Tras la primera vuelta presidencial con la irrupción de Kast, hubo un consenso en personeros del régimen en que la Convención Constitucional (CC) no podía hacer reformas radicales, sí una constitución moderada, con derechos sociales pero manteniendo las claves del modelo económico y del régimen de la transición.
Pasado segunda vuelta y el triunfo de Boric, se dio inicio al segundo tiempo de la CC. Se eligió una nueva mesa reemplazando a la dupla Loncón-Bassa y salió derrotado el bloque del Frente Amplio (FA) y Colectivo Socialista (CS), hecho que desde los Movimientos Sociales Constituyentes (MSC) llamaron “rebelión de los independientes” (ganaron la presidencia e hicieron un acuerdo con el centro burgués “Independientes No Neutrales” en vicepresidencia). Desde allí hasta ahora se han empezado a discutir en comisiones las cuestiones de fondo y en paralelo se presentaron más de 2.500 “iniciativas populares de ley” con cerca de 1 millón de personas que participaron, aunque solo 77 lograron el filtro anti-democrático de 15 mil firmas.
En las comisiones (de Medio Ambiente y Modelo Económico, Sistema Político, Justicia, etc.) se han aprobado, por mayorías simples, reformas que pusieron “alarmas” en los dueños del país: en torno a las cuestiones del “modelo” se rechazó consagrar la libertad de emprender y la economía social de mercado; se aprobó la nacionalización de recursos estratégicos y de gran minería como el cobre y el litio, con pago a plazo; se aprobó una moción de salirse del CIADI (tribunal que sirve a las multinacionales para defender sus intereses); nulidad de permisos de la concesiones mineras, forestales, de agua, energía y otros parecidos que recaigan sobre bienes naturales ubicados en territorios indígenas sin su permiso previo; revisión de los Tratados de Libre Comercio; consagración de derechos de la naturaleza como bienes naturales comunes no susceptibles de propiedad privada; caducidad de los derechos de aprovechamiento de aguas bajo el código de 1981 de la dictadura, sin indemnización cuando son usados para uso industrial, minero, forestal. Respecto al sistema político se estaría imponiendo un arreglo moderado de bicameralismo y cambios en el nombramiento y control de jueces, y en el sistema de justicia.
La reacción patronal fue inmediata. El Presidente del poderoso gremio minero, Sonami, puso el grieto en el cielo y dijo a los medios que era una “barbaridad”. Juan Sutil, presidente de la unión de los gremios patronales CPC y él mismo un gran capitalista industrial agrícola, señaló que “hemos presenciado locura tras locura (…) este tipo de desbordes nadie los desea, son revanchismo a lo que Chile ha construido en las últimas décadas, que vayan al pleno y sean rechazados de plano”. Mayol, convencional derechista, ex ministro de Piñera (también de la SNA, el primer gremio patronal chileno de la vieja oligarquía latifundista hoy “modernizada” en grandes capitalistas industriales del agro) señaló que «hay gente que cree que no está haciendo una Constitución, sino una revolución.» Para el convencional derechista Fontaine, hay “ambientalistas talibanes”.
Hasta los emergentes pensadores liberales de derecha se corrieron al compás “rechacista”. Según Mansuy «lo relevante es que se está empezando a dibujar una dirección: es muy posible que el texto final tenga bastante de refundacional y de revancha.» Un agudo cronista de la transición convertido en un oído del poder, Ascanio Cavallo, ve decepcionado que “la fase de “moderación” para crear una democracia renovada simplemente no ha llegado.»
¿Un Plan B? ¿O un plan C?
Las alarmes encendidas, encendieron los planes conspirativos, cada uno por sus lados, de los cuales Chile tiene de sobra en su historia. Quien mejor lo expresó, fue un viejo príncipe de la DC, del clan de los Walker, que tienen en su familia miles de derechos de aprovechamiento de aguas concedidos gratuitamente. Señaló que así como estaba la cosa había que ir buscando un “plan B”.
¿Qué sería dicho plan? Frente a las reacciones por redes sociales que lo acusaron de “golpista” recordando el rol oficial de la DC en 1973, aclaró que podría inclinarse por Rechazo. Un opinólogo señaló que en ese caso habría que tener también un “plan C” y se preguntó ¿por qué no rescatar el proyecto de Bachelet II después de rechazado el plebiscito y que lo apruebe el Congreso? Conjeturas por ahora. Mansuy planteó (como parte de una derecha que fue por el apruebo en el plebiscito de entrada) que en caso que sea una “constitución izquierdista” había que votar por mantener la “constitución de los 30 años” (¡linda operación ideológica escondiendo que es la de Pinochet!).
Pero aun no vota el pleno de la Convención, y por tanto, no se aprueba ninguna norma. Para ello requiere los dos tercios del total de convencionales, el guardián de la jaula pactado entre el frenteamplismo, el PS, la derecha y los independientes de centro-izquierda. Es decir, probablemente la mayoría de las medidas más “radicales” serán eliminadas -salvo ocurrir un proceso de luchas que modifiquen la actual relación de fuerzas. Consideremos además que el grito que puso la gran patronal en el cielo se trata de medidas que incluso promueven la “indemnización” de las nacionalizaciones, aunque no les guste su forma de pago (descontando ganancias excesivas y con pago a plazo). Aun no se han votado otras iniciativas que plantean sin “indemnización”.
La campaña que se ha formado en torno a cualquier medida que apunte a poner en cuestión los pilares del modelo y el régimen de los 30 años, busca hoy por hoy presionar lo más que se pueda para eliminar y/o bloquear cualquier medida que consideren radical; y laborar una Constitución que respete el modelo, so pena de sufrir las penas del infierno. Su campaña obtiene resultados.
El centro guardián de los “dos tercios”
La campaña apunta a poner presión al FA y al CS (Colectivo Socialista, y del Apruebo) para “gobernar”, “moderar” o dar “conducción” a la Convención y que practiquen la democracia de “los acuerdos” de los 30 años, para legitimar los 30 años. El derechista diario La Tercera lo expresó claramente: «Ante el desorden y falta de liderazgos que se observa en la Convención, el FA y el PS, como futuras fuerzas de gobierno, deberían cuanto antes buscar reorientarla para que esté en línea con una conducción responsable del país. « El dirigente patronal Sutil llamó a que Boric ponga orden pues son “planteamientos son muy extremos y se contravienen con lo que se quiere para el desarrollo de Chile y para el Chile socialdemócrata al que ha hecho referencia el propio presidente electo”.
Lo cierto es que en el FA preparan la “moderación” a tono con el discurso de Boric -aunque hoy guarde silencio sobre la convención. Es claro que no le sirve una Constitución con medidas más radicales que encienda la oposición derechista y las actividades “gremiales” –que probablemente movilizarán en el próximo periodo.
El FA, junto al CS e INN, buscarán una constitución “moderada” negociada con la derecha y los gremios patronales, que implicará cercenar cualquier medida más radical. Por ejemplo, respecto a los recursos naturales como el cobre o litio, el FA y el CS preparan una medida que establece el dominio del Estado sobre esos recursos, pero permite concesiones transitorias no permanentes, y recién en 5 años se podrán revisar las actuales, o sea más de lo mismo, que continúe el saqueo. El Convencional concertacionista “independiente” Patricio Fernández tituló muy bien su estrategia: «Es un hecho que la derecha no tiene el sartén por el mango, pero eso no significa que debamos freírla adentro.»
Lo cierto es que desde el FA han puesto a salir a poner paños fríos a la cuestión con el cálculo de los 2/3. Que ganen medidas más radicales puede realizarse solo en la medida que haya una gran movilización popular y un proceso de luchas en ascenso.
Por eso desde ya hay que preparar las condiciones de un gran movimiento en las calles, cuestión que no están haciendo ni el PC, ni Movimientos Sociales ni la Coordinadora Plurinacional y Popular, que impulsan muchas de estas medidas que alarman a los gremios patronales. Este sector de la Convención, ¿harán lo mismo que la vez que se declararon “soberanos” y llamaban a “liberar a los presos” y terminaron sucumbiendo y capitulando ante la presión patronal, de los medios y del viejo régimen, sin soberanía y sin liberar a los presos? Hay que exigirles que desde ya convoquen a reuniones de organización, preparar un plan de lucha ascendente que permita crear las condiciones de la movilización popular y de la clase trabajadora, de las mujeres y la juventud. Medidas como la libertad de las y los presos, el aborto legal y libre, y otras como la lucha por poner fin al saqueo y nacionalizar sin pagos los recursos estratégicos, solo se podrán conseguir a medida que se desarrolle un proceso de luchas y organización. No será en base a maniobras y concesiones de métodos parlamentarios como constantemente hace el PC y MSC. La llamada por ellos mismos “rebelión de los independientes” sin impulsar la lucha de clases se quedará en una bonita historia de maniobra palaciega y no solo chocarán con los dos tercios, sino llevar a su contrario, a “administrar” desde la presidencia de la CC los “acuerdos” que quieren los dueños del país así y los moderados frenteamplistas. La Convención no es el producto triunfal de la revuelta, sino su desvío a los marcos del régimen bajo los términos del acuerdo por la paz, y que ahora con los 2/3 buscará el gatopardismo puro y duro, el de una Convención para quedar bien con los dueños de Chile, como ha sido hasta ahora.
Lucha de clases o conciliación; demandas de octubre o a “medida de lo posible”
El 04 de julio vence el plazo para que la Convención presente una nueva Constitución al país. Bajo las reglas del “acuerdo por la Paz”, la Constitución nacida de la CC será posteriormente votada por sufragio universal en un “plebiscito de salida” de “apruebo o rechazo”. Tendrá una importante particularidad, será la primera elección con voto obligatorio después de una década.
De seguir así las cosas, se vendrá un forcejeo al interior de la Convención, en el marco de la instalación de un nuevo gobierno que despierta expectativas en amplios sectores de trabajadores y populares, jóvenes y mujeres. La propia Convención, según las encuestas, ha atraído más expectativas. Pero todo esto puede cambiar con un año de bajón económico y aumento de inflación.
Los sindicatos, organizaciones sociales y territoriales, asambleas y coordinaciones, la CUT, Colegio de Profesores, C8M, deben empezar a preparar las condiciones para la movilización ascendente, con pliego único de demandas para unificar todas las peleas y reclamos, confiando solo en las fuerzas de la organización y la movilización independiente, única capaz de llevar a la conquistas de nuestras demandas irresueltas. No hay tiempo que perder. El 8 de marzo, día internacional de las mujeres trabajadoras, puede ser el inicio de un movimiento recuperando las calles por nuestras demandas.
Si no es la derecha quien moviliza y busque ganar apoyo social para impedir cambios profundos (tienen enormes recursos para ello), será la moderación del FA y del viejo Concertacionismo quien buscará enterrar la realización de las demandas de octubre. Bajo el discurso de la «responsabilidad» y «gobernabilidad» será patear hacia un futuro indeterminado -nuevamente- las reivindicaciones del pueblo trabajador. No es improbable que la derecha y empresarios movilicen. Lo hicieron con Bachelet. La crisis de sus partidos históricos como RN y UDI no deben hacernos creer que no tienen fuerza en los “gremios”. Así podrían articular movimientos de padres y apoderados por libertad de enseñanza; de iglesias contra el aborto; del campo por la defensa de las “tradiciones”; de empresarios en defensa propiedad privada y contra el “terrorismo mapuche”. Ya se están empezando a unir y reagrupar gremios usando las iniciativas de ley que lograron con decenas de miles de firmas.
La movilización independiente de la clase trabajadora y el pueblo, de la juventud y las mujeres será la clave para pelear la conquista de las demandas históricas, so pena de quedar encerrada en una nueva «transición» que postergue -nuevamente- nuestras reivindicaciones.
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