3ª Estación – Changó, el gran putas: Épica afrodescendiente en modo cooperación
Con una subestación por cada parte de la obra, dedicada A Rosa, compañera de partos: cinco novelas diferentes, “con unidad, protagonistas, estilo y lenguaje propios”. Y un Cuaderno de bitácora – Mitología e historia, cuyo único objeto, para MZO, es “mostrar los riscos por donde has andado, no […] brújula para descubrir caminos”. Changó, en el mito yoruba, hijo de Yemayá y Orungán, tercer soberano del imperio de Oyo, capital Ife, cerca al Níger, cuna de los Orishas creadores del mundo. Su vida y hazañas se confunden en la mitología de África/América, donde es dios de la guerra, rayo, trueno, fuego, fecundidad y danza. Curandero y adivino, en el sincretismo cambia de sexo para ser la bendita Santa Bárbara.
I Parte: Los orígenes: Cap. I. La tierra de los ancestros (41-81). Dedicatoria: “Al compañero de viaje”, viaje iniciático. Mención de los 14 orichas (18) y del instrumento musical típico africano Kora, suerte de arpa hecha con una gran calabaza como caja de resonancia, con la que juglares yorubas acompañan sus cantos. Una intérprete destacada hoy, la gambiana Sona Jobarteh, con el tema Kaira, cuyo lema In the Name of Peace, resulta muy apropiado para el incierto instante del país, donde no puede hablarse aún de posconflicto, menos de paz: la constante sigue siendo la guerra, como diría Camus en su obra póstuma El primer hombre.
La kora ríe/llora/canta. Los orichas le piden al Muntú oír la historia de Nagó, el navegante, el trágico viaje del Muntú al exilio de Changó. Ngafúa, reclama al padre su voz creadora de imágenes, tan oída a la sombra del milenario baobab y le pide despertar, lo invoca e invita a hacer dúo con sus historias, en medio del dolor ancestral. Que reconozca en él al chico que cargaba bajo el árbol de honda raíz, en cuyas ramas duermen/cantan héroes del Mandinga. Evocamadres que lloran a sus hijos, viudas que secan su llanto con sábanas del muerto, seres lamenta huérfanos, lazo que une a vivos y muertos, fugacidad del hombre, inmortalidad del difunto, repartición justa de la tierra, sin obviar plantas ni animales. Canto a los orichas, nacidos de un solo duro parto, tenedores de sombras sin cuerpos y de la luz cuando el sol duerme; invocación panteísta, oda a Odudúa, Yocasta negra, amante de su hijo, sombra de día, luna de noche y como madre única, eterna compañera. Elegía a la palabra, canto encendido, acción pura, fuego que crepita, melodía que despierta al oído. Oda a lo diverso, hermafrodita/incestuoso: Olokún, marido/mujer de Olosa, su hermana/esposa. Maldición del que hizo la guerra a sus hermanos, Changó, su cárcel y exilio, la condena de millones a tierra extraña, por venganza de Loa y su odio al foráneo, lo que deriva en racismo y en diáspora: trata de blancas, hijos bastardos, lucha del Muntú por zafar al verdugo. Huesos, músculos, gritos en cadenas por siglos, olvidada la palabra materna y repetido en rara jerga el totémico nombre del abuelo. Quillas de barcos con sangre del Muntú, negros socavones iluminados con la blanca llama de la muerte, el silencio de los pájaros profanado por el crujir de las cadenas, el crujir de las cadenas callando a los pájaros. Contra todo esto, América parirá algún día un niño negro/blanco/indio, redimido por sí mismo, canta MZO. Para eso, tendrá que cortar puños, lengua, brazos del amo que lo niega. Librará la india madre y su hijo, la abuela violada por el amo, escarnecida en la casa, el surco o la cocina. También, al zambo, al mulato, los librará de prisiones, de mazmorras, de castas opresoras. Sin fronteras de sangre, semilla del hombre nuevo, que ya pregonó el Che, vengador de sus padres, de sus hijos, con la libertad como destino. Para ello, habrá que luchar con denuedo, sin desgano, y habrá rebeliones, fugas, degüellos furtivos, explosiones de furia: luego, la necesaria calma como coda. Esclavos rebeldes/fugitivos, vengadores hijos de Orishas y de América, el continente, no el país/hemisferio de los gringos, tendrán que lavar la maldición de Changó, que, de paso, tanto afectó al Muntú, singular de Bantú, plural de hombre. Hombres que le reclaman su palabra saliva, dadora de luz y muerte, sombra del cuerpo, única compañía que por su medio pasaje (19) le fue dado al esclavo y le exigen que oiga la voz de los de todo el mundo, no solo bantúes. Los que le cantan que a su pueblo lo une un solo grito, no llora ni teme ni su daga temblará al tener que cortar gargantas, que solo espera mantenga unidos los dedos. Y le piden que caiga su maldición a todos, para que una nueva llama surja en cada herida y les revele adónde corre el ignorado río del exilio. Se recrimina a Changó por buscar, para vengarse, fuera de África, a la Loba Blanca esclavista que vende/compra grupos de hombres. Eleguá, primer/importante guerrero, temible oricha, dueño del destino, que abre/cierra puertas, lleva/trae lo bueno y malo que no se espera. Le pide oír historias de ayer, que es hoy, caminos del regreso no andados aún, relatos olvidados del futuro, futuras historias del pasado, eco no nacido del mañana que aún no inicia. Luchadores Minga, 2019: “Yu’tjeng traduce mirar hacia atrás. Es un significado con mucha trascendencia, pues para los Nasas el futuro está en el pasado. En nuestras creencias y prácticas, […] en ese pasado […] el respeto por nuestro territorio y la armonía con el mismo, nos garantizaba la vida de todos. Hay algo muy simbólico en nuestras costumbres. Las mamás cargan con sus hijos en la espalda cuando están pequeños, es muy práctico porque quedan las manos libres para […] las labores de la casa y la huerta y de paso estamos protegiendo nuestros hijos. Cuando hacemos esto decimos: El futuro lo tenemos atrás. Todos […] llevamos un indígena y un afro en nuestro ser.” Se saluda a Eleguá, habitante de selva, que va/viene de todas las rutas, une vida y muerte. Por eso le pide darle la palabra viva, que todo lo une/mata/resucita, no la del diccionario, esa suerte de muerto. Los violentos han roto la unión sangre/tierra y arrancado del árbol las vidas del pueblo, como hojas sin ramas: han roto la trama semilla/estrella, Tierra/cosmos y los hombres están dispersos como billones de gotas en rápidos de los ríos: hoy secos por minería oficial ilegal/legalizada, fracking, biocombustibles, agroindustria. Voces ásperas del voraz capitalismo, crimen en modo plusvalía/explotación/neoesclavitud. Orunla vigila tus Tablas, invoca al San Pacho negro cuidador de partos, único sabedor del punto donde se cruzan hora/camino de vivos/muertos y Despedida de las cien mil tribus, a perdidos Ancestros que llegan de polvorientos reinos a orillas del Chad. Genealogía del indio/ del afroamericano: dicho por el continente, no por el país/h. Fuentes de pueblos primigenios: grandes lagos de África central. Ejercicio de memoria, sentido de nación no chovinista, gratitud por los ancestros, búsqueda del origen, fuente de la esencia. Una Ilíada/Odisea afroamericana, en tanto crónica/gesta/epopeya de un pueblo orgulloso de sus raíces y contento de su devenir.
II Cap.: La trata. Del trato poético al diálogo narrativo (82-107), aunque con un poema a Nagó, elegido para guiar al muntú en el exilio. El terror de la esclavitud narrado por sujetos claves: el Gob. De Dévora; el médico, que no atiende heridos en travesía, porque “no es tiempo de curar sino de ver morir” (92); Zafi Zanahaga, a cargo de las hornillas que marcan a esclavos/as; Coutinho, traficante portugués que sabe, los isokos se comunican todo con la mirada y cuya mejor lengua es silencio/ojos; la mercader Ezili, multi/madre con distintos padres a la que bereberes y nigerianos abanican; Chankpana y sus moscos/vampiros de los ekobios encadenados; Ruy Rivaldo, clérigo excomulgado, violador de novicias en Coímbra, vende-esclavas a persas, castrador de White Slaves; el capitán de la nao Muñís, víctima por la lujuria del envenenado arete de Ezili. Todos, testigos responsables del pavor durante la trata: ante los golpes del rebenque, madres abrazan a sus hijos que maman senos resecos; el rechazo de rebeldes ashantis a la sucia comida de la Loba; la servil actitud de ibos frente al maltrato; gangrenas en bocas, labios cortados, dientes remendados; úlceras causadas por ataduras: por nostalgia de libertad muere el esclavo envenenado; dyolas que arrastran a ekobios a orilla de ríos para dárselos a cocodrilos, en disputa con los marabús. Lepra y sífilis o mal gálico, descrito así por G. Fracastoro, 1530, porque se creía llevado de Italia a Francia: luego, mal napolitano, germano, español, siempre relacionado con invasiones foráneas. Hoy, el mal gringo es la única sífilis. Insurrecciones durante las travesías, incendios de bodegas, negros devorándose entre sí, tripulantes de naos negreras ahora esclavos de sus antiguos prisioneros. Un museo del horror, como el Congo bajo Leopoldo II, genocida de 30 millones en 30 años de pillaje/racismo e intolerancia: prólogo al supremacismo blanco de Trump, que prefigura American History X (1999), con Edward Norton y la esvástica en su corazón. (20)
Cap. III (108-146): La alargada huella entre dos mundos. El Libro de bitácora, lamenta la muerte del cap. Muñís, cómo se ven urgidos a levar anclas en la factoría de Nembe antes de medianoche, previendo lo que pueda pasar ante inesperados/trágicos presagios. 17/mar/1540, a bordo de la nao Nova India. Aquí, la resistencia de los instruidos por el gran Mayombé en la religión de los ancestros inmortales y de los ngalas del Mossanga, a dioses extraños, al Cristo que, a través de la Loba, desean imponer con espada y cruz, garrote y zanahoria. Lo que, con el tiempo, llevará a la evangelización docente, la dudosa alianza entre Partido Conservador e Iglesia católica para adoctrinar en las Tierras de Misión: educar para el atraso. Su triste efecto sigue vigente: basta mirar la casi nula consideración hacia los indígenas del Cauca, tras la fallida visita del subpte., como ahora le dice el pueblo pues el Innombrable Matarife sigue ahí. Así, sigue habiendo una alargada huella de desencanto entre dos mundos.
II Parte: El muntú americano: Cap. I (151-173): Nacido entre dos aguas. Canto de Pupo Moncholo alude al sincretismo afrocubano/cristiano: “Dicen que nació sin padre / como el Jesús de los blancos. / Mentiras que no creo. / Por padre tuvo a Nagó / su abuelo navegante.” La duda atea de MZO, frente a errores de la evangelización. Historia de inmigrantes muertos: para el capitalismo hoy, figuras por(no) excelencia del chivo expiatorio. Enfermos de viruela, lepra, sífilis; tirados del barco, manos encadenadas; agonizantes por palizas; colgados de mástiles; esclavos contra tiburones, para reunir a descuartizados ekobios. Recogedores de niños, que huyen de sus difuntas madres, beben sus lágrimas para que no lloren. Lucha de los que pescan en el fondo a los que nunca flotaron por las cadenas, para que ni un náufrago se pierda en aguas de Yemayá. Solidaridad pura vs. desidia total. Euromillones para Notre Dame mientras Francia ayuda a asesinar niños yemeníes (21). En Cartagena, los difuntos se descuelgan con afán y depositan sus huesos al fondo de la bahía. En la nueva tierra, no la Prometida ni de Oportunidades, del imperio sionista/gringo, Nagó reunirá a vivos y difuntos, en armonía con animales/árboles/piedras y estrellas, atados por Odumare dador de vida y su puño. Ngafúa responde sobre el destino del Muntú en su nueva casa: “Que los vivos y difuntos no tengan paz mientras haya una sombra de cadena sobre sus cuerpos.” (153) Valor del siete (no solo) en la mitología afrocriolla. El hijo de Potenciana Biohó se niega a nacer, quizás por ser hijo de Claver. Bebedizos/brujería/celos, puertas de su vientre no se abren. Búsqueda arqueológica, vía palabras, del pionero de palenques, donde sin porqué se esconden cimarrones: Benkos B. cuidado por las 7 potencias del panteón yoruba: nacido de Yemayá. El niño que Claver pretende llevar al colegio es viejo: tiene 12 años “y ya levanta su verga de toro”, dice Pupo. El mismo que cantó: “Dicen que nació sin…” Y las cantaoras de bullerengue, al final: “¡Sus pasos olemos en el tambor / su aliento habla en el bongó!” (173)
Cap. II. (174-205): Hijos de Dios y la Diabla. El sobrino, con el abuelo Falupo, busca la sombra/abrigo de sus ancestros. El blanco, victimario del magara/fuerza del negro al pintarle el alma con sus miedos/odios/pecados. Predicador del menosprecio de su voluntad para que pueda ganar el cielo; dar la vida al trabajar para el blanco. El desfile del Sto. Oficio anuncia la guerra santa contra orichas, chivos y gallos embrujados. El mandato del Inquisidor obliga a delatar, como, 400 años después, en épocas de seg./dem. paz/equidad/educación legalidad, emprendimiento y equidad. La denuncia es secreta para que el acusador no sea vengado, pero a la vez el Sto. Oficio dispone de espías para descubrir al que encubra/disimule o calle una herejía o blasfema. La confesión de Orobia Morelos se escucha con atención y, al final, en un medio patriarcal, machista y androcéntrico, se desprecia con rigor. Ella resulta encubridora de los desafueros de su ama y negacionista histórica: como hoy, Darío Acevedo, director del CNMH. Se pretende ignorar que ancestros de esclavos fueron agricultores, pastores, artesanos, constructores y comerciantes, como ahora las FARC extraficantes. Cinco esclavos fusilados: Eusebio Lagos, Luciano Palomo, Arnaldo Cabalonga, Atencio Rocha y Domingo Falupo. Éste, con más nombres que azotes encima, antes de caer, dice: “Déjeme llegar a mis ancestros sin remordimientos”. (182) A Atencio lo salvan para condenarlo a muerte. Arnaldo, robaba las reses para alimentar cimarrones hambrientos: fue descubierto por las pieles. A Luciano le cortaron una mano por robar la espada para degollar al amo. A Eusebio lo condenan por matar al capataz que aporrea a una vieja esclava por no dejar el cajón donde yace su nieto. Con el Sto. Oficio surge el carnaval para sobrellevar las penas; la impunidad del poder corrupto en Cartagena; trata y explotación sexual; contrabando de esclavas/os que se niegan a ser cómplices de injusticia; lío entre religiones: mora/cristiana vs. africana. En las naos, sus obligados viajeros copulan mirándose; surgen parejas/amores perdidos tras 70 días de viaje; esclavas en embarazo sorprenden a sus amas; maltrato del capataz, peor que el del amo. En las fazendas, las vacas valen más que los negros bautizados. El Día de Resurrección, ante el altar, regocijo de los esclavos al saborear las lenguas africanas. Por contraste, Benkos calla al pensar que Claver ordenara misa cuando todos quisieran olvidarse de amos, azotes y prédicas que todos son una, según el babalao. (198) Al ir a los montes para fundar el reino, en el sitio fijado por los tambores batá, surgen sospechas de que baile y consumo de guarapo son pretexto para cortar cabezas de amos: el ladrón juzga por su condición, el que las usa las imagina, dicen abuelos, y, para un nieto, el verdugo siempre desconfía. Coronar a Benkos Biohó y a María Angola se resume en reino, cabildo de libertos, carnaval sin mandones. Luna y sol por primera vez juntos. (201) Claver a Biohó: “Tienes que ser manso y sumiso a tu Dios.” Como el asno. Y Benkos blasfema que, si al burro lo hizo torpe y bien hace en callar, “a los hombres nos dio conocimiento”. (p. 205)
Cap. III. (206-238): ¡Cruz de Elegba, la tortura camina! Ahora, sobre las mujeres: Dominga Verdugo, azotada hasta expulsarle el demonio; Isabel Márquez, puesta en el potro por rechazar ser bruja; Guiomar Albornoz, confesa hechicera a la que desnudan: humillación para una serere; Anastasia Abreu, zamba, quien termina por aceptar que también era bruja (209). Antigüedad de la estirpe africana frente a hebreos y romanos. Cuando estos se peleaban Tierra Santa, ya los ancestros de ocho grandes tribus afro la habían recorrido, arado, parido espinas y granos que se repartían entre necesitados. Pasado tan viejo como la sombra que pisan, que los acompaña/rá gracias a la memoria de sus abuelos narradores que guardaron hazañas de reyes/músicos/cantores. Sin prédica alguna, “nadie quería el mal para el prójimo”. (215) De esta gesta, el título: Sentido de cooperación vs. Prurito de acumulación – El negro no quiere mal para nadie aun obligado a escoger confesión o tortura: sin que intervenga el blanco, diría MZO, porque este ha causado lo opuesto: saqueo, tortura, violencia, racismo, muerte. De Colón a hoy, como en La otra historia de EEUU, de H. Zinn. “No tomamos nada por la conquista… gracias a Dios”, dijeron los gringos, concluye el Whig Intelligencer, a raíz del Tratado Guadalupe-Hidalgo: por USD$15 millones usurpan a México más del 50% del país (Zinn: 125). Falupo: “Si decís que el hijo del blanco es blanco, el hijo del negro es negro y el hijo del indio es indio, ¿por qué no aceptáis que a semejanza de sus padres los negros adoren a sus orichas negros, respetando esta condición que les viene de naturaleza, como se espera que los blancos e indios, veneren al dios que adoraron sus mayores?” (217) El babalao desoye a su defensor para que cada minuto, pues irá a la hoguera, lo use “para predicar entre mis ekobios la fe que deben a nuestros orichas”. Cuando el Tribunal descargue sobre él la tortura, morirá, mientras los suyos persisten en desacatar a dios extraño alguno “que patrocine la destrucción del muntú, sometido a esclavitud” (219) Sabe, nunca podría ser defensor de sus creencias pues mal podría llegar a volverse apóstol de Odumare, caballo de Changó, heraldo de Elegba (218). El médico declara al babalao con salud, para morir; el fiscal, apto para el suplicio. Así, lo acuestan sobre el potro, tabla que muerde y mastica cuerpos negros. Al negarse a revelar delaciones, el inquisidor ordena: “Una, dos, tres vueltas.” El bellaco: si confiesa esos nombres será liberado de la tortura. (220) La tortura que todo el tiempo camina es la de Falupo. El clímax reside en el prodigio de dialéctica entre la resistencia del torturado, hereje que no traiciona a orichas, y el chantaje (nada) ético del torturador, Pedro Claver mismo, que le pide abrirse a un Cristo que generoso le permite escoger confesión o tortura, a lo que Pupo responde que, si el potro no aflojó su lengua, ¿por qué derrocharía confesiones si lo somete a mayor tortura? (224/25) Aun cadáver, sombra ausente, alumbra el babalao. Orichas y ancestros acompañan a ekobios: una noche de cadena, no esclaviza al alma.
III parte: La rebelión de los vodús. Cap. I (242-269): Hablan los caballos y sus jinetes. De Cartagena a Haití. Pueblo cuya crisis humanitaria, hoy, no importa a EEUU porque no tiene petróleo ni otras viandas. Primer pueblo libre de América, 1804, gracias a héroes ya citados: Toussaint L’Ouverture, según MZO (253) Dessalines, Christophe. Solvencia del autor sobre lo dicho: Changó son cinco novelas según cinco capítulos y referente en cuanto a historias, personajes, lenguaje e imaginación. La idea de compartir el pan que no se tiene; la alusión a las aves, seres libres por antonomasia; la coexistencia de vivos y muertos (Braz Cubas, de Machado de Assis) y de pasado/presente símbolo de ayer = hoy; caballos que hablan; muertos que siguen vivos: literatura ecuménica, con sentido de justicia e igualdad poco visto por estos lares, focos de inequidad e injusticia, violencia y muerte. Marie-Jeanne, liberta/esclava, conoce todo secreto de sus amos, lo que hacen en sus alcobas, enfermedades, sucios negocios, crímenes. Razón de más para ver en la esclavitud un orbe de ofendidos, humillados y sometidos a crueles vejámenes, a la discriminación, lo que por contraste la hace tomar conciencia de clase. En medio del barullo, hay tiempo para dignidad, orgullo y canto: “Mi negrito tiene frío / No lo cambio por un blanco / No lo vendo por mil chavos / ni lo cedo por un santo / Me lo dieron los vodús / Y por siempre será mío”. MZO toda su vida grabó la tradición oral de Colombia y junto con su hermana, Delia, estudió/difundió el folklor. Al lado del baile, justo, está la libertad, encarnada por Mackandal, cimarrón ejemplo de rebeldía, aun siendo manco; o el difunto Bouckman, el caballo/jinete trotador de don Petro; o Changó, víctima del exilio, esa muerte aparente, “más dañina que el abandono de los orichas” (253). Luego, la trata, requisito para la sobrevivencia del colonialismo; despilfarro por los franceses de dotes de las mulatas con las que se casan (257) y en muchos casos asesinan para obtener su fortuna; siempre, en América, la gente busca a sus muertos, como en Haití (259). De nuevo, la tortura: miembros machacados a martillazos; 25 mulatos condenados a la horca; 13 muy comprometidos condenados a galera por el resto del tiempo (260) Los ekobios tienen una suerte similar cuando se trata de los crímenes de monsieur Le Jeunne, cuenta Bouckman: “En su hacienda mueren […] por montones”. Cuando se resisten a trabajarle día y noche los mete en toneles hirviendo o entierra con la cabeza al sol, embadurnada de miel para que moscas u hormigas devoren sus ojos. (266) El cuerpo de Christophe queda en el sótano del Hotel de la Corona, mientras el Buen Ángel Mayor y demás vuelan al África de sus ancestros.
Concluye: “¡Soy Mashona, constructor de la gran ciudadela de Zimbabwe, diez mil años atrás!” (269). A propósito, Raul Seixas con su tonada, coescrita con Pablo Coelho, Conejo, el mayor de la literatura, Eu nascí há dez mil anos atrás. Tema que habla del sincretismo, tantas veces citado en Changó: “Eu vi a arca de Noé / Cruzar os mares / Vi Salomão cantar / Seus salmos pelos ares / Eu vi Zumbi fugir / Com os negros pra floresta / Pro Quilombo dos Palmares / Eu vi.” Yo vi el arca de Noé / Cruzar los mares / Vi cantar a Salomón / Sus salmos por los aires / Vi escapar al zombi / a la selva con los negros / Al quilombo/palenque de los Palmares / Yo vi. (Trad.: LCMS) (22) La alusión a Seixas/Brasil no es gratis: país de América donde más se estudia la obra de MZO y en concreto su obra cumbre Changó, el gran putas.
Cap. II (270-283): El tambor de Bouckman. Dueños de plantaciones se reúnen en casa de Mr. Byron Libertat. L’Ouverture propone a los blancos dominar a los mulatos. El supremacismo sale a flote, hoy al tope con Trump. Haití se libera a punta de incendios provocados por africanos libertos/rebeldes. La audacia que urde el obligado a callar = mandado a matar: para Lyotard al matar a un semejante, no se mata a un homo sapiens sino a la humanidad presente en él como capacidad y promesa expresadas por el lenguaje. Los ekobios, para soportar la censura tácita, desarrollan el lenguaje sin sonidos. El tambor de B. avisa el levantamiento popular. Degrieux lo tortura y obliga a delatar a sus compinches. Llega la primera república fundada por libertos: lucha estigmatizada como guerra de razas, lo usual. Junto al cirujano Toussaint, el carpintero de altares y ataúdes Dessalines, el ambicioso y rebelde Jean-François, así como Biassau, Jeannot, Vernet, Yayou, Capoix, Geffrard, cimarrones norte/sur. Dessalines confiesa un mal no solo haitiano: “Nuestra debilidad es la desorganización”. El camarero Christophe, asegura: “Solo los incendios nos harán dueños de esta isla”. (276) Como hoy piensa Bolsonazi de Brasil para regalárselo a EEUU vía soya e industria cárnica por el nexo Cargill/JBS, de Joesley Batista. Entre el 22/26/ago/1791 y el Año Nuevo 1804, Haití se libera de ese otro enano energúmeno: Napoleón, quien ordena a su cuñado, el gral. Leclerc, el ataque simultáneo a todos los puertos. Pero al muntú y sus vivos/muertos les sobrará heroísmo para vencerlos. La Loba Blanca es multinacional. Sin la experticia y apoyo de los ancestros, enfrentar el acoso de tanto enemigo habría perdido el rumbo de la libertad.
Cap. III (284-311): Libertad o muerte. Lema revolucionario: Petro cuenta la gesta libertaria del negro en Haití. El tambor de Bouckman invoca a los orichas. Olugbala se echa al hombro la Montaña Negra para aplastar al invasor. A la guerra, junto a los vudús, entra el pueblo: los atados a carretas, trapiche, picos y fosas, calderas de barcos, baños/letrinas. Las mujeres y sus vientres/cerros fértiles. Los niños con hondas y piedras. Cojos, ciegos y mancos: todo el que pueda herir con uñas/dientes: oprimido vs. opresor. Toussaint recibe las llaves de Elegba: aun muerto es “la gran abertura de la libertad” (285). Pétion, único general mulato, nombrado por Changó presidente Confianza para que arme a los que juren libertar al muntú. El barón Samedi, disputa el mortecino a los chulos. El barón La Cruz y su secuaz el barón Cementerio, cavan una fosa para 20 mil blancos que mueren diciendo frases extrañas. MZO toca ideas: buscar protección de los vudús para que Samedi no diezme a los libertos; aunque ekobios sucumban, cada muerto fortalece al ejército contra el intruso; la esclavitud amenaza de nuevo al libertador de esclavos; cimarrones caníbales y sus vudús sedientos de vena blanca atemorizan al invasor; la tropa imperial nunca antes enfrentó soldados difuntos que brotaran de sus tumbas con fusiles de sus asesinos. Changó invita a la guerra: ¡Libertad o muerte! (288). El grito de Bouckman, resucitamuertos, ahora transforma en luchadores a huérfanos y viudas. Así el Cabo estará más protegida. Previendo la vuelta de la esclavitud, los refugiados blancos envían mayorales en botes a recuperar cultivos confiscados. La doctrina del blanco contradice la libre elección del credo y el libre desarrollo de la persona. El nuevo gobernador de Cuba, Juan Nepo de Quintana, les envía a los ingleses 200 perros y en carta adjunta advierte al Tte. Christophe: “Usted debe darles negros para comer…” (290)
Al navío de guerra del gral. Leclerc, cuñado de Napoleón, y su amenaza, nadie teme: las ancianas, v. gr., barren el frente de su casa como hacían en su niñez de esclavitud. Al que huye a la masacre del Gral. Rochambeau, lo avergüenza no estar entre los muertos. Los protegidos de Changó están en el Cabo, que amenaza el enemigo. El difunto Bouckman: “Seréis derrotados por vuestras propias faltas”. (293) Los incendios, verdugos de la Loba. Petro resucita y cuenta sus días de cárcel. Napoleón le ofrece a L’Ouverture paz/libertad al pueblo/soldados. Leclerc es la traición. Guerreros de Petro se integran al ejército de Samedi: no hay cementerio que pueda dar sepultura al muerto traicionado. Dessalines jura hacer saltar la fortaleza, donde están presos, si al otro día no defienden la libertad a muerte. (298) Unidos por el canto, sienten que son ellos y no los galos hijos de la libertad. A Petro las bayonetas le quitan la vida, que por orden de vudús no podían las balas: salvo la de oro, con la que… Leclerc a Napoleón: inútil vencer a los negros esgrimiéndoles ideas anti libertad. (301)
Haití, según Constitución de L’Ouverture: vasallaje abolido, sin esclavos. Mientras haya uno, la libertad flaquea, dice a Dessalines. Reflexión sobre sentido de lucha revolucionaria, vía Petro: “La vida es apenas un plazo”. (306) Éste le dice al rey Christophe, Henry I: los traidores ya no necesitan de sus palacios o mansiones: ahora están libres, con su suicidio. Samedi insta a Petro a usar la bala áurea que él le fundió. A sus pies, Sans-Souci y el llano del Cabo. Aquél lo empuja. Petro avista el hospital y visita calderas, trapiche, aljibes, bodegas con comida para resistir un siglo de asedio. Un fortín tenaz como no es la Zimbabwe de Mashona. Petro pide al capitán de artillería fundir, con su cadáver, el bronce de uno de los cañones quitados a Napoleón. Y a los enemigos de Haití dice estar dispuesto a disparar contra todo intento de subyugar a su pueblo. Porque la libertad no baja al pueblo: hay que lucharla.
IV Parte: Las sangres encontradas: Cap. I (314-322) Simón Bolívar: Memoria del olvido. Con este oxímoron, MZO hace dos cosas: rescatar crianza y niñez, su cuidado por Hipólita/ Yemayá; y un reclamo en torno a los pardos, por mulatos, Manuel Piar y José P. Padilla. Desde el Orinoco más ancho, bajo su voz lenta/rumorosa, le pide recordar sus olvidos. Lo previene contra los que escondidos en su propia sangre buscan su fracaso. (315) La cita a distintos tipos de árboles, algarrobo, granado, no olivo, tiene que ver con la vida y Canaima, espíritu vigilante de la selva. El niño que mama de Hipólita será libertador de cinco naciones, y determinador de que Piar y Padilla, 43 y 44 años, sean fusilados por traición a la patria. Piar, capturado en Aragua de Maturín por el gral. Manuel Cedeño, enjuiciado por el Decreto de Conspiradores ago/1813 y fusilado, 1817, en Angostura, hoy Ciudad Bolívar, por insubordinación, deserción, sedición y conspiración. Historiadores dicen que pudo ser hermano bastardo de Bolívar, por su frase al hacerlo fusilar: “He derramado mi propia sangre”. Otros, que eso no implica filia alguna. JP, vinculado a la Noche Septembrina, urdida por Santander, fue fusilado y colgado por conspiración y traición en Bogotá, 1828: fue el fin del pardo que más lejos llegó en la nueva sociedad republicana, mientras al jefe del complot, se le conmutó pena de muerte por exilio. En ambos casos, aún se discute si hubo justicia. De ahí, MZO en Changó: “Simón, se te acusa de haber dejado a tus palabras lo que pudiste defender con el filo de tu espada: ¡la libertad de los ekobios!” Al final, un reclamo histórico de Nana Taita a quien no murió de tisis: “¡Retírate antes de que despierte Changó y te escupa con su ira! Serás el encargado de recoger la sangre de los ekobios Piar y José Prudencio, fusilados por ti para que puedan cerrarse sus heridas.” (p. 322)
Cap. II (323-374) José Prudencio Padilla: Guerras ajenas que parecen nuestras. MZO, defensor de la mujer en un medio machista, patriarcal y falocéntrico. De ahí: “La mujer es más fértil que la tierra”. Reaparece la idea, quien estudia, se estudia: “Aunque el ancestro indio me hace sigiloso y taimado, cuando alguien franquea mi recelo, puede bucear en las sombras de mi alma”. Y un juicio al racismo: “Padre escúchame, quiero relatarte desde esta otra vida el dolor de haber nacido negro en una sociedad donde la pigmentación de la piel es un estigma”. (323) JPP recuerda su primer o cuarto nacimiento, a bordo de un barco incendiado que lo dejó en playas guajiras. Cuerpo y piernas duermen en el sentipensar acuoso de su madre Sosa Illamba. Nueve lunas pasarán para que se compacten huesos y escamas negras de su piel. Tributo a tortuga, abuela india, madres que en cuclillas esperan que la lluvia de leche llene sus senos; a padre que rema en el horizonte marino y al que ni las oraciones a la V. de las Candelas lo traen al cuarto donde nace. Ni Yemayá podrá atajarlo en busca de su luz que ya golpea sus ojos cerrados. La abuela lo pellizca hasta que su grito es testigo de vida. En la batea con agua de mar lo zambullen y sobrenada gracias a Nagó. Untan su cuerpo con sangre de la tortuga que hace nueve noches espera su venida. Al deconstruir el discurso narrativo, surgen el canto épico y el realismo mítico: “Si no te alejas del mar / a tus enemigos venzas / y nunca vencido serás.” Aun así, es el primer negro fusilado en la Plaza Mayor de Bogotá: “Otra vez debo ser yo el primero”, dice. (370) En suma, un rescate de su asesinato, una queja histórica por la pérdida lastimosa de un gran hombre y una prueba irrefutable de que, en efecto, la mayoría de guerras vividas en Colombia son ajenas, pero por arte de ma(f)ia política nos las endilgan. El poder se ceba con un ser único: “Tenemos instrucciones de tratarlo como a un traidor.” Así, ya ha dicho: “Sentí frío y me ajusto los botones del cuello sobre la sombra que me dejará la cuerda cuando sea ahorcado después del fusilamiento.” (372) Poder sobre el que cavila Handke, el Nobel 2019 que, con razón, se acercó y defendió a Milosevic, toda vez que para el propio Tribunal Int. de La Haya era inocente y para su hijo Marko fue asesinado por EEUU: “Lo que me irrita y me incapacita para llevar una existencia política, no es la aversión a la violencia sino la aversión al poder. El poder, en tanto puede permitirse convertir la violencia en ritual, consigue que esta aparezca como la razonable. Mi repugnancia ante la violencia razonable del poder es inconmensurable. Concibo a casi todos los poderosos como hombres informes y faltos de vida.” Ante el atropello, la dignidad, lo único que salva de la desmesura del Poder: “Llené el pecho con todos los vientos bebidos en nuestras costas. Solo ellos pueden darme la dimensión de la patria.” Así cuando el más pequeño se empina para arrancarle las insignias de almirante, su protesta rebasa los dominios nacionales: “Déjemelas, no me las ha dado el dictador…” Los que han desgarrado la guerrera con sus bayonetas, encuentran los cuajarones de sangre ya citados por Manuel Piar, se miran sorprendidos y los cuentan, “como si adivinaran su puntería.” Por eso, cuando le ofrecen un banquillo para que cierre los ojos y no mire el fuego de la fusilería, los rechaza indignado. Por fortuna y contraste frente a los desmanes/evidencias, el muerto sigue vivo. Entonces, cuando los monjes del San Agustín rescatan su cadáver, lanza su queja postrera, para señalar de paso el miedo del poder ante quien desnuda la opresión: “Libre, atarraya abierta, me regué en el suelo. Me recogen calibrando el plomo, las aberturas, la sangre derramada. Luego, alumbrado por el candil de su miedo, navegué sobre sus hombros por callejuelas empedradas.” Llegan a la iglesia, la bordean y ven una rendija entre los muros: “De esta manera, padre, encallé en el último puerto, en una capilla colonial. […] Saben que soy un negro creyente de Changó. Por eso me hicieron un sudario con las polleras blancas de santa Bárbara”. Cuando hunden el bote en la cripta, se oye el ladrido de la sombra perro hasta más allá de los confines, desde donde José P. Padilla sigue hablando: “Desde aquí te veo Pabla Pérez en las oficinas públicas, prendiendo velas a la memoria de tu almirante asesinado. […] Pero no te aflijas, Pabla Pérez, favorecido soy con la vida inmortal de mis ancestros ante la mirada de Changó. Desde aquí te sigo los pasos, rememorando tu mulata alegría de aquellas tardes cuando encendiste tu risa en nuestra nostalgia de exiliados.” (pp. 373/74) Y desde La Fábrica de Sueños este ensayo, que no reseña, termina en su segunda parte. Continuará…
Notas
(18) En Internet: 25 Orishas, con sus santos católicos: Osain (San A. Abad: 17/ene); Oyá (Virgen de la Candelaria); Oggún (San Pedro); Oko (Isidro labrador); Obba (Sta. Rita de Casia); Odudúa u Oddúa (Norberto); Ochosi (Alberto Magno y Norberto); Eleguá (A. de Padua); Osun (Juan Bautista); Oke (Santiago Apóstol); Naná Burukú (Sta. Ana y Virgen del Camino); Dadá u Obañeñe (Ramón Nonato); Yemayá (Virgen de Regla); Oshún (V. de la Caridad del Cobre); Obatalá (V. de las Mercedes); Ibeyis (Cosme y Damián); Orulá u Orunla (F. de Asís); Oya (Sta. Teresa de Jesús); Inle (Rafael); Yewá (Ntra. Sra. de los Desamparados); Aggayú Solá (Cristóbal: Santo Patrón de La Habana); Changó (Sta. Bárbara); Iroko (Inmaculada Concepción); Babalú Ayé (Lázaro); y Osain (San Silvestre: 31/dic).
(19) Middle Passage: voz que designaba el viaje a bordo de un barco esclavista, desde la costa occidental de África a las Indias Occ. o a América. Es a su vez el título de la novela del afrogringo Charles Johnson con la que ganó el National Book Award, 1990, y traducida, por R. M. Bassols, como La trata. Seix Barral, Barcelona, 1991, 197 pp.
(22) https://www.youtube.com/watch?v=U7l5jTC4dZg Raul Seixas – Eu Nascí há dez mil anos atrás – 1976
Luis Carlos Muñoz Sarmiento (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín de EE, 2012, y columnista, 23/mar/2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución fue lanzado por UFES, el 20/feb/2021. Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en portal Rebelión. E-mail: [email protected]