Cuando en una materia sumamente delicada como es «la venta de armamento», y que afortunadamente en España, es un monopolio estatal su -fabricación- y venta, aunque puede dotarse de intermediarios privados pero totalmente fiscalizados, y que cuenta con un importante sector productivo a nivel de primeros puestos en ventas a nivel internacional. No podemos ser […]
Cuando en una materia sumamente delicada como es «la venta de armamento», y que afortunadamente en España, es un monopolio estatal su -fabricación- y venta, aunque puede dotarse de intermediarios privados pero totalmente fiscalizados, y que cuenta con un importante sector productivo a nivel de primeros puestos en ventas a nivel internacional. No podemos ser ilusos y pensar que un mundo que se basa en la estrategia de dominación de los mercados, en todas sus vertientes, y amparados en el juego de los valores financieros en bolsa o el monto de capitales, no puede desatar conflictos bélicos. Un Estado moderno, aún sometido a posibles quebrantos, en lo que se está convirtiendo en no pocas ocasiones «la época de los Estados fallidos», no puede prescindir de la modernización de sus ejércitos y de sus cuerpos y mecanismos de seguridad.
Otra cosa es el negocio de las armas, que hasta hace nada era el principal negocio en movimiento de capitales de la humanidad. La música y las drogas le seguían de cerca aunque esto no se publicite en demasía, pero como ya sabemos todo ha cambiado y está cambiando.
El poder poner fin y salir del negocio de la fabricación de armamento a terceros no se puede plantear como un grito a los vientos. Pues vender armas implica vender a quien compra… y quien compra armas tiene fines diversos. Y por otro lado: vender armas es vender muerte de una forma u otra; y por ello debe plantearse como una aspiración real su reducción.
No olvidemos que se ha generado toda una potente y muy beneficiosa industria armamentística en nuestro país que genera importantísimos beneficios.
Claro que esa propuesta de reconversión de ser vendedores a ser autosuficientes (en lo posible, las patentes en estos casos suelen pertenecer a las grandes potencias) no es precisa, pues en un mundo como el actual, la cuestión disuasoria es imprescindible frente a agresiones armadas de todo tipo y hasta por venir. El dejar de vender para autoabastecer implica una pérdida de entradas con beneficio y por tanto, se tiene que amparar en iniciativas reales de compensación. ¿La investigación?… asunto a valorar y equilibrar entre la sociedad y los expertos en estas materias con fundamentadas opiniones y las leyes a desarrollar. Ningún mercado, que dirigen empresas y mercaderes, que produce beneficios liquida la fuente.
Implementar aún más las motivaciones, formación y acciones en materia humanitaria es cuestión sin lugar a dudas a mantener e incrementar, la modernización constante en épocas de cambios, a la vez constantes, es impostergable. Por ello se trata de armonizar y equilibrar valores en este campo tan maniqueo para debates y exabruptos impropios.
Pertenecemos a la comunidad internacional, más cerca a la europea y mantenemos tratados con organismos internacionales de defensa en los que aplicamos cuotas. Una profunda reflexión general sobre la modalidad de pertenencia a estas organizaciones y organismos se hace necesaria. Con la mayor y más amplia transparencia que la delicada materia permita. Pero sí debemos apostar por nuevas reformulaciones, nuevas adhesiones o separaciones en su caso. Porque lo que no se puede es tratar de «nadar» para cambiar, si nos sujetamos a «corrientes» que nos arrastran.
Hay que tener en cuenta, que dentro del sector, fuentes solventes informan que indirectamente empresas productoras de armamento y otros suministros militares estarían en torno a las 600; pero que directamente vendan a nivel internacional está una cifra cercana al centenar, pero que sobrepasa un volumen «en aumento» de ventas de 6.000 millones de Euros y que directamente mantiene a más de 20.000 empleos. Esto ha generado ya algunas controversias al respecto, pues se trata de un sector altamente productivo en lo económico, complejo en la infraestructura y con fundamentos éticos y políticos necesarios.
En 2007 se aprueba la Ley 53/2007, de 28 de diciembre, sobre el control del comercio exterior de material de defensa y de doble uso, en cuyo preámbulo especifica: «Desde la perspectiva de la seguridad nacional e internacional, se trata de impedir el tráfico ilícito y la proliferación de armamentos y tecnologías sensibles a favor de Estados o actores no estatales susceptibles de actuar contra la paz y la seguridad o de involucrarse en actividades terroristas».
Tenemos que hacerlo: ¡es el momento!… con realidades y contando con todos.
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Ramón Francisco González Hernández – CAndidato al Senado por Los Verdes -Gran Canaria.
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