En estas próximas elecciones tenemos que optar por los candidatos que no han renegado de sus orígenes pobres y que continúan inspirándose en las organizaciones populares.
La opción por los pobres es un criterio valido no solamente para quienes nos reclamamos del Dios de la Biblia, sino que es una exigencia natural para una sociedad si se la quiere llamar justa e inclusiva. Eso no es el caso de las sociedades organizada por el sistema capitalista neoliberal que favorece a los más ricos a costa de los pobres, o sea, de los empobrecidos por ellos mismos. Es el caso patente de Ecuador en estos últimos años.
La opción por los pobres es una de las mayores características de Dios en el libro de la Biblia y en las religiones cristianas. Está ya presente en el cuarto capítulo del primer libro de la Biblia, el Génesis. Es la historia de Caín y Abel. Continuará con la preferencia de Esaú en vez del hijo mayor Jacob. Liego con David, la familia de Jesús… Jesús es por excelencia el Mesías de los pobres. Las primeras Comunidades cristianas nacieron entre los pobres. El Apocalipsis, último libro de la Biblia, el libro de la esperanza, describe la victoria decisiva de la humanidad simbolizada por la Mujer, victoriosa del Dragon y de las fuerzas del mal.
La opción por los pobres es la opción por las víctimas de la injusticia. Dios prefiere el sacrificio de Abel al de Caín, no porque su sacrificio era mejor, sino porque era el hijo menor que, en la tradición de aquella época, toda la herencia familiar iba al hijo mayor. Lo mismo para David que era el último hijo de la familia… Dios ama a todos, pero en su amor da prioridad a los maltratados y a las víctimas de la maldad. Los pobres son los preferidos de Dios porque son empobrecidos por los ricos. Dios quiere el compartir y la equidad: A cada uno según su necesidad.
Jesús vendrá como pobre entre los pobres; elegirá a sus discípulos entre las y los pobres de su provincia; defenderá de manera particular a la mujer discriminada; curará a los enfermos; perdonará a los pecadores; conformará su Iglesia a partir de los pobres y construirá su Reine desde ellos y con ellos: “¡Felices los pobres y los que tienen el espíritu de los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios!” Los pobres son los preferidos de Dios no porque son mejores que los demás, sino porque son injustamente víctimas de la maldad, del egoísmo y de la acumulación de los ricos y de la complicidad de los demás.
Esta regla divina no está para que se aplique exclusivamente a la esfera religiosa. Es también una meta para la sociedad. El Papa no deja de repetirlo en sus encuentros con las organizaciones populares, como en Bolivia en 2015: “El futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las élites. Está fundamentalmente en manos de los Pueblos; en su capacidad de organizarse y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio.”
El conocido escritor francés Georges Bernanos lo expresaba de la manera siguiente en 1947: “Afirmo que el mundo será salvado por los pobres, o sea, los que la sociedad moderna excluye, ya que no tienen la posibilidad de integrarse a ella ni ella tiene la capacidad de integrarlos. Tarde o temprano, la ingeniosa tenacidad de ellos tendrá razón de ferocidad de aquella. Repito que los pobres salvarán al mundo: lo harán tal vez sin darse cuenta, y a lo mejor no recibirán ningún reconocimiento por esta inconmensurable tarea”.
¿Hemos entendido que convertirnos a Jesucristo es convertirnos a los pobres, es decir, a la pobreza digna que está hecha de compartir, igualdad, equidad y dignidad? porque eso es el sentido de la opción por los pobres, tal como lo escribieron los obispos latinoamericanos en su reunión en Puebla (México, 1992): “Hacer nuestras las causas de los pobres”. El dinero no es malo, la acumulación de dinero sí, porque es fruto de la explotación de los trabajadores y el saqueo de la naturaleza. Los ricos y su sistema capitalista son incapaces de ‘salvarnos’, porque su organización social es perversa. El capitalismo es el resultado de una enfermedad mortal: necesita de la muerte de los pobres y de la naturaleza para mantenerse. Es una adicción fatal como el alcohol, la droga, el juego.
Los pobres tienen que, colectivamente, optar por ellos mismos y nosotros por ellos también: por la pobreza digna. En estas próximas elecciones tenemos que optar por los candidatos que no han renegado de sus orígenes pobres y que continúan inspirándose en las organizaciones populares porque ahí está la verdadera sabiduría, la sabiduría de Dios. Eso significa que tenemos que organizarnos, capacitarnos y actuar siempre con estas organizaciones. Eso es el camino de los que nos decimos humanistas, cristianos, proletarios. Las elecciones son la prueba que revela con quienes estamos: con los pobres o con los ricos, es decir, contra los pobres, contra Jesús de Nazaret y contra Dios.
Termino con otra frase de Georges Bernanos: “El destino del mundo está en manos de las naciones pobres. Es a esta humanidad viviente a quien está destinado el Reino. ¿No sientes el primer frescor del alba? Llegará el día en que los que corren hoy, desconcertados, detrás de amos despiadados, se detendrán exhaustos en el camino que no lleva a ninguna parte. Entonces, tal vez se cumpla la Palabra de Dios: ‘Los mansos poseerán la tierra’ simplemente porque no han perdido el hábito de la esperanza en un mundo de desesperados”.
¡Que, con estas elecciones, hagamos que vuelva la esperanza y el camino correcto, tanto entre nosotros mismos como en nuestro país! Con la opción por los pobres, apostamos por la fuerza inquebrantable de los pobres, el poder popular, porque es el poder de Dios.
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