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La bola de cristal (II)

Fuentes: Rebelión

Me parece feliz la idea de aquel sabio conductor del grupo musical The Beatles, John Lennon, quien decía que la vida es eso que nos ocurre mientras hacemos otros planes. Creo que a todos nos ha sucedido algo a ese respecto. Pero eso mismo es lo que pienso acerca de los Planes que la Agenda 2030-50, la Agenda Verde, los Actris y demás tienen al parecer previsto para la Europa de la UE y si pueden para todo el mundo. Pues quienes se empeñan en dirigir los destinos del planeta, por supuesto “americanos” y comunitarios europeos, y no precisamente quienes figuran sino también quienes les manejan desde las sombras, se han marcado el objetivo de construir una nueva sociedad, una sociedad mejor y más organizada bajo el mandato de las nuevas tecnologías y de la inteligencia artificial.

Y es que ésta es una época que en circunstancias históricas “normales”, debiera haber sido un segundo Renacimiento. Pero de momento, los cambios aplicados basados en esas nuevas tecnologías, con procesos complejos de pruebas y tanteos que en la práctica se muestran por eso mismo inestables, producen efectos ambivalentes en la población. Por un lado pueden tener la eficacia de la conjunción para la misma tarea de varios trabajadores, pero por otro amortizan los empleos y angustian a buena parte de la sociedad de los mayores.  Pero eso sí, dejan intacta la producción masiva y el consumo como pilares del sistema, causa y efecto de un planeta sumido en la basura aunque la basura se esconda silenciosamente en países pobres de otros continentes. De modo que los cambios serán formales para que todo siga igual, pues el sistema económico no tiene trazas de cambiar. En lo esencial seguirá siendo el Mercado…

Así, coches y más coches para uso individual, de una u otra clase de energía; energía, por cierto, que sea cual sea, a su vez supondrá a la larga un impacto imprevisible en la biosfera; artefactos de todas clases, paneles y más paneles solares cuya duración es al parecer no más de 15 o 20 años y sus desechos mucho más dañinos que los desechos nucleares; minucias envueltas en desproporcionados envoltorios de cartón servidas en cada hogar, seguirán exigiendo la tala de árboles y más árboles para la celulosa, el papel y la publicación impresa. Por otro lado, el intento de controlar el clima- a todas luces fallido, pues en otro caso se hubiese provocado la nieve y la lluvia en la península ibérica a lo largo del año hidrológico para no encarar la población angustiosamente el estiaje-, y tantas otras medidas suicidas, como la destrucción de presas y embalses en España cuando el desierto avanza; la apropiación de manantiales, de fuentes y de cualquier lugar donde existe agua potable, etc, no pueden estar sino diseñando un futuro desastroso. Con lo que la Agenda Verde es un sarcasmo. En España, un lugar maravilloso, Doñana, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1994, está tocada de muerte por falta de agua y por la apropiación privada de agua subterránea hace muchos años. El Mar Menor murciano es irrecuperable, y en Uruguay, leo en este momento que el embalse principal deja reserva solo para 25 días… ¿Acaso queda algún rincón del planeta que no sea patrimonio de la Humanidad?

Por otro lado, ¿acaso esas lumbreras han consultado a la inteligencia artificial? ¿O es que la AI funciona mal si se cotejan sus respuestas con el común sentido? Pues todo parece un despropósito, todo previsiones y preparativos de placebo y para el autoengaño. De momento asistimos a otra barbaridad a cuyo frente está un español que en su día pareció excepcional como economista y ahora en nombre de la UE está empeñado, sin duda siguiendo directrices del imperio “americano”, en prolongar lo más posible la guerra que se libra en Europa, en contra de los más elementales principios de la diplomacia. Otro disparate, Y ahí está el alto riesgo de que un error de cálculo o el simple acto reflejo de que un trastornado ocasione una deflagración nuclear con efecto dominó, como John F. Kennedy dijo en un discurso en la ONU en 1995, del que destaco: “no hay que confiar en las grandes potencias”.

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