma que utilizó Pinochet en Chile, tras el asesinato de Allende, para mostrar las «bondades» del imperialismo yanqui a través de la figura de Milton Friedman, quien cuando visitó a Chile en 1975 dijo que «la economía social de mercado es la única medicina»: hoy se sabe que es la peor de las drogas, lo que, por otro lado, demuestra que los gobernantes, en especial los nuestros, saben poco de historia o que, una vez en el poder, se les olvida.

36.

No obstante esta rendición escandalosa, en verdad una traición a las urnas y, más que eso, a los votantes, ¿cómo explicar que el mismo Gobierno, el de Dilma Rousseff, haya creado un proyecto de Ley (aprobado por el Congreso brasileño, en el último día, el 3 de diciembre) que flexibiliza tanto los gastos como los recursos del superávit primario, base para el trípode económico neoliberal, fundado en la religión confesada de los altos intereses, de la valorización cambiaria y en la economía forzada del Gobierno, con el objetivo de garantizar el pago de los servicios de la deuda con los banqueros, el superávit primario? ¿Cómo combinar la elección de un supuesto equipo económico ortodoxo y la flexibilización del superávit primario? ¿Cómo puede aceptar esto el Chicago boy Joaquim Levy?

37.

Esta confusión de rostros, que desorienta tanto a la derecha brasileña como a la izquierda, tiene un nombre: táctica del imperialismo periférico en acción. Sabiendo que el imperialismo estadounidense, la doña Carlota de la industria cultural del y en el mundo, nos engaña jugando con rostros, lo que el Gobierno de Dilma Rousseff está haciendo es devolver el veneno: «Así como ustedes actúan jugando con rostros, nosotros también podemos hacerlo. ¿Quieren un equipo económico neoliberal? Aquí está». Pero al mismo tiempo procura avanzar en la destitución de la religión neoliberal, esforzándose, aunque de forma desesperada, por salir del dominio ubicuo del sistema de rostros del imperialismo yanqui.

38.

Este tercer imperialismo está arrastrado todavía. El ejemplo brasileño ofrecido es en verdad una caricatura de su acción, por no decir una tragicomedia de errores. Para avanzar, necesita principalmente producir un antídoto en el campo específico del imperialismo gringo, la industria cultural.

39.

El imperialismo periférico necesita con urgencia producir de forma orquestada su propia industria cultural, sumando esfuerzos monumentales en común. Es fundamental que el BRICS produzca su propio Google, su propio Facebook, su propio sistema integrado de televisión, de radio, de prensa escrita.

40.

Es pues indispensable que el imperialismo periférico produzca su propia industria cultural, entendida como empresa mundial de producción de rostros como forma-mercancía.

41.

Si la revolución, bajo el punto de vista de los siglos XIX y XX, debería ocurrir con los obreros tomando las fábricas de los burgueses, socializándola, hoy la revolución pasa necesariamente por la toma de la fábrica de la industria cultural del imperialismo yanqui, igualmente socializándola.

42.

Evidentemente, por ser oligárquico, el imperialismo periférico no pretende socializar la fábrica de la industria cultural, mas si quiere tener éxito, precisará inevitablemente (para ayer es tarde) producir su ilusionista industria de rostros.

43.

Por lo tanto necesita ser una doña Carlota efectiva, lo que sólo es posible decretando el fin inmediato de la dependencia de doña Carlota Estados Unidos, a la que normalmente llamamos Hollywood, Red Globo, Folha de São Paulo, Veja, El País, Facebook, Google, etc.

44.

Aparte de los tres imperialismos La hora de la estrella de los pueblos, así como sucedió con lo mejor de la literatura en el campo de la escritura alfabética eurocéntrica, precisa producirse escribiéndose como escritura huérfana en los soportes de la industria cultural.

45.

Para tal fin, es fundamental democratizarla radicalmente, impidiendo que cualquier forma de imperialismo la transforme en fábrica de su propia dinámica ilusionista de rostros.

46.

Esto sólo será posible, en el ínterin, cuando no creamos en doñas Carlotas, vengan de donde vinieren. Cuando recordemos que el ayer no es ayer sino hoy. Cuando hagamos memoria, para no repetir los errores del pasado.

Notas:

* Recuérdense aquí la Doctrina Monroe, el Destino Manifiesto, el New Deal, el Plan Marshall, la avanzada militarista de Eisenhower y Kennedy: todos síntomas de vocación imperialista, de apariencia de igualdad y de paranoia con un supuesto comunismo invasor.

** En cuanto «creencias justificadas como verdad», según Platón, a diferencia de «doxa», creencia individual u opinión personal.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.