“Este mundo no me parece justo; y yo he batallado, y batallado ahora con morir, para crear un mundo justo. ¿Qué me importa que mi muerte sea un asesinato judicial? ¿Cabe en un hombre que ha abrazado una causa tan gloriosa como la nuestra desear vivir cuando puede morir por ella?” Frase pronunciada por Engels, uno de los Mártires de Chicago.
Todos los días en todas partes del mundo la mayoría de los pueblos despiertan y duermen y sus hijos nacen y mueren mientras observan a su alrededor las desigualdades heredadas por siglos de apropiación indebida, mejor sería decir, por el despojo de la mayor parte de las riquezas creadas por los trabajadores, que se acumulan en las manos usureras de una clase con afición y oficio de explotación del trabajo ajeno.
¿Qué hacer? Es la pregunta que se han hecho los rebeldes visionarios de todas las épocas. Sus vaticinios todavía desandan los vericuetos de la historia de todas las épocas. Fueron Carlos Marx y Federico Engels los más lúcidos pensadores y fundadores de la teoría y método para adelantar los pasos de la liberación de la clase trabajadora. En esa lucha, jalonada por luces y sombras de ideas, encontraron su fin y gloria los mártires de Chicago, en cuyo homenaje se celebra por gran parte de la humanidad el día 1 de mayo como Día internacional de los trabajadores.
Durante su estancia en los Estados Unidos en esa época José Martí, el Héroe Nacional de Cuba, hubo de describir para los tiempos futuros los sucesos allí ocurridos y el drama social y político que se vivía por los trabajadores.
“Un drama terrible,” fue el titular de la crónica que José Martí publicó en diario La Nación de Buenos del 1º de enero de 1888, en la cual describe todo el proceso real de los acontecimientos de las luchas sindicales y hechos que dieron origen al procesamiento y ajusticiamiento de los sindicalistas conocidos como Mártires de Chicago.
Antes de los sucesos de Chicago ocurridos años después, en su “Carta de Nueva York”, publicada el 31 de marzo de 1862, expresaba: “En esta tierra se han de decidir, aunque parezca profecía, las leyes nuevas que han de gobernar al hombre que hace la labor y al que con ella mercadea. En este colosal teatro llegará a su fin el colosal problema. Aquí, donde los trabajadores son fuertes, lucharán y vencerán los trabajadores”
De cierta forma se cumplió parcialmente la profecía, ya que en esos momentos el horario de trabajo podía extenderse hasta 18 horas y el reclamo era por 8 horas, lográndose esta conquista a finales de mayo de 1886 cuando varios empresas patronales accedieron a concederla a centenares de miles de obreros, tras la sangrienta represión de las huelgas de abril y mayo de 1886 de la fábrica McCormick en la ciudad de Chicago. Pero hoy, más de un siglo después, faltan tantos derechos laborales por conquistar y tanto el bienestar consiguiente, que asombra la rémora de lo que es reconocido como justo y equitativo.
La fecha del 1 de mayo como Día del trabajador se fijó durante el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional celebrado en París en 1889. La idea era recordar y reivindicar a los Mártires de Chicago, grupo de sindicalistas que fueron condenados a muerte y finalmente ejecutados el 11 de noviembre de 1887, por su participación en una huelga que inició el 1 de mayo de 1886 en Estados Unidos.
Fue un veedor profundo José Martí cuando expresó en su artículo de 14 de agosto de 1886 “…se viene encima, amasado por los trabajadores, un universo nuevo”.
También fue rotundo cuando denunció el 9 de noviembre de1887 que “Así las grandes empresas se sirven de la ignorancia de los trabajadores, en su artículo “Desde los Estados Unidos”. Y cuando el 26 de mayo de 1888, expresó: “… cada hecho de que un trabajador sufre es consecuencia ordenada de un sistema que los maltrata por igual a todos y que es traición de una parte de ellos negarse a cooperar a la obra pujante e idéntica de todos”. Y cuando apuntó a la esencia noble de los trabajadores el 22 de noviembre de 1888. “¿Quién tiene el corazón más blando que los trabajadores”. Y tuvo claro en el reconocimiento del sistema de explotación capitalista, al sentenciar en 1889: “Con el trabajo honrado jamás se acumulan esas fortunas insolentes”.
Y trajo a colación la experiencia histórica de la humanidad en su afán de lucha por la felicidad cuando anotó en su Cuaderno de apuntes: “…los que trabajan para el porvenir son siempre, sin variación y excepción alguna, censurados, perseguidos y acusados de visionarios en el presente”.
Pero quienes hemos vivido la experiencia revolucionaria cubana y la sociedad que ha debido construir las bases de sí misma bajo la presión sempiterna del imperio vecino de los Estados Unidos, conocemos de una experiencia nueva, con sus altibajos, de poner en mano de los trabajadores su presente y su futuro. Por eso el 1 de mayo se ha celebrado durante todos los años de revolución como una fiesta, en que todos los sectores se amalgaman para rendir cuenta de lo logrado y prometer nuevas conquistas para el futuro inmediato y mediato. Así será este 1 de mayo del 2023.
Wilkie Delgado Correa. Doctor en Ciencias Médicas y Doctor Honoris Causa. Profesor Titular, Consultante y Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba. Premio al Mérito Científico por toda la obra de la vida. Escritor y periodista.
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