El pueblo ecuatoriano soporta no pocas necesidades materiales que desgraciadamente los gobiernos no están dispuestos a escucharlas, a conocerlas y a satisfacerlas. En el campo, la actividad productiva se vuelve sumamente difícil dada la pobreza de la tierra, la falta de semillas, el escaso desarrollo tecnológico, el difícil acceso al transporte, tierras comunales vendidas para […]
El pueblo ecuatoriano soporta no pocas necesidades materiales que desgraciadamente los gobiernos no están dispuestos a escucharlas, a conocerlas y a satisfacerlas. En el campo, la actividad productiva se vuelve sumamente difícil dada la pobreza de la tierra, la falta de semillas, el escaso desarrollo tecnológico, el difícil acceso al transporte, tierras comunales vendidas para el monocultivo de las empresas, la escasez de riego, la presencia de plaga,altísimos índices de desnutrición y morbo-mortalidad infantiles…
En los barrios populares de las ciudades las necesidades igualmente son muchas: carencia de plazas de trabajo,bajos sueldos, ocupaciones precarias, alimentación deficiente, ausencia de políticas culturales.
En semejantes circunstancias suprimir el subsidio de la gasolina sin antes haber hecho un minucioso examen de las condiciones sociales, es, por decir lo menos, temerario. Escuchamos con atención las intervenciones de los ministros en TV, discursos inapropiados, ideas utópicas e improvisadas. Uno de los ministros ocupó su tiempo de exposición en comparar los daños que una mina a cielo abierto puede ocasionar, con la explotación de una cantera.
¿Estamos dejando de lado el componente destructivo del correismo? No por supuesto, la moral del correísmo es cínica e hipócrita, terrorista y carente de auténticos ideales de izquierda.
La situación real del país se refleja en la conciencia de la gente que se toma las calles y las carreteras, angustiada por el peso de la crisis. Es interesante señalar que las protestas y los tumultos no tienen ideólogos, salvo una minoría de dirigentes obreros e indígenas a la cabeza de las manifestaciones, aunque, como se ve,reaparecen antiguos maoístas, mariateguistas, estudiantes aburridos, algunos altruistas, campesinos y muchos aventureros.
El movimiento indígena merece una reflexión aparte. Desde los años 90 se convirtió en una especie de modelo de protesta social, de acto cultural.Para todos era emocionante verlos marchar con su wipala, con sus cantos y danzas, los amazónicos traían en sus manos piezas arqueológicas encontradas en sus territorios y venían con los rostros pintados de guerreros. Lasdemandasdela Conaiesiempre fueron justas porque son el resultado de una reflexión colectiva: no más concesiones mineras, defensa del agua, necesidad de un sistema de EIB, transporte comunitario, aplicación de la justicia indígena en las comunidades. Los diálogos ofrecidos por el gobierno nunca tuvieron lugar, lo que demuestra una miopía política evidente.
Ahora los indígenas perciben claramente que la eliminación del subsidio a la gasolina es una imposición del Fondo Monetario Internacional, que con sus políticas va a agravar la situación económica del país. La lucha indígena tiene respaldo de los centros académicos, de varias ONG y de mucha gente honrada y moral.