Tenemos una muy mala imagen de la política y de los políticos… y con razón, porque vemos que nuestras autoridades y los asambleístas, en su mayoría, buscan el poder político para acumular descaradamente dinero lo más que puedan. Además, como controlan los grandes medios de comunicación, los utilizan para este objetivo. Entonces no nos dicen la verdad sino lo que, por una parte, les va a beneficiar y, por otra, lo que nos gusta escuchar, porque la mayoría de los candidatos actuales no tienen partido propio, ni plan de gobierno, ni ideología. Por esta razón, lo que nos dicen es sea mentiras, sea inventos, sea imaginaciones… para ganar nuestro voto a toda costa. Pueden hacer esto porque nos hemos desinteresado de la política, es decir, de la organización de nuestro país, de cómo funciona la economía, cuál es el contenido de las ideologías.
En los centros educativos -primarios, secundarios y superiores-, como también en la familia, deberían enseñarnos estas cosas de la verdadera política, para que no seamos unos analfabetos políticos, sino ciudadanos activos y participativos que aportamos la parte que nos corresponde afín de tener un país donde podamos vivir y convivir armoniosamente. Además, desde que nacemos, estamos viviendo mediante un ambiente que nos ayuda a crecer con la calidad de vida que nos merecemos. Difícilmente logramos relaciones positivas con los demás, la naturaleza, el cosmos y el misterio de la vida. Los seres humanos tenemos la capacidad única de decidir y participar de nuestro propio desarrollo. Por este motivo, debemos afirmar que la política, o sea, la organización de las relaciones humanas, es la mayor expresión del ser humano. Al no participar en esta vida política, nos mantenemos al margen de lo que nos va orientando, moldeando y conformando como persona humana, es decir, crecer en dignidad y fraternidad. No es normal que otros decidan cómo debemos organizarnos, qué debemos conocer y estudiar, cómo debemos comportarnos y decidir, que debemos pensar sobre lo que es la verdad, la justica, la libertad. También debemos entender que, si no participamos en la vida política de nuestro país, perdemos el derecho a criticar tanto su organización como la corrupción de nuestras autoridades ya que dejamos a otros la capacidad de decidir por nosotros cómo va a funcionar nuestro país. Por este motivo, el papa Francisco repite lo que ya el papa Pío 10° dijo hace 100 años: “La política es la mayor expresión de la caridad cristiana”. La participación en la vida política es nuestra responsabilidad directa y es uno de nuestros primeros derechos. Por lo mismo es un deber indeclinable para toda persona humana.
A causa de nuestro desinterés, nuestra ausencia y abstención, nuestro país es lo que es: La propiedad privada de unos pocos para su beneficio exclusivo. Hemos dejado que otros decidan por nosotros y les permitimos, por nuestra complicidad, hacer lo que les da la gana. Hemos dejado a los más ricos manejar la organización política y económica de nuestro país y lo aprovechan para acumular riqueza sin límite y a costa nuestra. Gracias a nosotros se han organizado y nos organizan de tal manera que lo pueden hacerlo todo en toda libertad. Ahora tienen este poder y no lo quieren soltar. Utilizan la educación, los medios de comunicación y las religiones para meternos en la cabeza que sólo ellos tienen la capacidad y las mejores soluciones para resolver todas nuestras dificultades y todos los problemas sociales del país. Cuando protestamos porque no estamos de acuerdo con actual organización social, educativa, sanitaria, cultural, nos llaman delincuentes y terroristas, nos persiguen, nos encarcelan y hasta nos matan… mientras simplemente hemos descubierto que es nuestra dignidad, nuestro derecho y nuestro deber participar en lo que nos concierne y que es la responsabilidad de todos
Las actuales elecciones son una nueva oportunidad para expresarnos y tomar parte de las orientaciones y decisiones que marcarán nuestra manera de vivir y convivir para los años venideros. Debemos dejar la pasividad y el individualismo para construir lo que llamamos la ‘democracia’, es decir, como lo significa la palabra, ‘el gobierno del pueblo’, o sea, de la mayoría de la población. Solamente juntos y organizados podemos crecer en conciencia, en dignidad y en convivencia feliz. La democracia es la hija de la política. Es la manera participativa de organizar la manera de vivir, convivir y resolver nuestros problemas. Eso comienza en la familia, el barrio, los poblados y la ciudad, mediante la conformación y la integración de organizaciones sociales. De estas organizaciones sociales deben nacer los partidos políticos. Si no es así, perdemos el control de nuestra vida y vamos a la deriva.
Seamos personas con dignidad y muchas posibilidades: Sepamos participar según nuestras capacidades muchas veces escondidas, dormidas y olvidadas por nosotros mismos. Muchos en nuestro país estamos despertando porque nos damos cuenta de la perversidad de la actual organización social, política y económica. Cada vez más nos estamos organizando para construir adecuadamente tanto nuestra vida personal como la de nuestro país. En este tiempo de elecciones centenares de organizaciones sociales se están uniendo y unificando para apoyar partidos políticos y presionarlos para que trabajen a servicio de todos, fomentando nuestra participación, respetando nuestros derechos y buscando hacer realidad nuestros deseos.
Es tiempo de decidir y actuar por nuestro propio bien individual y colectivo. Es tiempo de participar, dar a conocer nuestras necesidades e integrar grupos y organizaciones sociales que hagan respetar nuestra voluntad colectiva… para contrarrestar el «negocio, el mercado y la desnaturalización de la política».
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